CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
Construcción y forja de la utopía andina
JULIO:
MES DE LA BATALLA DE HUAMACHUCO, LEONCIO PRADO
Y FIESTAS PATRIAS
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMA ACTIVIDAD EN LIMA
SÁBADO 30 DE JULIO, 7.00 PM.
“CRÓNICA DE BUEN GOBIERNO DE GUAMÁN POMA DE AYALA”
PRESENTACIÓN: WAYNA LIMACHE
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
EL PERÚ DESAFÍO Y ESPERANZA
PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA
CADA HOMBRE PERTENECE A UNA TIERRA
Por Danilo Sánchez Lihón
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Y arremetió
El hombre que hace fila delante de mí, en el chequeo de pasaportes y documentos de embarque en la aduana de salida al exterior del país, extiende sus papeles al agente de migraciones, quien hojeándolos dice:
– Le falta pagar el impuesto de salida, señor.
– ¡Maldición! ¡Desgracia de país!
– ¡Cálmese, señor!
– ¿Incluso para dejarlo tengo que pagar? Desdicha de haber nacido en esta vergüenza de país. ¿Hasta el último minuto me tenía que fregar?
– ¡Tranquilícese, oiga!
– ¡Dónde se paga, carajo! Hasta tengo que pagar por dejar esta porquería. ¡Dónde cobran, digo!
Y arremetió golpeando el mostrador y después dando de puntapiés a las barras de aluminio, donde pende el cordón de la pasarela.
Tuvieron que traer a un policía para controlarlo. Y hasta intentó golpear al custodio del orden.
2. Allí está
Un mes después, coincidentemente para Fiestas Patrias, en el avión de regreso, mi compañero de asiento, a quien recién conozco, me pregunta:
– ¿Ya sobrevolamos el Perú?
– Creo que sí, –respondo, volteando a mirar por la ventanilla a fin de divisar algo hacia abajo.
Y, ciertamente, allá al fondo distingo el perfil del litoral, delineado por el mar azul y la tierra parda.
Allí está, festonado con un encaje de plata, que hacen las olas y que dibujan nítidamente, con una greca de espuma, la silueta de la bahía de Paita y el istmo de Sechura.
– Sí. Ya es el Perú, –le digo–. Estamos sobrevolando la costa frente al departamento de Piura.
A mi compañero entonces se le ilumina el rostro y se le humedecen de ilusión los ojos.
– ¡Grandioso!
Y, de reojo, constato que llora.
3. ¿No es cierto?
Una hora después, al acercarse la nave al aeropuerto Jorge Chávez los pasajeros dentro del avión se alborotan, arreglando sus equipajes de mano.
Cuando por fin el avión aterriza hay primero unos aplausos y luego una ovación y vítores de alegría.
– ¡Yo retorno después de diez años y ya para quedarme, para siempre! –Me informa, con inocultable regocijo, mi compañero de asiento.
– ¡Qué bien!, –le contesto.
– ¡Diez años, ni yo mismo puedo creerlo!
– ¿Y en qué lugares ha vivido?
– Por todos lados: Estados Unidos, Canadá, varios países de Europa. También estuve en Australia y en el Japón. ¡Diez años recorriendo el mundo!
– ¡Qué buena experiencia!
– He estado en uno y otro sitio. Recién puedo decir que sé lo que es la realidad.
– Y usted retorna en el mes de la patria –le remarco–. ¿Se extraña la tierra, no es cierto?
– ¡Claro! –Y se sume en silencio.
4. Es su respuesta
– Yo salí maldiciendo a mi país. Hasta hice un lío cuando revisaban mis papeles, –me comenta.
– ¿Así?
– Yo era un pobre y triste ignorante, por no decir algo más grosero.
Lo miro. Es otro, distinto en su aspecto a aquel que hace un mes me antecedía en la cola en el viaje de salida, y que hizo lo mismo.
– Y ahora, que ya conoce otros lugares, ¿qué es lo que más se echa de menos estando afuera?
– Todo, hasta lo que nos parece que fueran defectos: el bullicio, el regateo, los ambulantes.
– Pero, ¿algo en específico?
– Todo, hasta el que uno no sepa qué le va a pasar el día de mañana, que es distinto a la rutina.
– ¡Ah!
– ¡Sí! Y he llegado a la conclusión que cada hombre pertenece a una tierra, ¡y ésta es la mía!
– Pero, ¿si se trata de forjarse un porvenir?
– ¡Aquí! ¡Aquí es donde debo labrarme un porvenir y dejar lo mejor de mi vida! –Es su respuesta contundente.
5. Un rato de pie
Mientras esperamos el aviso que indique desabrochar los cinturones, y como si hablara consigo mismo, abstraído en sus pensamientos, prosigue diciendo:
– Ahora verás lo que haré–. Y voltea a mirarme, percibiendo yo una decisión casi infantil en sus ojos.
Cuando bajamos las escalinatas él se adelanta.
Al dar los primeros pasos, ya en la pista, se aparta.
Se arrodilla y besa el suelo, enternecido.
Las lágrimas le estallan en los ojos y reprime unos gemidos.
Los pasajeros que están cerca le alargan sus manos tratando de ayudarlo a levantarse, esfuerzo en que dejan caer al piso algunas bolsas y maletines.
Otros se aproximan y lo abrazan sintiéndose hermanados.
– ¡Bravo, muchacho! –Le dice otro, asintiendo con la cabeza.
Los que vienen detrás también se enjugan unas lágrimas, conmovidos e identificados.
Él, con el pañuelo en los ojos, se queda un rato de pie en la amplia explanada.
6. A su retorno
En la fila de migraciones hay impaciencia por la lentitud del chequeo.
Algunos hombres y mujeres regañan y empiezan a elevarse voces de protesta:
– ¡Qué pasa! ¿Tanto se demoran en poner unos sellos?
– ¡Por qué no avanza esta cola!
– Ya no hay nadie en la columna de turistas, entonces ¿por qué no atienden también en esta ventanilla?
– ¡Tiene que haber más eficiencia!
Por último, alguien grita:
– ¡Cómo se ve que ya llegamos a un país subdesarrollado!
Delante de mí, en la fila, mi compañero de asiento, que ha besado el suelo a su retorno, se yergue y volteando interviene:
– No seamos falsos ni mentirosos. Bien sabemos que en todas partes hay problemas.
– ¡Y mucho peores! –Aduce alguien de la fila de al lado.
– Pero no podrán negar que hay países atrasados y otros que no lo son.
7. Y, sobre todo
– Solo quiero preguntarte una cosa. –Interviene alguien de atrás– ¿Alguna vez en esos otros países has chancado el mostrador y la vitrina como acabas de hacerlo?
– A eso iba. No lo haría.
– ¿Y saben por qué? Aquí lo hace porque este es su país, es nuestro país, ¿no es cierto? Entonces de lo que se trata no es de cuál país es mejor, sino a qué país perteneces.
– Y nos pertenece para poner ahí lo mejor de nosotros mismos y no lo peor.
– Eso es verdad. –Se atreve a decir alguien.
– ¡Eso de nacionalismos es obsoleto! Ahora somos ciudadanos del mundo.
– Si se trata de eso, entonces, en donde estemos, ¡en vez de criticar colaboremos!
– ¡Eso! Por ejemplo, yo veo aquí que la demora es porque al acercarnos no hemos llenado bien los formularios y no tenemos todos los documentos a la mano.
– Entonces, colaboremos, y tengamos un poco de paciencia, señores.
– Y, sobre todo, seamos parte de la solución y no del problema.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Teléfonos:
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