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FIESTA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
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Por: Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
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Corríamos tras los becerritos o lechoncitos, a veces en la chacra, otras en los corrales. Teníamos que acompañar a las mamás a sacar leche o dar de comer a los chanchitos. Niños y niñas de la misma edad nos agrupábamos, también, para jugar en las esquinas débilmente iluminadas, hasta que las madres nos llamaran para cenar y luego dormir.
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En los carnavales, la confrontación de hombres y mujeres se daban entre contemporáneos. A veces corríamos con globos llenos de agua, o con harina tras las niñas. Pero muchas veces caíamos en sus emboscadas y salíamos hecho sopa. También improvisábamos los corta-montes con ramas gruesas, que no soportaban ningún machetazo, pues por ser niños no podíamos ir al bosque a traer árboles, nos contentábamos con estar juntos bailando alrededor de ese "arbolito" vestido de serpentinas. Imitábamos lo que hacían los mayores. Las casas eran amplísimas, por lo que en unas oportunidades plantábamos en la Edi, otras en la de Macu o en la de Nina, siempre cambiábamos.
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Con la misma muchachada o niñada, íbamos a las misas de gallo, encargando a uno de nosotros la tarea de despertarnos. Nuestros amigos (as) provenían de las cuadras: Sáenz Peña, 28 de Julio, Comercio y la calle de don Fabián Cano. Era el conocido barrio de Venecia.
Con la misma muchachada o niñada, íbamos a las misas de gallo, encargando a uno de nosotros la tarea de despertarnos. Nuestros amigos (as) provenían de las cuadras: Sáenz Peña, 28 de Julio, Comercio y la calle de don Fabián Cano. Era el conocido barrio de Venecia.
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Las mismas personas y también otras que por coincidencia y afinidad de edad o club o barrio o promoción, nos encontramos en la fiesta de octubre, de San Francisco. Algunos nos veíamos después de 30 años o más, otros luego de 1 año, desde la fiesta anterior. Así, esta fiesta de San Francisco, se ha convertido en un verdadero TINKUY de los residentes de Chiquián en la gran Lima. En mi caso tuve suerte, porque mi grupo estaba constituido mayoritariamente por damas. Con ellas, recordamos nuestro pasado lleno de anécdotas, también hablamos del presente, cada palabra es de motivación, estímulo, adornados de recuerdos.
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Fotos y bailes fueron testigos de nuestro añorado encuentro. Sellamos en las pocas horas, nuestra amistad de siempre, mejorada por los años, que nos enseñaron a reconocer que los valioso que nos une, está en nuestra niñez, en nuestro pueblo, en nuestras costumbres, en nuestra cultura. Es decir en lo que fuimos, que es más valioso que el transitorio diploma o título que hayamos alcanzado. No hablar de estos grados, nos hace más simples y más sinceros, cosa que no se encuentra en el común de las reuniones. Así, miramos más hacia nuestro interior, recurrimos al lugar donde yace lo más limpio de nuestra persona. Intercambiamos en realidad miradas de niños, que brotaban de nuestros ojos, mientras tomados de la mano o huayllishando, nos devolvemos los fallidos bailes cuando niños. Ahora, salimos tras el Inca para bailar por las dos cuadras que rodean al Campo de Santa Luisa, en esos cortos 200 metros, representamos las largas cuadras de los jirones Comercio y Dos de Mayo desde Quiullán a Umpay en Chiquián, arrojándonos caramelos. La banda de músicos nos acompaña de cerca, los briosos caballos conducidos por el Capitán y sus acompañantes, esquivan los lanzamientos que los de a pie le hacemos.
Fotos y bailes fueron testigos de nuestro añorado encuentro. Sellamos en las pocas horas, nuestra amistad de siempre, mejorada por los años, que nos enseñaron a reconocer que los valioso que nos une, está en nuestra niñez, en nuestro pueblo, en nuestras costumbres, en nuestra cultura. Es decir en lo que fuimos, que es más valioso que el transitorio diploma o título que hayamos alcanzado. No hablar de estos grados, nos hace más simples y más sinceros, cosa que no se encuentra en el común de las reuniones. Así, miramos más hacia nuestro interior, recurrimos al lugar donde yace lo más limpio de nuestra persona. Intercambiamos en realidad miradas de niños, que brotaban de nuestros ojos, mientras tomados de la mano o huayllishando, nos devolvemos los fallidos bailes cuando niños. Ahora, salimos tras el Inca para bailar por las dos cuadras que rodean al Campo de Santa Luisa, en esos cortos 200 metros, representamos las largas cuadras de los jirones Comercio y Dos de Mayo desde Quiullán a Umpay en Chiquián, arrojándonos caramelos. La banda de músicos nos acompaña de cerca, los briosos caballos conducidos por el Capitán y sus acompañantes, esquivan los lanzamientos que los de a pie le hacemos.
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Esos pequeños momentos pero entrañables, fueron la cereza que adornó nuestro encuentro. Reforzamos nuestra autoestima, la confianza en nuestra identidad cultural y afirmamos los valores de sinceridad y amistad que nunca morirán y que seguramente nos volveremos a ver el siguiente octubre. El fuerte sol fue el marco luminoso de esta alegría, que nos brindó la Fiesta de San Francisco de la Asociación Chiquián.
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Fuente:
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CHIQUIAN CULTURA
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Visite:
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VENTANA CIENCIA PERU
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MIRADOR NUCLEAR
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Fotografías de la Fiesta de San Fracisco de Asís 2009 en Lima (Asociación Chiquián):
.Hacer clic:
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