CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
*****
OCTUBRE, MES
INTERNACIONAL
DE LA BIBLIOTECA
ESCOLAR
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LEER
ES
AMAR
Danilo Sánchez Lihón
En la lectura
ningún amor
es falso
ni se pierde.
1. Era
el camino
Frederick Douglas, el gran hombre de Estado norteamericano, consejero y amigo personal del presidente Abraham Lincoln, nació esclavo en Maryland, en el año 1817.
Siendo
niño, la esposa de su amo, que era una mujer tierna y bondadosa,
pretendió enseñarle las primeras letras del alfabeto en el silabario. Al
descubrir este hecho el amo blanco se enfureció y lleno de ira, le
increpó a su esposa gritándole:
– ¡Qué estás haciendo, mujer!
– Enseñándole a leer a este niño.
– Pero, ¡Cómo se te ocurre tal barbaridad!
– Pero, ¡por qué tanta cólera!
– ¡Dejará de ser esclavo si aprende a leer! –Fue su respuesta contundente.
Desde
ese momento, cuenta Frederick Douglas, comprendió al oír tales palabras
cuál era el camino que tenía que recorrer para dejar de ser esclavo;
paria, siervo y explotado.
2. Nuestro paso
por la tierra
Se
le reveló, como si los cielos se rasgaran, cuál era el secreto para
aspirar a ser un hombre libre, razón por la cual dedicó todas sus
energías y desvelos a aprender leer, primero, y luego a devorar, –a
escondidas de sus opresores– todo aquel rastro y vestigio de escritura
que encontrara a su paso, llegando a ser, –como de hecho lo fue– el gran
libertador de su raza, puesto que a él cupo redactar el decreto de la
abolición de la esclavitud que luego firmara y refrendara Abraham
Lincoln.
Este
hecho histórico nos ilustra cómo la lectura es importante para ser
hombres libres y resulta fundamental para la plena realización del
destino humano sobre la superficie de la tierra. Y todo ello, porque
permite a una persona elegir, entre una gama muy amplia de asuntos y
materias, aquella pepita de oro, haz de luz o diamante vital que se
adopta y luego se expande.
Doctrina
de vida y desarrollo personal que más nos conmueven y repercuten en
nuestro espíritu y constituyen la misión que cada hombre ha venido a
cumplir en la vida. Pero, además, porque los libros permiten de manera
ilimitada profundizar en los temas o propósitos que cada quien elige,
debido a que todo el conocimiento sobre una materia está depositado en
ellos, permitiendo a toda persona realizarse plena y lúcidamente en su
paso por la tierra.
3. Multiplica
la vida
El
mundo moderno nos enajena, haciéndonos «cosas» y nos sumerge en un
cajón de baratijas; porque la vida se ha convertido en una esquina
estridente de ruidos ensordecedores donde nosotros no estamos seguros de
si el lugar donde nos hallamos es aquel que buscábamos a donde
queríamos y debiéramos estar; o quizá sea aquel en donde estamos más
irremediablemente perdidos, donde cabe albergar la esperanza de que la
lectura sea la hebra para encontrar el ovillo que verdaderamente somos.
De
allí que cada vez la reflexión, intimidad y toma de conciencia, que es
el verdadero medio vital de la lectura, están más y más extrañadas,
excluidas y enajenadas de nuestras vidas y somos ya como sombras
fantasmales y sonámbulas de la existencia.
Y
es muy difícil volver al centro de encuentro de nosotros mismos, a la
armonía y paz interior, a la tranquilidad de espíritu que debe tener
cada quien para que la lectura exista, porque ésta se da o no como una
profunda indagación y franca conversación interior con nosotros mismos, y
no perdernos sino multiplicar en cien y mil lecturas más la maravilla
que es la vida, la misma que se justifica en la medida que se la lee y
se le encuentra su significado esencial.
4. Gracias
a ella
Por
eso, ella se vuelve mucho más valiosa ahora, puesto que con la lectura
uno elige la existencia que quiere. Ante los libros la persona humana va
construyendo su destino, labrando su camino, encontrando su sendero y
el sentido a su vida estupefacta.
De
esta manera exorcizamos esos dos determinismos históricos que nos
aprisionan con sus crueles cerrojos: el tiempo, a cuyas leyes estamos
sometidos, y el espacio que nos limita, atornilla y condena. Pero la
lectura supera y traspasa esas dos barreras, como esfuma y pulveriza
verdaderas fatalidades, no negándolas no obstruyéndolas sino
intensificándolas y ampliándolas. Las ilumina y, al mismo tiempo que
extrae su mayor sentido, les otorga o dona un sentido nuevo que antes no
tenían.
¿Cómo
la lectura no ha de lograr grandeza en el alma humana cuando gracias a
ella nos echamos por los caminos del mundo a vivir las aventuras más
extraordinarias y maravillosas encarnando a los seres más sublimes y
portentosos que han vivido o se han imaginado?
5. Libro
infinito
¿Cómo
desestimar entonces esta compañía si con ella ingresamos al ara de los
templos; a lo recóndito de los palacios y a la ermita de los santos? ¡Y
hasta a los pliegues más íntimos del alma de los seres extraordinarios
que habitan –más lúcidos que nunca– en las páginas de los textos!
Y
no solamente a través de los libros es que oímos y hablamos con los
vivos más gloriosos sino que –como nos lo precisa don Francisco de
Quevedo, con el libro y la lectura:
Entramos en conversación con los difuntos y escuchamos con los ojos a los muertos.
La
lectura, nos hace poseedores del mundo, experimentadores de los
destinos de los seres de fábula cuyas capas abrochamos sobre nuestros
hombros, cuyas botas calzamos y cuyas espadas blandimos.
Nos
sitúa en el acontecimiento trascendental de vivir con el mayor
significado y el máximo de valor. De allí que Jorge Luis Borges, imaginó
el paraíso en la forma de una biblioteca, o la felicidad perfecta como
una lectura interminable de un libro infinito.
6. El leer
y el comer
Sin
embargo, hay quienes aplazan la lectura para épocas de bonanza y
contraponen el acto de leer al acto de alimentarse, o de vestirse, o de
viajar con dispendio, o de tener bienes raíces que les aseguren una vida
y un porvenir confortables.
Antagonizan
el acto de leer con el de atender estas necesidades básicas, pensando
que hay que arreglar primero lo básico y esencial para después pretender
atender lo que sitúan en un nivel lejano, abstracto y hasta piensan que
trivial.
¿Por
qué vamos a considerar opuestos el leer y el comer, o el nutrirse, por
ejemplo? ¿Por qué las páginas de un libro van a estar en pugna con el
aguadito de pollo, el plato de lentejas o el puñado de arroz?
¿Por
qué aceptar que leer es opuesto a subsistir y distinto a ganarse el
pan? Esta contraposición es errónea, malintencionada y hasta perversa,
porque ambas funciones forman parte de la misma necesidad.
7. Si eso
ocurriera
Son
dos requerimientos orgánicos que persiguen el mismo fin: el crecimiento
y la salud integral del hombre. El uno en el plano físico y el otro en
el plano mental, emotivo y anímico. Y, más que antagónicas, ambas
funciones son aliadas.
Tampoco
hay contradicción entre lectura y pobreza. No es que dejemos de leer
porque tenemos que ganarnos el sustento diario y entonces, ominosamente,
no podemos dedicarnos a esta función suprema que sustenta el ser.
Este
planteamiento también es falso y hasta inmoral. No se deja de leer
porque tengamos que comprarnos un pan. Si ese fuera el dilema habríamos
avanzado mucho y hasta llegado a la cumbre de la montaña en la
aspiración por situar el libro al nivel de lo que es y significa en verdad el pan en cuanto a expectativa en el plano del alma.
Si eso ocurriera podríamos batir palmas y celebrarlo. Pero las cosas no son así.
8. Pero,
además
Es
el libro y su lectura pieza clave para el desarrollo social,
herramienta de trabajo, punto de apoyo y hasta recurso estratégico en la
perspectiva de mejorar la calidad de vida de las personas y de la
sociedad.
La
misma que si lee bien ha de comer mejor, ha de alimentarse de modo más
óptimo, ha de hacerlo de manera más sana, que aquel otro grupo humano
que no lee.
Puesto
que por el hecho de leer el acto de alimentarse es siempre mejor
orientado, y consecuentemente adquiere mayor categoría y calidad.
Para
comer bien hay que tener una educación y una cultura que lo favorece el
leer; y, como ocurre en general, cuando una persona frecuenta los
libros, está cualificando su relación con la realidad circundante en
todo y para todo.
Incluso
para ganarse la vida en el plano de la subsistencia, si esa fuera la
situación, y para alimentarse mejor, si ese es el dilema por resolver.
Pero, además, el libro y la lectura son fábricas que producen y máquinas
que cantan.
9. Leer
es amar
Dijimos
al principio que el hombre sólo cuando lee y escribe se hace libre. Y
lo reafirmamos. Sólo en esas condiciones es capaz de ejercer su libertad
de manera plena, capaz de abrir ancha y ampliamente sus horizontes y, a
partir de allí, hacer surgir mundos nuevos, así como hay otras regiones
que quedarán latentes o ignotas.
Con
la lectura y escritura el mundo cotidiano, ordinario, común y pedestre
adquiere facetas imprevistas, no descubiertas; matices y gamas
insospechadas. No hay cadenas, grilletes ni barrotes para el hombre que
lee y escribe. Todas las llaves y cerrojos caen a sus pies, baten como
alas los aljibes de las puertas y se abren a él los confines más
distantes. Pero la lectura es mucho más:
¡Leer
es amar! Porque la lectura es el ámbito de la intimidad, núcleo del
ser, útero y matriz de vida. Nos acerca a encontrarnos con la amada o el
amado y, sobre todo, con Dios. Es deambular ya por el reino prometido y
alzar un puente de comunión entre la vida y la muerte. Como también es
devoción, consagración y anhelo de construir un mundo mejor.
Porque
somos peregrinos insatisfechos del ideal. Y nuestra condición es aura,
fulgor, brillo que solo alcanza presencia exacta y perennidad en los
libros, urdidos por seres anhelantes de no ser efímeros.
10. Tu falda
u orilla
Es
amar, pero en donde el amor es verdad y no sufre desengaños. Y porque
en la lectura ningún amor se pierde y todos los amores perdidos allí se
vuelven a encontrar. Porque leer es salvación, es cura del alma, es
lugar de cruces, de lagunas encantadas, de nieves eternas, de colinas
prodigiosas donde sanan las heridas.
Porque
en ella se halla lo que nunca va a morir, lo que eres en esencia y no
en apariencia. Allí se encuentra nuestra infancia, el pueblo natal, las
voces del alba, cuando nuestros padres nos concebían en su lecho de
amor.
Allí
está palpitante el encuentro del cual nazco, las voces que se dijeron,
el arco de esa alianza, los gemidos, las palabras indecisas hacia las
cuales tiendo las manos persiguiendo lo absoluto y eterno que soy.
Leer
es amar porque es síntesis; mirada, sollozo y grito de júbilo; porque
al no encontrarte en la vida yo te busco en las páginas de los libros. A
ti, a quien reclamo tanto, que busco lúcido o a tientas, esperanzado y
anhelante. En la lectura siento que estoy más cerca de tus palpitaciones
y latidos y del borde de tu falda u orilla que es de donde la vida, los
libros y los sueños nacen.
*****
El texto anterior
puede ser reproducido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 420-3860
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****