domingo, 10 de octubre de 2021

10 DE OCTUBRE: DÍA DE LA SALUD MENTAL - FOLIOS DE LA UTOPÍA: ¿LOCO O CUERDO? - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
 
Construcción y forja de la utopía andina
 
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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10 DE OCTUBRE
 
DÍA
DE LA SALUD
MENTAL


 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA



¿LOCO
O
CUERDO?
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Esté
donde esté
 
Indudablemente el pueblo es otro, ha cambiado de rostro. La gente que viene de fuera, sea de Trujillo, Otuzco o Huamachuco, se quedan asombrados, perplejos y pasmados, diciendo:
– ¡Oigan! ¿Qué ocurre aquí, ah?
– ¿Por qué? –Nosotros devolvemos la pregunta, haciéndonos los ingenuos
– ¡Todo luce diferente, feliz y dichoso! ¿Qué están comiendo, ¡ah!
– ¡Dígannos, para comer nosotros también!
– ¿Así? ¿Qué se nota, ah?
– ¡Que todo es diferente! ¡Que ahora se los ve un pueblo feliz!
Pero ha llegado diciembre y hay que hacer la leva. El Ejército del Perú y la policía colaboran en el reclutamiento de conscriptos para los contingentes de cada año.
Pero ocurre que: Muchacho que los gendarmes capturan, van los familiares o los amigos a hablarle al mayor René Byrne, máxima autoridad militar, y él lo suelta con la frase:
 
2. Con la mayor
celeridad
 
– Yo he dicho que a mis amigos no pueden tomarlesh preshos, sigñores. Vayan con este papelito al lugar del reclutamiento, ¡y que lo suelten, ya! ¡Vayan nomash! –Y allí corren los familiares como si acabara de ocurrir un milagro. Porque eso antes nunca pasaba.
Y, esté donde esté, René Byrne firma y emite sus órdenes en papelitos de diferentes colores, que ya ni guarda el talonario, sino que lo tiene en la mano o sobre la mesa, para que liberen con la mayor celeridad y presteza a cada muchacho que ha caído en la leva.
El penúltimo día para consumar la operación ha entrado a ver cuántos hay en el patio del puesto policial.
Apenas quedan unos diez que no han tenido ni familia ni amigos que corran por ellos y que son una mínima cuota de los doscientos que es la cantidad histórica que Santiago de Chuco aporta cada año de movilizables a la patria.
Los rostros de los muchachos le conmueven profundamente a René Byrne, quien sube a una mesa, e improvisa un discurso, hablándoles de este modo:
– ¡Sigñores...!
 
3. ¿Y por qué
están aquí?
 
– ¡Sigñores de mi mayor estimación! Servir al Ejército del Perú es un honor. Aprenderán a manejar camiones, a leer, a tener algún oficio lucractivo (así lo pronuncia). ¡Es una gran cosa! Pero ustedes son libres de elegir, si quieren ir o quedarse con sus mamás.
– Yo tengo mi chacrita recién aporcada.
– Yo en mi casa tengo solita a mi abuelita.
– Yo, recién he tenido a mi hijito.
– ¿Y por qué entonces están entonces aquí? –Se molesta. Y le tiemblan los bigotes. ¡Afuera, sigñores! Vayáis a cuidar la chacrita, a la viejita que está solita, al bebito que acaba de nacer. ¡Y no sean malos hijos ni padres desalmados!
Por este acto, ahora recién sabemos que René Byrne está completamente loco, porque ¿en qué lío irá a parar todo esto?
Tanto que son capaces de fusilarlo. Porque al final de conscriptos solo se han quedaron dos voluntarios. Ha vuelto a subir René Byrne a la mesa y los felicita con lágrimas en los ojos.
 
4. Pero
no lo han dejado
 
El día 26 de diciembre llegan los dos camiones que siempre vienen con los militares para calificar a los capturados. Años antes había aquí un mar de gente, llorando a gritos delante del puesto policial, y copando las calles adyacentes. ¡Esta vez no hay nadie!
Los comandantes que han venido hablan por teléfono. Tienen los rostros congestionados, adustos y coléricos. Y en un camión han cargado y amarrado con cadenas a René Byrne, pero siempre va con su semblante dichoso y sonriente.
– ¡Hasta luego, sigñores! –Nos dice. Y hemos sentido un dolor en lo profundo del alma de que vaya en ese estado. Al lado de él va su cabra, sin haberle dado tiempo ni siquiera a recoger sus cosas. Ha querido quemar sus cohetes, como siempre lo hace y que lleva en el bolsillo, pero no le han permitido.
En el otro camión van los dos jóvenes de rostro confiado e iluso, portando una bandera peruana, como los dos únicos que se han presentado como voluntarios en este llamamiento.
A los diez días de estar ausente se escucha una noticia abrumadora.
 
5. Que la gente
se cuadre y salude
 
– Ha llegado un nuevo Jefe de la Policía. René Byrne ha sido trasladado a Lima para ser sometido a un proceso administrativo. ¡Ya no viene el pobre Autoponcho! –Llamado así porque hacía cargar en su propio poncho a los borrachos dormidos y los dejaba sobre las tumbas del cementerio. Por todo eso se aflige la gente, ¡y llora!
– ¿Así? –Dice una señora–. En primer lugar, dejen de llamarlo Autoponcho. ¡A las personas se les llama por su nombre! ¡Y el nombre de ese señor de mi mayor respeto, cariño y admiración, es René Byrne Valcárcel!
– ¿Qué ha pasado con él? –Pregunta luego otra mujer.
– Dicen que lo han llevado a juzgar a Lima por no haber hecho la leva.
– ¡Es un abuso! ¡Es un buen hombre! ¡Es la mejor autoridad que hemos tenido! ¡Suéltenlo!
Ese mismo día por la tarde aquí en Santiago de Chuco se llenan las cantinas, pero comentando lo que le sucede a René Byrne. Y han empezado los pleitos, las demandas, las denuncias. Y de un santiamén han desaparecido los rostros sonrientes, tornándose otra vez en grises y abatidos. El nuevo comandante pronto ha exigido que la gente para hablar con él se cuadre delante de él y salude militarmente. Y todos son sospechosos de ser terroristas. 
 
6. ¿Qué
más?
 
Esta mañana una comisión de mujeres se ha acercado al Puesto Policial para hablar con el nuevo comandante, ya que los hombres temen quedar presos si se acercan y reclaman algo. Y regresen por ellos los dos camiones que se han ido vacíos. El jefe las trata rudamente y ni siquiera les dice que se sienten:
– Estamos aquí porque queremos averiguar y saber qué pasa con el Mayor René Byrne Valcárcel.
– ¿Así? ¿Por qué, ah?
– ¡Porque queremos una autoridad como él! ¡Porque él es un amigo de la gente y de nuestro pueblo! ¡Y porque estamos muy agradecidos con ese señor!
– ¿Por qué, ah?
– Porque en su período todo ha sido benéfico y de felicidad para nosotros.
– ¿Así? ¿En qué, por ejemplo?
– En que ya no hay pleitos ni en las casas ni en el pueblo.
– ¿Así? ¿Qué más, ah?
 
7. ¡Qué
tal raza!
 
– ¡Ya no había borrachos en las cantinas! Porque con él todos estábamos felices y contentas, hombres y mujeres.
– Bueno, señoras. Su “amigo” René Byrne, como lo llaman, ha sido trasladado a Lima para ser procesado por loco y desquiciado.
– ¡Queremos que él vuelva, señor, y ocupe su puesto de autoridad en este Municipio!
– ¡No puede ser! ¡Lo que piden es absurdo! Primera vez que veo que un pueblo que se levanta por querer retener como jefe y autoridad militar a un loco.
Si quieren aboguen por él en Lima, pero no les aconsejo, ya que pueden quedar detenidas por subversivas. Este es un pueblo egregio, cuna de grandes poetas. ¿Cómo es posible que vayan a querer como autoridad a un loco? Ahora, retírense.
– ¡Sepa usted señor que aquí preferimos ser gobernados por un loco como él, antes que por un cuerdo como usted!
Y diciendo eso han salido airadas sin alcanzar a oír las palabras que el comandante masculla entre dientes:
– ¡Qué tal raza! ¡Que no haya pleitos! Y si no hay pleitos los policías ¿entonces qué hacemos, ah? ¡Nos quedamos sin trabajo!
 
*****



CANTO
DEL
GALLO





Danilo Sánchez Lihón


…aleteando la pena de su canto,
salta un gallo gentil, y, en triste alerta…
César Vallejo


Mi hermano Guillermo murió el 29. 7. 2017, en EEUU.
Antes pudo contarme el siguiente relato y hacer
la reflexión que aquí anoto. Escribo estas líneas
en su memoria, adhesión y homenaje.

1. Cayó
fulminado

Fue mi tía Carmen quien me dijo: Hijito, para sanarte tienes que hacer que te cante el gallo. El primer gallo que hice que me cante cayó fulminado porque era débil.
Le pedí entonces a Sofía que me traiga un gallo grande, fuerte, joven desde Santiago de Chuco, porque aquí, ¿dónde iba a conseguir un gallo así? Y lo trajo en su mano, colgando de una bolsa grande de mercado. Era un gallo imponente, orgulloso. Con una gran estampa de gladiador.
Le corté la cresta como me había dicho mi tía. Y en una bolsita con un limón y un diente de ajo, el más blanco que pude conseguir, esa cresta sanguinolenta la colgué a mi pecho. Yo me sentía entonces morir y quería salvarme.
Ese día el gallo me cantó a las cinco de la mañana. Me cantó fuerte y cristalino. Y sentí cómo despertó mi alma que la tenía inerte, entumecida y casi muerta. Instantes después todo se me despejó y yo era un hombre nuevo, jovial y animoso.
Pero el gallo imponente, orgulloso y con una estampa de guerrero. cayó temblando, exterminado. Quedó yerto, inanimado como un cascajo en el piso, hecho un despojo, o un guiñapo. ¡Muerto, como atravesado por una bala o espada!
Cómo será nuestro miedo, pena o dolor, ¿no? Digo yo, ¡para que fulmine a una criatura inocente, a un ser que es pura vida y naturaleza. ¡Y de talante tan indómito! Para que caiga vencida ¡y de ese modo! Como atravesada por un rayo.

2. Esos gallos
ni cantan

Por eso, yo le insisto a mi amigo que está padeciendo aquí lo mismo, que haga igual que yo hice. ¡Y que le cante el gallo!
Pero no quiere. Se burla de esas cosas. Me dice que él no cree en supersticiones ni en patrañas. Para él es patraña, pese a que yo le testifico.
Pero, le digo: prueba, ¿qué pierdes probando? Prueba y si no te resulta, ¡ahí queda!
Peor es que estés padeciendo de ese modo, arriesgando tu empleo y creando en tu casa una angustia sin límites, principalmente en tus hijos.
Pero no quiere. Además, cuando pienso: ¿aquí dónde va a conseguir un gallo como esos? Hay gallos, claro, pero en establecimientos que son avícolas. Pero esos gallos ¡ni siquiera cantan!
A mi amigo le han hecho más de cien tomografías a la cabeza, estudios de la irrigación sanguínea de su cerebro; con un escáner le han mirado como con lupa cada recoveco de todo su organismo. Y no hallan nada. Y es que estos males son del alma.
Le han hecho análisis de la química de los elementos de su linfa raquídea. Y de las sustancias que irrigan hasta su corteza cerebral.
¡Porque aquí dicen que la depresión es química del cerebro!

3. Me curó
llorar

¡Así, de ese modo curan aquí! Puro laboratorio. Y en algunos casos aciertan, pero si dan con la clave de todos modos te fregaste, porque ya de por vida los pacientes tienen que consumir pastillas. Y los hacen fármacos dependientes.
Así, de ese modo la han curado también a la esposa de otro amigo, con puras pastillas, que son drogas, y ahora ella es fármaco dependiente. Y no pueden vivir sin tomar sus pastillas.
Y con las pastillas que le han dado, y toma todos los días, ahora está sana.
Aquella señora ya está trabajando. Y ha vuelto a ser el ama de casa que era antes. Pero las pastillas las sigue tomando. Le han dicho que es de por vida, hasta que muera.
Pero yo puedo dar fe y testimonio de que mejor es el canto del gallo. A mí me hizo un hombre nuevo, hecho y derecho. Y se me despejó todo.
Eso me curó a mí.
Y también me curó llorar en las faldas de mi tía Carmen.
Felizmente la encontré. Y estaba sola en Cantogrande. De lo contrario hasta hubiera tenido vergüenza de que me vean allí sus nietos llorando y siendo ya un hombre viejo.

4. El soplo
vital

Porque esa mañana cuando me vio llegar Carmela, su hija, aprovechó para salir y me dejó solo con mi tía.
Si no yo hubiera tenido vergüenza de recostarme en su regazo. Y de llorar como un niño de falda, teniendo ya cuarenta y tantos años.
Y que ella se durmiera espalda con espalda conmigo.
Porque yo me salvé, haciendo lo que esa viejita adorable me dijo que hiciera.
De lo contrario, ¿cuánto hubiera gastado en psicólogos, psiquiatras y en medicinas? Además, no hubiera podido pagar desempleado como estaba ahí.
Y de repente mi vida hubiera sido irrecuperable, y hasta ya me habrían enterrado. Pero mi amigo ni me escucha cuando le hablo del canto del gallo.
Ojalá que él se cure de la ansiedad y el pánico que siente de vivir en este mundo tan cruel y amargo.
Yo tuve suerte, me curé de un día para el otro, de modo súbito, así como te he contado. Me cure, en realidad, en un instante, y con el soplo vital del canto del gallo.

5. De vuelta
a mi tierra

Pero me curé también, como repito, con el consuelo de esa viejita. Ancianos a quienes a veces ya ni les damos cabida en nuestras vidas.
Porque estamos en una situación en que si no producimos como fuerza laboral se cree que ya no valemos nada. Eso ocurre aquí, donde el alma, el sentimiento y el espíritu no cuentan para nada, donde todo es consumo y cuánto pagas.
Pero el caso es que las emociones no desaparecen, sino que se esconden, se ocultan, y de un momento a otro afloran como un volcán, o un turbión, o un huracán. Y es una avalancha. Ahí se hacen presentes y hacen el estrago que hacen las grandes faltas, las ausencias que hemos tenido y las sombras que nos oscurecen el alma.
Y todo parte de que tengamos o no tengamos trabajo en nuestros países. Por eso debemos luchar porque haya buenos gobiernos. Y de que sepamos votar bien y saber elegir.
Y todo parte desde mucho antes incluso, desde que nosotros dejamos nuestros pueblos de origen.
Cuando es allí donde debemos forjar el progreso, tal y como lo hicieron nuestros antepasados.
Por eso yo, si Dios quiere, regresaré dentro de uno o dos años para ir y quedarme definitivamente en Santiago de Chuco y ahí realizar mis sueños, hacer producir la tierra, establecer una empresa, o ya veré qué hago.

6. Voluntarios
del alba

Pero he querido contarte todo esto porque siempre pienso y vuelvo a este hecho y reflexione en lo que es y significa el canto del gallo, que a mí me curó, y porque me consta y lo he comprobado que en eso está la clave para que yo pueda ahora tener salud y salir adelante.
Y porque quiero que ese canto del gallo no solo me haya sanado a mí, sino que ahora sane a mi querido Perú. Quiero que le cante el gallo al Perú. Por eso medito: ¿Qué es?
Y concluyo: ¡Que es soplo vital! A eso se reduce. Porque, ¿qué hace el gallo? Cantar, pero esta vez asumiendo y desde el interior de un mundo dolido, sufrido, que se retuerce y padece.
Ahí está el secreto y la fórmula. Asumir nuestra realidad, pero erigiéndose,  cantando fuerte, alentando el cambio de manera total. ¡Y volver a creer en nosotros mismos y en lo que somos!
El canto del gallo es el ánimo con que asumimos las cosas. Es sacudirnos de tanto miedo. Es confiar y creer en que lo podemos hacer.
Es ser voluntarios del alba como lo quería César Vallejo. Por eso la cruzada de Capulí, Vallejo y su Tierra que tú haces me parece que es eso. Por eso te llamo para darte todo mi aliento.

7. Un nuevo
amanecer

El canto del gallo es valorar lo nuestro, es auto valorarnos. Es decisión, coraje y arrojo.
Es la lucha con el mal, con aquello que quiere atacarnos desde dentro y hacernos fracasar y sucumbir.
Es tener la suficiente felicidad que nos haga fuertes, dulces y clementes.
Es tener las suficientes pruebas en la vida que nos hagan cada vez más humanos y fuertes.
Es tener suficientes penas que nos mantengan sensibles y generosos para con los demás.
Es saber que en cada impedimento, fracaso y desastre hay en el fondo la gran oportunidad para afirmar la vida.
Es tener suficientes esperanzas que nos mantengan alertas acerca de qué es lo que se anuncia.
Es confiar en base a lo que somos, que vamos a vencer y a triunfar. Que siempre después de una oscuridad tenebrosa sale el sol.
El canto del gallo es saber que detrás de cada noche oscura hay un nuevo amanecer.
El canto del gallo es el mundo andino que ha sufrido tanto y que hoy debe despertar con lo que sabe ser: su canto a la vida, a la solidaridad y fraternidad humanas.

 
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