LA MADRE DE CARRIÓN Y UN POEMA DE VALLEJO
Escribe Ángel Gavidia Ruiz
César Vallejo es el poeta más influyente de la literatura peruana y Daniel Alcides Carrión, un hombre cuya vida ha marcado la de muchos médicos peruanos para bien. Quiero decir que he caminado entre estas dos orillas cocido de emociones, saboreando palabras y actitudes, contemplando y protegiéndome en ellas, en fin, tratando de vivir sin sobrepasar (demasiado) estos linderos .
Quizás por eso sentí una complementariedad perfecta entre las palabras del estudiante cerreño dirigidas a su compañero Izaguirre y dichas cuando ya, casi, se iba: “Aún no he muerto, amigo mío, ahora les toca a ustedes terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he trazado” y los últimos versos del poeta en “Los nueve monstruos”: “Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?/ ¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,/ hay, hermanos, muchísimo que hacer.”
Pero hay un poema que me involucró rápidamente seguro porque ponía el reflector sobre esa relación tan especial entre el forastero y el hogar lejano, entre el migrante andino y una mesa que no era la suya y una familia que también era ajena; en fin, el provinciano y las cuatro paredes de una pensión impersonal y fría . Y como telón de fondo la ausencia de la madre. El poeta dice: “He almorzado solo ahora, y no he tenido/ madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua/(…)/ Cómo iba yo a almorzar./ Como me iba a servir/ de tales platos distantes esas cosas,/ cuando habráse quebrado el propio hogar,/ cuando no asoma ni madre a los labios. (….) El yantar de esas mesas así, en que se prueba/ amor ajeno en vez del propio amor, / torna tierra el bocado que no brinda la/ MADRE,”. Y hay una carta de doña Dolores García Navarro, la madre de Carrión escrita desde Cerro, y fechada el 6 de junio de 1884. Está dirigida a Daniel. Dice: “Teodorito (se refiere al medio hermano de Carrión) esta sufriendo de colicos y no tiene quien lo cure es preciso que vayas Jueves y Domingo y lo veas lo cures dale algunos remedios tu ve por tu hermano y el vera por ti hay hijo estan en tierras estrañas es el unico consuelo que me queda que estan los dos para verse unos á otros hay hijo quisiera que beas este corazón destrozado por U.U. de día y noche pensando en la suerte o porvenir de todos que me desespera los domingos que salga tu hermano coman juntos y lleva una razón cuanto gastas los domingos”. Estas cuantas líneas muestran ese espíritu materno
y provinciano. Lo retratan ineludiblemente tocado por el sufrimiento. La madre y la distancia. La madre y su constante y callada preocupación por los hijos que partieron en pos del porvenir . El hijo en la escritura del poeta, la madre en una carta desde Cerro de Pasco.
Pero hay más, doña Dolores García Navarro tuvo que enterarse de la muerte de su hijo mayor, cuando este tenía 28 años y, como si fuera poco, después, tuvo que asistir a la muerte los dos hijos que le quedaban, Teodoro y Mario Valdiviezo. Cómo no recurrir , entonces, nuevamente a Vallejo : “Hay golpes en la vida, tan fuertes…Yo no sé!/ Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma… !”
Cuando doña Dolores, desgajada de sus tres hijos, murió, fue un sobrino quien organizó sus exequias. Se fue, pues, la madre de Carrión, tan vallejianamente como había vivido.
Trujillo, 4 de octubre de 2021.