martes, 13 de marzo de 2012

PABLO CASAS, A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO - POR DARIO MEJIA (MELBOURNE, AUSTRALIA)



PABLO CASAS, A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO

Por Dario Mejia

Melbourne, Australia)

El gran compositor criollo Pablo Casas Padilla nació el 13 de marzo de 1912 en la calle Sequión, llamada también calle del Acequión, que era una calle extensa que comprende a las actuales seis cuadras de la calle Huari, en los Barrios Altos de Lima. Autor de muchas canciones entre las cuales se encuentran los valses: Anita, Desengaño, Digna, Dos contra el mundo, Humillado, Juanita, Mal proceder, Olga, Optimo, Teresita, Tiempos pasados y Vida.

Pablo Casas era sobrino de otro gran compositor barrioaltino, Nicanor Casas, por lo que la música criolla era una especie de herencia familiar para este gran compositor. Siendo niño, su familia se muda a un callejón grande de dos pisos en la calle Plazuela de Santa Catalina, que también era conocida como calle Pileta de Santa Catalina y viene a ser la actual cuadra 11 del Jr. Andahuaylas, por lo que su infancia transcurre entre las calles Santa Catalina, Mesa Redonda, Chirimoyo y La Confianza.

El primer instrumento que llegó a sus manos fue un rondín que tocó maravillosamente hasta la adolescencia, cuando su abuelo, al observar las grandes cualidades musicales del nieto, le obsequió una guitarra. Pasado un tiempo, cuando llegó a dominar muy bien la guitarra, su figura se hizo presente en las jaranas que solían organizarse en las casas barrioaltinas.

Cuenta Niko Cisneros, en La Crónica del 9 de agosto de 1959, que a la edad de 17 años, Pablo Casas, sufre su primera desilusión amorosa y como producto de ese amor trunco, nace también su primer vals, "Desengaño", el cual se lo cantó a su amada frente a la puerta de su casa... "Una vez me quedé prendado / de una infiel mujer / que no me supo amar / por eso es que no quiero más amor / me basta con un engaño / que no quiero recordar..."

Las desilusiones amorosas de la juventud se superan rápidamente y Pablo Casas, superando su primer desengaño, vuelve a enamorarse naciendo sus valses "Olga", "Mal proceder", "Tiempos pasados" y otros más.

Cuando en una oportunidad se encontraba haciendo música en la casa de José Moreno, con el Conjunto Abancay que lo integraban él, José Moreno, Néstor Rosas, Enrique Salinas y César Santa Cruz, se apareció Felipe Pinglo en la casa aquella. Pinglo, después de escucharlos, los felicitó y le dijo a Casas que sabía de él y sus composiciones. Para sorpresa de Pablo Casas, Felipe Pinglo cantó los valses de Casas "Olga" y "Mal proceder", según lo relató Niko Cisneros.

En la única entrevista que le hicieron a Felipe Pinglo, realizada por el periodista Juan Francisco Castillo para el semanario "Cascabel" y publicada el sábado 25 de abril de 1936, cuando Pinglo se encontraba en su lecho de enfermo de la Sala Odriozola, en el Hospital Dos de Mayo, el periodista le preguntó a Pinglo sobre algún compositor ignorado que, a juicio de Pinglo, tenga méritos y porvenir. Pinglo respondió: "Conozco varios, creo que debo mencionar a Pablo Casas, un muchacho que ha compuesto con mucho acierto. De lo que más me agrada les citaré: 'Olga' y 'Mal proceder', un par de valses de mérito".

Durante ese año de 1936 llegó la consagración definitiva de Pablo Casas al haberse internacionalizado su vals "Anita", que ya estaba de moda en Perú. Porfirio Díaz, director de orquesta de Chile, estando en Lima lo aprendió y a su regreso a Chile lo grabó para la RCA Victor de Chile teniendo un éxito rotundo con dicha grabación.

Casas le contó al periodista Pedro Luis Sifuentes, para el diario Expreso del 11 de enero de 1966, de que Anita, la musa de su vals, era una morena de 17 años, sencilla y cariñosa, a quien conoció cuando él trabajaba como tejedor en una fábrica del Rímac. La veía todos los días que iba al trabajo, hasta que un día se presentó ante ella y al poco tiempo le propuso matrimonio. Tuvo seis hijos con Anita y su relación le sirvió de inspiración para el vals "Dos contra el mundo", que trata de los días de alegría y tristeza que pasaron juntos. "Anita murió el año 1949, dejando una huella imborrable en mi vida" contó Casas al diario Expreso.

Las composiciones de Pablo Casas tenían mucha acogida apenas eran estrenadas y fue así que "El Cancionero de Lima", en su edición No. 1184 de mediados de enero de 1938, publicó la foto de Casas en su portada con una pequeña nota que decía: "Consagrado y querido compositor peruano, autor de innumerables éxitos, a cuya tesonera labor se debe, en gran parte, el sostenimiento de nuestra música. Con Espinel son los paladines del criollismo...". En la contraportada de la edición No. 1256 del mismo cancionero, de inicios de junio de 1939, vuelve a publicarse una foto de Pablo Casas.

Como reconocimiento al gran aporte de Casas al enriquecimiento del cancionero criollo, en la edición No. 152 de "Melodías Peruanas", de inicios de julio de 1944, se publicó el vals "Pablo Casas" que Humberto Ramírez compuso en su honor.

A inicios de la década de los 50, Pablo Casas se traslada con su familia a la calle Aurelio Souza en Barranco. Allí se reunía con sus amigos de la bohemia. Casi a finales de dicha década falleció Juanita, quien era la esposa de Andrés Benites, amigo de Pablo Casas. Al respecto, Gonzalo Toledo, en El Comercio del 25 de mayo de 1993, contó que Andrés Benites le pidió a Casas que le compusiera un vals en homenaje a su esposa querida y Pablo Casas, en el mismo instante, empezó a entonar los primeros versos del vals "Juanita"... "Por más que el tiempo pasa, / no puedo olvidarla, / profunda es la pena / que lacera mi existir. / Conviértense en martirio / los días de mi vida, / por la mujer querida / que fue mi adoración. / Juanita se llamaba / mi amor, mi idolatría, / la única alegría / que reinaba en mi vivir...". El vals "Juanita" alcanzó rápida popularidad y es considerado uno de los clásicos de la música criolla, al igual que "Anita".

En la entrevista que le hizo el diario Expreso el 11 de enero de 1966, Casas confesó que en ningún momento compuso con la esperanza de recibir alguna compensación económica. Por ese tiempo continuaba siendo humilde y pobre, desempeñándose como guitarrista del elenco estable de Radio Nacional; afirmando que admiraba a Jesús Vásquez y a "Los Chamas" como intérpretes de nuestra música. Había tenido la oportunidad de escuchar su inmortal vals "Anita" en dos grabaciones extranjeras, una a guitarra y otra orquestada.

Manuel Zanutelli señala que cuando Steve Stein entrevista a Casas el 6 de mayo de 1971, Casas contó que componía valses porque satisfacían una necesidad de liberar tensiones internas y era sincera expresión de creencias personales.

Pablo Casas vivió de su trabajo como artesano textil. El era tejedor y lo que obtuvo de sus composiciones fue una cantidad muy pequeña. El solía decir con orgullo de que era un obrero. Casas tenía un claro y respetuoso sentido de la amistad y nunca llamó a persona alguna con un apodo, fue lo que contó Oscar Allaín a "Cuadernos de Música", No. 1, Lima, Setiembre-Octubre de 1994.

Al igual que muchos de los criollos de antaño, que fueron olvidados por las autoridades que no reconocieron el gran aporte de ellos hacia nuestra música, Pablo Casas terminó sus días con una irrisoria pensión del Estado. Falleció el 16 de enero de 1977 en el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo, pero su vals "Anita" y sus demás composiciones siguen siendo interpretadas por los mejores exponentes del cancionero criollo del Perú.
 
Anita
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(Vals Peruano)
Pablo Casas

Quisiera confesarte mi cariño,
quisiera que comprendas mi dolor,
no sé como podré explicar
mi afecto, mi pasión, mi amor,
mas temo el llegar a fracasar.

Tal vez será por falta de optimismo
que me haga rehusar mi confesión;
no puedo soportarlo más,
presiento que me aceptarás,
entonces por mi triunfo cantaré.

Feliz seré,
entre tus brazos me enterneceré
y a los acordes de un modesto vals,
la dicha eterna te la brindaré.

Anita ven,
a acariciarme como anhelo yo,
si tú comprendes bien la realidad,
no atormentes, por piedad, mi ser.



 
La dicha eterna de Pablo Casas

Una polémica desatada sobre las letras de unas canciones trajo a mi mente ciertos detalles que han ocurrido con las letras de algunos de los valses de nuestros bardos criollos, las cuales fueron cambiadas por los intérpretes o por quienes las recopilaron en forma equivocada.

Los intérpretes son los que le dan vida y sentimiento a las canciones volviéndolas populares, cuando éstas logran llegar al corazón y el alma del pueblo. El éxito de una canción depende mucho de la forma como sea interpretada ésta.

Creo que uno de los mejores ejemplos de la influencia de los intérpretes en una canción lo tenemos con "La Flor de la Canela" de Chabuca Granda. La grabación que hicieron "Los Morochucos" de dicha canción no tuvo mucho éxito. Sin embargo, cuando "Los Chamas" la grabaron, la consagraron y la volvieron popular ya que ellos le impregnaron su estilo y sentimiento a la canción de Chabuca que al poco tiempo se internacionalizó, tanto la canción como el trío aquel.

Pero los intérpretes, a veces, suelen cambiar la letra o el sentido de una canción desvirtuando lo que el autor de la misma quiso expresar. Chabuca Granda solía decir que era casi imposible el poder evitar que los intérpretes cambien la letra de las canciones. El cambio aquel no sólo se da en la letra sino también en la manera como se interpreta una canción ya que, si no se ejecuta correctamente, le puede cambiar el sentido de la letra.

Cuando Chabuca Granda cuenta la historia del vals "José Antonio", que la conseguí hace varios años por intermedio de Teresa Fuller, hija de Chabuca Granda, ella señala que dicho vals se lo dedicó a José Antonio de Lavalle y García, quien falleció sin haber podido escuchar la canción aquella. A ello se debe la fuga de la última estrofa que dice: "José Antonio, José Antonio / ¿Por qué me dejaste aquí?". Algunas intérpretes entonaban con ira esta parte y Chabuca solía decirles que no era así ya que la canción es de amor, en homenaje al amigo que partió de este mundo.

Algo parecido sucedió cuando Rubén Blades grabó "Todos Vuelven" en ritmo de salsa cambiándole algunas partes de la letra, no sé por qué motivo. Blades le quitó el sentido poético y ello no le gustó a César Miró quien, ante la disculpa de Rubén Blades por los cambios efectuados, le dijo que no se preocupara que el pueblo se iba a encargar de cambiar lo que Blades había hecho.

Las canciones del bardo criollo Felipe Pinglo también han sufrido variaciones que le han ido haciendo los intérpretes. Los cambios aquellos, muchas veces, se han debido a los cancioneros que han reproducido las letras en forma equivocada. "El Plebeyo", por ejemplo, ha sido recortado y algunas palabras han sido cambiadas de la parte que se ha grabado. El recorte se ha debido, en parte, no al deseo de los intérpretes sino de las disqueras que recortaban algunas estrofas porque el espacio para grabar lo tenían limitado, algo que no es problema en la actualidad.

El vals "Anita" de Pablo Casas también tiene sus anécdotas ya que van a encontrar que en los cancioneros ponen "dicha entera", en vez de "dicha eterna", en la parte que debe decir: "Feliz seré, / entre tus brazos me enterneceré / y a los acordes de un modesto vals, / la dicha eterna te la brindaré."

En las grabaciones del vals "Anita" que hicieron "Los Morochucos", "Los Chamas" y otros intérpretes, se puede notar que ellos dicen "dicha entera"; lo cual está equivocado ya que en la letra original de Pablo Casas, él escribe "dicha eterna" y así es como lo cantaba Alfredo Leturia, amigo de Pablo Casas, según me lo manifestó el amigo criollo Pepe Miranda hace unos meses, contándome a la vez una anécdota de Pablo Casas al respecto.

La anécdota esta le fue narrada a Pepe Miranda por Gabriel Sabroso Prada, Padrino del segundo matrimonio de Pablo Casas y socio del Fraternal Surquillo, adonde solía concurrir Casas. Un día en que se hacía música en el Fraternal Surquillo, el "Chino" Miguel Palma cantó el vals "Anita" sin darse cuenta que entre los presentes se encontraba Pablo Casas. Cuando terminó de cantar, Casas se le acercó y le dijo: "Muchacho, no es dicha entera, ES DICHA ETERNA".

Y como acotó el amigo Pepe Miranda, cuando me contó la anécdota aquella, de que la dicha tiene que ser eterna y no entera, pues tiene toda la razón; al igual que la tuvo Pablo Casas en reclamar para que se respete la verdadera letra de su inmortable canción, el vals "Anita".




Fuente:
Dario Mejia


Melbourne, Australia

dariomejia999@yahoo.com.au


http://www.facebook.com/people/Dario-Mejia

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