jueves, 30 de enero de 2020

SER ESCRITOR PLURAL ENTRE SUEÑOS, UTOPÍAS Y REALIDADES: LA LITERATURA ES REDENCIÓN - POR SAMUEL CAVERO GALIMIDI



SER ESCRITOR PLURAL ENTRE SUEÑOS, UTOPÍAS Y REALIDADES:

LA LITERATURA ES REDENCIÓN

Por: Samuel Cavero Galimidi

 Damas y Caballeros, permitidme hoy hablar para que nazca una nueva conciencia; una nueva conciencia y voz a través del lenguaje, la escritura, pero también en nuestras propias autoridades sobre lo que es en esencia un escritor. ¡Y por qué debe querérsele, respetársele y hacerle posesionario de una serie de beneficios sociales y derechos!

Por eso, me gustaría hoy contarles algo de mi vida. Porque sé que los escritores y poetas desarrollamos destrezas de lenguaje, innovamos el lenguaje y soñamos construir una nueva sociedad más justa e igualitaria. Julian Barnes, escritor inglés, nos dice: "En la literatura, como en la vida real, no hay redención". Sí lo hay, Mister Barnes, desde la literatura. Y desde la vida misma. ¡Y por eso contaré algo de mi vida! 
No siempre suelo hacerlo, contar mi vida. Lo hago porque considero que la literatura es redención, tiene un gran poder espiritual transformador y sanador en nuestras sociedades y en especial en quien escribe. Sin embargo, en mis novelas y cuentos no hay casi nada de mi vida, pero sí en mi poesía. Escribo fundamentalmente sobre temas o motivos dolorosos, violentos, que han causado conmoción social, que llaman la atención de manera preferencial. La única vez que escribí una novela de mi vida fue en mi novela Gabriel no te Mueras. Hubo muchos años de resistencia de la familia para que no la publicase. La publiqué solo en Argentina, con editorial Libros en Red y nunca en el Perú. Con el tiempo supe que había sido muy comentada en México y hasta era un libro recomendado allá.

Me considero un escritor plural, que siente un inmenso placer escribiendo. Soy un contador de historias nato que puede escribir a la vez novelas, cuentos, ensayos, poemas, crónicas, historia, poesía, teatro, memorias, la biografía autorizada de otros. 

Mi hogar es mi propio laboratorio de la imaginación desde donde he creado mi propio laberinto de Creta “para viajar al fondo del alma”. ¡Y hoy debo decirles que la mayoría de mis obras no están publicadas, aun cuando he publicado algo más de 30 libros! ¡Me preparé muchos años para ello estudiando la carrera de literatura y lingüística en la muy exigente Universidad Católica del Perú y tuve como maestros universitarios a connotados lingüistas, historiadores, poetas, críticos literarios, además de notables escritores todos ellos! En ese tiempo no disponíamos de la facilidad que se tiene ahora para tomar fotografías y grabar videos. Eran en realidad clases magistrales que se han perdido en anotaciones y cuadernos.

Cuando me preguntaban, en las universidades, pues estudié Literatura y Lingüística, sociología, educación y usted a qué se dedicará: ¿A la docencia? ¿Será lingüista? ¿Será historiador? Yo sonreía, muy seguro de mí, y les decía a mis maestros, y compañeros, que había llegado a esa Universidad porque ansiaba ser ESCRITOR. ¡Un escritor total, que escriba de todo! Un escritor que pueda escribir en todos los géneros y pueda destacar. Todos ellos sonreían con escepticismo, pues no todo ese alumnado tenía real vocación de escritores, muchos buscaban ser docentes, adentrarse a los campos de la pedagogía, de la bibliotecología, de la investigación literaria universitaria, de la lingüística, la filología, la crítica literaria. Por ejemplo, fueron mis compañeros de salón hoy personajes conocidos como los escritores Iván Thays, José Donayre Hoefken, el poeta César Ángeles Loayza, entre otros. Eran tiempos en que Jaime Bayly también era alumno en la Universidad Católica, presentador de programas en Lima y despertaba pasiones. De los demás no sé su vida, pero sí recuerdo con inmensa nostalgia y gratitud aquellas magistrales charlas, esas clases con olor a los eucaliptos y rosales provenientes de los jardines de la universidad pontificia, donde aprendí con rigor académico de maestros de la talla de Ricardo Gonzáles Vigil, José Luis Rivarola, Fernando Silva Santisteban, Rocío Caravedo, Luis Jaime Cisneros, Enrique Carrión Ordoñez,  Carlos Gatti, Rodolfo Cerrón-Palomino, entre otros. ¡Hoy sabemos que son grandes eminencias!
    
Si me preguntan a qué generación pertenezco, creo que a la de los 80, 90, 2000, 2010. No lo sé bien, comencé a escribir en los 70 y a publicar seguidamente en los 80, esto pensando que las generaciones pueden oscilar entre 10 y más bien15 años, según los críticos literarios. Una generación se forma por un conjunto de escritores vinculados por una serie de ideologías y de estilos en un período de tiempo determinado —generalmente, de unos quince años. Para que una generación literaria sea reconocida como tal, deben cumplirse una serie de premisas: Proximidad entre los años de nacimiento, por ejemplo: pienso que ha habido una suerte de favoritismo para ubicar a los poetas peruanos dentro de determinadas generaciones y celebrar su existencia antologándolos, pero también con ellos se ha ignorado con la total indiferencia a muchos otros.

A mí nunca se me ha encasillado dentro de ninguna generación literaria, por lo tanto, existo (gracias a los premios literarios y reconocimientos recibidos) como una nube gris, de esas nubes borrascosas que (la llamada crítica oficial no le para bola) pero cuando escribe amenaza llover, ganar nuevos reconocimientos y creo, ¡no se rían!, pertenezco imaginariamente a todas ellas. Espiritualmente pertenezco a todas esas generaciones. Pienso que la historia y el tiempo se encargará de ubicarnos a cada quien donde pertenecemos. Y mis escritos inéditos buscan justamente eso, trascender en el tiempo. ¡y merecimientos y publicaciones trascendentes, las tenemos! ¡Sino, pasaremos al olvido! Y mientras tanto sigo publicando sin preocuparme un tanto de estas modas literarias, de las críticas literarias, de las grandes Antologías, y de los llamados cánones literarios “oficiales” y libros recomendados.

Queridas amigas y amigos, que más pedir, si ustedes son mi segunda familia:
       
¿A veces me pregunto qué tipo de locos sueltos en plaza somos? Me refiero, claro, a los escritores, poetas, declamadores en esencia. Pues somos candorosos, apasionados, siempre estamos allí donde se nos convoque, no cobramos nada por nuestro arte; los gobiernos, autoridades y editores nos usan a su regalada gana, sin chistar nosotros y sin que nos agradezcan.

Los escritores, poetas y declamadores somos como las abejas obreras, trabajamos gratuita e incansablemente por nuestros sueños, y por los sueños de los demás en el sector educación, cultura, haciendo de cada libro, de cada evento, de nuestros escritos, de nuestras memorables jornadas educativas una suerte de panal, desde donde mana la miel del conocimiento, de la imaginación literaria, la orfebrería del arte y la palabra tallada con nuestra lucidez y locura, así la fecunda entrega del conocimiento.

Y es que los poetas somos como el colibrí. Engarzamos las palabras, las embellecemos en versos y hacemos filigrana de versos en nuestros poemas. Pero hay de aquellas poetas que se creen dueñas de “ciertos versos” (tantas veces usado antes) cuando ya otros, muchos años atrás los han usado. Hay de aquellas malas poetas que escriben versos como este que dice “lecha fresca vaca blanda”, en su poema Chiquián Espejito del Cielo”. Espejito del Cielo lo han llamado antes que la poeta varios escritores huaracinos y de Chiquián, así que este título de por sí ya es redundante.  En honor al verso de la poeta “lecha fresca vaca blanda”, si aceptásemos que la leche es blanda entonces tendríamos que aceptar que el mar y nuestros lagos son blandos y que Coca Cola es blanda y la vaca también lo es, como lo suscribe la poeta. Quién, con ese pésimo versopodría pasar a la Eternidad. 
         
Somos por eso como el colibrí, seres nobles, espirituales, amorosos, candorosos; antes que odios y rencores somos portadores de fraternidad y amor, y no por eso debemos pensar que somos los inventores de la pólvora en poesía. Somos como el colibrí que en náhuatl se llama huitzilin, literalmente: espina de turquesa o espina preciosa, fue una de las aves más sagradas de los antiguos mexicanos. Pero también está muy presente en la cosmovisión amerindia y en especial en el mundo andino peruano, en nuestro arte y representación desde la música, la pintura, la literatura, en todas sus expresiones.

De la misma manera que la energía cambia constantemente muchos hemos cambiado década a década en proyectos, aspiraciones, sueños. Gastamos la energía de los combustibles fósiles, como petróleo y carbón, pero me preocupa su mal uso y contaminación. Pero también el Cambio Climático, los fundamentalismos y fanatismos, las guerras, los incendios forestales, soy fundamentalmente un hombre de paz, un socialista moderado amante de las libertades más elementales del hombre y del respeto irrestricto a las grandes minorías sociales, a los pueblos aborígenes, y en especial a la Mujer y al niño, que merecen toda devoción, respeto y amor, en todo el mundo.  Me preocupa la corrección del lenguaje y el peligro de extinción de muchas lenguas amenazadas de desaparecer. Una gran parte de mi poesía que no se conoce trata de descubrir las claves de cómo creó César Vallejo su propia poesía y también les rinde tributo a algunas lenguas muertas.
     
En ese sentido permítanme distinguidas amigas y amigos hacerles algunas confidencias, de corazón, que creo no las haré en otra parte, pues el tiempo apremia. Y hoy debo cerrar un capítulo más de mi intensa vida, y se las cuento resumidamente de esta manera:

Es verdad que desde niño y joven fui muy temerario, he podido morir electrocutado, en terremotos, en manos de Sendero o del MRTA, dentro del río Mantaro, dentro de los mares, en los vuelos de los aviones, en las obras de construcción, por las enfermedades que pude contaminarme. Cuando llegué a los 20 años se me declaró un cáncer y yo solo deseaba llegar a los 30 años. Rogaba a Dios que me diese la oportunidad de llegar a los 30 años nada más. Hoy que estoy a punto de doblar esa edad, humildemente debo decir que Dios me ha bendecido, me ha acompañado siempre en mi azaroso camino. El crítico y maestro universitario Ricardo Gonzáles Vigil ha dicho de mí que me he reinventado, que soy como el Ave Fénix. ¡En efecto! Nadie pensaba de la cantidad de veces que me iba a reinventar a veces para disfrutar de la vida, otras para salvar mi vida para crecer como escritor redimiéndome desde los abismos más oscuros. Y no deja de tener la razón el Dr. Ricardo Gonzáles Vigil cuando se refiere a mí. Pude incluso haber desaparecido, no olvidemos yo era un perseguido de los Servicios de Inteligencia, del que habló las revista peruanas Caretas, Gente y Sí, que mucho hicieron por desaparecer gente. Estuve huyendo de todos los flancos, con la Fuerza Aérea Peruana acusándome, por ser ayacuchano y escritor de novelas sobre el senderismo, de ser un ideólogo infiltrado de Sendero Luminoso. ¿Terrorista? ¡Nada más absurdo! El tiempo ha dado la razón lo equivocados que ellos estaban.

Es verdad que también por más de dos décadas tuve que luchar contra la ceguera de mis padres, hermanos y primos aviadores que veían en mí un Aviador de la gloriosa Fuerza Aérea Peruana, un personaje social, de clase, con buen sueldo y buenos clubes y hospitales, con todo tipo de beneficios sociales, muy respetado por lo que significa ser Oficial de Aviación, antes que un escritor con carestías, sin sueldo fijo, sin ningún beneficio social ni ley que lo ampare. “Llegarás a ser pobre y morirte de hambre como escritor”, llegaron a decirme muchas veces. Nada de eso me amilanó.

Yo mismo tuve que hacer de tripas corazón, ser a donde iba mil oficios, tuve mucha suerte, a donde llegaba caía muy bien y se me pagaba muy bien, así hice dinero y tuve que pagarme siempre mis estudios universitarios, en varias universidades a la vez, así preparar esa dura tarea para reinventarme una y otra vez como escritor, como es lo que yo quería.
   
Es verdad que tuve en los años 80 un fugaz programa de televisión y uno de casi dos años de radio en Vamisa Unión FM. Y aquello me granjeó la cercanía a vedettes, de la prensa chicha y gente de la farándula. Es verdad también que quise alguna vez casarme, más por reivindicar ciertos derechos en tiempo que se perseguía, maltrataba y hasta asesinaba a las grandes minorías sexuales. Hice titulares de prensa durante muchos meses, hasta fui entrevistado por canales de los Estados Unidos que enviaron a Lima sus reporteros. Pero el hecho de ser manipulara mi imagen por la prensa, por vender titulares, por enlodar imágenes, en especial por ganar rating la prensa de Magaly TV y la prensa chicha hizo que me alejase por 5 años del Perú asqueado de todo, de ese sórdido mundillo de prensa, y hasta de la política, pues como sociólogo alguna vez quise dedicarme a la política. Terminó de asquearme la demagogia, el engaño, la corrupción, la impunidad.
   
Es verdad que han pasado los años y hoy dirijo y presido una Asociación Mundial que la hice crecer a pulso firme, que tienen en la actualidad registrada a 7250 escritores, poetas, artistas, educadores e ilustradores de todo el mundo. Es verdad que mi vida, mi tranquilidad, ya no es la de antes.  Hasta mis padres se han olvidado de que yo era un escritor no aceptado por la propia familia. Siento (con los años) como que todo se me ha aliviado, limpiado, curado, gracias a la Divina obra de Dios. Yo mismo me preparo mis comidas, mis dietas, mis medicinas naturales, como lo hacía mi padre médico cirujano y naturista que anhela llegar a los 100 años y yo le sé sus secretos en medicina naturista.

Hoy, amigas y amigos, es la era de los saludos, la de las permanentes comunicaciones (gracias a los traductores Google) hablando con escritores de muchas latitudes del mundo, en idiomas incluso que antes no sabía que existían. Es verdad que, con mi inquietud, con mi manera de ser, con mi gestoría cultural, he ayudo a hacer conocer el Perú que no conocen en muchos países y lenguas del mundo.

Es verdad que me he sentido tentado de llegar al sillón rojo, el del famoso periodista Beto Ortiz, que me entrevistó dos veces años atrás y me dio cobertura en todo su programa de televisión por una hora. Si lo hiciera, más que por ganar los 50, 000 soles sería por divertir a la gente, por contarles algo de mi otra vida, que nunca fue fácil. Y no lo hago ni creo que lo haré, pese a que se me ha ido tentando, porque más que la ambición del dinero, me interesa ahora el respeto y la tranquilidad que se merecen mis padres, mi familia, los escritores en general y la Asociación Mundial que presido y dirijo.

Es verdad que después de tenerlo todo en la Aviación, dinero y fama, me alejé de ella y salí siendo Mil Oficios desde los abismos de la pobreza y dedicándome en especial a la actividad inmobiliaria, más algunos premios literarios pecuniarios, hicieron que compre poco a poco propiedades. ¿Qué hacer con todas ellas? Cuando mi familia no las necesita, cuando las generé con mi propio esfuerzo. ¿Qué hacer con ellas cuando la única hija que tuve falleció hace ya casi 10 años víctima de una mortal cirrosis hepática, cuando estudiaba derecho y era una aplicada joven universitaria?

Es verdad que el primer propulsor, incluso antes que el Gremio de Escritores del Perú por la Ley del Escritor Peruano, fue AEADO, preocupada por la necesidad de que una ley vele por nuestro derechos y beneficios sociales. Y quien se suscribe organizó el 2013 un Concurso Internacional de Ensayo por la Ley del Escritor Peruano que tuvo gran aceptación. ¡Hoy ese proyecto de ley está paralizado! ¡No ha habido ministro de cultura ni congresista que lo tome como bandera de dignidad de los escritores peruanos!

¡Qué pena! Desgraciadamente los escritores nunca hemos sido seres de preferencial atención por los políticos de turno, en especial por el Estado, así por los gobiernos regionales y municipios, con pequeñas excepciones. Y nos hemos convertido desde hace muchos años, tal lo decían mis padres con temor, en una suerte de parias, de transgresores, de gente muy espiritual, de muy buenos sentimientos, de grandes sueños y utopías, que no puede alimentarse ni vivir decorosamente de sus escritos, que no reciben beneficios de atención médica ni de jubilación por parte del Estado como escritor, tampoco tenemos más allá de la Casa del Poeta y la Casa de la Literatura Peruana la Casa del Escritor Peruano.

No tenemos una pensión de jubilación, ni asistencia social si enfermamos y morimos. Así que si vivimos decentemente es por otros oficios conexos, por el apoyo familiar, por una suerte de paradoja que también nos hace ser maestros, pintores, artesanos, correctores literarios, gerentes de nuestra propia empresa de libros.

Y entonces siempre me he preguntado cuándo cambiará, por fin, la suerte del escritor peruano. Tal como está la política, tal como están las cosas, creo que no cambiará. Y alguien de nosotros deberá sacrificarse para que la suerte de los escritores cambie o por lo menos mejore decorosamente.  Y por eso hemos creado la FUNDACIÓN PERUANA SAMUEL CAVERO, con 5 propiedades que por ahora las vengo administrando siendo además su propietario. Pero es la idea mía, y en ese camino de la tramitología legal vamos, para que, a futuro, cuando fallezca (a manera de testamento) esas propiedades no pasen a mi familia, sino al Ministerio de Cultura que deberá, por fin con algunas de esas propiedades crear LA CASA DEL ESCRITOR PERUANO, con otra EL CLUB DEL ESCRITOR PERUANO. Así, las otras propiedades permitan generar ingresos que ayuden a publicar mis obras inéditas, que son en realidad muchas, calculo algo de 40 en todos los géneros, todas están listas para publicar, pues desde que fui niño he jugado con la muerte, la he intentado domeñar, burlar, engreír, y algunas veces he sentido que la muerte me ha perseguido, ha estado muy cerca de mí, y todavía no me quiere llevar.  Me he convertido en una suerte de escritor de muchos géneros literarios. Si bien es cierto que tengo alrededor de 30 libros publicados, por motivos de falta de tiempo o de espacio en casa, no las estamos publicando las otras obras inéditas, que calculo que suman más de 40 títulos, entre novelas, cuentos, ensayos, poesía teatro, memorias, biografía, historia, crónicas, reportajes, entrevistas, en fin.
   
En ese sentido en nombre de la literatura que tiene gran poder sanador y de redención, espero dejar a la posteridad, como recuerdo de mi total identificación y gratitud con los escritores, por aquellos seres que más quiero como mi familia, mis propiedades. Y que, organizándose concursos literarios, fomentándose el apoyo cultural al escritor vengan, por fin, nuevos tiempos para los poetas y escritores peruanos, como ahora. Mi infinita gratitud, por ello, al distinguido crítico literario, poeta y editor José Beltrán Peña y a la Sociedad Literaria Amantes del País por este homenaje y la medalla que esta noche memorable se me otorga.  

¡Muchas gracias!

Fuente:

Discurso del Dr. Samuel Cavero Galimidi en la Sociedad Literaria Amantes del País, al recibir el 29 de enero de 2020 el Premio PALABRA EN LIBERTAD. 








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