DE LA MANO DE SU MAESTRO
Danilo Sánchez Lihón
1. Sale
a buscar a Dios
Ciro
Alegría, el autor de El mundo es ancho y ajeno, a los cinco años de
edad se traslada junto a sus padres desde Sartimbamba, en donde nació, a
Marcabal Grande que era hacienda de su abuelo que abarcaba una
extensión de 75 mil hectáreas.
Lugar
situado en lo que se llama como Bosque de neblinas, compuesto de
farallones calcáreos cubiertos de verde floresta, de naturaleza abrupta y
casi siempre de terrenos húmedos y muy accidentados, zona llena de
boscajes, de geografía escabrosa, donde en los espacios roturados se
siembra principalmente papa, frejoles, maíz.
Donde
sucedió una vez que mantuvo a su familia en vilo. Y fue cuando entre
esas montañas enmarañadas se perdió y no regresó a casa, por lo que
salieron a medianoche a buscarlo por los caminos y los breñales con
candiles, antorchas y linternas. Y se utilizaron hasta tizones de leña
encendida a falta de lámparas, de las cuales se tenía muy pocas. Pero,
¿qué es lo que había sucedido?
Él
estuvo preguntando a su madre con insistencia acerca de Dios. Y la
respuesta de doña María Herminia era siempre y reiteradamente:
– Dios está en las alturas.
Contemplando los cerros la lógica del niño fue que estaría en la cumbre del monte más alto de aquella cordillera.
2. A quien
se busca
Y
se propuso entonces escalar la cima de aquel promontorio que según
todas las apariencias para él sería el lugar en que Dios moraba.
Además,
había un almanaque que colgaba en la puerta de la cocina donde se veía
dibujado a Dios entre las nubes y encima de los cerros, lo que terminó
por persuadirlo definitivamente, de ir allá para conocerlo.
Con
un amigo y su perro se echaron al camino, escalando los cerros aledaños
antes de subir a la cima en busca de Dios; pero pronto anocheció, no
regresaban t se los dio por perdidos.
Mientras
tanto su padre y toda la comunidad habían ya salido en brigadas por uno
y otro confín en su búsqueda, esperando encontrar su cadáver, que en
estas circunstancias era lo más que se podía anhelar.
Lo
sorprendente es que los encontraron vivos. Su padre iba a castigarlo
duramente, pero se contuvo cuando la respuesta del niño fue.
– Salí a buscar a Dios en las montañas, y no lo he encontrado todavía.
Este
fue su veredicto. Por eso en sus novelas en el fondo a quien se busca
es a Dios. Y se lo encuentra cuando los hombres están unidos en
comunidad.
Ya sea celebrando sus fiestas o luchando para que no se les arrebate ni la tierra ni el agua, ni el aire con qué vivir.
3. Era
César Vallejo
Pero
a la edad de 7 años, en el año 1916, fue enviado a Trujillo; pues ya se
encontraba en edad escolar y la recomendación de su padre fue que se le
matriculara en el primer año de educación primaria en el Colegio
Nacional de San Juan. Fue en esa circunstancia que le tocó ser alumno
del poeta César Vallejo.
Recuerda
en sus memorias que su tío apenas un poco mayor que él lo acompañó
hasta la puerta del plantel. Allí estaba el inmenso portón por donde
ingresaban los alumnos. Y allí de pie estaba el maestro César Vallejo,
recibiendo a los niños. Vestía un traje oscuro, era esmirriado, con una
figura magra y un trasfondo donde todo era tristeza y ausencia.
Pero,
nos preguntamos: ¿No hay en estos hechos simples y cotidianos un
trasfondo y claves absolutas respecto a nuestra historia y a nuestro
destino como país? Cuál es el hecho de que nuestro más grande poeta y
nuestro más grande novelista hayan tenido un vínculo de maestro y
alumno.
Cuenta
que el poeta lo acogió con inmenso cariño y lo llevó al salón,
asignándole una carpeta, y luego lo integró a otros niños que jugaban,
diciéndoles:
– Aquí tienen a un nuevo compañero. ¡Jueguen con él!
Mientras
el maestro avanzó nuevamente al lugar de ingreso del plantel escolar a
dar la bienvenida a otros alumnos que también llegaban. ¿No hay un
mensaje oculto para nosotros en este esperar de César Vallejo en la
puerta a los niños que llegan?
4. La calidez
de su mano
A Ciro los niños costeños lo rodearon curiosos.
Se le acercaron y uno de ellos mirándole detenidamente y viéndole sus mejillas coloradas le dijo:
– ¡Serrano chaposo!
Este
hecho causó la risa general y la burla de todos, sintiéndose
avergonzado. Y quiso huir. Se retiró del grupo, deambuló por los
inmensos corredores y por los distintos patios que tiene ese enorme
plantel escolar, lleno de chiquillos traviesos y bulliciosos. Se sintió
perdido.
Pero
su profesor ya había empezado la búsqueda. Dejó todo como el pastor que
por una oveja perdida deja a su rebaño íntegro, para ir rastreando
patio por patio y salón por salón, hasta que por fin encontrarlo. Lo
cogió de la mano y lo condujo a su aula, diciéndole:
– ¿Qué pasó? ¿Te perdiste?
Ciro Alegría recuerda su mano nervuda, grande y fría.
5. Has contado
bien
En
algún momento quiso zafarla y el maestro retuvo su mano pequeña dentro
de la suya. Evocándolo ya en el aula anota lo siguiente:
“Algo
que le complacía mucho –se refiere a César Vallejo– era hacernos contar
historias, hablar de las cosas triviales que veíamos cada día (…).
Cierta vez se interesó grandemente en el relato que yo hice acerca de
las aves de corral de mi casa. Me tuvo toda la hora contando cómo
peleaban el pavo y el gallo, la forma en que la pata nadaba con sus
crías en el pozo y cosas así. Cuando me callaba ahí estaba él con una
pregunta acuciante. Sonreía mirándome con sus ojos brillantes y daba
golpecitos con la yema de los dedos, sobre la mesa. Cuando la campana
sonó anunciando el recreo me dijo: “Has contado bien”. Sospecho que ese
fue mi primer éxito literario”.
De
ese modo se enlazaban dos grandes creadores a nivel mundial, y tanto de
literatura en general como también de creadores de literatura para
niños y jóvenes. He ahí la gloria de nuestras letras.
Se
unían así, de un lado, el autor de Paco Yunque, El desafío y otros
cuentos y, de otro lado, el autor de muchos relatos maravillosos
sembrados a cada paso en sus novelas en donde aparecen continuamente
prodigiosos narradores de cuentos.
6. La vida
cotidiana
Sólo
para mencionar algunos textos inolvidables de Ciro Alegría, estos son:
“Los rivales y el juez”, “De cómo repartió el diablo los males por el
mundo” y “Calixto Garmendia”, y tantos otros.
Pero
veamos: ¿en dónde tuvieron aquel encuentro Ciro Alegría y César
Vallejo? Como un hecho significativo, trascendente y providencial para
nuestras letras y en relación a la literatura para niños: ocurre en la
puerta de una institución educativa, luego en el patio, los corredores y
luego ¡en un aula de clases!
Y
esto pese a que ninguno de los dos fue maestro de profesión, aunque sí
maestros de alma ambos en el campo de las artes, del conocimiento y de
la vida.
Y
otro hecho y dato significativo es que a César Vallejo le interesaba
que los niños narren, que cuenten historias porque: ¿qué mejor ejercicio
para desarrollar la memoria, la inteligencia, el orden y la expresión
verbal?
Y
que dichos temas fueran acerca de la vida cotidiana, no sobre mundos
lejanos, fantásticos o realidades inalcanzables, sino en función de la
casa, del corral, de la vida más simple y cotidiana.
Y,
cabe ensoñar entonces: ¿Cómo le contaría ese niño que después nos ha
dejado tantas páginas hermosas y de intensidad extraordinaria recreando
precisamente acerca de la vida de los animales?
7. Dos
gigantes
Pero
en las páginas que escribe Ciro Alegría hay otro niño que no supo
contar ni referir ninguna situación, y quien ante el requerimiento del
maestro se puso a llorar.
Entonces,
cuenta que César Vallejo lo abrazó y estuvo acariciándole la cabeza, en
una actitud como si estuviera arrodillado ante él.
A
Ciro Alegría César Vallejo no solo lo escucha, sino que lo anima a
escribir. Y este novel escritor a los 16 años, en 1925, publica sus
primeros textos en el diario El Norte que dirigía Antenor Orrego. Pero
antes incluso edita la revista Tribuna sanjuanista en el Colegio
Nacional de San Juan.
Dos gigantes cogidos de la mano. Dos seres eminentes unidos en esa fraternidad profunda que es la relación de maestro y alumno.
¿No
es excelso y supremo? ¡Y no solo para nuestras letras, puesto que estos
dos creadores han rebasado largamente las fronteras nacionales! Y no
solo eso, sino que ambos alcanzan a significar valores.
Y
en los rasgos de sus vidas como en el contenido de sus obras es la
redención del hombre la que importa, asunto que es lo trascendental
cuando se trata de la verdadera y legítima literatura.
*****
MEMORIA
Y
ESPERANZA
GRAN
CORDILLERA
CIRO ALEGRÍA
.
Danilo Sánchez Lihón
1. Nombres
que protegen y cobijan
¿Por qué titulo esta reflexión, y a la vez homenaje, con el lema: Gran Cordillera Ciro Alegría?
Porque quienes leímos sus novelas
nos quedamos con la sensación, la verdad y la convicción de que nadie
como él había graficado antes, y se había identificado tan hondo con la
portentosa cordillera de los Andes del Perú.
Serranía hecha de moles colosales y
roquedales abruptos, pero a la vez de quebradas idílicas, amables
colinas y primorosas aldeas.
¿Qué más justo, noble y exacto que llamarle Ciro Alegría a nuestra Cordillera de los Andes?
Así como a nuestro océano es cabal y estricto proclamarlo: ¡El Mar de Grau! O a Francisco Bolognesi: ¡El Titán del Morro!
Porque estos son nombres que nos abarcan e incluyen, nos protegen y cobijan.
Porque César Vallejo estaría de
acuerdo con esa denominación. Y José María Arguedas lo celebraría
complacido. Y el amauta José Carlos Mariátegui lo encontraría preciso,
justo e intachable.
2. Porque fundan y sostienen
al Perú eterno
¡Cordillera de los Andes Ciro
Alegría! Ese es el homenaje a su grandeza, a su valor, a su heroísmo. ¡Y
a sus sufrimientos! Porque sufrió mucho. ¡Y a su vez edificó tanto!
¿Cómo qué, por ejemplo? ¡El alma del Perú, jóvenes!
Es esa cordillera majestuosa, absoluta y plena de misterio la que corresponde a su nombre, y su nombre a ella.
Es esa cordillera hecha de coraje,
de luz y de ancha y absoluta nobleza, la que se presenta como haz y
reflejo del alma poderosa de Ciro Alegría.
Es esa cadena de cumbres nevadas,
hecha de estupor y de arrojo, de lágrimas como también de fusiles, lo
más cercano a su estremecido corazón.
Porque nombres como el de la comunidad de Rumi corresponden a lo que es el Perú esencial, entrañable y magnánimo.
Porque nombres como el de Rosendo
Maqui y Benito Castro deberían ser puestos a los picachos más altos de
nuestra geografía cósmica.
Porque Ciro Alegría como César
Vallejo, José María Arguedas como José Carlos Mariátegui, José Antonio
Encinas como Julio C. Tello, son los hombres que fundan y sostienen al
Perú eterno.
3. Se le infligió
duro castigo
Nació Ciro Alegría Bazán el 4 de
noviembre de 1909 en la hacienda Quilca del distrito de Sartibamba,
perteneciente a la provincia de Huamachuco, en la sierra del
departamento de La Libertad, al norte del mítico Perú, en el
Chinchaysuyo imperial.
Vino a la luz en un lugar confinado, bordeando el estruendoso río Marañón.
Hay una razón violenta por la cual nació en aquel confín arisco, indomable y ya salvaje.
Nació en la hacienda Quica a
partir de la cual todo es más allá selva intrincada, breña y cadalso. Y
fue así porque su padre vivía en ese lugar en condición de reo y
prisionero del propio abuelo del hijo por nacer.
A vivir en ese lugar lo condenó su
padre y dueño de la hacienda Lo sancionó a vivir y permanecer allí, en
calidad de arrestado por cuatro hechos míticos o legendarios.
Esto por haber acumulado cuatro
delitos inconcebibles, crímenes desalmados a ojos de su propio
progenitor. Y por los cuales se le infligió aquel duro castigo de
recluirlo en ese exilio. Pero la mujer humilde que lo amaba, y madre
después de Ciro Alegría, nunca abandonó a aquel loco de fábula.
4. Esto colmó
el vaso de agua
Esos cuatro delitos monstruosos
que el padre de Ciro cometiera y que su progenitor y después abuelo de
Ciro Alegría nunca perdonó, fueron:
1. Casarse con una indígena, que era la hija del mayordomo de la hacienda.
2. Repartir entre los campesinos los terrenos de la heredad familiar.
3. Suscribir las ideas socialistas de aquella época, que para su padre eran una aberración y monstruosidad.
4. Alojar y no entregar a la
justicia cruenta de su padre a los indios levantiscos de su hacienda,
como proteger a todo perseguido político de izquierda que tirara por
esos rumbos, huyendo de los esbirros de las dictaduras de turno que han
gobernado y asolado sucesivamente en el Perú.
Todo esto colmó el vaso de agua y
la paciencia de don Teodoro Alegría Moreno quien capturó a su hijo
Eliseo Alegría Linch, lo acusó de loco y lo recluyó en la Hacienda
Quilca en Sartibamba, donde del vientre de una mujer indígena nació Ciro
Alegría Bazán.
5. La criatura
que vio la luz aquel día
Allí nació aquel chiquillo que al
correr de los años sería el novelista que asombraría al mundo al ganar
en América el premio más codiciado que se hacía por etapas de selección,
primero en cada país.
Fue ese chiquillo ya adulto quien
ganó el premio Farrar and Rinehart de Nueva York sobre el cual había una
expectativa continental.
Y quien vivió su primera infancia
compartiendo la vida con indios dedicados a las faenas de la agricultura
y a la proeza suicida de cruzar a viajeros y comerciantes las aguas
embravecidas y arremolinadas del río Marañón.
Ganó aquel infante cuya madre cuando lo dio a luz estuvo a punto de morir y se salvó de milagro. Y eso, ¿por qué?
Tenía la criatura que vio la luz aquel día una cabeza muy grande en relación a su cuerpo magro y endeble. Nació deforme.
“Su cabeza era
desproporcionadamente grande, como la de un niño de tres años y el
cuerpecito pequeño y débil”. Como de un gluper.
Esto lo consigna Dora Varona en su
prolijo trabajo: “Trayectoria Cronológica de Ciro Alegría”; basada para
este punto en una entrevista que se le hiciera al Sr. Constante Bazán,
tío de Ciro Alegría, realizada en Trujillo en septiembre del año 1971.
6. Su madre
se cansó de llorar
Además, aquel niño no habló nada hasta cerca de los cuatro años de edad.
No pronunció voz, murmullo, carraspeo. Nada de nada. Ni lo intentaba.
Ni siquiera acometió hacer balbuceos, burbujas, barboteos, ni pretendió siquiera hacer juegos con los labios.
Ni menos farfulló, abucheó, ronroneó como hacen los niños a edad muy temprana.
Este niño no intentaba nada con el
idioma. No se aprestaba ni emprendía hacer los juegos verbales que los
niños espontáneamente realizan, profiriendo en interminables: tatatatás.
mamamamás, papapapás, abuabús. Nada.
No hacía ningún sonido con la boca, ni un lamento, ni un quejido. Su silencio era solemne.
No abría la boca si no era para comer. Y después la mantenía cerrada, con frecuencia rígida y a veces con un rictus de dolor.
Le palpaban el cuerpo, lo
examinaban, por delante, por atrás, por arriba, por abajo. Nada. Le
daban vueltas en la cama. No, no había dolencia ubicable en el cuerpo
sino al parecer en el alma.
7. Tenía
dos años
Su madre se cansó de llorar y aceptó resignada, infeliz y dolida de que su hijo era mudo.
Se sentía desgraciada.
Pero es más, cumplidos como tenía los dos años el niño nunca había reído.
Permanecía serio y adusto,
hierático y grave. Frecuentemente cruzaban su rostro ráfagas de una
tristeza profunda, avasalladora y cósmica.
“Toda la familia vive extrañada, porque el niño no sonríe ni articula sonido”.
Así andaban las cosas hasta una
ocasión inesperada en que la familia íntegra asistió a una Fiesta de
Trilla, llevando al niño consigo.
Fue en aquella oportunidad, en
pleno campo, bajo el sol radiante, en una parva, al venteo de las
espigas y del grano que vuela al viento.
Ante la espiga que se desflora, fue que se escuchó una risa clara y contundente, como el de una campanilla.
El niño recién allí rió. Tenía dos años.
8. El niño
había reído
Su madre corrió y lo abrazó llorando.
Los ahogos sacudían su espalda y
el pecho en donde se entremezclaba la pena por lo sufrido, y la alegría
que producía comprobar que a su hijo, aunque no hablara, no le estaba
vedado el goce sencillo de reír de vez en cuando. O, mejor dicho,
siquiera una vez en esta indescifrable vida.
Lloraba de saber que no le estaba
prohibida la gracia tan humana de sonreír por cualquier cosa, como se le
dispensa con justicia o injusticia a cualquier otro ser humano.
Lloró porque no le estaba anulado a
su hijo estallar en risa por cualquier cosa, no importara que ella sea
la trilla que ventea el grano pródigo de las sementeras, arrojando las
gavillas al viento, con gritos de júbilo y cantares de la gente
sencilla.
Calmada la madre la fiesta de la
trilla de aquel día se convirtió en baile, con faldas y ponchos al
viento, con la banda de músicos traída al lugar, con consumo de las
botijas de chicha cercanas que se abrieron para festejar que el niño
había reído.
Pasada la fiesta la tristeza de su
familia siguió, aunque menos lacerante, porque el niño alguna vez en
este mundo rió, pero la mudez siguió por un tiempo prolongado.
Aunque ya reía, no manifestaba
ningún interés en hablar y seguía impertérrito en su actitud adusta. Ni
siquiera hacía algún intento por silabear ni emitir sonido alguno. Y su
silencio era absoluto.
9. Aquel oído
abierto al leguaje
Fue a los cuatro años en que
irrumpió en hablar. Y lo curioso es que lo hizo sin gangoseos, con
pronunciación perfecta, como si quien hubiera tomado la palabra fuera un
profesor en una clase. O un orador en una tribuna, presto a intervenir
con cualquier pretexto.
¿Qué es lo que dijo? Por supuesto
que se sabe, y ha quedado guardado en el cofre de la tradición familiar.
Fue algo asombroso que dejara anonadada a toda su familia. Dijo lo
siguiente, de manera nítida y cristalina:
– Quiero tocar violín.
Y lo dijo con corrección
idiomática precisa y sin inseguridades, sin arrastrar una sola
consonante ni empañar la limpidez de una sola vocal, como cabría esperar
de un mudo durante toda la vida.
Fue como si hubiera ensayado
mentalmente y cada día su dicción, sin equivocaciones ni nerviosismo,
respetando morfología, fonética y sintaxis.
Recién se supo allí que todo lo
había estado observando y oyendo; aquella observación y aquel oído
abierto al leguaje que resulta asombroso en sus novelas.
De allí también que en todos sus
relatos hayan narradores orales. Y hasta como compañeros en la vida
cuotidiana o en sus viajes. Los vaqueanos que vienen a acompañarlo por
los caminos él los identifica y reconoce por su perfil como grandes
narradores de cuentos.
10. Sale
a buscar a Dios
Pero hubo otra vez que mantuvo a
su familia en vilo y fue cuando entre esas montañas abruptas se perdió y
no regresó a casa, por lo que salieron a medianoche a buscarlo por los
caminos y los breñales con linternas, antorchas y tizones. ¿Qué había
sucedido?
Él estuvo preguntando a su madre con insistencia acerca de Dios. Y la respuesta de doña María Herminia era siempre:
– Dios está en las alturas.
Y se propuso escalar de noche la
cima del monte más abrupto. Además, había un almanaque que colgaba en la
puerta donde se veía dibujado a Dios entre las nubes y encima de los
cerros, lo que terminó por persuadirlo definitivamente.
Con un amigo y su perro se echaron
al camino, escalando los cerros aledaños antes de subir a la cima en
busca de Dios. Anocheció y no regresaban.
Mientras tanto su padre y toda la
comunidad habían ya salido en brigadas por uno y otro confín en su
búsqueda, esperando encontrar su cadáver, que en estas circunstancias
era lo más que se podía anhelar.
Su padre iba a castigarlo duramente, pero se contuvo cuando la respuesta del niño fue.
– Salí a buscar a Dios en las
montañas y no lo he encontrado, papá. –Y este fue su veredicto. Por eso
en sus novelas se busca a Dios sin encontrarlo salvo a los hombres
unidos en comunidad.
11. Era
César Vallejo
Pero a la edad de 7 años, en el
año 1916, fue enviado a Trujillo pues ya se encontraba en edad escolar.
La recomendación de su padre fue que se le matriculara en el primer año
de educación primaria en el Colegio Nacional de San Juan.
Fue en esa circunstancia que le tocó ser alumno del poeta César Vallejo.
Recuerda en sus memorias que su
tío apenas un poco mayor que él lo acompañó hasta la puerta del plantel.
Allí estaba la inmensa puerta por donde ingresaban los alumnos.
Y allí de pie el maestro, recibiendo a los niños. Vestía un traje oscuro, era esmirriado, con una figura magra y ausente.
Era César Vallejo. ¿No hay en
estos hechos simples y cotidianos un trasfondo y claves absolutas de
nuestra historia y existencia?
Lo acogió con inmenso cariño y lo
llevó al salón, asignándole una carpeta. Luego lo integró a otros niños
que jugaban, diciéndoles:
– Aquí tienen a un nuevo compañero. Jueguen con él.
Mientras el maestro avanzó
nuevamente al portón a dar la bienvenida a otros alumnos que también
llegaban. ¿No hay un mensaje oculto para nosotros en este esperar de
César Vallejo en la puerta para los niños que llegan?
12. Recuerda
la calidez de su mano
A Ciro los niños costeños lo rodearon curiosos.
Se le acercaron y uno de ellos mirándole detenidamente y viéndole sus mejillas coloradas le dijo:
– ¡Serrano chaposo! –Este hecho que causó la risa general y la burla de todos.
Él se sintió avergonzado. Y quiso
huir. Se retiró del grupo, deambulando por los inmensos corredores y por
los distintos patios que tiene ese inmenso plantel escolar, llenos de
bulliciosos alumnos.
Se sintió perdido.
Su profesor ya había empezado la
búsqueda. Dejó todo, como el pastor que por una oveja perdida deja a
todo su rebaño. E iba rastreando patio por patio y salón por salón. Por
fin lo encontró. Lo cogió de la mano y lo condujo a su aula, diciéndole:
– ¿Qué pasó? ¿Te perdiste?
Ciro Alegría recuerda su mano nervuda, grande y cálida.
13. Has contado
bien
En algún momento quiso zafarla y el maestro retuvo su mano pequeña dentro de la suya.
Evocando aquellos años anota lo siguiente:
“Algo que le complacía mucho
–se refiere a César Vallejo– era hacernos contar historias, hablar de
las cosas triviales que veíamos cada día (…). Cierta vez se interesó
grandemente en el relato que yo hice acerca de las aves de corral de mi
casa. Me tuvo toda la hora contando cómo peleaban el pavo y el gallo, la
forma en que la pata nadaba con sus crías en el pozo y cosas así.
Cuando me callaba ahí estaba él con una pregunta acuciante. Sonreía
mirándome con sus ojos brillantes y daba golpecitos con la yema de los
dedos, sobre la mesa. Cuando la campana sonó anunciando el recreo me
dijo: “Has contado bien”. Sospecho que ese fue mi primer éxito
literario”.
De ese modo se enlazaban dos
grandes creadores a nivel mundial de literatura en general, y de
literatura para niños y jóvenes en particular.
Se unían, de un lado el autor de
Paco Yunque, El desafío y otros cuentos y, de otro lado, el autor de
muchos relatos maravillosos.
14. En función
de la vida cotidiana
Sólo para mencionar algunos textos
inolvidables de Ciro Alegría: “Los rivales y el juez”, “De cómo
repartió el diablo los males por el mundo” y “Calixto Garmendia”.
Pero veamos: ¿en donde tuvieron
aquel encuentro? Como un hecho significativo, trascendente y
providencial para nuestras letras y en relación a la literatura para
niños: ocurre ¡en un aula de clases!
Y esto pese a que ninguno de los
dos fue maestro de profesión, aunque sí maestros de alma en el campo de
las artes, del conocimiento y de la vida.
Y otro hecho y dato: A Vallejo le
interesaba que los niños narren, que cuenten historias porque: ¿qué
mejor ejercicio para desarrollar la memoria, la inteligencia, el orden y
la expresión verbal?
Y que dichos temas fueran acerca
de la vida cotidiana, no sobre mundos lejanos, fantásticos o
irrealidades, sino en función de la casa, del corral, de la vida más
simple y cotidiana.
Y, cabe ensoñar entonces: ¿Cómo le
contaría ese niño que después nos ha dejado tantas páginas hermosas y
de intensidad extraordinaria recreando precisamente acerca de la vida de
los animales?
15. Dos gigantes
cogidos de la mano
Pero en las memorias que escribe
Ciro Alegría hay otro niño que no supo referir ninguna situación y que
no pudo contar y quien ante el requerimiento del maestro se puso a
llorar.
Entonces, dice Ciro Alegría:
Lo abrazó y estuvo acariciándole la cabeza como si se hubiera arrodillado frente a ese niño.
A Ciro Alegría César Vallejo no solo lo escucha sino que lo anima a escribir.
Y este novel escritor a los 16 años, en 1925, publica sus primeros textos en el diario El Norte que dirigía Antenor Orrego.
Pero antes incluso él edita la revista Tribuna sanjuanista en el Colegio Nacional de San Juan.
Dos gigantes cogidos de la mano.
Dos seres eminentes unidos en esa fraternidad de maestro y alumno.
¿No es excelso y supremo? ¡Y no
solo para nuestras letras, puesto que estos dos creadores han rebasado
largamente las fronteras nacionales!
16. A punto
de ser fusilado
Ciro Alegría muy joven entonces
empezó a escribir y a publicar. Lo hizo como periodista en los diarios
El Norte y La Industria, de Trujillo.
Realiza también una intensa
militancia en defensa de la clase trabajadora, de los indígenas y de los
desfavorecidos socialmente.
A los 16 años fue apresado por su
beligerancia política a favor de los pobres, por interesarse en el
destino del Perú, por soñar en una patria hermosa y por su posición
combativa frente a la dictadura.
Liberado por un grupo de compañeros actúa en la revolución aprista del año 1932.
Apresado en Celendín estuvo a punto de ser fusilado y fue el pueblo de Celendín el que salió a defenderlo.
Fue entonces encarcelado, torturado y condenado a diez años de prisión que empezó a purgar en la Penitenciaría de Lima.
Por efecto de una amnistía quedó libre en 1933 y pudo salir desterrado a Chile.
A consecuencia de ello sus dolencias de salud fueron atroces.
Estuvo muchas veces recluido en hospitales y en esas casas de salud escribió sus primeras novelas.
17. Todo
por comprometerse
A los 20 años recién fue
bautizado. Fue por la exigencia de tener documentos de identidad, que
hasta ese entonces no los tenía, y a fin de atender los requerimientos
que demanda la administración de justicia.
Enfermó de tuberculosis, adquirida
en los años de cárcel y por las torturas que sufrió por ser consecuente
con sus ideales sociales.
Un pleura y luego un aneurisma lo mantuvo en estado de coma y a consecuencia de ello quedó paralítico.
Perdió el lenguaje y tuvo que aprender de nuevo a hablar.
Estuvo con los nervios destrozados y desquiciado de a verdad en un hospital psiquiátrico.
Todo este estado deplorable de salud derivado de los meses de cárcel y de haber sido tan cruelmente torturado.
Y todo por comprometerse con las
causas populares. Y todo por querer cambiar las condiciones de pobreza y
explotación, principalmente de las comunidades campesinas, como Rumi, a
las cuales defiende.
18. Garabateando
sin son ni ton
He aquí su testimonio:
“Los perros hambrientos” nació
de la lucha por la vida en un sentido estrictamente biológico.
Convalecía de una grave enfermedad en la Casa de Salud de San José de
Maipú. Pero el frío invernal no cuadra bien con mi conformación de
hombre del trópico y una pleuresía me atacó, en alas de la nieve y el
viento, muy violentamente. Los lavados no se hicieron esperar. Muchas
veces supe del resuello del troquel en mi caja toráxico. Y como el
destino lo exige a uno para hacerle desempeñar, a veces, extraños
papeles, en aquella ocasión me señaló para que fuera el uno entre los
mil. Esta es la proporción en que se produce la embolia. Yo la tuve. Una
burbuja subió desde la pleura al cerebro. El pequeño émbolo de aire
impidió la circulación sanguínea y caí muerto. No en definitiva por lo
visto, porque a las dos horas resucité. Pero estaba ciego y con medio
cuerpo paralizado. Poco a poco fui recobrando la vista y también el
movimiento… Para peor me olvidaba frecuentemente de las palabras. Sabía
que en alguna latitud del idioma existía el vocablo buscado, pero no
atinaba a dar con él… cuando lo encontraba, tenía la sensación de haber
encontrado a un viejo amigo… Y confrontando todas estas dificultades
llegó un día el doctor Juricic… a recetarme que escribiera… Por espacio
de algunos días estuve garabateando sin son ni ton”.
19. Pasar del ostracismo
a la gloria
Durante estos avatares escribió sus obras más importantes:
La serpiente de oro (1935), primer premio en el concurso de novela promovido por la editorial Nascimiento.
Los perros hambrientos (1938), primer premio en el concurso de novela promovido por la editorial Zigzag.
La leyenda de Nopal (1940), cuento para niños.
El mundo es ancho y ajeno (1941),
premiada en el concurso latinoamericano de novela convocado por la
editorial Farrar and Rinehart de Nueva York.
Sus tres novelas, como en una
historia legendaria ganaron sucesivamente los primeros puestos de los
tres principales premios a nivel continental en el campo de la
narrativa.
¿Cómo es que desde el ostracismo, la marginación y el descalabro se puede pasar a la gloria?
Es justo reconocer también que recibió el apoyo incondicional de muchas personas.
Uno de ellos, que resulta
conmovedor por el amor fraternal que representa, es el de su hermano
Gerardo, quien en realidad ganaba muy poco, pero todo su sueldo lo
remitía íntegro a su hermano Ciro exiliado en Santiago de Chile. Pero
aún mucho más de lo que ganaba y para lo cual tenía que endeudarse. He
aquí una carta de Ciro a su hermano Gerardo:
20. Lo que puedas
hacer por mí
Cisterna, 6 de marzo de 1940
Querido hermano Yayo:
Gracias por tu última carta,
que me hace presente a tu recuerdo. Sí, ya salió “Los perros
hambrientos”, pero a mí me dieron 20 ejemplares que se me fueron de las
manos en atender a los críticos. Avísame si ha llegado ya a esa y si la
dejan circular. Yo estoy en cama. La negra también se ha enfermado i
atravesamos por una situación muy apurada. Por eso te ruego que me
envíes algún dinero. Lo que puedas, aunque no sea mucho. Poco es lo que
tengo que decirte de mi trabajo literario, como me pides. Vivo acogotado
por las necesidades haciendo tareas subalternas para poder vivir.
Proyectos no me faltan, eso sí. Poco a poco, a medida que puedo, los
realizo. Mi vida es muy triste y muy vulgar. Estoy hundido hasta las
sienes en la miseria y luchando con toda clase de fuerzas negativas y
oscuras. Mi próxima novela se llama La flauta de pan y es la historia de
un tocador de antara. La traducción de La serpiente ya ha sido
encomendada a otra persona de la que se espera que lo haga mejor.
Gracias por lo que puedas hacer por mí.
Ciro.
P.D. Tal vez pensarás que Los
perros hambrientos me están dando mucha plata. Gano el 10% y a Zig-Zag
le debo, de adelanto, 1,500 pesos.
21. La serpiente
de oro
Hagamos a continuación una breve referencia de sus tres novelas principales:
La Serpiente de oro en sus inicios
fue un cuento titulado La balsa y que posteriormente, convertida en
novela, se tituló Marañón.
Finalmente, fue presentada por su
autor al concurso Nacimiento, el año 1935, con el nombre que ahora
tiene, obteniendo el primer puesto. La obra aparece editada el 31 de diciembre de ese mismo año.
Narra la vida de una comunidad a
orillas del río Marañón que se dedica a la agricultura y, entre otras
actividades, a ser balseros que trasladan personas, animales y productos
de una a otra orilla de este caudaloso río.
Relata las peripecias de estos hombres llenos de arrojo para vencer los embates de la naturaleza.
Acerca de ella el padre de Ciro
Alegría le escribe una larga carta donde le hace un brillante análisis
de la obra y donde le dice textualmente lo siguiente:
“Estoy seguro que por lo menos el noventa por ciento de los episodios de tu libro, te los he referido yo”.
Este dato es tremendamente
revelador para pensar esta obra en otro sustrato, fuera de la escritura y
sobre todo su origen oral, hecho que es importante tenerlo presente
para explicarnos muchas de las características que ella conlleva.
22. Los perros
hambrientos
Los perros hambrientos data de 1938 y fue producto y resultado de una terapia médica.
Ciro Alegría escribe esta hermosa
novela, basada en los recuerdos de infancia, en retazos de historias
contadas por los hombres del mundo andino que conoció en su casa
paterna.
Narra la historia de una comunidad
en la sierra peruana que sufre una larga y terrible sequía que pone a
prueba a la frágil sociedad rural todavía ordenada bajo el modelo de un
feudo colonial.
En esta novela, al mismo tiempo
que se plantea una severa y ardua crítica social, se nos cuenta
historias de niños con sus animales, aquellos que guardan por las noches
y pastorean durante el día.
Y, sobre todo, de los perros que
cuidan el ganado. Como también la historia de otros animales que son los
depredadores, narraciones hechas con entrañable sentimiento y pasión.
Según lo ha referido su propio
autor fue inspirada por el ladrido lastimero de unos perros que ladraban
por las noches en el hospital donde estaba internado, aullidos que
terminaron por hacerle recordar los animales de su infancia.
23. El mundo
es ancho y ajeno
Para escribir la novela El mundo
es ancho y ajeno, un grupo de amigos decidieron subvencionarle el diario
vivir y comer, pasándole una asignación mensual para que solo se
dedique a la tarea de escribir, obteniendo con esta novela el codiciado
premio de la Editorial Farrar and Rinehart de Nueva York el año 1941. Al
cobrar el estipendio del premio devolvió lo aportado por los amigos,
agregando algo más para apoyar a un escritor chileno en las mismas
condiciones que él fuera apoyado.
La obra se inicia cuando Rosendo
Maqui vuelve de las tierras altas a donde ha ido con el objetivo de
buscar algunas hierbas que la curandera ha recetado para aliviar los
dolores de su anciana mujer. A su regreso es que se le cruza en su
camino una serpiente, hecho que es interpretado como un signo de
desgracia.
Él es el alcalde probo y magnánimo
quien por medios legales y pacíficos defiende las tierras legítimas de
la comunidad, pero que son codiciadas por el hacendado Álvaro Amenábar.
Lucha denodadamente porque se respete los derechos de la comunidad y, a
la vez, por no verse envueltos en la violencia que se desata por
incitación externa e interna.
La lucha es entre la comunidad de
Rumi por defenderse de la voracidad y codicia del hacendado y de la
corrupción de las autoridades de la localidad. El desalojo y la
expulsión se producen al final, debiendo huir hacia las zonas áridas,
yermas y desoladas.
24. Conscientes
de la realidad
Es imposible leer a Ciro Alegría y
no sentirse maravillados e intrigados por la vida y la naturaleza en
una zona de ceja de selva, en su novela La serpiente de oro.
Conmovido por el drama de los hombres y los animales en Los perros hambrientos.
Persuadidos por la sabiduría de
Rosendo Maqui, su ecuanimidad y entrega a la causa de defensa de la
comunidad en El mundo es ancho y ajeno.
Inquietos y apasionados por el
palpitar intenso de la emoción en la lucha y la reyerta, tensa y
fragorosa, en el Duelo de caballeros.
El aporte de Ciro Alegría a la
literatura es el haber creado relatos de plena consciencia en relación a
la realidad que nos rodea, y que es la que importa atender.
Literatura ajena al escapismo que
suele rondar al arte en general, que presenta problemas artificiales y
sin conexión con el mundo en el que las grandes mayorías se
desenvuelven.
Realidad en la cual se vive, se
sufre y se erige toda esperanza; sin olvidar tampoco relatarnos
historias y aventuras cautivadoras, con la presencia de narradores de
cuentos que relatan historias al calor de la hoguera que se aviva en el
fogón.
25. Sobrehumano
que pudiera existir
El mérito de Ciro Alegría es el
haber plasmado una novelística con fuerza y vitalidad, haciendo honor al
ancestro indígena de nuestro pueblo.
El haber descorrido el gran mural
de los andes con grandiosidad e intensidad ciclópeas, como correspondió
hacerlo a quien vivió consustanciado con los campesinos y se hizo dueño
de una gran fuerza y profundidad telúrica y verbal.
Cuando leemos a Ciro Alegría no se
perciben poses intelectuales o intereses que no sean los legítimos de
un arte trascendente, una cultura auténtica y de un compromiso legítimo y
hasta sagrado con la humanidad en su conjunto. Sentimos honda raigambre
y henchida heroicidad.
Resulta sorprendente en la
autenticidad y naturalidad de sus emociones, como si nos interpretara.
Como cuando cruza por el asiento minero de Quiruvilca y Shorey y le
dicen que detrás de esas montañas escarpadas y frías queda Santiago de
Chuco, tierra donde yo nací y me crié.
Y se estremece al considerar lo
sobrehumano del hecho, cual es que pudiera haber aún vida y existir
todavía un pueblo detrás de esas abruptuosidades de pavor y de miedo,
bajo cielos anubarrados y caminos pedregosos. Leer este apunte y haber
nacido en aquel sitio nos engrandece.
26. Otras obras
importantes
El año 1948 Ciro Alegría volvió al
Perú después de más de veinte años de exilio. Antes ni siquiera podía
cruzar o pasar por encima de nuestro territorio como ocurrió cuando se
le negó el paso para asistir a un congreso en Bolivia al cual se le
invitó. Y tenía todo pagado.
Aquí luego de su retorno se dedicó al periodismo y a la política.
Fue elegido diputado por el partido Acción Popular, presidido por el arquitecto Fernando Belaúnde Terry.
En 1962 publicó Duelo de
caballeros, conjunto de relatos en los que da curso a su facilidad para
contar una historia de manera breve pero sin disminuir su intensidad ni
calidad literaria.
El género le permite también
explorar temas diferentes al del mundo andino, aunque siempre con
acendrada e insubordinada consciencia social.
Otras obras, algunas de ellas
póstumas son: La ofrenda de piedra; Sueño y verdad de América, Gabriela
Mistral íntima; Panki y el guerrero, Lázaro; además de su libro de
memorias: Mucha suerte con harto palo.
27. Su amor
entrañable
Ciro Alegría es un extraordinario escritor andino.
A diferencia de sus predecesores,
quienes escribieron sobre el indio desde estereotipos o sin ninguna
consciencia cabal acerca de su realidad, él pudo acercarse más a ese
mundo gracias a haber vivido su drama palmo a palmo, a haber compartido
vivencias y avatares con ellos como a su amplia documentación sobre el
tema, porque siempre estuvo interesado en meditar sobre ello.
Sin embargo, el realismo de Ciro
Alegría no es plano, unilateral o sin gusto. Mucho menos su apelación es
cruel, como si fuera un discurso sociológico, que es en lo que se venía
incurriendo.
En él resalta la vida, el mundo cotidiano, el hombre en relación a la naturaleza y consigo mismo.
Sus relatos fluyen entre pequeñas
historias que acompañan la trama principal de sus novelas, ricas en
sucesos y en la complejidad anímica de sus protagonistas.
También, desarrolla personajes
entrañables y coloridas descripciones paisajísticas en las que se nota
que su compromiso humano no solo es con los indígenas desposeídos sino
también que su amor es recóndito por el Perú y su destino como realidad
multiétnica, variada, plural y sufrida.
28. Auténtico
con la vida
Su estilo es tajante, contundente y a veces hasta brutal.
Es inapelable y de eclosión cósmica. De parto de los montes, de total verdad.
Y es que solo siendo así pudo
representar esta tierra, esta geología y nuestra sociedad tan
conturbada, entretejida y hasta abismal.
Es la vida tan honda aquí, tan dolida y tan en riesgo. Y por ser así tan buena a su vez en todo sentido.
En él hay así como un dramatismo geológico y, en paralelo, un dramatismo anímico raigal y profundo.
Se siente el horizonte cuajado de
estrellas a nuestros pies, como cuando se viaja por las mesetas andinas
en donde el horizonte queda hacia abajo.
Su obra es en realidad una sola
historia. O una historia con momentos y capítulos sucesivos, conformando
una unidad cíclica. Y esto porque su literatura se basa en su biografía
personal.
Y se basa en el acontecer diario
de una comunidad sin tener entonces por qué hacer ficciones, sino
haciendo que cada vez sean más nítidos sus recuerdos y significaciones,
así como más auténticos con la vida misma que relata.
29. El desafío
de vencer
Por eso, él es un gigante. Y su pluma reproduce y erige montañas.
Él traza y plasma la gran novela épica del Perú de todos los tiempos.
Es la gran saga de los andes meridionales de nuestro continente.
Alza el mural portentoso del hombre en relación con una geografía sobrehumana.
Y lo hace con inmenso y poderoso aliento vital.
Su obra es denuncia, es acta social y es proclama.
En él la oralidad es música. En él la palabra es coral. En él el silencio es grito ensordecedor.
Sus personajes prototípicos son los hombres en lucha fragorosa con la naturaleza y con la injusticia que aquí se arraigó con fuerza implacable.
Es el hombre en el desafío de vencer el obstáculo de una naturaleza omnímoda y hostil.
Y en su afán de detener la
injusticia bestial y la codicia inhumana de una clase social que a toda
costa quiere apoderarse de lo ajeno, y con ello avasallar los derechos
de las comunidades andinas.
30. Testamento
moral
Ciro Alegría falleció el 17 de febrero de 1967 en Chaclacayo, apacible localidad cercana a Lima, la capital del Perú.
Fue condecorado póstumamente con las Palmas Magisteriales que la Nación otorga a los maestros egregios.
Porque él es el novelista auténtico e insigne del Perú.
Mariátegui es el filósofo y el
pensador. José María Arguedas es más el testigo, quien encarna y
denuncia con obras conmovedoras el dolor y la esperanza de un pueblo.
Vallejo es el profeta y el redentor.
Entre todos ellos representan lo legítimo, valioso y cimero del Perú eterno.
Los cuatro son las montañas tutelares de nuestra nacionalidad. Son las cordilleras fundacionales, enhiestas e inamovibles.
De quienes hasta sus sombras son
protectoras; de quienes hasta sus desgracias son emblemáticas. De ellos
sus dolores son nuestros dolores. Representan lo genuino, lo arduo y
sublime.
Inmenso es Ciro Alegría; es el
Homero de los Andes del Perú. Su obra es también mural plástico, galería
pictórica, sinfonía musical de nuestra identidad. Es el testamento
moral del Perú de todos los tiempos.
Texto que puede ser reproducido
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