Danilo Sánchez Lihón
1. Llega
de lo eterno
Santiago
de Chuco es un pueblo que tiene sus aleros, sus balcones, los cimientos
de las casas y sus calles torcidas por las serenatas. Se ha ensimismado
en su dolor, en el lamento y en la queja que de ellas se desprenden.
Se
desbordan de sus puertas y arrasan con todo el que pasa, nos arrastran
con sus aguas tormentosas en sus ríos de pasión, que nacen del alma y
van al alma, para amarnos más y olvidarnos menos.
Pero
a consecuencia de ello también se desmoronan poco a poco las casas y
las calles se pierden, de solo recordar las serenatas que aquí se
cantaron; tornándose, así como son, indescifrables.
Se
han echado ese trago amargo de licor que mata, y que es el sentimiento
inabarcable de que aquí algo vivió y fue tan tierno e intenso que se
niega a morir cogiéndose hasta de los abrojos.
En
eso se ha dejado invadir por ese hálito que llega de lo eterno para
sumergirlo hasta donde pueda en el fondo de herido de su sangre, en
donde hasta el olvido resulta ser ahora su confidente, que canta:
2. Junto
a ti
Recuerdo aquella vez
que yo te conocí,
recuerdo aquella tarde
pero no me acuerdo ni cómo te vi.
Pero si te diré
que yo me enamoré
de esos tus lindos ojos,
y tus labios rojos que no olvidaré.
Oye esta canción que lleva
alma, corazón y vida
esas tres cositas
nada más te doy.
Porque no tengo fortuna
esas tres cosas te ofrezco
alma, corazón y vida y nada más...
Alma para conquistarte,
corazón para quererte
y vida para vivirla junto a ti.
3. Clavelinas
y arrayanes
Al
fondo, detrás, hacia lo alto de las paredes y muros derruidos todavía
se las escucha, aunque hecho trizas los lamentos de las serenatas.
Por las piedras regadas en el suelo de las casas desmoronadas, yacen vivas sus notas lastimeras.
Aún
entre los restos que permanecen esparcidos se elevan sus quejas,
haciendo que todo lo de afuera se sumerja en su urdimbre cristalina, y
lo de dentro en su misterio inescrutable.
Ellas,
aunque no se las escuchen por completo, adoquinan las calles,
esclarecen los linderos, abren y ocultan aquí bocacalles y horizontes.
Son esas notas que fueron lanzadas a lo alto las que han teñido para siempre su cielo azulino.
Son
esas notas dejadas caer frente a los muros las que han hecho crecer
esas flores, las clavelinas y arrayanes, que sin qué ni por qué florecen
al pie de las ventanas hace tiempo desvencijadas.
4. Parten
los caminos
Cada anhelo y cada ilusión que alcanzaron a sentirse les han dado contorsión a las calles ya para siempre curvas.
Todo se ha removido o ha quedado quieto; todo se ha pasmado o desaparecido a partir de una serenata.
Son las serenatas las que han abierto los senderos ciertos e inciertos, amables y ariscos.
Son las serenatas las que marcan los días, hechos de encuentros y olvidos, de nacimientos y muertes.
Son
las serenatas a partir de donde se abren los caminos, unos que parten y
se van, y otros que llegan y entran añorando lo que aquí se viviera.
Son las serenatas las que han empedrado los patios, abierto y cerrado las puertas de las casas y las heridas de las calles:
4. Qué
vale más
Ódiame por piedad
yo te lo pido
ódiame sin medida ni clemencia
odio quiero más que indiferencia
porque el rencor hiere menos
que el olvido.
Si tú me odias quedaré yo convencido
de que me amaste mujer
con insistencia:
pero ten presente de acuerdo
a la experiencia
que tan sólo se odia lo querido.
Qué vale más: yo niño
y tu orgullosa
¿o vale más tu débil hermosura?
piensa bien que en el fondo
llevaremos la misma vestidura.
Si tú me odias
quedaré yo convencido...
6. En
el alba
¡Tú, serenata, eres lucero y noche insondable!
Es en ti que ella duerme, arrebolada por aquella emoción, cuál es el amor del hombre que le canta a la mujer.
Aquel sentimiento que viene desde la creación de las especies sobre la superficie de la tierra.
¡Allá
ella, que sienta o no sienta las melodías y acordes con que se la unge
desde los pies hasta la corona de guirnaldas que la tejemos y hacemos
lucir en la frente!
Porque toda mujer nació para ser amada sobre la faz de la tierra.
¡Allá ella que se pierda o se encuentre con estos bordoneos y en estos silencios arrebolados!
¡Allá
ella que sea digna o indigna de esta noche tenue o iluminada, con o sin
estrellas en el cielo sereno! ¡Con o sin cordilleras que se recortan en
lontananza y en el alba!
7. Porque eres
tan bonita
Son tus ojos dos luceros que reflejan,
que iluminan hasta el fondo de mi alma,
es por eso que ansioso yo espero,
que por mí tu corazón se ablande.
Ay Zenobia yo te quiero,
y no te puedo olvidar,
quiero tenerte entre mis brazos,
para poderte acariciar,
y tan buena para mí,
Ay Zenobia, te quiero solo a ti.
Si te olvidaras mujer querida, mujer del alma
de este corazón que te ama tanto,
te mataría con el puñal de mi desprecio,
y tu alegría se convirtiera en llanto.
8. Geografía
del alma
¡Allá ella que escuche o no escuche estos compases que yo coloco en el lomo del viento!
¡Allá ella que esté despierta o dormida a estas horas cuanto se le canta!
¡Allá ella si sabe o no cuando se la sueña y cuando se la adora!
Pero ella es adorable desde que se hizo el mundo. Y lo sabe. Y lo anhela.
La serenata es para decir a la mujer el infinito que somos, la eternidad que nos alberga y la flecha que nos atraviesa.
El altar que nos eleva y el peligro que nos engrandece.
De cómo el hombre como especie evoca a la mujer bajo este cielo con o sin luna en el horizonte, con o sin infinidad de luceros.
De cómo la mujer para el hombre es el motivo que justifica la vida.
Serenata es la geografía del alma, la del hombre como urdimbre lo que importa:
9. Conjura
con lo eterno
Lejano estoy
de un gran amor de cual soy dueño
lejano estoy
yo corazón por qué me apenas.
Lejano estoy, pero de lejos te querré
a cada paso te veré
como la luz de mi existir.
Has de volver
a estos lares tan queridos
donde mi amor
puro y santo te ofrecí.
Lejano amor
eres mi bien mi adoración,
mi inspiración, tuya es mi vida
y todo mi querer.
Esto
es haber anochecido y madrugado por las esquinas y plazas que lo ha
tejido el hilo de las serenatas. Son ellas las que han tramado la madeja
derecha y torcida de la vida, y ensimismado nuestros destinos a favor
del infinito y en conjura con lo eterno.
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