lunes, 15 de abril de 2013

MI VISITA A LA TUMBA DE VALLEJO EN PARÍS, Y EL NACIMIENTO DE LA OBRA DE TEATRO: “VALLEJO, PERÚ AL PIE DEL ORBE” - POR ÁUREO SOTELO HUERTA

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El autor en el cementerio de Montparnasse (París),
donde yacen los restos de nuestro insigne poeta universal, César Vallejo

MI VISITA A LA TUMBA DE VALLEJO EN PAR
ÍS,

Y EL NACIMIENTO DE LA OBRA DE TEATRO:

“VALLEJO, PERÚ AL PIE DEL ORBE”

Por Áureo Sotelo Huerta


Como profesor de la URP e integrante del “Consejo Nacional Todas las Sangres”, que preside su fundadora la poeta Beatriz Moreno, fui invitado por la Asociación Cultural “Tertulias Lorquianas” de Valderrubio y la Casa Museo Federico García Lorca, de Granada-España, presidida por el poeta Pedro Henríquez, al Encuentro de Culturas. El evento que se realizó entre el 18 y 25 de octubre pasado contando con la participación de poetas peruanos, argentinos y españoles, en cuyo programación expuse la ponencia “José María Arguedas, el mundo andino y su trascendencia histórica”, en los diferentes escenarios que nos tocó participar, incluyendo el famoso palacio la Alhambra y la Casa Museo Federico García Lorca, el genial granadino, poeta y dramaturgo.

Nuestro encuentro con Vallejo.

En medio de esta fiesta literaria, había entre los integrantes de la delegación peruana un ideal; el de llegar a París para encontrarnos con el cholo Vallejo; nuestro hermano ausente. Regresamos a Madrid, la ciudad de los trenes subterráneos que facilita el tránsito y otras maravillas, finalmente enrumbamos a Barcelona, la tierra de ese maravilloso arquitecto Antoni Gaudí y de ahí volamos hasta París. Ya en la “Ciudad Luz” y después de instalarnos en el hotel, nos fuimos al barrio de Montparnasse, en cuyo cementerio reposan los restos de nuestro admirado compatriota. Al fin lo encontramos, el momento fue indescriptible. Ahí nos estaba esperando: “Y su cadáver estaba lleno de mundo”. Lavoisier más genial que nunca nos recordaba que: “La materia no se crea ni destruye, sólo se transforma”; mientras nuestro Antúnez de Mayolo añadía: “La materia es la que muere más no la energía”. Y es que esa energía estaba presente, que agradecido y feliz recibía nuestras ofrendas. Después de ese baño metafísico sentimos sus manos en nuestros hombros: “Entonces todos los hombres de la tierra le
rodearon;/los vio el cadáver triste, emocionado;/ incorporóse lentamente/ abrazó al primer hombre; echóse a andar”.

UNA ANÉCDOTA INOLVIDABLE. -“SIENTATE, ESCRIBIREMOS NUESTRA OBRA” -ME DIJO.

-Sé que hace años quieres escribir algo acerca de mí; te voy a dictar la obra de teatro: “Vallejo, Perú al pie del orbe”.

Aquella tarde y noche nos deleitamos contemplando la belleza de París, imaginariamente nos encontramos con Víctor Hugo, Dumas, Flaubert, Proust, Parmentier, Baudelaire, Tolouse Lautrec. El martes 25 paseamos por el Arco del Triunfo y la famosa avenida de los Campos Elíseos hasta llegar al incomparable Museo de Louvre. Como tengo lesión en la rodilla, al día siguiente decidí quedarme en el hotel. Ese miércoles 26 de octubre del 2011, será para mí inolvidable, porque mientras descansaba, sentí un soplo divino; un efluvio como el que vio Kekulé frente al fuego, una fuerza misteriosa que ingresó a mi cuarto y empezó a dictarme una obra de teatro.

VALLEJO.- Si empiezas con los acontecimientos de “Los heraldos negros”, tienes una entrada formidable. Esa diatriba de Clemente Palma es espectacular: -“Señor Vallejo, también es usted de los que vienen con la tonada de que aquí a todos los que tocan de afición la gaita lírica, o sea a los jóvenes a quienes les da el naipe por escribir tonterías poéticas más o menos desafinadas o cursis. Y la tal tonada le da margen para no poner en duda que hemos de publicar su adefesio. Nos remite usted un soneto titulado “El poeta a su amada”, que en verdad lo acredita a usted para el acordeón o la ocarina más que para la poesía. ¿A qué diablos llama usted los maderos curvos de sus besos? ¿Cómo hay que entender eso de la crucifixión? ¿Qué tiene que hacer Jesús en esas burradas más o menos infectas?...Hasta el momento de largar al canasto su mamarracho, no tenemos de usted otra idea sino la de deshonra de la colectividad trujillana, y que si se descubriera su nombre, el vecindario le echaría lazo y la amarraría en calidad de durmiente en la línea del ferrocarril a Malabrigo”.

YO.- ¡Maravilloso! ¡Una escena espectacular! ¿Y la segunda Maestro César?

VALLEJO.- Lo que pasó en Santiago de Chuco, en que tras una protesta hubo muertes, agitación, incendios; que por ser poeta, estudiar en la universidad Mayor de San Marcos; Trujillo y pertenecer al “Grupo Norte”, vestir siempre con elegancia, me señalaron como culpable de esos hechos; me vi obligado a huir; finalmente me metieron preso por el delito de “Sembrar estrellas en el corazón de los hombres”, como decía el famoso poeta español Marcos Ana...mientras me preguntaba: “Oh las cuatro paredes de la celda./ Ah las cuatro paredes albicantes/ que sin remedio dan al mismo sitio”./ …Amorosa llavera de las innumerables llaves,/si estuvieras aquí, si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes…” Estuve ocho meses, allí escribí “Trilce”, los críticos se mofaron de mí; no me comprendieron. Chocano dijo: “El poeta sin poemas”. Como en cualquier momento me volverían a meter preso, “porque como en el Perú se ama la poesía más no al poeta”, como dice Verástegui; decidí irme al extranjero.

YO.- Las cuatro paredes, “Amorosa llavera…”. ¿Y la tercera?

VALLEJO.- Mi viaje a Francia, sin conocer a nadie, sin dinero; pero, tuve la satisfacción de encontrarme con los grandes artistas de la generación del 27, como Neruda, Hernández, García Lorca, Guillén, Picasso, Dali, Alberti, Huidobro, Salinas, Gerardo Diego, Abril de Vivero, Silva entre otros; todos ellos grandes poetas del creacionismo, surrealismo, futurismo, ultraísmo; admiradores de la Revolución bolchevique. Conocí a Georgett, con quien viajamos a Moscú. De esa experiencia escribí mis obras de teatro “A la otra orilla corre el río”, “Lockout”; en 1931 escribí: “Rusia 1931, o Al pie del Kremlin", también mi novela “El tungsteno” Me botaron de Francia, viajé España y otros países de Europa.

YO.- Don César, su vida es formidable, esta escena va a ser sensacional. No se moleste maestro y la cuarta escena ¿Cómo sería? La voz de Georgett se dejó escuchar.- César, no te olvides de mí. -Mi amada Georgett, cómo no tenerte presente, si tú, discreta y asertiva como el río Sena, me haces navegar por la vida; tú siempre estás “aquí en el horno de mi corazón”. Todo lo dejaste por mí –Ah poeta- Dijo ella- y tú como el Amazonas, cálida y desbordante me acaricias con tus versos…Y se fue riendo.

VALLEJO.- La Revolución Española de 1936; cuando Franco sintiéndose derrotado por las fuerzas revolucionarias pidió ayuda a Hitler. Ahí escribí “España aparte de mí este Cáliz”. “Solía escribir con su dedo grande en el aire:/ vivan los compañeros! Pedro Rojas,/ de mirada de Ebro, padre y hombre,/ marido y hombre, ferroviario y hombre,/padre y más hombre, Pedro y sus muertes…¿Viban los compañeros! ¡viban con esa be de buitre en la entrañas de Pedro Rojas/… su cadáver estaba lleno de mundo”... “Al fin de la batalla,/y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre/ y le dijo: no mueras te amo tanto/ pero el cadáver¡ ay! siguió muriendo”...”Cuídate, España de tu propia España”…

YO.- Maestro, ya tenemos obra para rato ¿sin molestarse me podría visualizar la escena quinta?

VALLEJO.- Esa escena, que es el epílogo, la escribes tú, porque me imagino tienes talento.


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