.pISCOBAMBA.
Piscobamba
MAJESTUOSO ÁRBOL INSIGNIA
Por Juan Rodríguez Jara
Gran eucalipto de la plaza de Piscobamba,
tú que tienes sabor de ese lejano Mantaro,
supiste adueñarte de la novia de los andes,
plantado por las manos de Juan B. Rodríguez.
Forjaste tu frondosidad y verdor permanente,
dando sombra a tantos viajeros hoy ausentes;
fuiste testigo de generaciones que desfilaron,
el caminante peregrino consiguió tu sombra.
Sobre tus ramas el aguacero plácido se detuvo.
Debajo de tu follaje, lloró el abandonado;
has sido confidente de una declaración
de amor eterno y perfumaste el primer beso.
Eres testigo de las fiestas chicas y grandes,
donde gozaste del relinchar de lindos caballos,
en busca de la cinta de la soltera codiciada,
colocada en la cuerda de la carrera a las cintas.
Sufriste por la sangre de muchos gallos
que en un atardecer perdían la vida entera
bajo el filo de una navaja encorvada,
amarrada por los galleros de experiencia.
Disfrutaste del paso de bailes costumbristas
como las pallas, inka, pizarro, huanquillas,
huanka, turko, negritos, huaridanzas, marcha
y otras tantas que aun deben vivir siempre.
Escuchaste los violines del maestro PREMIO.
Te cautivaste con las melodías del arpa de Tauma,
en las serenatas dedicadas a solteras lindas,
el baile guerrero del Corpus Cristi limitaste.
De tu tribuna aplaudiste en muchas tardes
los grandes encuentros futbolísticos,
porque en tu plaza estaba el estadio olímpico
con su gran verde y siempre verde gramado.
Ese verde hechicero en los meses verano,
con su profundo mensaje de verde esperanza
hizo que un llumpino justamente lo bautizara
“Piscobamba paloma blanca de pecho verde”.
Por tu alrededor los gallardos escolares
desfilaron con su uniforme kaqui comando
de ese gran centro escolar 304 de varones,
y de azul marino del CE. 309 de mujeres.
Tras los años todos nos fuimos sin adioses.
Majestuoso, frondoso centenario eucalipto mío,
siempre has disfrutado de las alegrías miles,
has sentido también las lágrimas de las penas.
Ahora sigues gallarda, con tu vaivén alegre
ante el tiempo que quiere robarte la vida,
cada movimiento tuyo es como elevar al cielo
una oración, ofrecida por el guardián Chontajirca.
Testigo de tantos años, eres un paradigma.
Sin embargo existen entre tus poblanos
hijos sin corazón, sin tradición, sin amor,
que quieren mancillar tu larga existencia.
Frente a la mirada de los santos Pedro y Pablo
Patrones de la ciudad te mantienes verde,
porque tus raíces son mas profundas y largas
que matan a las ingratitudes tan mezquinas.
Por eso tu corteza vierte incesantes lágrimas
como muda expresión de tu dolor silencioso.
Eres tu majestuoso árbol insignia del Perú.
eres con tu frondosidad eterna como el tiempo.
Admirado al igual que el cercano Huascarán,
noche y día te refresca y tus hojas verdean,
y el recuerdo de Juan B. Rodríguez, seguirá
porque fue quien te sembró en sus años mozos.
Piscobamba
MAJESTUOSO ÁRBOL INSIGNIA
Por Juan Rodríguez Jara
Gran eucalipto de la plaza de Piscobamba,
tú que tienes sabor de ese lejano Mantaro,
supiste adueñarte de la novia de los andes,
plantado por las manos de Juan B. Rodríguez.
Forjaste tu frondosidad y verdor permanente,
dando sombra a tantos viajeros hoy ausentes;
fuiste testigo de generaciones que desfilaron,
el caminante peregrino consiguió tu sombra.
Sobre tus ramas el aguacero plácido se detuvo.
Debajo de tu follaje, lloró el abandonado;
has sido confidente de una declaración
de amor eterno y perfumaste el primer beso.
Eres testigo de las fiestas chicas y grandes,
donde gozaste del relinchar de lindos caballos,
en busca de la cinta de la soltera codiciada,
colocada en la cuerda de la carrera a las cintas.
Sufriste por la sangre de muchos gallos
que en un atardecer perdían la vida entera
bajo el filo de una navaja encorvada,
amarrada por los galleros de experiencia.
Disfrutaste del paso de bailes costumbristas
como las pallas, inka, pizarro, huanquillas,
huanka, turko, negritos, huaridanzas, marcha
y otras tantas que aun deben vivir siempre.
Escuchaste los violines del maestro PREMIO.
Te cautivaste con las melodías del arpa de Tauma,
en las serenatas dedicadas a solteras lindas,
el baile guerrero del Corpus Cristi limitaste.
De tu tribuna aplaudiste en muchas tardes
los grandes encuentros futbolísticos,
porque en tu plaza estaba el estadio olímpico
con su gran verde y siempre verde gramado.
Ese verde hechicero en los meses verano,
con su profundo mensaje de verde esperanza
hizo que un llumpino justamente lo bautizara
“Piscobamba paloma blanca de pecho verde”.
Por tu alrededor los gallardos escolares
desfilaron con su uniforme kaqui comando
de ese gran centro escolar 304 de varones,
y de azul marino del CE. 309 de mujeres.
Tras los años todos nos fuimos sin adioses.
Majestuoso, frondoso centenario eucalipto mío,
siempre has disfrutado de las alegrías miles,
has sentido también las lágrimas de las penas.
Ahora sigues gallarda, con tu vaivén alegre
ante el tiempo que quiere robarte la vida,
cada movimiento tuyo es como elevar al cielo
una oración, ofrecida por el guardián Chontajirca.
Testigo de tantos años, eres un paradigma.
Sin embargo existen entre tus poblanos
hijos sin corazón, sin tradición, sin amor,
que quieren mancillar tu larga existencia.
Frente a la mirada de los santos Pedro y Pablo
Patrones de la ciudad te mantienes verde,
porque tus raíces son mas profundas y largas
que matan a las ingratitudes tan mezquinas.
Por eso tu corteza vierte incesantes lágrimas
como muda expresión de tu dolor silencioso.
Eres tu majestuoso árbol insignia del Perú.
eres con tu frondosidad eterna como el tiempo.
Admirado al igual que el cercano Huascarán,
noche y día te refresca y tus hojas verdean,
y el recuerdo de Juan B. Rodríguez, seguirá
porque fue quien te sembró en sus años mozos.
Fuente:
.
AEPA-FL
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AEPA-FL