viernes, 10 de junio de 2016

10 DE JUNIO: NACE GAMALIEL CHURATA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: CHURATA Y ENCINAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
 
10 DE JUNIO
 
 
NACE
GAMALIEL
CHURATA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
CHURATA Y ENCINAS
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
1. Masa
ígnea
 
El maestro José Antonio Encinas encargó que el prólogo de su libro fundamental: Un ensayo de Escuela Nueva en el Perú, concebido en el exilio en París, lo escribiera un alumno suyo que participó de aquella experiencia legendaria de la Escuela 881, y que es el motivo central de dicho libro.
 
Ese alumno suyo fue Gamaliel Churata a quien conoció como alumno de ese centro educativo cuando tenía 7 años; lo curioso es que ese niño era un rebelde, anti escuela y quien nunca terminó ni siquiera la educación primaria; masa ígnea, lava ardiente y genio del idioma; cuya vida y obra hace que los intelectuales altiplánicos reconozcan su obra El pez de oro, libro misceláneo, caótico al punto de lo ininteligible, como la Biblia altiplánica.
 
Churata por ser aquella alma libre, pujante, inatajable, y de naturaleza indómita, sufrió cárcel, exilio, ostracismo, más por su defensa inclaudicable del indio y de la justicia social. Identificado con la poesía como saeta, flecha y rayo que no cesa, ha quedado indisolublemente ligado a Puno, esa región translúcida, como un mensaje de afirmación de la vida, de fuego que no cesa y de la palabra capaz de redimir haciéndose volcán, fulminante y estallido de júbilo.
 
2. Cuenta
Churata
 
Hay muchos pasajes, ideas y hasta juegos que el maestro José Antonio Encinas protagonizó o alcanzó a idear, y que grafican nítidamente la perspectiva de lo que podría identificarse como su concepción de la educación: la "Escuela social".
 
De los muchos principios de este postulado hay uno, la educabilidad, que quisiera referir, por ser quizá el más espontáneo, incluso hasta aparentemente desaprensivo y humilde, pero en el fondo de una gran significación y que él lo formula con una vivencia.
 
Es una escena, cuadro o estampa de apenas un instante pero que gracias a Dios ha quedado registrado y salvado, porque lo cuenta un alumno suyo que lo vivió directamente.
 
Se enmarca en el período correspondiente a 1908 y 1911, en pleno funcionamiento de la Escuela 881 de Puno, que aquel legendario maestro dirigiera durante cuatro años y que constituye una experiencia de extraordinario valor, pero además hermosa en su forma y contenido.
 
3. Tempestad
de nieve
 
La relata Gamaliel Churata, seudónimo literario de Arturo Peralta, refiriendo que el grupo de estudiantes con su profesor regresaban casi ya al amanecer por la meseta altiplánica, maestro y alumnos.
 
Porque como era ya costumbre salían no de paseo ni excursión sino a clases que el maestro Encinas las dictaba a campo abierto y al aire libre. ¿Dónde desarrollaba dichas lecciones? 
 
Por supuesto que no en el aula  sino en las faldas de las colinas, en las cumbres de los cerros o a la orilla de los ríos, o habiendo avanzado a lo más profundo de los valles y quebradas.
 
Esta vez, los alumnos más fuertes de la sección, que también eran los más altos, se habían adelantado a los demás en la noche lóbrega del altiplano. 
 
Pero en un momento se detuvieron en medio de la tempestad de nieve que se había desatado preguntándose:
 
– Y el maestro, ¿dónde está?
 
4. A
horcajadas
 
Cuando miraron hacia atrás, echando de menos a don José Antonio, lo divisaron inmenso al chispazo de un relámpago. Venía muy atrás, lejos, pero a quien notaron gigantesco, grandioso y colosal, en medio de las tinieblas.
 
Cuenta Churata en esta evocación –que hizo varias décadas después de que aconteciera y sin detenerse mucho en relación a su significado–, que al esperarlo y él haber avanzado y estar ya muy próximo, divisaron a la luz de otros relámpagos, que su maestro aparecía como descomunal.
 
¿Qué ocurría? Era así porque se había echado a los hombros al niño más desvalido, aquel al que todos repelían; y a quien él traía a horcajadas en su nuca, en donde el niño se cogía fuertemente con las manos de su frente. 
 
Aquel pobrecito era el débil, el descalzo, el desarrapado a quien el frío de la meseta y lo agotador del camino le habían impedido caminar. El maestro Encinas, que no medía más de un metro sesenta de estatura, aparecía por eso como un gigante.
 
5. Algo
invencible
 
Pero algo más comprobaron, cual es que con su vozarrón, y viniendo desde lejos, entonaba hayllis, huaynos y taquiraris en quechua y aimara en plena meseta abierta y desalmada.
 
Cuenta que fue tal la fuerza, la verdad y la belleza de ese hecho, que de manera espontánea los mayores y fuertes que lo esperaban buscaron a los más débiles que tenían a su lado y los echaron igualmente a sus hombros.
 
Tal cual el maestro Encinas había pasado hacia adelante. Y uniendo sus voces al canto y a los himnos en las lenguas que entonaba el maestro, siguieron detrás de él.
 
Y así avanzaron, sintiéndose todos grandes, tanto los que cargaban a otros niños, a quienes les renacía una fuerza nueva, como los que iban en los hombros de sus compañeros porque sentían bajo suyo la energía de la solidaridad como algo invencible.
 
¿Qué magia o significado tiene este pasaje suelto, entre los muchos otros que se desprenden del ser y el sentir de la personalidad de este maestro legendario?
 
6. En nuestros
hombros
 
Su mensaje es que es fortalecedor y significativo echarnos a los más débiles en nuestros hombros. 
 
Porque si la educación no sirve para eso, ¿para qué entonces educar? ¿Para la competencia? ¿Para ganar y desplazar al otro hermano del camino? ¿Para tirar de codazos a los demás a que se aparten, a que yo triunfe deshumanizando todo? 
 
He allí la diferencia de lo que puede ser una educación competitiva a una escuela de inspiración social y a la propuesta de la educabilidad que la encarna Encinas como razón y postulado de la educación entre nosotros.
 
Está en este gesto natural, espontáneo e inconsciente el sentido, la definición y el concepto profundo y genuino de lo que es educar socialmente. 
 
No solo allí está la visión o la misión de lo que es educación, cual es hacernos responsables de los más débiles y del mundo en lo más dolido y desprotegido que hay en él, cargarlo en nuestros hombros lo que está pendiente de solucionar.
 
7. Es
lo que hace
 
 Pero no con agobio ni pesar, ni con queja; tampoco con marketing o cara al público, sino con profunda y auténtica alegría, sin que eso constituya un lastre sino, como lo dice El Churata, agigantados todos.
 
Pero hay otro rasgo en este pasaje, cual es que el maestro venía atrás, cerrando filas. Era el último porque vigilaba a quién más lo necesitaba y se retrasaba. Este ser último es para que nadie se pierda. ¡Qué distinto a la educación para la competitividad del liberalismo económico! 
 
Otra faceta es la fortaleza, la imitación y el deseo de hacer lo mismo que brota en los alumnos mayores, de alinearse con la misma actitud, de no dejar que uno solo lo haga.
 
Este convencimiento llano, voluntario, esta disposición en donde se resume una experiencia, una trayectoria y una vida, es lo que hace a las enseñanzas de Encinas imperecederas. Y a Churata como la conciencia alerta que percibe lo cabal y significativo por ser el alma libre, bravía y tener el genio insobornable que supo tener.
 
 
 

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