jueves, 26 de agosto de 2010

SÁBADO 28 DE AGOSTO: HOMENAJE A MANUEL VELÁSQUEZ ROJAS - AULA CAPULÍ - PLAN LECTOR

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


DISTINCIÓN:


AMAUTA DEL PERÚ ETERNO A

MANUEL VELÁSQUEZ ROJAS



POR SU LABOR CREADORA EN LA POESÍA, EL ARTE Y LA CULTURA


SÁBADO 28 DE AGOSTO, 2010, 7.00 P.M.

Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia

PROGRAMA

1. Saludo y palabras de bienvenida: Danilo Sánchez Lihón, Presidente de Capulí, Vallejo y su Tierra

2. Semblanza y trascendencia de Manuel Velásquez Rojas: Felipe Rivas Mendo

3. Conferencia Magistral de Manuel Velásquez Rojas: “Vallejo y nuestras vidas


Vino de honor



oooOooo


PLAN LECTOR
PLIEGOS DE LECTURA


SANTIAGO DE CHUCO Y LA POESÍA



Comentario a una obra
de Danilo Sánchez Lihón


Por Manuel Velásquez Rojas

Dejadme respirar hondo, amigos todos, para hablar de Santiago de Chuco, la más hermosa población de la serranía peruana, y de sus vates entre los cuales está César Vallejo, el más universal de los poetas del siglo XX. Pero, antes, propongo un juego trascendente: cada peruano debe escoger dos ciudades, y adoptarlas en su corazón, como si fueran suyas de siempre. Estas dos ciudades deben pertenecer a las otras regiones respecto de su lugar de nacimiento. Disculpad la confidencia, en mi caso, yo he elegido a Santiago de Chuco, por la sierra, y a Pucallpa, por la selva, porque mi hogar de origen es la costeñísima Piura. A las ciudades preferidas debemos amarlas y respetarlas como a nosotros mismos para fortalecer nuestra identidad individual y nacional. Oh, Perú, Perú, tu nombre es tan puro como el áureo metal que, para nosotros, es sólo adorno de dioses en los templos de ayer y hoy. Oh, Perú, Perú, bajo tu nombre se encierran aluvionales ríos de cultura del pasado que nos asombran, nos conmueven y nos hacen sentir más fuertes en nuestro camino por la historia. Oh, Perú, Perú, tu nombre defiende a todos los seres vivos y a todos los elementos de la naturaleza, para conquistar el futuro de la alegría, que es armonía del hombre con la naturaleza y dios. Así es Santiago de Chuco, nos hace poetas cada vez que invocamos su nombre.

Hay que puntualizar que, después de una investigación acuciosa, el poeta y profesor universitario Wellington Castillo Sánchez ha establecido que el día de la fundación de Santiago de Chuco fue, y así constará en los anales de la historia, el día 25 de julio de 1565 (Santiago de Chuco, 1992: 67). El patrono de la Provincia es el Apóstol Santiago el Mayor, cuya festividad se celebra a partir del día quince de julio hasta el dos de agosto. ¡Fiesta buena y abundante! ¡Fiesta de comidas y danzas! ¡Fiesta de historia y misticismo! El Apóstol se ha peruanizado y ya es, para siempre, Santiago de Chuco. Al comenzar la procesión del patrono en la tradicional "bajada", un grupo étnico se hace presente con su canto:

Aquí están los negritos
volviendo a Santiago de Chuco, (bis)
venimos a saludar al Apóstol
a nuestro Patrón Santiago. (bis)
A ra...ra...ra... ra...ra...ra...ra.

Tres rutas hemos cruzado
para llegar hasta Tí (bis)
por el temple desde Huanda
por Shorey y Calipuy. (bis)
A ra...ra...ra... ra...ra...ra...ra.

La voz del pueblo señores
es voz de su Creador, (bis)
ojalá escuchen sus gritos
pidiendo paz, pan y amor. (bis) (1999: 32)

Son muchas las estrofas de este canto que acompaña la "bajada" de la imagen del patrón Santiago, en sus pesadas andas, desde la iglesia parroquial a la ciudad y sus calles. No me resisto y, con emoción transcribo las dos últimas:

Al retirarnos Viejito
pedimos con humildad, (bis)
que fructifiques los campos
para que no falte el pan. (bis)
A ra... ra... ra... ra... ra... ra... ra.

A Santiago, mi Santiago
y a Tí glorioso patrón, (bis)
los tenemos muy adentro
latiendo en el corazón, (bis)
A ra... ra... ra... ra...ra...ra...ra. (1999: 33).

Allí vemos bailar a los "pallos" (1), con virilidad interminable. Cada uno con su sombrero levantado por delante (semejante a la imagen que veneramos) y adornado con cintas de colores, una blusa llamativa o simplemente blanca, una falda corta con flecos dorados sobre el pantalón, medias largas y zapatos fuertes para el vigoroso zapateo. Llevan en la mano derecha una espada y en la izquierda un pañuelo blanco, símbolos de la guerra y la paz. Antes se cubrían el rostro con una especie de velo, y hasta ahora usan manojos de cascabeles que les circundan rodillas y tobillos. Son incansables danzarines al son de la caja de Tayanga (2) y la melodía de una flauta. Allá las hermosas "quiyayas" o "pallas" (3), jóvenes campesinas que bailan y cantan. Según Carlos Barbarán Urquizo, hay dos versiones musicales para la danza de las pallas: la de Angasmarca, y la de Tulpo (1993: 25-26). Ellas ostentan sus largas trenzas, usan sombrero blanco con ancha cinta negra, llevan blusa alba con pechera bordada multicolor, falda negra amplia de la cintura a los pies, el ritmo del baile permite ver los fustanes interiores que terminan en lindas blondas tejidas, su atuendo se completa con medias blancas y zapatos negros de taco bajo. Cada una porta una caña de azúcar o una vara, y con la otra mano cogen el pañuelo que se coloca en el hombro de la persona elegida para que escuche, en forma especial, las canciones. Y hay decenas y decenas de bailes más. Recordemos la "pishpilla", la "contradanza", los inspirados en leyendas como el "Juan osito" y el "quishpe cóndor" (4). A bailar, a bailar, con la banda de Méndez Valderrama en el recuerdo vallejiano, y ahora con el Conjunto de Canifo, popular maestro del acordeón y el canto, que responde al nombre ciudadano de Elias Ruíz Paredes, y para sus admiradores simplemente es el "Gorrión de Andamarca". A rezar, a rezar, que los repiques de las campanas, en manos del ciego Santiago Cribilleros o de su sombra, nos llaman. Y pasan los días, y como lo dice nuestro César Vallejo:

Madrugada. La chicha al fin revienta
en sollozos, lujurias, pugilatos;
entre olores de úrea y de pimienta
traza un ebrio al andar mil garabatos (1918,1997:191).

Y para los forasteros que han anudado su corazón con la trenza de una santiaguina, sólo les queda lamentarse:

A la luz de la luna
yo te miré
y al mirarte mí vida
me enamoré (1999:24).
Mañana cuando me vaya
de nadie me he de despedir
sólo de una cruz bendita
que ella me verá partir (Santiago de Chuco, 1988: 52).

Y los demás, hombres, mujeres y niños de Santiago de Chuco, cantarán las estrofas plañideras de la "subida" del Santo Patrón:

Adiós Apóstol Santiago
hasta el año venidero
si Dios me presta la vida
volveré si no me muero (1999: 34).

Así es tu fiesta, con pasacalles vistosos y alegres, corrida de toros a la serrana, cohetes, bombardas y muchos castillos de fuegos artificiales. Y rosarios y visiones. Al amanecer, los feligreses se reconstruyen, en cuerpo y espíritu, con un caliente caldo de cabeza de carnero. Y sigue la fiesta. Pura alegría y placer de tu vivir, ciudad de Santiago de Chuco.

Pero, no eres menos hermosa los otros días: ¡Ay, Santiago de Chuco, quien te conoce, te ama para siempre!. Por tus calles casi solitarias y tus balcones cerrados, que hacen más sonoros los "Buenos días, señor" de algún patriarca del pueblo que va a cumplir con sus faenas en la campiña, mi corazón camina. Santiago, de cielo celeste de día; de cielo morado de noche. Recuerdo, Santiago de Chuco, que, en tu Plaza de Armas, a las cuatro de la tarde unas señoras vendedoras colocan altos canastos con una variedad casi infinita de panes, mazapanes y roscas azucaradas, sólo verlos es un placer que se redobla al comerlos, y así entendernos a profundidad los versos de César Vallejo:

Quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el homo de mi corazón (1918, 1997: 122).

Ahora me pregunto: ¿porqué Santiago de Chuco es tierra de poetas? Intento unas respuestas. Ya hemos visto que posee, en primer lugar, una rica tradición de costumbres propias. Las costumbres individualizan a los pueblos. Y la poesía es, siempre, la expresión de todo un pueblo a través de una voz única, la del poeta. Además, en segundo lugar, Santiago se ofrece con una campiña fértil que vive, cambiando, cada uno de los colores de las cuatro estaciones. ¡Cómo vibra, en nuestros ojos, el verdor del verano, y el amarillo del otoño! ¡Cómo se escucha el trinar de los pajaritos en la soledad y altura! Sí, según aquel orden necesario los hombres, las mujeres y los niños realizan sus ocupaciones cotidianas. Existe, lo sentimos palpitar, una plena armonía del paisaje natural con el paisaje humano. Unidos por la misma voluntad de vivir. Cuando esta voluntad se expresa, nace la poesía.

Así en su totalidad maravillosa, este es el espacio donde transcurre el libro Santiago, tierra de poetas (1999), una rigurosa antología realizada por el poeta y escritor Danilo Sánchez Lihón. Espacio y tiempo revelados por la palabra del hombre, que es poesía. Un libro cuya aparición a luz pública celebramos porque es necesario y significativo para la literatura peruana. Danilo, santiaguino de origen y vocación, es, sin duda, el intelectual que con sus textos de prosa evocativa (que van desde la descripción de leyendas y narraciones populares hasta los propios recuerdos biográficos y familiares) ha logrado crear un Santiago de Chuco inmortal, porque la palabra que es poesía vence al tiempo. Ahora, en este nuevo libro, vemos que Danilo ha escogido para solaz de los lectores a 21 voces poéticas, incluyendo poesías de César Vallejo. Voces que representan el amplio espectro generacional que ha cubierto el siglo XX. Quiero registrar aquí, en estas líneas, ciertos sentires después de la lectura emocionada del libro de Danilo. Su escritura se inicia con una breve selección de poesía oral. Comparto la idea, con el autor, que es vital y urgente -en todo el país-su acopio y su fijación en el texto escrito. De no hacerlo perderíamos las voces tradicionales que conservan, en sí mismas, los sentimientos y la sabiduría de nuestro pueblo. En Santiago de Chuco, esta poesía nace en los labios de los repentistas como los famosos Pedro Calderón, llamado "El Macarano", Carlos Rojas Paredes "El nuevo Macarano", Desiderio Sánchez Ulloa, Marco de Gracia, quien detiene el anda del Apóstol en plena procesión para decir sus décimas. Wildoro Rabelo, Pedro García Porturas, y el "Gran Canifo", poeta, cantautor, músico, autor de muchos huaynos exitosos como "Mi retorno" y "Rumbo a Calipuy". Lo he escuchado y aún conservo con emoción la delicadeza de su música y la alegría de una voz que ama su terruño. Años atrás, estaba "Don Federico", de este último cito una hermosa estrofa:

Tu querer y mi querer
es como el agua del río
que atrás no puede correr,
que atrás no puede correr (Santiago de Chuco, 1988: 51).

La poesía popular, la mayor parte de las veces, es anónima, pero siempre es fuente de creaciones posteriores. La conocida sentencia de César Vallejo, al respecto, conlleva una acerada justicia:

Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna (1939, 1997: 25).

Vallejo mismo, en un sentido no literal sino profundo, es el exponente máximo de esta tradición ancestral peruana. Regresemos a la antología de Danilo, y continuemos citando a los poetas y sus versos. Después de la poesía popular, Danilo coloca a los hermanos Pereda, Santiago y Julio: los dos por su ubicación cronológica pertenecen a la Generación de 1919, con poesía post-modernista, con contenidos épicos el primero y formas líricas el segundo, y ambos en su temática revaloran el legado cultural del Tahuantisuyo. Sigo y digo: para mi gusto personal Abraham Arias Larreta es un poeta mayor, cuya presencia y vigencia en las próximas antologías de poesía peruana será ineludible. Recuerdo, siempre, sus versos, que muestran su amor a la tierra que lo vio nacer y su valiente afirmación personal, que dicen así: "Esta es la sierra bella y bravía / ¡yo soy de aquí!" (1940: 29). Su libro Rayuelo es un hito en el desarrollo de la poesía para niños en nuestro país; un libro que, por su frescura, ternura y universalidad infantil, ha merecido ser traducido al inglés, contando ya con numerosas ediciones en Estados Unidos. Asimismo, por su generosa e indesmayable labor docente en universidades norteamericanas y por defender y difundir las expresiones literarias de las culturas aborígenes de nuestra América, debe concitar reconocimiento y admiración de todos. Felipe Arias Larreta, su hermano, verdadero juglar, con acento lírico canta: "Mientras la casita sueña / la arrullan dos alcanfores, / ya sus ventanas les pone / pestañas la madreselva. // Mientras la casita sueña, / bajo el tibio azul de mayo, /un contrapunto de tordos / resbala sobre la calma" (1999: 89-90). La revaloración de estos dos escritores ya ha comenzado con el opúsculo titulado Los hermanos Arias Larreta, identidad y compromiso de Wellington Castillo. Un estudio riguroso que recaptura la biografía espiritual de los dos poetas santiaguinos.

Los que representan a la Generación de 1950, en la antología poética regional de Danilo, son los poetas siguientes: Helí Miñano, afincado en Lima, y quizá más conocido como actor teatral y de televisión, tareas que jamás lo han apartado del recuerdo de su terruño, sus versos así lo confirman: "Amanecer de fiesta santiaguina, / perfumado de eucalipto, / limoncillo, yerbabuena y toronjil; / amanecer con música de trinos" (1999: 105). Melanio Delgado Siccha, con su natural amabilidad, es poeta de palabra y obra, y ha alcanzado la madurez de su voz lírica en el poemario titulado El perfil del tiempo. Recordemos su descripción del "pallo": "danzarín nativo. Zapatea, hunde el suelo. / Vistoso atuendo. Granate túnica ceñida / ábrese al levantarla rodilla fornida. / El sonante cascabel al aire echa vuelo" (1999: 112). Gerardo de Gracia, integrante del prestigioso grupo literario Trilce, es cultivador de una poesía para niños que oscila entre la ternura y la rebeldía, escuchémoslo: "Soy como el ave, / soy como el viento, / que siempre buscan la libertad" (1999: 118). Marino Quispe Sánchez con su poesía nativista no exenta de reclamos sociales: transcribo dos estrofas de su poema "Abigeo": "Trepando abruptos cerros, / como perseguido reo, / lleva toros y becerros / el pernicioso abigeo. // ¡Justicia! Pide el robado, / ¡castigo! para el ladrón / y para el cómplice letrado / muchos años de prisión" (1999: 132).

El bloque mayor en número, de los poetas antologados por Danilo Sánchez Linón, pertenece a la llamada Generación de 1960, y son los siguientes: Roger Quevedo Paredes, Enrique Segura Vásquez, Camilo Gil García, Danilo Sánchez Linón, Wellington Castillo, Erasmo Alayo y Gustavo Benites Jara. La temática se ha ampliado y profundizado: se ha agregado al nativismo propio, la problemática existencial, social y hasta metafísica. Escúchenos sus voces. Roger Quevedo, amante de las silenciosas noches santiaguinas, extiende su noble sentimiento y se une en comunión poética con las:

Ruinas de Machu Pichu,
ciudadela de piedra inmaculada,
ruinas milenarias de mis antepasados,
caminos de piedra donde se pierde la soledad del hombre,
caminos de piedra escalonada con paso al firmamento,
caminos de piedra y musgo escribiendo al tiempo,
caminos que se dan la mano con el cielo.
Yo te canto con la humildad del hombre nacido para amarte (1996:37).

Enrique Segura Vásquez, profesor del Programa de Maestría en Educación de la Universidad Nacional de Trujillo, ha publicado solamente el poemario Mensaje desde mí. Brota su mensaje a través de una poesía existencial profunda que vislumbra la angustia pero con ternura. Coloco como ejemplo de mi aseveración el "Poema IX":

Ni cómo
atreverse a tanto
en esta hora.

Cómo escribirle a la vida.

Cómo hacerla
nuestra
para siempre.

Cómo
adherirla
a la palabra.
Cómo amarla.

Cómo derrotar
a la muerte
en su propia casa (1999: 146).

Camilo Gil García es profesor de Filosofía de la Universidad Nacional de Trujillo. Se graduó de Magíster en Pedagogía, y es fundador del Grupo Literario Greda. Su poesía se ofrece descriptiva, sensorial, y cual relámpagos consigue iluminar esencias ocultas. Veamos su poema "Piedra":

La evitan en los caminos.
La maldicen en algún tropezón.
Pero:
la he visto rodear sembríos,
alinearse en las pircas,
graciosa abrazarse a los rogores
o primera voz en el arpegio de los ríos (1999:151)

Digo y considero que cuando uno escoge sus propios poemas para ser publicados en una antología no sólo revela sus preferencias sino que, sin querer, muestra su trayectoria creadora. Tal ha ocurrido con los textos de Danilo Sánchez Lihón incluidos en el libro que comentamos. Así vemos un poema de su libro Scorpius (1972), luego uno de Crío una mosca (1979), otro de su versarlo Ciudad irreal publicado en 1990, y finalmente un poema de su último libro De tripas corazón aparecido a luz pública en 1998. Danilo ha recopilado, de su cultivado y variado jardín, tres poemas de amor y uno social. Poesía densa y humana, contemporánea por sus cuatro costados. Su poesía no es de continentes, sino de contenidos, vale decir que más importancia le otorga al desarrollo de sus significaciones o sentidos, que a la delicada elaboración de los recursos expresivos o retóricos. Es una poesía rápida, fuerte y con impacto. Más denuncia, que enuncia. Destaco el poema "Autorretrato", de su último poemario, en el que afirma con orgullo su filiación: "Yo / soy un paisano de Santiago / de Chuco", y en el resto del poema, pese a las múltiples dificultades económicas y cotidianas, declara, sin vacilaciones, su fe en el amor humano como única salvación para la soledad siempre amenazante, el poeta se redime

porque va abrazado a la mujer
que ama
y sostiene con los brazos en alto
al hijo que le ha nacido en el centro
del alma (1998: 47).

El otro poeta significativo de esta generación es Wellington Castillo, quien, nacido en 1945, estudió la educación primaria en el Centro Escolar 271, la secundaria en el Colegio Nacional "César Vallejo", y los estudios superiores en la Universidad Nacional de Trujillo, en la que se graduó de Doctor en Educación. Es docente de Arte y Filosofía, habiendo desempeñado, con alta eficiencia y puntual compromiso, el cargo de Director de Proyección Social, de la misma Universidad. Ha organizado con gran éxito, en Santiago de Chuco, su ciudad natal, el Encuentro Nacional Andino de Escritores los años 1997, 1998 y 1999. Además sumó otro éxito al inaugurar la Cátedra César Vallejo, en la ciudad que vio nacer al poeta universal, con los Profesores Danilo Sánchez Lihón, Carlos Caballero Alayo, el propio Wellington Castillo, y el que estas líneas escribe, acompañados de los docentes locales, en mayo de 1998. Wellington, amigo fraterno y líder sin imposiciones, ha sido Presidente del Frente de Escritores de la Libertad (1987-1991), y ha merecido el Premio Nacional de Teatro "Sebastián Salazar Bondy" en 1989. Ha publicado los poemarios Perenne Lumbre (1994), inicial asedio a la nostalgia del paisaje y de los seres queridos que viven en Santiago de Chuco; luego Corola de Bruma, donde los sentimientos intimistas y los objetos personales invaden los versos cortando su propia luz. En el 2002, publicó el poemario Savia abrigada, con prólogo de Iván Rodríguez Chávez, Rector de la Universidad Ricardo Palma. Transcribo el poema liminar de su segundo libro que lleva por título, precisamente:

"Bruma"

Extendió la tarde
su roja agonía
en el horizonte
de espuma.

¿Qué llevaba presurosa
y qué dejaba en el vacío?
¿Qué escondían la bruma
y el redondo infinito?

Al morir su corola
creció la noche.
El agua de euforia
rompió historias
alocó palabras. (1995:3).

Erasmo Alayo, médico siquiatra, escribe una poesía con una carta social que lleva raíces de lúcida protesta por las injusticias que sufren los seres desposeídos. Unos versos que desgarran los sentimientos. Cito íntegro el texto titulado "Del mantel largo de los sueños":

Madre,
si no hay que comer
nos comeremos el mantel.
Padre,
si no hay que comer
cuéntanos de siembras y cosechas
y nos comeremos de memoria el trigo.
Hermanos,
si no hay que comer
nos comeremos las uñas
para que no sangren los sueños. (1999: 180).

Gustavo Benites Jara es docente de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Trujillo. Con la tesis El antihumanismo liberal: el individuo como totalidad obtuvo la Maestría en Ciencias del Desarrollo, en la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Solivia. Su poesía se nutre, a borbotones de un yo lírico que al extenderse da fuerza a las acciones llegando a veces a los límites de lo metafísico.

Citemos a los representantes de la Generación de 1970, (insisto) uso esta clasificación por razones cronológicas y no ideológicas literarias. Ellos son: Teobaldo Sánchez Vásquez, Manuel Ruiz Paredes, Alejandro Benavides, Betty Sánchez Layza y Ángel Gavidia. Solo por razones de espacio destaco a los dos últimos citados.

Betty Sánchez Layza es una reconocida exponente de la literatura infantil peruana. Sus versos para niños encierran, siempre, una delicada nostalgia que se funde con una callada alegría memoriosa. Apreciemos y contemplemos su:

CALLECITA

Callecita empedrada
de mi tierra,
recuerdo de la infancia
y las tertulias.
Tu suelo dulce,
tus piedritas pintadas...
mis pasos, otros pasos,
huellas de la vida.
Eres siempre la misma,
silenciosa y abrigadora.
Hoy recuerdo tu lluvia,
tus pasos, tu silencio... (1999: 213).

Ángel Gavidia posee un imaginario singular. Su estilo sobrio lo lleva, muchas veces, a la concisión del haiku, y su preocupación sobre el destino del hombre se tiñe de angustia filosófica y de alborozo campestre. Es médico de profesión, y poeta por vocación. Además su calidad creativa, muy alta, se entrega no sólo en sus textos líricos sino en sus inquisiciones literarias (verdaderos aportes por su original enfoque); cito tres: "El habla santiaguina: gen y raíz de la poesía vallejiana", "El cólera en la ficción de García Márquez", y "Entrevista a Yolanda Ramírez, inspiradora de "Leticia" en Crónica de San Gabriel de Julio Ramón Ribeyro". Gavidia formó parte de los grupos Raíz Cúbica de Cajamarca y Greda de Trujillo. De su libro Un gallinazo volando en la penumbra, cito:

La palabra
aquí y
allá palideciendo
tensa
como un tambor
como un arco de nervios
como un hombre
abriendo los brazos
fuerte
débil
fuerte
arando en el mar (1996: 52).

Este artículo ha excedido, en buena hora, la intención de una breve presentación del libro antológico Santiago, tierra de poetas de mi fraterno amigo Danilo Sánchez Lihón, a quien, finalmente, reitero, mi cálida felicitación, a él y a su tierra natal. Santiago de Chuco, ahora, ya posee un libro que registra el esplendor de sus voces poéticas: que han nacido de los puquiales cristalinos, han crecido con los majestuosos cerros, y se han esparcido por los vientos del mundo para todos. La poesía es la palabra eterna.

NOTAS

(1) La danza de los "palios" es la más importante de Santiago de Chuco. La bandada de los palios congrega 12 o 18 bailarines y al cajero que toca el tambor y la flauta. El pallo es un hombre fuerte que baila día y noche sin demostrar cansancio. La danza representa una costumbre ancestral de los Chucos (los primeros pobladores de la región), la vestimenta que se usa es española, y el sombrero y las insignias imitan a las que lleva el Patrón Santiago.

(2) La "caja de Tayanga" es un tambor, de mayor tamaño que la "tinya", que se cuelga siempre de una mano, mientras se percute, con la otra, con una baqueta. Este tambor se construye con un aro de madera, forrado con cueros de animales, que se tiempla estirando una cuerda en zigzag y que es el soporte del instrumento. La flauta es una caña del tallo del saúco, debidamente instrumentada para emitir las combinaciones de las cinco notas de la música incaica.

(3) La danza de las "qiyayas" es tan impresionante como la de los palios. Algunos la denominan la "danza de las pallas". Estas muchachas elegantemente ataviadas cantan y bailan ofreciendo un espectáculo hermoso. Un personaje complementario es el "negro de las qiyayas", que es el cuidador de ellas; cubre su rostro con un tejido de lana negra, sus pies están protegidos por los "llanques", y porta un fino látigo de cuero.

(4) "Juan Osito",o la "danza de los osos", tiene como protagonistas a los bailarines que representan a dichos animales. Están vestidos con pieles de osos, y los rostros se ocultan con capuchas de igual material. Otro personaje es un domador o cazador, carabina al hombro, vestido con casaca y polainas.
El "Quishpi Cóndor" se llama así porque el bailarín principal está disfrazado con plumas del rey de las aves, y su danza es armoniosa como su vuelo. El otro participante es un campesino que porta un ovillo de tela sujeta a una cuerda para despejar el camino. Todas las danzas tienen su músico que toca la caja de Tayanga y la flauta.

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