sábado, 6 de noviembre de 2021

SEMANA FORESTAL NACIONAL - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL ÁRBOL DERRIBADO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 


 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
SEMANA
FORESTAL
NACIONAL
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
EL
ÁRBOL
DERRIBADO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
1. Con flores
diversas
 
Ahora el árbol derribado yace en el suelo estremecido. Su tronco, sus ramas y sus hojas han roto e invadido varias cercas de pencas por lo alto que es o ha sido, y así permanece a todo lo largo del campo.
Desde que lo oímos caer en la hondonada hemos corrido para recoger los nidos de los pájaros aún vivos, y para darles los últimos auxilios si estuvieran malheridos y maltrechos.
O hemos llegado hasta aquí para auscultar mil sorpresas, como los diversos panales de abejas, o las madrigueras de otros animales como larvas, orugas y comejenes que escogen los follajes altos para en ellos hacer sus guaridas.
Hemos corrido, para ver mil y otras rarezas que tienen los árboles: entre sus ramas desde donde nacen otras plantas con flores diversas, unas nacientes, otras ya acabadas.
Y junto a ellas, variedad de insectos de mil formas y colores y que nunca desde el suelo por donde deambulamos nos cabria ni siquiera presentir ni imaginar.
 
2. De viento
y de fuego
 
También recorremos haciendo equilibrio sobre el tronco ya tendido coleccionando los trompitos en donde los eucaliptos esconden sus semillas.
Y para después, ya quitadas las ramas, correr sobre su tallo infortunado, haciendo saltos, piruetas y volantines.
¡Qué sensación la de tener bajo nuestros pies lo que antes era etéreo e inasequible!
En estas ramas se enredaban las neblinas altivas, los amaneceres soberbios, los crepúsculos desgarrados y los trinos de aves insólitas, con quejas y lamentos esos sí inhallables.
Ahora saltamos sobre su corteza y hacemos montura en una rama que aun estando pegada a su tronco produce un balanceo que imaginamos es el galope de mil corceles.
Palafrenes briosos de ilusión, de viento y de fuego, incursionamos asidos a sus crines en un sitio al cual antes ni siquiera alcanzábamos a mirar desde el suelo ordinario y miserable.
 
3. Su último
suspiro
 
Yace ahora horizontal  el árbol derrocado, al ras de nuestros pasos y nuestros saltos, con las ramas derramando toda la fragancia que les queda.
Y que la exhalan como una ofrenda para nosotros que no le obsequiamos nada, que reconocen que somos inocentes salvo nuestros gritos, alegrías y arrebatos que son atolondrados.
O tal vez nuestras ofensas, injusticias y maltratos sean como cuando enojamos a nuestros padres o madres por alguna travesura.
Pero ahora jugamos con él y en cierto modo, lo acariciamos, consolándolo así, de ese modo, de la inmensa desgracia que le ha tocado vivir y le ha ocurrido en su pacífica y noble existencia.
Pero sin condolernos y sin expresarle nuestro pesar sino más bien acompañándole con lo único que somos y tenemos: nuestra vida común, corriente y también pasajera.
Y, lo más importante, admirando lo que tiene de maravilloso y que nos lo regala como si fuera su último suspiro. 
 
4. Se avivan
las llamas
 
Después de los días en que su recio tronco es despedazado a hachazos y hecho leña, nosotros recorremos paso a paso las huellas de la acequia que el grueso tronca ha dejado.
En la tierra el golpe de su caída y los días que han pasado en volverlo leña, ha puesto blanquecinos los tallos de las hierbas que recién se desperezan después de haber soportado el peso de su inmensa desgracia.
Al lado están las mujeres humildes y sus hijos que han pedido permiso para recoger la multitud de hojas que ya están secas. Y aquellos trompitos llenos de semillas. También la profusión de astillas que han hecho saltar los leñadores y que una parvada de niños llenan en sus canastas amarillas.
Para luego ir a parar al fogón donde se avivan las llamas compasivas con que se abriga las noches frías en el hogar sencillo, para después hacerse ceniza y sucumbir en aquella eternidad uniforme que hace cada uno de sus átomos y destinos.
 
5. Este
cimiento
 
 Toda nuestra presencia inocente y cantarina será, digo, como haber venido a arrastrar el luto por un rey o un monarca muerto.
Aunque correteamos alegres y felices como en realidad ocurre en la vida tan grave y a la vez liviana y ligera de la naturaleza.
Pero, ¡he aquí el tronco del árbol que ha quedado afirmado a la tierra con sus raíces! Lo acariciamos abrazándolo y queriéndolo consolar de su pena.
Más, ¡oh prodigio! Nuestras manos descubren unos brotes tiernos del tamaño de las yemas de nuestros dedos de un verde esmeralda encantado en su follaje tupido. ¡Son los nuevos árboles que se erigirán mañana!
¡Qué conmovedor comprobar cómo la vida surge cada vez tan enlazada sobre la base de lo antiguo, incluso ya inexistente, salvo este cimiento!
Y ¡cómo en lo viejo se esconde la maravilla  de lo nuevo! Esta matita al lado del tronco es un bosquecillo de verde follaje luminoso.
 
6. Música
oculta
 
¡Es un rebrote tierno que hará que de aquí salga un bosque de árboles gigantescos!
¡Hará que aquí nuevamente la vida resurja en este sitio con sus trinos y nidos de pájaros!
Hará que aquí ya no uno sino varios árboles se eleven otra vez inmensos.
y será así porque se apoyan en estas raíces colosales que se esconden hacia abajo, hacia adentro y al fondo de la tierra.
¡Es la vida hundida interiormente, hecha de tradición, herencia y pasado la que pugna porque aflore hacia afuera algo de su apariencia tan nueva y que tiene el timbre de lo candoroso y reciente!
Aquella vida de adentro que de repente es más vida que la de afuera, porque tiene su propia savia, su propio esplendor y su propia música oculta que así nos la legan.
 
7. ¡La vida
nueva
 
Que se basa también en el árbol de adentro que todos los hombres felizmente tenemos y que somos.
Porque hacia adentro, y en el interior de nosotros mismos, adonde estemos y vayamos, llevamos un árbol gigantesco.
Igual que los de afuera poblado de sus aves y sus trinos, de abejorros y sus vuelos misteriosos, como de sus aromas y fragancias inconcebibles.
En ese árbol de adentro también se posan las aves y tejen sus nidos las abejas y mariposas.
De donde también modelamos un arado, afinamos un arpa, tallamos un violín. O una cama o una mesa desvelada.
De donde surge el fuego que nos abriga los huesos y la luz que nos alumbra el camino.
Y, ¡oh prodigio! ¡Es en todos los árboles cortados en esta mi comarca en donde brota y surge otra vez la vida nueva!
 
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El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
 
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
 
dsanchezlihon@aol.com
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Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
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Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
 
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