sábado, 9 de noviembre de 2019

CAMPOS DE TRIGO Y AZUCENAS FRAGANTES - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN



EL BIEN DE SER

CAMPOS DE TRIGO Y AZUCENAS FRAGANTES
 


Danilo Sánchez Lihón

No es sabio el que sabe
dónde está el tesoro,
sino el que trabaja y lo saca.
Francisco Quevedo Villegas

1. Faro
que guía

De joven soñaste, como todos soñamos, en ¡cómo alguien te amaría! Tu ilusión era ser tan genial, bello y valeroso, tanto que sería natural conquistar el corazón de la más bella y virtuosa muchacha de tu pueblo.
Al ver los sufrimientos de cada día descubriste que la verdad estaba más próxima e inmediata de nuestros ojos, y lo que hay que hacer dista lo más cerca todavía de nuestras manos.
¡Y que amar es el secreto!
Que no importa tanto que te amen, sino tú amar. Que tú ames, esa sí es verdad. Y ames sin exigir nada. Sin pensar en la posesión ni siquiera en el acercamiento.
Que no tanto es importante que el amor te rodee y te prodigue sus dones, delicias y encantos, sino que tú seas capaz de dar comprensión, cariño y abrigo.
Como amor legítimo, no capricho ni desvarío, ni pasión, y lo cual al final será faro que guía.

2. A todo
lo creado

Que no importa que encima y en torno tuyo se deshojen las más hermosas flores, sino que lo fundamental es que tú sientas amor desde dentro y al fondo de ti mismo.
Porque que te amen es ajeno. Será la emoción, el deliquio y la pasión de la otra persona.
Que eso nunca será verdaderamente tuyo. Que eso no te pertenece. Que esa persona, así como amarte, podría ser indiferente, desamar y cambiar de rumbo eligiendo un sendero distinto.
Afanarte en que te amen sería preocuparte por algo ajeno. Que ese sentimiento en todo caso enriquecería a esa persona, pero no a ti, ya que no te pertenece.
Lo que es tuyo, propio y legítimo es el amor que tú puedas sentir. Y no solamente hacia una persona sino a todo lo creado, y ser la nave y ser el puerto.

3. Hacer brotar
lo genuino

De joven elucubraste día tras día: ¿Existe Dios? ¿Qué es la vida? ¿Con la muerte acaba todo? ¿Cuál es el centro y el punto originario? ¿Cuál la fuente? ¿De dónde mana la realidad? ¿En dónde radica el punto clave y central de todo? ¿Dónde brota el manantial y cuál es el punto de llegada?
Concluiste en que todo es simple. Que en lo simple está lo complejo y no en lo complejo lo simple.
Que las preguntas quedan en el arco que tiempla la flecha y que no van en la flecha misma, que es aguda y tiene punta, pero la verdad es vasta, amplia y abierta al universo.
Que todo se tamiza y se decanta en verdades sencillas y amigables. Que las respuestas nos la dan los campos sembrados.
Descubriste que la vida nace y brota donde quiera. Que la vida nos prodiga a cada paso su cariño y su canto de amor y de esperanza. Que a cada instante nos prodiga lo nuevo.
Que a cada instante podemos hacer brotar lo genuino y vivir la maravilla y lo extraordinario.

4. De viento
y agua

Te preguntaste entonces, hasta deshacerte y llorar lágrimas vivas: ¿Por qué el dolor? ¿Por qué el sufrimiento y la injusticia?
¿Por qué nació un niño sin brazos y sin piernas?
Y, ¿por qué murió una madre al momento de nacer su hijo, para no tenerlo en brazos jamás? ¡Y ese niño no saber lo que es tener cariño de madre!
Y descubriste que lo importante no es la pregunta sino las respuestas que nosotros mismos podamos dar.  Y no tanto las elucubraciones verbales o las argumentaciones elaboradas intelectualmente.
Que lo importante son las soluciones simples, elaboradas con nuestros actos ante las más radicales preguntas y adversidades. Que lo importante es la gratitud.
Que es el molino que aprovecha el viento y el agua para mover sus aspas y moler el trigo

5. Una
hilacha

Quisiste escoger la más importante vía, medio y herramienta para luchar y vencer. ¿Era acaso la razón? ¿Era la ufana inteligencia? ¿Se trataba de la explicación más contundente e infalible científicamente elaborada? ¡No!
Descubriste que lo más importante es aquello que no ostenta, que no relumbra ni tiene fulgor, sino que, al contrario: es humilde y devoto, cuál es la fe, el creer en algo; la esperanza, el bien y la verdad.
Anhelaste en el alma haber podido conocer en vida a Jesús. Tener en las pupilas la sensación de haberlo mirado a los ojos, de haberte arriesgado junto a él a cargar su cruz; siquiera por un breve instante coger una hilacha de su túnica ensangrentada.
Descubriste que a Jesús puedes verlo todos los días de la vida, en la gente pobre del mundo, en los seres atormentados en quienes se cierne toda la adversidad y pena. Que a Jesús lo vemos en los niños y en las mujeres que sufren, como en los seres auténticos y valerosos.

6. Claro
y cristalino

Te preguntaste finalmente cuál es el centro, dónde y de qué modo coger la cabeza de la hidra o del dragón.
O qué hacer para abrazar al ángel. Te cuestionaste acerca de cómo hacer para no perder tiempo, ni divagar por las ramas.
En, ¡cómo acertar! Y descubriste que el centro es lo marginal, los basurales de donde recoger enfermos, deshechos humanos, sangrantes y doloridos.
Seres desgreñados y putrefactos, pero en donde está Dios. Y traerlos a casa, lavarlos, curarlos y servirlos.
Descubriste que la respuesta no está en las palabras sino en el canto del mirlo que trina en la enramada, que horada el día y su trino es fuente, cascada blanca y verdad suprema.
Que su canto es claro y cristalino, simple, natural y sencillo. Que sintetiza y tamiza todo.

7. De trigo
y azucenas fragantes

Descubriste que el centro es servir. Y así se te reveló definitivamente la naturaleza divina de todo lo creado. Que no tiene genes sino como eje la bondad, lo moral, el espíritu.
Mundo donde todo es sagrado. Y descubriste que en el fondo de todo hay una misión para cada uno de nosotros y un destino qué cumplir.
Y así, sobre los hondos y tajantes abismos, sobre las caídas supremas del alma y del cuerpo has tendido puentes que parecen imposibles de cruzar. Y peor aún de que algún día pudieran tenderse barandas sobre los precipicios.
Y así tus lágrimas del inicio de tus dudas se transformaron en virtudes. Y tu dolor en campos sembrados de lirios, de trigo y de azucenas fragantes no solo como alivio sino como himnos para nuestras vidas.


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