Danilo Sánchez Lihón
Hoy,
15 de agosto del año 2017, es Día de Arequipa, en que se realiza uno de
los desfiles y pasacalles más extraordinarios y apoteósicos de América
del Sur. ¿Qué mejor manera de homenajear a esta ciudad que en la memoria
de uno de sus hijos más ilustres, como lo es Antonio Cornejo Polar? ¿Y,
qué mejor que enfocando un tema siempre actual y vigente, como es la
literatura infantil y juvenil, el mismo que será centralmente abordado
en el 31 Encuentro Nacional e Internacional APLIJ, que se realizará
próximamente entre el 13 y 16 de septiembre del presente año, 2017, en
Ayacucho? He aquí el documento:
“Préstame la pétrea fuerza del pasado
y yo te prestaré las alas del futuro”.
Robinson Jeffers
Introducción
Llovía
intensamente en Pittsburg cuando, con Antonio Cornejo Polar y Cristina,
su esposa, recorríamos, agachados bajo los paraguas, primero la hermosa
placita del Alleghen en el centro histórico de la ciudad, hecha de
vidrio y de acero –él pugnando por encender un cigarrillo– y, luego, los
tres de arriba abajo por el “campus” de la antigua universidad.
Hacia
el conglomerado de Pittsburg apuntan amenazantes muchas ojivas
nucleares, puesto que es el principal centro de investigación de energía
atómica con fines bélicos, y el núcleo de las acerías que colmaron de
tanques, barcos y aviones los frentes de batallas en la Segunda Guerra
Mundial, y sigue proveyendo de ellos al ejército norteamericano.
Allí
trabajaba desde hacía algunos años este brillante profesor
universitario peruano de procedencia arequipeña, a quien esa prestigiosa
casa de estudios le hizo concesiones excepcionales a fin de retenerlo.
Sin
embargo, posteriormente ejerció la docencia en la Universidad de
Berkeley, en California. Quien me invitó a visitarlo en aquella ciudad,
me alojó en su casa y entre tantos temas sobre los cuales conversamos
pude grabar este, sobre literatura infantil y juvenil.
1.
D.S.L.
Antonio ¿Cuáles consideras como las razones históricas, sociales,
estéticas o literarias, por las cuales no ha habido de manera
ostensible, nutrida y constante una literatura para niños y jóvenes en
el Perú, considerando que los siglos XVII, XVIII y XIX produjeron en
Europa a los grandes escritores de la literatura infantil como charles
Perrault, Jean de la Fontaine, Hans Christian Andersen, los hermanos
Grimm y a los fabulistas españoles Tomás de Iriarte y Félix Samaniego?
¿Por
qué entonces y a contrariamente a lo que ocurría en el Perú, que lo
imitaba todo de Europa, no tuvieron lugar aquí esas manifestaciones a
favor de una literatura emparentada con la población infantil y juvenil?
¿Cuáles serían a tu parecer los motivos de esta situación?
A.C.P.
En parte creo que el florecimiento de la literatura infantil y juvenil
en Europa fue una manifestación tangencial, pero importante, del
romanticismo, y de la necesidad de encontrar ciertos valores, como
también sentimientos más simples, el candor u otros contenidos, que eran
considerados como muy trascendentes por los románticos.
De
otro lado, parte de esta literatura, en el caso de Europa, tenía mucho
que ver con las tradiciones nacionales y, como sabemos, el romanticismo
tuvo como una de sus grandes metas la consolidación de los estados en
ese viejo continente, por consiguiente, dentro de ese proyecto esta
literatura, que volvía a la tradición y a los eventos antiguos, que
podían reformular viejas leyendas, fábulas, etc., también podía servir a
este proyecto de consolidación nacional y por esa razón es que
prospera.
Pienso
que, en América Latina, y especialmente en el Perú, el romanticismo fue
débil y probablemente por eso es que no se produjo un cultivo similar
de la literatura infantil y juvenil; aunque algo hubo a este respecto,
pero mucho más tardíamente, pienso, por ejemplo, que hay dos figuras
importantes, pero obviamente en otra época, me refiero a Francisco
Izquierdo Ríos y a Carlota Carvallo de Núñez, que creo fueron dos
clásicos en este sentido.
2.
D.S.L.
Algunos estudiosos, preocupados por este tema, creen advertir que la
falta de una literatura infantil o juvenil es un problema de identidad,
con el agravante de no haber reconocido o valorado debidamente nuestros
aportes orales, tradicionales, folclóricos, que constituyen y hacen la
primera versión de la literatura infantil.
Y
también por no reconocer que somos una población fundamentalmente
infantil y juvenil hacia la cual los escritores nos debemos en primer
lugar. ¿Crees que hay un problema de coherencia de lo que son los
discursos literarios con lo que es la realidad del Perú y especialmente,
en este caso, la ausencia de una versión de literatura para niños y
jóvenes formaría parte de estas contradicciones, solapamientos y
negaciones de nuestra identidad, problema muy acusado en el Perú?
A.C.P.
Yo creo que tal vez el problema mayor no sea el hecho de la no
existencia de una literatura infantil y juvenil nutrida, sino que ésta
existe en términos de literatura oral y por consiguiente se realiza
dentro de un circuito marginal respecto a lo que solemos llamar, entre
comillas, “alta cultura”.
Tengo
la impresión que en las familias, y sobre todo en las familias
campesinas o populares, hay una tradición de mitos, fábulas, leyendas,
refranes, etc., que van circulando y modificándose de generación en
generación y que allí sí hay una tradición muy rica.
Lamentablemente
creo que la conocemos poco y poco la hemos llevado al formato del
libro; entonces el problema no estaría tanto en la ausencia de este tipo
de relato o de poesía, sino en nuestra incapacidad de traducir eso a un
lenguaje más universal, como podría ser la escritura.
Realizar
esto permitiría, además, una relación horizontal entre distintas
tradiciones que coexisten en el Perú; haría posible que un cuento de
Puno se conociera en zonas de la selva, por ejemplo. Por tanto,
considero que es más un problema, primero de investigación y, luego, de
trabajo de edición y de divulgación de esta materia.
3.
D.S.L.
Ciertamente, recuerdo muy bien una conferencia que dictaste en el INIDE
donde apuntabas certeramente todo esto y no olvido tampoco algunas
inquietudes o comentarios posteriores de algunos maestros que escucharon
esa advertencia o atisbo tuyo, de que existe una literatura oral más o
menos fecunda, pero en el ámbito de vida cotidiana y más ligada al
ámbito rural del Perú.
Pero
aparte de la edición de libros, que siempre es una función muy limitada
en nuestro medio, ¿qué otras propuestas, operaciones y vías se podrían
realizar o seguir a fin de que se transvase esa literatura oral hacia lo
que forma parte de una cultura más ligada a la educación, o a los
soportes o convenciones de la vida moderna?
A.C.P.
En términos generales, e inclusive pensando en otros problemas de la
literatura más reciente, que suele reconocerse bajo el nombre de
post-moderna, existe la discusión teórica sobre si, de alguna manera, la
relación actual con la cultura se hace fundamentalmente a través del
sonido.
Es
decir, que también en este caso, con más evidencia acerca de lo que
acabo de mencionar, cabría imaginar formas de difusión de esta
literatura que emplearan nuevas tecnologías y que, de alguna manera, sin
salir del terreno de la voz o de la oralidad, se pudiera hacerla
circular más intensamente y más extensamente por el cuerpo social.
El
gran problema en estos casos suele ser que ese tipo de tecnología no
está dedicada a trabajos de cultura o a trabajos de afirmación de
identidad nacional, y entonces los medios comienzan a fallar, referentes
a un proyecto de esa naturaleza.
Pero
creo que sí es importante reflexionar en el hecho que objetivamente el
niño y el joven tienen hoy un acceso a la cultura que parece depender
mucho más de la imagen y de la palabra dicha, que de la escritura
propiamente, eso por supuesto no quiere decir que descuidemos el libro
ni ninguna de las otras formas escritas, pero sí que podemos
experimentar con otros medios y otras tecnologías.
4.
D.S.L.
Pasando a otro aspecto, mucho de la literatura exitosa es aquella
puramente lúdica, que es la capacidad de ilusión, de fascinación y
creatividad abierta al mundo, sin ningún lastre ni atadura que lo limite
u oprima. Pero eso es casi inimaginable en algún escritor peruano.
¿Crees
que hay alguna razón por la cual un autor, un escritor literario en el
Perú tenga una suerte de impedimento casi fatal de poder hacer volar la
imaginación, la ilusión, la fantasía de manera desprendida de todo lo
que son sus substratos sociales, concretos y reales?
¿Por
qué no hay escritores que se dediquen al hechizo puro de la palabra y
de la quimera, como en otras latitudes? ¿Hay alguna razón cultural que
permita explicar esto y que nos prohíba o nos condene a no tener una
literatura infantil que sea el gracioso y soberano gusto por la imagen,
esa dimensión netamente de hechizo, encanto y sortilegio?
A.C.P.
Yo creo que tal vez hay dos puntos a tratar respecto a esta
problemática. El primero es que la literatura infantil y juvenil ha
estado muy ligada a la pedagogía y de alguna manera ha funcionado en
relación con ciertos objetivos o metas que se tratan desde una
perspectiva concretamente didáctica o educativa.
Y
eso hace que este tipo de literatura tienda siempre a enseñar algo, a
ser útil de alguna manera, a coadyuvar en el trabajo educativo. Pensando
en términos positivos si se quiere, en el sentido de que hay que dar
lecciones de civismo, lecciones de cualquier materia, pero siempre con
la idea de ofrecer una lección.
Creo
que eso ha limitado un poco la capacidad de una literatura de este tipo
que sea más puramente imaginativa, lo cual evidentemente es un error,
porque también la imaginación, la sensibilidad, la capacidad de fingir y
de emocionarse frente a lo puramente fantasioso, es parte de la
condición del hombre y debería ser también parte de su educación.
Por
otro lado, creo que no solo en el campo de la literatura infantil y
juvenil, hay una tradición en la literatura peruana y sudamericana de
compromiso o de necesidad de enfrentar situaciones socialmente
angustiosas o deprimentes, o problemas que directa o indirectamente
atañen a grandes núcleos humanos, y creo que eso funciona tanto en la
literatura adulta como en la literatura infantil y también puede haber
sido una razón para que este tipo de literatura imaginativa se cultive
menos, o se cultive muy poco.
Creo,
sin embargo, como lo decía hace un momento, que es importante señalar
que aún desde esa perspectiva la capacidad de fabular es una de las
capacidades que permiten que el hombre sea más humano.
5.
D.S.L.
En México y en España, Antonio, yo he asistido recientemente a una
especie de festivales muy entusiastas de gente en las calles, en los
trenes, en los parques y en distintos espacios públicos que hacen
actividades muy gratas y significativas como la de narrar cuentos, tanto
de la tradición literaria nativa, como de versiones orales de textos
escritos por autores universales, muchos de ellos inclusive de la
actualidad.
Este
es un movimiento pujante en otros países latinoamericanos y europeos.
¿Es ésta una forma de cumplir con algún rito esencial del quehacer
literario? ¿Qué observaciones, alcances o notas darías sobre este tema,
que en el Perú también se ha iniciado con grupos que cada vez con mayor
animación, confianza y fervor empiezan a hacer narración de cuentos en
talleres, teatros y plazas?
A.C.P.
Dependiendo de las épocas, que son muy definidas a este respecto,
siempre hubo una tendencia a oralizar la escritura o a difundirla
oralmente cuando es de raíz oral. Desde los juglares en la Edad Media,
siempre ha habido esta tentación, por decirlo así, de poner un relato
directamente en contacto con su auditorio, que puede reaccionar en el
mismo momento.
Es
importante señalar que a través de las repercusiones que se van
logrando en la actuación inclusive puede suscitarse que quien lo está
contando modifique algunas partes, enfatice otras, quite algunas que
parecen inoportunas en ese momento o qué se yo. Es decir, se produce una
comunicación mucho más directa entre autor y público y una relación
mutuamente productiva.
Entonces,
la idea me parece estupenda y como digo es una tradición que viene por
lo muy menos desde los juglares y que en América Latina tuvo un momento
bastante interesante, si bien no en el campo del relato, en el campo del
teatro, cuando en la década del sesenta se habló de teatro en la calle,
de teatro improvisado –de alguna manera improvisado– en circunstancias
políticas y sociales especialmente significativas.
Este
teatro volcado hacia la calle y que más bien trata de mimetizarse con
la vida real, podría ser un antecedente valioso para esta renovación o
este renacimiento del fabulador que cuenta sus propias creaciones, o
creaciones ajenas, directamente ante un público, con el que se vincula
hasta corporalmente, puesto que ya no es solamente la letra sino también
el gesto, la entonación o algunos otros elementos que pueden ingresar
en la comunicación.
Creo
que es una práctica interesante que los grupos de promoción cultural de
vanguardia podrían asumir como una experiencia válida para reinsertar
la literatura de manera más productiva y fecunda, en el cuerpo social
del país.
6.
D.S.L.
Antonio, la literatura infantil y juvenil en el Perú, ¿te parece
promisoria? ¿Es legítima y auténtica? ¿Qué reflexiones te produce pensar
en este tema que en el Perú ahora alcanza más o menos una especie de
noticia de primer orden?
A.C.P.
Yo creo que, también en términos generales, uno de los grandes
problemas que se están discutiendo en la teoría literaria y también en
el pensamiento crítico, en muchas partes, es la reivindicación y
revalorización de aquello que puede denominarse como literaturas
marginales o marginadas.
Estoy
pensando, por ejemplo, en la literatura femenina, en la literatura de
los grupos étnicos desfavorecidos históricamente, en el testimonio de
otros grupos sociales igualmente discriminados, que hoy día comienzan a
ser trabajados dentro del “corpus” de la literatura, siempre con el
problema de encontrar métodos adecuados para acercarse a estas
literaturas que antes se veían como subliteraturas o como literaturas de
segunda categoría, y que obviamente no lo son.
En
este sentido, teóricamente se trata de un problema general que
podríamos resumir en que se está produciendo un cambio en el concepto
mismo de literatura, y que este cambio tiene como objetivo fundamental
modificar el concepto de literatura para incorporar precisamente todas
estas manifestaciones que habían quedado un poco en los márgenes, y que
se veían desde una perspectiva central, algo borrosamente.
Entonces
yo creo que sí, la literatura infantil y juvenil también puede entrar
dentro de esta reivindicación de las formas marginales, y que ése podría
ser un trabajo francamente muy estimulante.
7.
D.S.L.
Máximo Gorki escribía que los verdaderos artistas en el campo de la
literatura eran aquellos que escribían obras auténticas y legítimas para
niños. Los otros escritores para él no eran artistas sino artesanos.
Indudablemente,
la literatura infantil es importante y fundamental porque a través de
ella recuperamos el derecho a la imaginación, el pleno disfrute de la
belleza, la soberana disposición a la utopía y, sobre todo, a la
construcción de una esperanza para nuestros pueblos.
En
ese sentido, ¿qué recomendaciones tanto para los creadores de
literatura infantil como para los críticos, estudiosos y comentaristas
darías tú?
A.C.P.
Lo que pienso es que hay muchos problemas que aún no han sido
suficientemente pensados, ni resueltos en este campo específico. Por
ejemplo: con relativa frecuencia existe la idea de que el niño admite
solamente un determinado contenido expuesto en un lenguaje
excepcionalmente simple, y en realidad creo que el niño es mucho más
sensible y mucho más inteligente de lo que presuponemos.
El
problema que mencioné hace un momento, esta especie de ligazón casi
inevitable entre literatura infantil y pedagogía, creo que tendría que
repensarse o, en todo caso, debe dársele una nueva dimensión.
Todo
eso hace que en el campo de la literatura infantil haya más
dificultades y se haya adelantado menos que, por ejemplo, en el campo de
la literatura femenina, donde sí se ha producido una transformación
sustancial y se han logrado resolver problemas teóricos y metodológicos
de análisis de esta literatura.
Pienso
en resumen que, dentro de esta corriente, que es muy estimulante, de
ampliar el circuito y el ámbito de la literatura y de incorporar dentro
de ella manifestaciones que parecían secundarias, creo que podríamos
incluir la literatura infantil y juvenil.
Creo,
sin embargo, que falta una especie de afinamiento teórico sobre qué
entendemos acerca de ella y cómo ésta se inscribe dentro del campo
general de nuestra literatura.
Me
da la impresión que, mientras no resolvamos estos problemas, que son
más bien teóricos, algunos de los dilemas de los que hemos hablado van a
subsistir por algún tiempo.
Colofón
Antonio
Cornejo Polar junto con Ángel Rama de Uruguay, son los baluartes que
desde la crítica literaria estructuraron para América Latina categorías
de pensamiento sistemáticas, rigurosas y propias.
Él
configuró un sistema de pensamiento definido como la heterogeneidad
discursiva, que ahonda no solo en los géneros y formas literarias sino
en los espacios de sensibilidad, en los sujetos de producción verbal
como en la heterogeneidad del mundo.
Nació
en Lima el año 1936 pero siempre reclamó su identidad arequipeña, como
correspondía por sus ancestros. Murió en mayo de 1997 aquejado de una
imprevista y penosa enfermedad.
En
clases sus palabras, fluidas y exactas, y que obedecían a esquemas de
razonamiento y erudición bien estructurados, apenas dejaban espacios a
las bocanadas de humo de los cigarros que fumaba uno tras otro.
Las
volutas nublaban el pizarrón, pero no su mirada límpida detrás de los
cristales de sus anteojos, ni tampoco empañaban los colores vistosos de
sus corbatas que apenas sobrepasaban la mitad de su pecho en su figura
delgada, esbelta y elegante.
Fue
director de la Casa de la Cultura del Perú en la época más expectante
de nuestro país, y fue elegido Rector de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, como culminación de un movimiento apoteósico de
renovación universitaria. (D.S.L.)
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