ISAURA
Por José Beltrán Peña
Isaura se llamará siempre,
después de mi madre
es la mejor maestra que he tenido.
Era una diosa, que iluminó y confirmó
mis deseos de varón.
Recuerdo cuando le rompí
"sin querer queriendo”
-cayéndome al suelo-
su panty negra levantándole
su hermosa falda a cuadros,
compartiendo con mis compañeros
el color de su calzón
recibiendo por ello,
el primer coscorrón de mi vida,
de una bella mujer inteligente
sintiendo una dulce sensación
de travieso y mágico pecado
notando en sus labios una
sonrisa encantadora.
También recuerdo cuando
con mis amigos del salón,
en la pizarra realizamos
nuestra primera clase gráfica
de anatomía comparada
referida al sexo
masculino y femenino
-no había más-,
y que al descubrir
llamó a nuestros Padres
pero no era para acusarnos
sino para que nos aconsejen y
nos Ilustren sobre el tema,
¡Ya éramos unos caballeritos!.
Podría contar más impulsos,
extraordinarias lecciones,
clavelindos florecimientos,
pero no es de hombres
hablar ni comentar nunca sobre
una dama aunque ya no esté,
pero sí les puedo decir libremente
que la amaré siempre porque
a ella le debo, el ser escritor,
fue quien me enseñó a
dominar y embellecer la vida
con palabras..
Ahora, sí, lo dejo ahí para que flote
en su cuerpo y en el mío
en su corazón y en el mío,
en los suyos, alumnos sin fin
en la travesura angelical de la vida,
las lecciones educativas
y hermosamente humanas entre
una maestra y un alumno;
habiendo sido fantástica cuando
me eligió junto con los más
altos y grandes para
sacar cara por el colegio
en el desfile escolar
en el Campo de Marte
poniéndome en la primera fila
detrás de la escolta abanderada
haciéndome sentir más perfecto
de lo que soy.
Isaura estés, donde estés:
¡Gracias mil!
maravillosa maestra,
extraordinaria amiga
hembra maravillosa,
¡VALES UN PERÚ!
Por José Beltrán Peña
Isaura se llamará siempre,
después de mi madre
es la mejor maestra que he tenido.
Era una diosa, que iluminó y confirmó
mis deseos de varón.
Recuerdo cuando le rompí
"sin querer queriendo”
-cayéndome al suelo-
su panty negra levantándole
su hermosa falda a cuadros,
compartiendo con mis compañeros
el color de su calzón
recibiendo por ello,
el primer coscorrón de mi vida,
de una bella mujer inteligente
sintiendo una dulce sensación
de travieso y mágico pecado
notando en sus labios una
sonrisa encantadora.
También recuerdo cuando
con mis amigos del salón,
en la pizarra realizamos
nuestra primera clase gráfica
de anatomía comparada
referida al sexo
masculino y femenino
-no había más-,
y que al descubrir
llamó a nuestros Padres
pero no era para acusarnos
sino para que nos aconsejen y
nos Ilustren sobre el tema,
¡Ya éramos unos caballeritos!.
Podría contar más impulsos,
extraordinarias lecciones,
clavelindos florecimientos,
pero no es de hombres
hablar ni comentar nunca sobre
una dama aunque ya no esté,
pero sí les puedo decir libremente
que la amaré siempre porque
a ella le debo, el ser escritor,
fue quien me enseñó a
dominar y embellecer la vida
con palabras..
Ahora, sí, lo dejo ahí para que flote
en su cuerpo y en el mío
en su corazón y en el mío,
en los suyos, alumnos sin fin
en la travesura angelical de la vida,
las lecciones educativas
y hermosamente humanas entre
una maestra y un alumno;
habiendo sido fantástica cuando
me eligió junto con los más
altos y grandes para
sacar cara por el colegio
en el desfile escolar
en el Campo de Marte
poniéndome en la primera fila
detrás de la escolta abanderada
haciéndome sentir más perfecto
de lo que soy.
Isaura estés, donde estés:
¡Gracias mil!
maravillosa maestra,
extraordinaria amiga
hembra maravillosa,
¡VALES UN PERÚ!
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