FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
PIEDRA
Y FUEGO DE
RELÁMPAGO
(Canto
Moral)
Danilo
Sánchez Lihón
1.
TODO ESTÁ EN TI
Todo
está contenido en ti. Y más
allá de ti
no hay nada Machu Picchu.
¡Ya no cabe
alas ni asomo! Después de
ti
ya no
se sube ni se baja. Ni se
va
ni se viene.
Ni se halla ni se pierde.
Ya,
después de ti,
nada se aleja ni se allega.
Porque
tú eres el principio y el
fin,
la trascendencia.
¡Y también la inmanencia!
Todo
anida contigo, tú contienes
lo vasto
y lo mínimo; lo anchuroso
y afilado;
lo que es útil y lo que aún
es
indescifrado. En ti es
donde
moran y
habitan el para qué, el
quién,
y el dónde. El
cómo y cuándo persuasivos.
¡Eso sí,
nunca el quizás ni el
todavía!
En ti
está la casa, el altar y
morada
de los dioses.
Tú
eres la evidencia concreta
de lo abstracto
esclarecido en piedra para
mayor
efecto, prueba y argumento;
señal
de que los dioses sí
existen.
Testimonio
irrefutable que el hombre
es
totalidad,
cuando abraza y es común
solidario.
2.
NO HAY MÁS
Nunca
sino contigo el hombre voló
sin alas
y aspiró tan alto y tan
arriba.
Ni vivió
tanta pureza. Ni murió tan
en
en la cima;
hermanado a las galaxias.
Nunca
el ser respiró más
profundo,
colmado e
inmerso en tu transparencia
y fue lucero.
Piedra
de eternidad somos contigo
Machu Picchu.
Contigo y por siempre somos
conscientes
y diáfanos. Tan en el
límite
y borde,
de lo increado. En lo que
ya
ni se adivina,
en otra vida, en otra
plenitud,
junto
a las estrellas
estupefactas.
Nunca
las manos y el tenue
aliento
labraron
una filigrana más exacta,
ni
se ideó
una rosa y una flecha más
impolutas.
Y se podrá ensombrecer y
doblegar
el mundo, pero tú te eriges
enhiesto
y encendido cual antorcha
inapagable
hacia los espacios
siderales.
3.
EN TI MORAN
Jamás
el globo ni la vida
albergaron
infinito
más que en ti, Machu
Picchu;
ni
el arpa, ni la quena ni la
tinya
aspiraron
elevarse hasta ser
sustancia
hechizada
en lo cósmico. Ni
explosionó
el silencio
de quienes suben danzando
arremangadas
las faldas por la hondonada.
¿Dónde,
sino aquí, se extasía
trémula
la pollera
que da vueltas y revolotea
en
el aire?
¿Dónde sino aquí el
pedestal
de nubes,
las cumbres y los abismos
se
sumergen
y humillan a tus pies?
¿Dónde
el tambor,
el pincullo y sonajera
vibraron
tanto, en el afán
inmortal de durar y
sobrevivir
para siempre?
No existe altar en el
universo
que tenga
tu ímpetu, tu vértigo y
altura, ni
tu recóndito
perfume germinal, o que
hunda
en la inmensidad
inacabada sus latidos y
raíces.
¡Ni tengan
sus vírgenes las entrañas
tan
hondas
y dulces como éstas que en
ti
moran!