Danilo
Sánchez Lihón
1.
Gritos
de
victoria
César Calvo vivió en estado
de poesía y de gracia siempre. Y supo darle a su vida y a su canto profundidad
y coherencia estrechando en sus brazos un país desafío como es el Perú; a quien
supo amarlo entrañablemente, e identificarse con las causas sacrosantas de su
pueblo que ninguna sensibilidad auténtica pueden obviar ni prescindir, pese a
que eso se paga con la marginalidad y el ostracismo, como él al final lo pagó,
pero cuya compensación es ser un poeta cabal y sobre todo un hombre verdadero.
Su poema “Para Elsa, poco
antes de partir”, es su carta de despedida o de suicida. Ya no de navegación,
porque ha sucumbido todo y no hay lugar a salvar nada. Ni siquiera hay ruta
hacia otro mundo, es apenas la confesión en su última instancia y de su último
enigma, siendo este uno de los poemas más hermosos e intensos de la poesía
universal.
En la conferencia que diera
en el Instituto Italiano de Cultura de Lima, en julio de 1974, tres años
después de la fecha que figura como de la composición de este texto, declaró lo
siguiente:
Poco después me ocupó
totalmente la certeza de que sólo podía escribir sobre un cuerpo sediento,
encimado al relámpago perpetuo… como quien galopa por una playa infinita,
desnudo y bañado en sangre, dando gritos de goce y de victoria…
2.
Que no
husmee
tu mano
El poema tiene el compás y
la intensidad de lo que son palabras límites, de aquellas que se dicen en las
rupturas definitivas, en el desgarro total, y que no se olvidan jamás, frases
que solo caben y portan las botellas que se arrojan al mar como mensaje ya sin
esperanza; poema extenso cuyos versos finales dicen:
Me había olvidado de escribir simplemente,
como quien bebe
o ama, sin que el Olimpo se me suba a la cabeza
Me había olvidado que un poema se prepara
con minuciosa alegría
como un regalo que ya nadie espera, y se moldea
con urgencia
y violencia, con irrepetible, con irremediable ternura,
como hacerle el amor a una mujer que va a morir
mañana
Me había olvidado que te vas a morir mañana
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
Me había olvidado que me voy a morir mañana
que no pide nada sino un poco de camino
.....
pero que yo no me dé cuenta
que no husmee tu mano
3.
Abierta
la
puerta
Que nunca lo sepa. Que
nunca más sepa de ti. Ni tú de mí. Que nunca te busque. Ni tú a mí, ni yo a ti.
Que no husmee tu mano.
.....
me había olvidado
el receloso animal que me habita
.....
...ayúdame a no olvidarte
y la pesada piedra que me amarra hacia el fondo
sea una pompa de jabón, las alas de un dulcísimo
castigo
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
sino un poco de camino, un tronco de sombra junto
al fuego
Pero que yo no me dé cuenta, que no husmee tu mano
el receloso animal que me habita
el desolado animal que me habita en la noche
y en el día
deja abierta la puerta para
que tú regreses o me vaya
4.
Que se aviva
y
apaga
Lo evidente es que
comprobamos en toda la poesía de este hechicero, y especialmente en este poema,
que la mujer es sobre todo para él una compañera fundamental y protectora en el
intento de cruzar el infierno, como sombra amada, añoranza o ideal.
¡No era cierta, entonces,
la pose cínica y succionadora de las entrañas de esas naturalezas vírgenes
doblegadas a su poder y seducción irreparable!
¡No era cierta, entonces,
aquella actitud voraz, carnívora, de dios o demiurgo azotador! En extravío
febril, en paroxismo sexual, ¡en grito y gemido de fiera que devora!
¡No eran ciertas sus
víctimas! ¡Él era la víctima siempre! El victimario ahora llora y sangra.
¿A quién tender los brazos?
¿Quién vela o espera a estas horas? Qué es aquello que aviva o apaga la vida.
La naturaleza de la poesía
casi siempre se inflama o apaga en relación con la mujer, sea amante, madre,
hermana, esposa, fantasma; o madre tierra
5.
Cuando
los
labios cesan
Y así esté frente a frente
la muerte, y el hueco se abra entre los pies de ambos, la mujer es sobre todo y
será siempre, y para él, la caridad perfecta, mundo piadoso y consuelo en la
peor excomunión:
Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
cuando me encuentre lejos de la memoria
que me devuelves
sin proponértelo
como quien llena un vaso de agua simple
y en el gesto de su mano extendida caben todos
los mares
.....
Ayúdame a quedarme cuando yo haya pasado
cuando yo haya pasado sobre el papel en blanco
como un cuchillo por el rostro
de estos días
en donde tú ya eres
la sonrisa que insiste
cuando los labios cesan
6.
Bañado
en
sangre
El mar se
abrirá entonces
y ha de pasar
en medio
de las olas
ese
niño
indefenso
y en su mano nosotros como el último fósforo
Como el último soplo,
aliento y pálpito en esta caída y en este abismo, en donde quisimos hacer el
camino cogidos de la mano contigo. Donde otra fuera la incógnita, la desolación
y el enigma por desentrañar, y no el gesto roto de nuestras manos vacías. Y
este tajo tuyo en la frente, en la mejilla y en el alma.
Y, como una marca de fuego
y dolor a toda esta desventura, quiero poner otra inscripción que es el reverso
de la medalla que presenta a César Calvo como asaltante de doncellas en los
caminos. ¿Cuál es? Es este otro enunciado o confesión que nos conmueve por su
significado, y por venir de quien viene, cuando dice.
He aprendido en esta vida,
si he aprendido algo, que nada hay más hermoso, nada más perdurable ni
perfecto, que el recuerdo encantado de lo que nunca ocurrió.
7.
Como lo fue
y
lo es
Y porque corrobora lo que
decíamos antes: que la mujer amada pudo ser solo una sombra en el muro; y que
esa es toda su carnalidad. Y un vacío en el alma. Mucho peor, la imagen de
aquello que más ocurre y duele, cuál es la felicidad que se esfuma entre las
manos. Y de la pavorosa soledad del ser. Peor si fueran dos que se sienten
solos.
Y, a la inversa de lo que podría creerse de un poseso
instintivo y lujurioso, más bien es en esta dimensión del arte cuando
encontramos en él a un romántico y atormentado esencial. Pues él evoca a la
mujer cuando es ausencia, vacío que sangra, soledad y sombra que ha quedado
tatuada en la piel muy cerca o dentro del corazón. O en nuestras manos que para
siempre quedaron vacías. O cuya fragancia inunda para siempre una cama ahora
desolada.
Canta a la mujer cuando duele el pozo y la ausencia
que ella ha dejado. Cuando se sufre y ella está lejos, cuando no responde y la
hemos definitivamente perdido. Así es el universo de magnífico y misterioso, que solo se lo puede saber
y sentir cuando estamos frente a un poeta auténtico como lo fue y lo es él para
siempre, gracias a Dios.
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