Danilo Sánchez Lihón
«La capacidad de belleza
y de magia que tienen
los niños, suele humillar
nuestra capacidad de adultos».
Eduardo Galeano
1. Importancia
de la pregunta
Hacer
a un niño creativo es prepararlo de la manera más conveniente para el
mundo moderno donde predomina la competencia y la manera de superar todo
escollo es la creatividad.
Un
mundo donde el joven ha de tener, en base a una educación que incentive
la creatividad, más recursos para avizorar y seguir vías alternativas
en la solución de los problemas que se presenten en cada circunstancia y
ocasión.
Donde
una persona creativa será quien salga más airosa de situaciones que
requerirán cada vez de manera más perentoria respuestas originales de
parte de los actores sociales.
Donde
es importante plantearnos la cuestión: ¿cómo iniciar al niño en la
formación de una personalidad que esté dotada de este valioso recurso,
cual es: ¿la creatividad?
También
cabe prever: ¿Es compleja y requiere de planteamientos especiales y
sofisticados dicha formación? ¿Estamos los maestros capacitados para
llevarla a cabo?
2. Énfasis
en las respuestas
Hay
un elemento muy natural y cotidiano de extraordinaria importancia en la
educación, cuál es la pregunta, a la cual el niño recurre de manera
frecuente para explorar, experimentar e indagar acerca del mundo.
Sin
embargo, la pregunta no ha sido valorada aun en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ni menos explotada en toda su potencialidad a
favor de la educación de los niños, ni menos en la formación de sus
personalidades.
Desde que hemos puesto más énfasis e interés más bien en las respuestas antes que en las preguntas.
Que
se demuestra en el hecho de que evaluamos y promovemos a los niños en
función de las respuestas que ellos nos dan a los cuestionarios la
mayoría de veces mecánicos y repetitivos, que hacemos para promoverlos
de un grado a otro, o de un nivel a otro superior enfatizando en todo lo
que es convencional.
Sin
valorar nunca la capacidad que los niños tienen de hacer preguntas que
siempre será una revelación del interés que tienen por conocer y
aprender.
Y
que si las tienen y no nos las plantean ello constituirá un síntoma de
la desconfianza que hemos dejado que se instale y se expanda a nuestro
alrededor como una barrera y medalla de las muchas que se erigen en la
educación.
3. El juego
de las preguntas
Deberíamos
incluso calificar de un modo mucho más destacado y relevante por la
capacidad del niño de tener dudas, inquietudes y fascinaciones por
descubrir. Deberíamos promoverlos en razón de las rebeldías,
cuestionamientos y divergencias que nos enrostren.
Porque
si una persona tiene respuestas para el conocimiento o la existencia,
para el arte como para la ciencia, ya puede morir, puesto que ya no
tiene sentido seguir viviendo.
Además,
no existen respuestas ni en la vida ni en el universo. Hay más bien
muchas e infinitas preguntas. Por eso, alguien con acierto ha definido
el ser maestro como aquel que domina el arte de hacer preguntas.
Incluso,
como quien logra convertir la vida y el destino de un niño en una gran
pregunta que él mismo niño deba tratar de resolver con sus pasos, con su
caminar incansable hasta llegar a lo que se aproxime más a sus
expectativas.
Siendo
así, si el niño nos hace una pregunta responderle con otra aún más
ardua, hechizante y, ojalá, que incontestable. Y no con una respuesta
que pueda concluir o cerrar con una inquietud que bien puede contener un
destino espectacular, poniendo término a un planteamiento y hasta
cancelando un camino para la humanidad.
4. Nos escuchará
Asombrado
Para
ello, siempre dar un paso más adelante en la indagación por el misterio
de la naturaleza o la vida, entrando así a lo que podríamos llamar «el
juego de las preguntas», en lo cual el niño sí cree, goza y comparte.
Hay
preguntas apasionantes, sugerentes y mágicas. No es necesario que sean
sofisticadas ni difíciles, sino que pueden aparentar sencillez y hasta
parecer tontas. Así:
– ¿Qué hay dentro de un árbol?
El niño nos escuchará asombrado y quizá dirá:
– ¡Ah! Yo sé que hay un reino prodigioso dentro de un árbol.
– ¿Hay colores dentro de una piedra?
– No sólo hay colores, sino que los colores nacen de las piedras.
– Y entonces, ¿cómo surgen? Y, ¿cuál es su esencia?
Seguramente
nos relatará un cuento. Desde ese punto un maestro suspicaz podrá
llegar a la teoría de los colores, y revisar aspectos de física, de
astronomía, de química y hasta de estética.
Paulo
Freire preconizaba que había que fundar una pedagogía de la pregunta. Y
dándole vueltas a este asunto creo que aquí está la clave de cómo
formar una personalidad abierta, inquieta y poderosa en lo que podríamos
denominar la educación de las preguntas creativas.
5. La pregunta
creativa
Ahora bien: ¿Qué características o condiciones debe tener una pregunta creativa? Para los niños debe ser:
– Sensorial.
– Afectiva.
– Social.
– Imaginativa.
– Existencial.
– Vital.
Por ejemplo:
- ¿Qué harías si vivieras bajo el mar?
- ¿Qué harías si fueras náufrago en una isla?
- ¿Qué harías si fueras extraterrestre y nos visitaras por primera vez?
- ¿Por qué todas las hojas de los árboles son distintas?
- ¿Qué harías si fueras un águila?
- ¿Qué harías si fueras un ángel?
- Si tú fueras agua, ¿qué te gustaría hacer en el mundo?
- ¿Crees que un gato puede sobrevivir en alta mar? ¿Cómo?
- ¿De qué están hechos los arcos iris?
- ¿Por qué la mayoría de las frutas son dulces?
- ¿Por qué la luna sale de noche?
La
pregunta creativa debe ser para los niños lo más mágica posible. Capaz
de suscitar su entusiasmo, su imaginación y hasta su ilusión. Tiene que
apuntar a lo hondo e intenso del ser del niño a quien ella se dirige.
6. Experiencia
y aventura
La pregunta creativa deberá también tener ternura, chiste, experiencia y aventura:
– ¿Qué haríamos si fuéramos brujos?
– ¿Qué le preguntarías a un dinosaurio si este te hablara? ¿Y qué crees que te respondería a esa pregunta?
Otras preguntas se orientarán a sensibilizarlos respecto al lenguaje:
– ¿Qué nombre le pondrías a un microbio?
– ¿Qué nombre le pondrías a una estrella?
– ¿Qué nombre le pondrías a un barco?
– ¿Qué nombre le pondrías a un gigante?
– ¿Qué nombre le pondrías a un enano?
Otras preguntas creativas pueden estar orientadas a desarrollar su experiencia social.
Ejemplos:
– ¿Qué harías si fueras presidente de la Republica?
– ¿Y si fueras alcalde de tu vecindario?
– ¿Y si fueras dueño de la televisión?
7. Perfilar
temas creativos
Podemos
motivar a los niños a hacer composiciones y a confiamos su mundo si es
que planteamos temas creativos como los siguientes, que, aunque no lo
parezcan lo son por su naturaleza abierta y reveladora.
Relata o escribe sobre temas como:
– Si yo tuviera un conejito...
– Si yo fuera un rey...
– Si yo fuera Superman...
– Si yo tuviera seis años...
– Si yo tuviera una nave espacial...
– La garza es...
– Si yo viviera en la selva...
– El algarrobo es...
– Si naciera de nuevo...
– SI fuera un colibrí...
– Me gustaría que...
– Si fuera una flor...
0 bien:
– Mi juguete más querido es así...
– Yo tengo un animalito o una mascota que es...
– Yo soy así...
– Yo le ayudo a mi mama a hacer la siguiente tarea, y lo hago así...
En
todas estas preguntas los padres o maestros copian textualmente la
descripción que hace el niño, ya que hay que vincular siempre la
creatividad a la escritura, debiendo recoger en ella lo más cotidiano y
aparentemente ordinario.
El
profesor debe ser creativo siempre, despertarse y animarse a ser
creativo cada día y cada hora. Y esta debe constituir una dimensión de
la felicidad que se pueda compartir con los niños, dejando ese lastre
que agobia tanto a la educación, cual es las convenciones, las rutinas y
formalismos.
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