domingo, 17 de abril de 2022

17 DE ABRIL: DÍA DEL PRESO POLÍTICO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: UNA VIDA HECHA NOVELA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN



Construcción y forja de la utopía andina
ABRIL, MES DE LA PALABRA,
LA CREATIVIDAD LITERARIA E
INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


*****
CESAR ABRAHÁN
Al Vate Universal Cesar Vallejo.
Santiago de Chuco


Tú palabra viene al pueblo, con los pasos del viento
Se escuchan latentes en las ondas del mar, en noche calma
Sisea ante el creador, con profundos dolores de tu alma
Tejiendo palabras eternas, que binan conciencias humanas
Tu verbo sangra impotente, ante el abuso que sufre tu pueblo
Infame dolor que arrastran hacia la muerte, voluntades ajenas
Claudicaste en tu fe, al ver al hombre queriendo ser hombre
Al ver jugar al niño queriendo ser libre, como las aves del campo
Se escucha el eco de tu voz a la distancia, clamando justicia para ellos
Tus versos cual precipitaciones de tu alma, sienten el dolor ajeno
Tu corazón con llaga de herida honda, lentamente asecha tu suerte
Cesar Abrahán, César Abrahán, venciste a la muerte.
Donde están tus enemigos, en que frío cementerio descansan sus huesos
A dónde están sus fortunas que amasaron a costilla de tu pueblo
Todos ellos yacen en profunda sepultura, en infinita oscuridad
Y tú cual sol resplandeciente brillas, brillas por la eternidad.
Cesar Abrahán Vallejo Mendoza, no ha muerto,
Lo vi ayer sentado en el poyo de su casa
Bajo el cielo azul de Santiago de Chuco.
JULIO SOLÓRZANO MURGA
15 de mayo del 2,008, en el Capulí.


 
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 CÉSAR VALLEJO JUNTO AL DOLOR DESCUBRE
LA ESPERANZA, LA HERMANDAD Y SOLIDARIDAD HUMANA


Con frecuencia en la vida es difícil reconocer cuáles son los temas y los problemas esenciales, porque los seres humanos nos llenamos de artificios, convenciones y fantasías. Y, sobre todo, de prejuicios.
César Vallejo tiene el coraje de poner en el centro de su poesía como tema la vida, que es mucho más esencial que el amor, tema este último que empaña siempre y con insistencia nubla el espejo o el manantial de la poesía.
Pero pronto al asumir el tema de la vida, por su humanidad al desnudo y al rojo vivo, descubre para la poesía y el arte moderno el tema del dolor humano, y lo hace no como lamento o quejido, tampoco como reproche sino como pura racionalidad:
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.
Pero junto al dolor descubre la esperanza, la hermandad y solidaridad humana para todos al unísono, en Aparta de mí este cáliz, y más precisamente en el poema “Masa” asumir cómo hacer frente a la misma muerte.
Ningún otro poeta asume el dolor y lo encarna. Y lucha para lograr su redención, como lo hace Vallejo. Ningún otro poeta del Perú, América y el mundo siquiera lo avizoran. Y lo hace en una poesía simple, elemental, natural. Pero a la vez de manera descarnada y dramática, como jamás se ha escuchado que alguna vez alcanzara a modularse sobre la faz de la tierra.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


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17 DE ABRIL
DÍA
DEL PRESO
POLÍTICO


FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
UNA
VIDA HECHA
NOVELA


Danilo Sánchez Lihón
1. Signos
de vida
En abril del año 1950 Genaro Ledesma Izquieta ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo, donde cursó estudios en la especialidad de educación, graduándose de profesor. Pero a la vez siguiendo la carrera de abogacía. Muy pronto tuvo experiencia de líder de masas al tener que asumir la Secretaría General Interina de la Federación de Estudiantes de aquella universidad. Y esto debido a que fueron apresados en aquella época los dirigentes titulares: Luis de la Puente Uceda y Gonzalo Fernández Gasco.
Al graduarse de profesor tuvo la necesidad ineludible de trabajar y con este fin enrumbó a las tres veces coronada villa de Lima y capital del Perú. Lo primero que se le ocurrió fue ir a solicitar empleo en el Ministerio de Educación del Perú. Y con toda razón puesto que le asistía el derecho, y el deber, como profesor recién graduado de ponerse al servicio del Estado.
En las oficinas neutras y apócrifas le negaron todo. Menos la plaza de maestro que todos despreciaban, porque era para la sección nocturna del Colegio Nacional Daniel Alcides Carrión de Cerro de Pasco, situado a una altitud de 4,500 metros. Allí, a la hora en que los alumnos estarían entrando a clases el viento, el cierzo, y la nevasca, ­en ese inconcebible poblado humano, barren sin piedad las calles sin dejar a su paso signos de vida.
2. Y se ve
que nunca
Recién a esa hora también este desprevenido profesor, estaría ingresando a empezar su jornada nocturnal ante un grupo de personajes fantasmales y extraterrestres, salidos para colmo de las profundidades de los socavones más tenebrosos del planeta. Y salen con la expectativa no de oír ni aprender, y eventualmente ver o contemplar, sino piadosamente de tumbarse a dormir y anhelar, incluso, olvidarse de sus pobres existencias.
Sin saberlo Genaro Ledesma a sus 28 años azorados e ilusos, aceptó el puesto de ir a trabajar en la sección nocturna de dicho colegio viendo cómo el Ministerio de Educación, esta vez increíblemente ágil y diligente cuando se trata de condenar a una persona, ponía apurado y sarcástico en sus manos un boleto de viaje en el vagón de segunda clase del tren galáctico que trepa hacia las serranías del centro del Perú.
Y todo eso lo hacía con premura, antes de que se escape ese distraído e ingenuo maestro con inclinaciones a ser suicida, héroe o mártir. Como se ve, y aunque no se pueda creer fácilmente, en aquel tiempo el Ministerio de Educación facilitaba pasajes para que los profesores se trasladen a los pueblos a cumplir con su misión de apóstoles del saber; aunque, como duele corroborarlo, siempre daba a los maestros pasajes de tercera clase para abajo. Y se ve que nunca para el Ministerio sus maestros fueron ciudadanos de primera categoría.
3. Preguntó
preocupado
Llegado a la Fundición de la Oroya, Genaro suspiró con alivio pues pensó que había pasado lo peor, como es la altitud de 4,818 metros sobre el nivel del mar, en Ticlio.
Esperanzado a que el tren se enrumbara hacia el valle, como hace para ir a Huancayo, pues pensaba que Cerro de Pasco era un valle. ¡Cuál no sería su asombro, al ver que el tren, al contrario, empezaba a subir más la cordillera, y se empinaba más hacia la altura sideral!
¿A dónde va? Se preguntó él mismo, al ver que casi ya no había pasajeros, ni menos afuera en el paisaje había rasgos de vida, salvo el ichu de los pajonales que ni siquiera alcanzaban a cubrirlo todo.
– Señor, ¿hay todavía pueblos hacia arriba? –Preguntó preocupado.
– Uno que otro. –Le respondió una voz.
Ya el frío era irremediable en ese viaje sin retorno, sobre todo al comprobar que las piernas para echarse a correr hacia atrás, también se le habían congelado.
Pero más terrible y cruel que el frío, de suyo descorazonador, era la miseria y la pobreza de la gente que se ve en una u otra choza desde las ventanas destartaladas.
4. Delante
de las bocas minas
Ya en el salón enhollinado del colegio se sentó, teniendo a su frente a un puñado de mineros analfabetos esperando en las carpetas a fin de que los atravesara algún rayo de luz redentora y milagrosa.
Que algo los despertara, descubriéndoles en realidad quiénes eran. Y si eran seres humanos y no envoltorios de polvo, hollín y apatía, que lo demuestre. Y eso se propuso hacer Genaro Ledesma Izquieta: hacerles descubrir que eran verdaderos seres humanos.
Corren para entonces los años 1958 y 1959; cuando de un momento a otro sus alumnos pasaron de ser sombras subterráneas y esperpentos para ser obreros desempleados y sin ningún beneficio social por los años trabajados. ¿Qué sucede? ¿Qué está ocurriendo?
Acontece que la Compañía Minera estadounidense Cerro de Pasco Corporation, ha despedido de un sólo plumazo a 7,000 obreros sin reconocerles un solo adarme en compensación.
Ni siquiera se le extiende un papel en testimonio de que existen. Solo se les cierran las puertas de hierro forjado alrededor de las cuales se extienden las alambradas de púas que hay delante de las bocas minas.
Ante tal situación el Alcalde de Cerro de Pasco se ha esfumado, se ha hecho humo y no es habido. Él mismo se ha defenestrado. Ha desaparecido al instante. ¿Comprado por la mina? ¿Vendido? ¡Nadie sabe! ¡Solo que no aparece!, dejando el cargo vacío.
5. Pronto
haría temblar
Encima, como precaución, el gobierno de Manuel Prado envía una fuerza represiva de gendarmes y más gendarmes, alcanzando el número de 500 policías y soldados fuertemente armados y ellos sí bien equipados.
Y, ante el salón y el sillón vacío del Municipio los alumnos antes fantasmales y sonámbulos del Colegio Nacional Daniel Alcides Carrión, y los obreros antes entumecidos y ahora sin trabajo, lo eligen, lo llevan y colocan en el sillón del burgomaestre a Genaro Ledesma Izquieta considerando que es el único letrado que sienten que late, que ve, que oye y que palpa tal y como son ellos.
Es en las manos de su maestro de escuela que ellos ponen entonces el bastón de la Alcaldía Provincial, sin que al gobierno le venga en ganas ni siquiera querer averiguar de quién se trata.
Y allí lo deja la abulia y la desidia de toda autoridad que para ver este problema desaparece. Y él empieza a despachar, por voluntad de las masas, como él dice, y que para él es más importante que cualquier formalidad administrativa, como si hubiera sido elegido en los mismos comicios oficiales, poniendo su nombre y estampando su firma al lado del sello de la entidad municipal.
Este Alcalde inesperado, y llevado como hoja por el viento de su destino, que es Genaro Ledesma Izquieta, pronto haría temblar y sacaría de quicio al gobierno de hierro más implacable y astuto de la primera mitad del Siglo XX que ha tenido el Perú.
6. Carbones
hirvientes
Mientras tanto, la compañía extractora de minerales, la Cerro de Pasco Corporation, no sólo se ha adueñado de los pulmones y la sangre de los campesinos, llenándoles de gases tóxicos y polvo mineralizado hasta hacerlos reventar con la fatal silicosis, sino que ha logrado mucho más. ¿Cómo, qué?
Ha tendido un cerco de alambres de púas que, por las noches, al amparo de las sombras, crece diabólicamente, enajenando tierras con pastos, ganados y puquios de agua, como también crece desconociendo y envileciendo el destino de las gentes.
El Alcalde imprevisto, de tanta manía de dejar abiertas las puertas del Municipio para que entren los comuneros pobres y hasta desarrapados, se ve de pronto encabezando grupos de hombres que a la luz del alba botaban y cortaban la alambrada.
La misma que de noche avanza maléficamente por obra del demonio y los insaciables devoradores de tierras. Y que ya de día el coraje de los hombres que sólo tienen su pecho tembloroso y sus manos como carbones hirvientes, lo hacen retroceder.
7. La guerra
silenciosa
Producto de estas acciones y enfrentamientos el primero y dos de mayo del año 1960 los policías asesinan a varios campesinos, entre ellos al Presidente de la Comunidad de Rancas. Hirieron además a 60 comuneros que han entregado sus pechos a las balas, alucinados de que veían al final de las pampas a sus hijos fallecidos de hambre y de frío, convencidos que los alentaban a recuperar las tierras que de noche el cerco de la Compañía minera les había devorado.
A consecuencia de ello, recién el oficialismo se da cuenta que quien está sentado en el sillón del Alcalde de la Provincia de Cerro de Pasco es nada menos que un revoltoso de polentas. Entonces lo cogen y lo envían de allí mismo a la Colonia Penal del Sepa en la selva central, en donde no hay rejas sino donde únicamente se lo suelta al condenado.
Tampoco se le cuida, donde a nadie se hace caso, porque allí en el Sepa la naturaleza es el peor cerco y el verdugo más cruento. En donde el presidiario es libre incluso de huir, donde sólo si da un paso en esa jungla y ahí está una serpiente jergón para picarle mortalmente. Allí, en una competencia de quién es más ingenuo, lo soltaron.
Solo pudo rescatarlo de ese sitio el novelista Manuel Scorza quien erigiera en épica tanto la vida de Genaro como la acción de la comunidad de Rancas por recuperar sus tierras en una saga de novelas titulada “La guerra silenciosa”, que tienen como escenario Cerro de Pasco, al centro del Perú, y la acción de Genaro Ledesma Izquieta en el libro “La tumba del relámpago”.


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