LA PANDEMIA Y VALLEJO
Escribe Ángel Gavidia Ruiz
A César Vallejo se le cita con frecuencia, y es que tiene versos que calzan muy bien con las diversas circunstancias de la vida, desde esos “golpes sangrientos” de Los Heraldos Negros hasta la reflexión, aquella, de que “Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él” de España, aparta de mí este cáliz.
Cuando nos cayó la pandemia todos echaron mano a “Los nueve monstruos” y esa frase que denuncia, enrostra y cuestiona: Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal, y dijeron este es el poema para la crisis de salud que nos agobia. Pero no, yo creo que es “Masa”, poema de España, aparta de mí este cáliz, que llama a la solidaridad del mundo, a la práctica conjunta, hecho que falló gravemente cuando venía la hecatombe.
Si todos los hombres de la tierra hubiéramos preferido la salud a la economía, el virus hubiera sido frenado. Si todos los hombres de la tierra hubiéramos pensado en el prójimo y hubiéramos usado máscara y la distancia social y hubiéramos pospuesto responsablemente las celebraciones, el virus hubiera sido contenido. Pero se pensó en la pequeña aldea. Se pensó en la comodidad individual. Se pensó en el PBI y nos hundimos todos.
Recuerdo con angustia los alegres veraneantes de Miami, incluyendo los peruanos ricos vacacionando allí; recuerdo la brutalidad homicida de Trump y Bolsonaro induciendo a salir, reunirse y comprar, siempre comprar como si no pasara nada, y el cadáver ¡ay! seguía muriendo. Y, no recuerdo, constato, la actitud de los negociantes de la salud subiendo al máximo sus precios para que un día de vida cueste una vida de trabajo de un peruano común, o quizás más, mucho más.
Tal vez he comenzado mal. Tal vez debí comenzar diciendo que los dos poemas, “Los nueve monstruos” y “Masa” se complementan, el primero gritando que el dolor crece en el mundo a cada rato, más veloz que la máquina, a diez máquinas y el segundo llamando a la unión de todos los hombres de la tierra para tener éxito en la lucha contra la misma muerte.
Y claro, como decía al inicio, Vallejo y las circunstancias, cómo no evocar, entonces, aquel verso de Los Heraldos Negros: Y cuando nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos! De veras, la esperamos.
Trujillo, 1 de julio del 2020