sábado, 4 de julio de 2020

4 DE JULIO: LA LECTURA SIEMPRE - FOLIOS DE LA UTOPÍA: BAJO EL TECHO DEL HOGAR - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina

JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO Y FIESTAS PATRIAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 

*****
 
DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS.
GEORGE WASHINGTON Y EL ÁRBOL DE CEREZAS

El prócer y protagonista principal de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, George Washington, en esa edad en que se va dejando de ser niño y viviendo en la granja de su padre en Virginia amaba la vida libre y recorría la campiña montando a caballo, arreando ganado y recogiendo los frutos que nos prodiga la tierra.
Ostentaba probar su fuerza en toda prueba que se presentara a su paso: ya sea arrancando cañas, cruzando las aguas de un río o haciendo leña partiendo troncos ya sea verdes o secos.
Era tan hábil en esos trabajos que un día recibió como obsequio un hacha filuda y reluciente, con la cual de un golpe certero dejaba partidos en dos los troncos de madera que primero ponía de pie para partirlo, derribando arbustos silvestres solo por probar el poder de su hacha y de sus brazos.
Su padre había sembrado con sus propias manos un árbol de cerezas cuyo almácigo recibió como un obsequio preciado que le enviaron desde un país extranjero. Ya había dado su primera floración de pimpollos blancos y de frutos de un dulzor exquisito y de un aroma embriagante. Adoraba su padre aquel árbol.
Sin darse cuenta hasta allí llegó el jovencito y por probar su hacha y su destreza en un dos por tres derribó aquel árbol sin saber después cómo pararlo. Al darse cuenta de esta atrocidad fue inmensa su tristeza, su angustia y su dolor. Y allí estuvo cabizbajo y derrotado.
– ¿Cómo he podido derribar el árbol de cerezas de mi padre que es su orgullo, al cual da el mayor significado y ama como a un hijo? Y ahora, ¿cuál será mi castigo? Pero, sobre todo el dolor que por este motivo yo le cauce a quien más quiero. Compungido y ya tarde regresó a su casa doblegado por la pena. Y directo fue a buscar a su padre, diciéndole:
– Padre, te pido perdón. He derribado tu árbol de cerezas por probar mi hacha.
– ¡No! –Gritó su padre–. ¡Imposible! ¿Cómo?
Y corrió desesperado hasta el lugar en donde aquel árbol se erigía bello y lozano. Y encontró tallo y follaje tumbados y esparcidos en el suelo, emitiendo su olor más profundo. Se abrazó a él conmovido. Al lado estaba su hijo:
– Merezco el castigo que quieras imponerme. Dime qué debo hacer y lo haré.
Su padre permaneció largo rato en silencio. Después volteó a mirarlo a los ojos. En su abatimiento, lo abrazó y le dijo:
– Eres íntegro, verdadero y valeroso, hijo mío, al afrontar esta situación y decírmelo tú mismo directamente. Así como siento veneración por un árbol siento admiración y regocijo porque sabes reconocer tus errores, y afrontarlos con todas las virtudes de tu mente y de tu corazón, hijo mío.
George Washington en cada fracaso nunca olvidó este pasaje ni la lección de su padre.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
*****
 
4 DE JULIO
 
 
LA
LECTURA
SIEMPRE
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
BAJO
EL TECHO
DEL HOGAR
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
Cuando rezamos hablamos con Dios.
Pero cuando leemos es Dios
quien habla con nosotros.
San Agustín.
 
 
1. Factor
clave
 
Si pudiéramos reforzar el concepto tan distinguido que se tiene de la lectura con prácticas concretas este hecho, sería enorme e invalorable el resultado que se puede alcanzar. Y ello, dada la atracción prodigiosa que el niño siente por conocer los vestigios de lo fantástico en la escritura, como si ella fuera la constatación misma de que lo mágico existe, de que la magia existe, que es verdad y está presente en nuestras vidas.
La escritura misma para los niños es mágica, desde que a partir de ella ven levantarse historias, personajes y situaciones que les embelesan. Pero además porque comprueban el rol de la escritura como medio de conservación y casi garantía de que lo fantástico existe, porque permanece inamovible en la página y en la palabra escrita como vehículo.
En donde se pueden depositar y guardar ideas, sentimientos, emociones, datos; así como anhelos, vivencias y hasta ensoñaciones. Y que hacen de ella la memoria de la humanidad en resguardo de las limitaciones del espacio y del tiempo real en donde todo se esfuma y perece; siendo, de otro lado éste un factor clave para el progreso humano.
 
2. Algunas
pistas
 
En relación al niño, la lectura sirve para fines muy especiales. He aquí entonces algunas pistas:
a) Para la fascinación, el encanto y la magia en la dimensión del lenguaje. (Conjuros y exorcismos con la palabra escrita).
b) Para no olvidar lo que se vive. (Función vital o vivencial del lenguaje).
c) Para comunicarse con los demás. (Al escribir notas, mensajes y cartas, por ejemplo).
d) Para escribir hechos hermosos y plenos de emoción. (Guardar, trasmitir y conservar el testimonio de lo vivido).
e) Para codificar secretos. (Las confidencias en los diarios íntimos o en las libretas personales).
f) Para jugar. (Adivinanzas, nonsenses, jitanjáforas, chuzas, glosolalias, candombes).
g) Para recrear el mundo externo configurando un mundo interior, nuevo e impredecible.
 
3. Notables
diferencias
 
De lo expuesto se desprende algo crucial: que la lectura no sirve lo mismo para el adulto que para el niño.
Esta es la gran brecha, la falla, la separación y la diferencia que nos hace mucho daño cuando se la desconoce esa situación.
Lectura para el adulto significará, por ejemplo, informarse e incluso el medio para adquirir prestigio profesional; o para conseguir algo útil, para hacer negocios, por ejemplo.
Para el niño predominará el mundo de la fantasía, del juego y la diversión; en donde la lectura es paseo, gracia, secreto; y hasta el mundo fascinante del poder.
Hay entonces enormes y notables diferencias en la motivación que tienen los adultos con respecto a la que tienen los niños en relación a la lectura.
En consecuencia, no apliquemos modelos ni esquemas generales, descubramos más bien qué inquietudes e intereses pueden significar la lectura para cada niño en particular.
 
4. Expectativas
y preguntas
 
En dicha perspectiva, y pensando la lectura en relación al niño, ella sirve para esclarecer todo aquello que afecte directamente a su vida afectiva, emocional e imaginativa.
La práctica de la lectura no debe plantearse de ninguna manera como de divulgación cultural, ni debe entenderse como el afán porque niños y jóvenes conozcan acerca de libros u obras.
Mucho menos aquellas que consideremos desde nuestra perspectiva de adultos como importantes, ineludibles o célebres porque forman parte del canon literario de una determinada época o cultura.
Se lee para dar pábulo a nuestras inquietudes más íntimas, a nuestras expectativas y preguntas; y para desarrollas nuestro destino como seres humanos en una determinada época y espacio concretos.
Asimismo, para poder hacer que el niño lea espontáneamente, aspecto importante es ubicar y comprender la lecto-escritura como un aspecto instalado en el ámbito de la cultura de los pueblos.
5. Raíz
y cogollo
 
Consecuentemente no es favorable conceptuarla como un problema meramente educativo o pedagógico, siendo más bien un asunto inherente a la cultura y a la condición humana.
Por eso es bueno desescolarizarla en su principio y en su base, para que el niño entienda que ella vale para ser un hombre pleno y cabal.
No debemos entonces confinarla a las aulas de clases, ni esperemos que sea la institución educativa la que se encargue protagónicamente de resolver los problemas que le son inherentes.
Quizá la escuela en parte tenga que encargarse de su desarrollo pero su raíz y cogollo es el hogar, porque su naturaleza y dimensión es muy grande como para que la reduzcamos al horario lectivo.
Y aquí vale la pena otra vez recalcar en el enorme rol o papel de la literatura infantil en favorecer una relación óptima con la lectura y escritura.
6. Un mundo
íntegro
 
Y así como el lenguaje es un producto cultural, igualmente la lectura y escritura lo son. Y es la interacción de factores internos y externos a las personas lo que nos incita a leer.
Es en ese campo entonces donde hay que favorecer el proceso constructivo de la lectura y de la escritura, creando un ambiente alfabetizador; y situaciones que permitan la interacción con la lengua escrita en la casa, vinculada la lectura al regazo materno, bajo el techo familiar y en la mesa de comer,
Y los padres al mismo tiempo que el sustento de alimentos que les prodigamos a los hijos cada día, hemos de proveerlos también el sustento de los alimentos espirituales para sus vidas.
Porque más que hijos de los padres que tenemos somos hijos de nuestras lecturas y de los libros que hemos leído. Ellos han formado y forman de modo inacabable nuestro ser y nuestro espíritu; ellos también son nuestros progenitores.
Ellos nos han dado no solo una casa sino un mundo íntegro y vasto: con caminos, posadas, castillos; así como pueblos, villas y ciudades.
7. Dios está
en el libro
 
Ellos nos han abierto un mundo con ríos que crecen y lagunas que se amplían; con tierra fecunda para cultivar, con lluvias y climas diversos; con mares y océanos infinitos para navegar.
Porque el ser humano que no adopta la lectura como una actividad permanente se pierde la posibilidad de desarrollar su destino con libertad sobre la faz de la tierra.
Porque quien no sabe leer un libro no sabe leer la vida, la realidad ni comprender a las personas, ni al mundo que habita.
Quien no sabe leer de modo frecuente no conoce ni el presente, ni el pasado, ni el futuro. Será siempre una persona limitada, no hábil y hasta inepta para construir significados en toda situación.
Quien no adopta la lectura como una realización continua será una persona con algunos esquemas básicos muy simples pero sin la capacidad de renovarse ni enriquecerse permanentemente.
Porque Dios está en el libro. Y el libro y la lectura son conversación y contacto con Dios, siempre.
 
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