Danilo Sánchez Lihón
1. Diáfanos
y absortos
Los
hombres que hacen la historia, ¿acaso son sólo aquellos que la
violentan? ¿Y que la tiñen de sangre alzando altas hogueras restallantes
que todo lo devoran y calcinan?
¿No la hacen también quienes calman los hechos, los acunan y sosiegan? ¿Y así y de ese modo defienden y afirman la vida?
¿No
la hacen también quienes ordenan los acontecimientos, los aseguran y
consolidan? Y, de ese modo, ¿erigen y construyen lo que está en pie,
palpita y se eleva?
¡Tal
y como han hecho siempre en su vida y existencia los maestros de
escuela que han consolidado etapas, períodos y forjado destinos!
Quienes han construido con sus manos discípulos que han abierto calles, levantado edificios, erigido puentes.
¡Cómo también trazado y abierto urbanizaciones por donde ahora transitamos diáfanos, absortos e ilusionados!
2. Generoso
y claro
¿Sólo
encarnan hechos memorables los que encabezan en las páginas de la
historia y de los grandes fastos, revueltas, asonadas y revoluciones
generando desesperación y tumulto?
¿Solo son dignos de tener un monumento en una plaza pública quienes provocaron incendios, derramamiento de sangre y hecatombes?
¡El maestro de escuela calma, acoge, protege!, porque es un padre de alma.
Y
como es todo maestro: tranquilo, humilde y paciente, inserto en el
telar de lo cotidiano y en el día a día de las aulas de clases.
Quien carga las bolsas con libros y rollos de papel para el trabajo cotidiano de sus alumnos.
Como carga también con las bolsas del mercado cuando hay que celebrar una efeméride.
Quien
es generoso y claro en su sentir y pensar, como cordial y fecundo en
cada respuesta a cada pregunta y en cada decisión que se adopte.
3. Cura
las heridas
Y recapacitemos:
Los hombres que miramos con asombro y se han convertido en leyenda.
¿Solo son aquellos que han ganado una y otra batalla? ¿Varias o múltiples contiendas decisivas?
¿Son verdaderamente dignos de admiración y encomio aquellos que han sembrado los campos de guerra entumecidos de tantos muertos?
¡Y de vivos pero que se retuercen entre ayes y gemidos?
¿Son únicamente célebres aquellos que emprendieron hazañas fulgurantes y conquistaron para su país o su rey vastas llanuras?
¡Y territorios con sus ríos, bosques y lagos, orgullo antes de sus legítimos dueños y poseedores?
La gesta y osadía del maestro de escuela es de otra índole: es el de la paz que construye las moradas eternas.
4. Lance
de amor
La
labor del maestro de escuela es sumisa, rendida y dócil ante los niños a
quienes les da alegrías y cura sus heridas del cuerpo y del alma.
De
quien alivia sus carencias, ausencias y retardos, y llena los vacíos y
huecos negros que suelen afligirlos y despertarlos angustiados y
acezantes por las noches.
Su proeza no es aparatosa con gritos de ataque ni arengas de quitar o entregar la vida viendo la sangre que se derrama.
Extasiado con caballos que piafan, ballestas que zumban y arcabuces que atruenan.
¿Solo son héroes aquellos que en un rapto de coraje tuvieron el valor de salir airosos de un lance de amor y de muerte?
¡Y
casi siempre disparando al centro del corazón de su víctima, inspirados
en el fondo por una musa o por la arrogancia de ser superiores,
caudillos o lo que sea?
5. Quien defiende
y consuela
¿Solo
son heroicos aquellos que enfrentaron esperpentos de fábula, monstruos y
alimañas míticas, endriagos a los cuales cercenaron sus cabezas con sus
espadas centelleantes?
¿O
lo son también quienes se sumergen fascinados en el alma profunda del
ser humano y rescatan perlas que son referentes para sí mismos y los
demás hombres?
¡Claro
que son también quienes extasiados ante el encanto de la vida la
conducen a puerto seguro y la cultivan para que se enaltezcan como
grandes atalayas que auscultan y decodifican las estrellas del cielo!
Tal y como es un verdadero maestro de escuela.
Porque es quien toda la vida está al pie del yunque de la palabra amorosa de quien defiende y quien consuela.
6. El río
el mar y el viento
¡Y delante de la pizarra entre el polvo de la tiza, impartiendo lecciones de respeto, de honradez y de cariño!
Quien ha construido el mundo de manera ordenada, de abajo para arriba.
Con dedicación y afrontando sacrificios menudos que juntos suman un sacrificio inmenso y que luce solo a la luz del alba.
En quien la vida es la de un hombre que de manera escondida ordena lápices y les saca punta.
Quien extiende las hojas para que sobre ellas se creen nuevos mundos.
Quien
alinea los cuadernos en las carpetas, los alisa y evoca a sus
discípulos cuando ellos ya han partido a sus casas o al recreo.
Ante quien solo cabe prometerse seguir su ejemplo. Porque hombres como él son como el río, el mar y el viento constantes.
7. Cambia
la historia
Porque
es el maestro de escuela quien siempre estuvo al pie del brotar de las
espigas que se colman de frutos dulces y fragantes.
Atento al capullo de la flor que se abre. Y de la palabra iluminada que el niño primero balbucea y después pronuncia extasiado.
Porque
es el maestro de escuela un hombre de virtudes sencillas, exactas y
preciosas. Quien tiene el don de lo sereno, lo cabal y confiable.
Un hombre con la merced de lo paciente, tenaz y afectuoso. ¡Y que permanece incólume!
Que plasma y consolida, pero también que inventan para ti, para mí y para todos un mundo nuevo.
Ellos
son los maestros verdaderos y auténticos, quienes al final cambian
mejor y encauzan la historia humana sobre la faz de la tierra.
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