viernes, 15 de abril de 2016

15 DE ABRIL: ETERNIDAD DE CÉSAR VALLEJO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LA MUERTE DE UN GUERRERO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
MARZO, MES DEL AGUA, DE LA MUJER,
LA POESÍA, EL TEATRO Y EL NACIMIENTO
DEL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO

 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
*****
 
AL AMANECER
DE ESA NOCHE

 Era el medio siglo de la muerte de César Vallejo, y hubo celebraciones. En España, Julio Vélez organizó conferencias, seminarios, ediciones y una exposición que ofrecía imágenes del poeta, su tierra, su tiempo y su gente.
Pero en esos días Julio Vélez conoció a José Manuel Castañón; y entonces todo homenaje le resultó enano.
José Manuel Castañón había sido capitán en la guerra española. Peleando por Franco había perdido una mano y había ganado algunas medallas.
Una noche, poco después de la guerra, el capitán descubrió, por casualidad, un libro prohibido. Se asomó, leyó un verso, leyó dos versos, y ya no pudo desprenderse.
El capitán Castañón, héroe del ejército vencedor, pasó toda la noche en vela, atrapado, leyendo y releyendo a César Vallejo, poeta de los vencidos.
Y al amanecer de esa noche, renunció al ejército y se negó a cobrar ni una peseta más del gobierno de Franco.
Después, lo metieron preso; y se fue al exilio.

EDUARDO GALEANO
 
 
*****
 
15 DE ABRIL
 
 
ETERNIDAD
DE CÉSAR
VALLEJO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 

LA MUERTE
DE UN
GUERRERO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
«En suma, no poseo
para expresar mi vida
sino mi muerte»
César Vallejo
 
 
1. Regresó
siempre
 
En abril, en Santiago de Chuco, han cesado las lluvias intensas de enero y febrero; y se suspira de alivio porque han calmado las inclementes tempestades del mes de marzo.
El sol luce esplendoroso en los patios, corredores, ventanas; y bruñe esplendoroso la humedad extrayendo perlas y diamantes de los tejados.
Las vigas y los aleros de las casas empiezan a crujir estirándose y encogiéndose  después de los largos meses de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros desbocados.
Abril es el mes del despertar, del renacer y del aflorar, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y todo renace como brote, planta o mies.
En el Viernes Santo del 15 de abril del año 1938 murió César Vallejo en París, con aguacero; quien nació, se crio y vivió hasta los 16 años de edad en Santiago de Chuco, tierra a la cual amó entrañablemente, regresó siempre y añoró con amor devoto, ilusionado y ferviente.
 
2. Una total
consagración
 
Tenía al morir 46 años y atravesó ese trance doloroso de casi un mes de postración y agonía con fiebres altas que sobrepasaban los 41 grados, sobrellevando esta prueba con una dignidad igual a las que caracterizaron cada uno de sus actos cotidianos. Sin embargo, cada detalle de su muerte está revestido de solemnidad y majestad supremas.
Sus amigos que fueron a visitarlo dos semanas antes de que cayera postrado lo invitaron a salir. Venía el ómnibus y todos corrieron para abordarlo. Pero él se quedó atrás. No pudo avanzar. Su cuerpo estaba desfalleciente, débil y totalmente exhausto. Tuvieron que dejar pasar el vehículo y esperar que venga otro donde lo esperaron a subir.
Había entrado a un período de agotamiento y consunción por el estado a la vez febril y abatido que le producían los acontecimientos que se venían desencadenando en la Guerra Civil Española, un conflicto que ocurría a 1,260 kilómetros de distancia y que sólo a un ser excepcional podían afectarle de ese modo al punto de sumirlo en un total desvelo y consagración.
 
3. Quiero
tener un hijo
 
Escribió al respecto:
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien que venga,
y quiero desgraciarme;
Sin embargo, a la vez mantenía al tope sus anhelos, tenía sueños, albergaba planes, se ilusionaba con reiniciar su vida con opciones nuevas y grandes esperanzas.
A su alumna hindú, a quien le enseñaba el español, le declara más o menos de este modo:
No todo está perdido. Mi mujer es joven, casi una niña. Quiero tener un hijo.
Y lo conmovedor es que estos cambios radicales en su vida los dijo pocos días antes de morir.
 
4. No sé de qué
se muere
 
Meses antes, y más precisamente en septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año 1937, escribió casi todo lo que ahora son los «Poemas humanos».
Período final que es cuando fragua y cincela también ese poemario incandescente, dedicado a los voluntarios de la República en la Guerra Civil Española que asoló la patria de sus abuelos y de sus autores más queridos y estimados, «España, aparta de mí este cáliz».
  Al ingresar a la Clínica Arago, el 24 de marzo de 1938, una eminencia en la medicina como era el doctor Lemiere, después de examinarlo dijo:
Este hombre tiene todos sus órganos sanos y no sé de qué se muere.
Lo expresó después que se descartara que tuviera tuberculosis, o fiebre amarilla, o malaria. Días antes de morir le hicieron punciones a la columna vertebral a fin de extraerle líquido raquídeo, trance que hizo que diera alaridos y quedara desfalleciente. Y de lo cual ya no pudo recuperarse jamás. En el anochecer del día 14 de abril agonizaba convulso y febril recordando hacia el amanecer del día 15 de abril a su madre y a su tierra natal.
 
5. Valores
supremos
 
Ahora sabemos, como resultado de los estudios realizados por el médico argentino Carlos Urquijo quien tuvo en sus manos toda la historia clínica y pudo estudiarla, que murió de paludismo, enfermedad de los trópicos no identificada antes de 1938.
Y es que él padeció de niño esta fiebre cuando desde Menocucho lo llevaron postrado y en litera hasta Santiago de Chuco donde se recuperó gracias a los cuidados intensivos de su madre.
Y gracias a la leche espumosa, a los cereales recientes y en flor y gracias a las mieles de los panales de abejas y al aire vivificante del lugar, enfermedad que le rebrotó en Paríspor la extenuación que le produjo el drama de España.
Murió por consunción y agotamiento, debido a que entregó todo su aliento y las fuerzas de su grandioso espíritu y de su maltrecho cuerpo a favor de la causa del hombre; por el compromiso que asumió de defensa de la dignidad, el bien y la belleza.
Murió combatiendo en trinchera, en este caso defendiendo valores auténticos, verdaderos y supremos para el ser humano.
 
6. Su muerte
es un paradigma
 
Los enfrentamientos en los campos de batalla en la Guerra Civil Española fueron arduos el 15 de abril del año 1938.
Desde el amanecer de aquel día el ejército de la República rechazó los ataques del ejército nacionalista de Francisco Franco en Vinaroz, a orillas del Mediterráneo.
De allí que cabe afirmar que él murió en batalla contra el mal y la muerte.
Su martirio es el sacrificio de un guerrero, quien nos dio el ejemplo con su vida de cómo hay que asumir una causa y adoptar un compromiso a favor de los ideales irrenunciables de la humanidad doliente.
Su muerte es un paradigma, una página de heroicidad prominente, una epopeya de la especie humana. Es el más grande de los fastos universales, solo comparable a la geta de Lord Byron quien murió enarbolando las banderas por la independencia de Grecia atacado de malaria en Missolongui el 19 de abril de 1824.
 
7. Actos
de fe
 
Y cuenta Gonzalo More, quien estuvo en el grupo de amigos que lo rodearon en su lecho de muerte, en carta que dirige a Manuel Chávez Lazo, lo siguiente:
La expresión de su rostro muerto era verdaderamente maravilloso. No te imaginas que belleza interior y que luz sobrehumana en la frente del cholo. El gesto de dolor que yo vi minutos después de su muerte, desapareció para dar vida a una expresión de serenidad y bondad infinitas...
En abril en Santiago de Chuco cuando se han adelantado las lluvias ya se recogen los frutos de las primeras cosechas en los campos fragantes, como son los choclos tiernos, los chungares y las habas verdes.
Por eso, comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la maduración que hace el labriego, el campesino y el peón con quien él se abrazó solidariamente en la vida y se identificó tanto con su destino y su suerte.
Con su muerte él se inclina y consustancia a la tierra madre para ser grano, semilla y mies. Y con el peón con quien Vallejo vuelve a abrazarse en el surco, en la flor, en la espiga y el fruto bueno y redentor. Y alcanza su absoluto y totalidad en el acto ineluctable de la muerte y en la resurrección cuando se alientan, como él los alentó, grandes generosidades, consagraciones y actos de fe en el hombre.
 
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