jueves, 28 de mayo de 2015

LIBRO, "CARTA DESDE LA AUSENCIA", DE BEATRIZ MORENO DE ROVEGNO - POR ENRIQUE VERÁSTEGUI PELÁEZ

 
LIBRO, "CARTA DESDE LA AUSENCIA", DE BEATRIZ MORENO DE ROVEGNO

Enrique Verástegui Peláez.

Escritor, músico, poeta, matemático, guionista y filósofo

Nacida en Jaén, Cajamarca, formada en Chiclayo, Beatriz Moreno de Rovegno, una de las voces fundamentales de los años setenta-ochenta, publica ahora su libro de madurez: CARTA DESDE LA AUSENCIA (En Coedición con Editoriales Maribellina y Ediciones Todas las Sangres, Lima, 2005) poemas que, junto a los poemas del majestuoso e impecable libro CARTA DE PAZ (2002), en buena medida van a resumir todos aquellos temas que no sólo aparecen a través de su larga trayectoria de escritora, sino también, aquellas cosas que ella ha hecho en la vida y que no son otra cosa que luchar por aquello que ella consideró necesario: la lucha por la justicia social, la lucha por el amor, la lucha por la paz, y sobre todo, la promoción de las artes en un país que lentamente ha empezado a despertar de su letargo para concebir que sin arte no sólo no hay vida sino, tampoco, hay cultura que pueda defenderlo del subdesarrollo y de todos los males inherentes a un país que, como decíamos hace un instante, empieza a despegar para encontrarse consigo mismo y con su destino.  Ese, y no otro, es el contexto en el que se escriben y se inscriben, tanto el libro Carta de Paz como el último libro Carta desde la Ausencia.

Hay una parte de libro Carta de Paz y un poema, Carta Urgente, sobre el que me detengo para expresar que la palabra "urgente" nos vuelve a colocar, treinta años después, nuevamente en aquellas "Palabras Urgentes" que lanzó el Movimiento Hora Zero a los cuatro vientos para sacudir un país sumergido en el olvido de sí mismo y enrumbarlo por el camino de la poesía, que se aparecía como la cuestión correcta, esto es, como la promesa de una vida mejor para todos los peruanos.  La poesía es fuego, sea lo que sea el sustantivo "fuego", aunque ese fuego quema aquello que se  da como fruslería.

En su inolvidable poema CARTA AL HOMBRE NUEVO, dice Beatriz: "Aquí, despajada de vana fantasía, te escribo insistente/ plenamente confiada en que algún día estallará el hambre".

Quiero fijarme en ese verbo: "insistir" porque me parece que Beatriz centra el carácter de su energía en insistir en un elemento radical de aquella ausencia que se da hoy día: la ausencia de una paz que sólo se harpa presente cuando el hombre nuevo, a quien va dirigida su carta, se haga presente entre nosotros. Quién es el Hombre Nuevo?  Beatriz Moreno dice que el Hombre Nuevo es poeta, luchador, cantor, amigo, río, árbol que se aparece para ella y que, el flujo lírico de sus versos, nos hace pensar más de una vez que se trata de Javier Heraud.... un hombre nuevo ausente en el mundo de hoy, pero que tiene sus émulos desde otros ángulos, como podría ser  precisamente Fernando Rovegno, quien ahora habita le infinito, al cual ella dirige su último libro. Por cierto, el Hombre Nuevo del que habla Beatriz puede ser el de la Biblia (hay una oración al inicio del libro) pero también puede ser Krisol, aquel Dios que se aparece en el conjunto de mi obra, sobre todo en su Cuarto Tomo de la ÉTICA, en ALBUS. Se trata ciertamente, de un hombre nuevo moral porque para mayor  escándalo de las feministas, y hasta de Octavio Paz, Beatriz Moreno cifra las llamas del incendio no en la sexualidad sino en la conciencia moral, en aquella conciencia que es estremecida hoy día por las urgencias de la hora. Así, dice en un poema bellísimo que se titula precisamente INCENDIO:

Necesito la fe
para mi pueblo
Me doblo ante
su desesperación
Y su dolor ya es
mi propio incendio.
 
Porque identificada con su pueblo encuentra que el incendio, que también conduce a la luz, se encuentra en el dolor de su propio pueblo. Sus condiciones para el amor son también condiciones políticas, aquellas que buscan la paz. Ella dice que no se juntará con su amor sino "cuando no exista la guerra, cuando el Perú se vista de paz, cuando los Andes canten, cuando el pan se vista de universo, cuando la tierra se ponga de pie, cuando la voz se nos quiebre de alegría, cuando el verbo amar se haga carne." (dice su poema)

En un poema que se titula "A LAS 9", y en lo que me parece uno de sus más perfectos poemas, un poema que puede figurar en las mejores antologías de nuestra poesía, ella dice:

"He de atreverme a escalar esta montaña.
Bajar por laderas donde piedras llaman piedras.
Rezar en croata mis plegarias
escribir poemas azules a Etiopía
cuestionar la inocencia de los negros en el Brooklyn.
Tal vez también escupir sobre los restos de la cena
y vestirme de rojo en Tiam An Men.
He de atreverme a olvidar a cinco mil
enterrar a veinte mil y eructar.
¿Tengo que aprender nuevamente a aprender?"
 

Porque hay demasiado genocidio sobre este planeta, un planeta al borde siempre de la guerra, aunque los negros de Brooklyn ya no sean inocentes sino sabios, como Kofi Annan, que dirige las Naciones Unidas.

Escribe otro bello poema que se titula LAMENTO:

Si hubiera escrito un poema
cada día de mi vida
hoy podría alimentarme
sin tener que asomarme
a tu ventana
no tendría que tocar tus ilusiones
ni llamar a tu puerta a cualquier hora.
 

Porque el tiempo que debió dedicar a su propia creación literaria está invertido en las actividades de promoción cultural que realiza y que su  esposo FERNANDO ROVEGNO, el Mecenas de Todas las Sangres en el Perú, secundó con denuedo, con entrega.  Ese poema que no escribió cada día de su vida es el poema de su quehacer en las letras de la patria peruana. No se morirá de hambre porque ha sembrado en los corazones un puñado  de trigo que mañana, ayer, hoy, florece en los ojos  de sus amigos y de quienes la amamos y de quienes amamos y recordamos siempre a Fernando, aquel que la apoyó y abarcó en su apoyo a la gente que hace arte en el CONSEJO NACIONAL TODAS LAS SANGRES, que ella parió.

Beatriz lo sabe perfectamente porque ella está "segura de seguir en el camino, amazona de su propia lucidez, certidumbre de su ensueño, logro de todos sus anhelos, átomo de un sueño que se dirige a triunfar." (dice su poema)  Ese triunfo  está a la vista y consiste en ver reunidos a todos los escritores y artistas del Perú en el Consejo Nacional Todas las Sangres, que ella dirige y que recibió la protección de su esposo Fernando, a quien dedica el libro Carta desde la Ausencia y dedicó el libro Carta de Paz, estando él presente en primera fila  en la presentación que hice de ese libro. Pero es, sobre todo, el triunfo de su propia poesía sobre la muerte, lo que nos invita a leerla... y leerlas una y otra vez.

En los poemas eróticos, aparece una mujer fina que sabe hacer el amor sobre un lecho de flores: ese hacer el amor es ya el estilo de las poetas de su generación, que germinaron en los años 80 y que la invitan a participar del aquelarre erótico de aquellos años, que también son los nuestros.

Ambos libros significan eso precisamente: un saludo desde la paz, el saludo de una mujer en paz consigo misma. El libro en quechua y castellano CARTA DE PAZ, se aparece en el horizonte azul de la sierra con un discurso elaborado en perfecto quechua cuzqueño, que habla bien a las claras de las opciones que ha elegido Beatriz Moreno, quien de ese modo se restituye a su Cajamarca natal, sin olvidar el Chiclayo donde se formó. 
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Si su poesía en lengua castellana bien merece que la leamos, su poesía escrita en idioma quechua la convierte, sin discusión alguna, en la primera mujer que escribe y publica poesía quechua entre las mujeres de mi país. Su libro es del 2004, y los poemas son, muchos de ellos, de los noventa y ochenta. su quechua es un mensaje para la paz y esperemos que esa paz sea duradera.

Declaro, que estos dos libros de poesía de Beatriz Moreno son los mejores que he leído en la última década!

WET - COMO QUIEN PIERDE UNA ESTRELLA

WET - DÓNDE ESTARÁ MI PRIMAVERA

NO PUEDO ARRANCARTE DE MÍ

WET - BUENOS DÍAS TRISTEZA

WET - LUNA DE MIEL

ESPÉRAME - LOS DOLTONS

Chiquián - Oswaldo Pardo Loarte

NIEVES ALVARADO

La casa vieja - Nieves Alvarado

Hualín Aldave Palacios

Chiquián - Marco Calderón Ríos

Chiquián