BARRANTES Y CASTILLO
Escribe Ángel Gavidia Ruiz
Ambos son cajamarquinos, uno es de San Miguel y el otro de Chota. Ambos son de izquierda, aunque , la verdad y en esto coincido con el puka Bellido, dificulto mucho que Castillo sea de izquierda. Los dos fueron ungidos por el voto popular para conducir sus pueblos. Barrantes fue el primer alcalde socialista de Lima, Castillo es el actual presidente del Perú. Pero cuando llegó Barrantes al sillón municipal llevó como su teniente alcalde al sociólogo Henry Pease García, un organizador nato y eficiente y un hombre honestísimo hasta el tuétano. Cuando arribó Castillo a Palacio de Gobierno nombró como primer ministro al ingeniero electrónico Guido Bellido Ugarte, con experiencia dirigencial y algún rol en el gobierno municipal de su provincia además de un pensamiento ideologizado que lindaba con el dogma. Quiero decir que aquí terminan las similitudes. Y aquí también comienzan las diferencias. Con Barrantes se vivió una nueva Lima. Se recobró la ilusión. Y el “vaso de leche” fue todo un símbolo. Un faro. Una piedra fundamental en la organización popular de los más necesitados. Hay un personaje de Juan Acevedo, Piolita, que, apenas recién nacido, fue abandonado en un basural de Villa el Salvador. Lo recogió “ La organización del vaso de leche”, ella lo crio, la organización, quiero decir esas numerosas madres colectivas. Piolita creció flaco, pero hombre de bien, medio filósofo, claro, cocido por muchas preguntas existenciales, pero solidario como el que más. Hay, sin embargo, una diferencia mayor y de veras terrible: la duda de que Castillo lleve la lucha anticorrupción como un sombrero más, cuando debiera calzarla como su propia sangre o su esqueleto. Gorriti acaba de publicar cosas muy delicadas que incluyen la posibilidad de un soborno directo de parte de la lobista Karelim López. Si esto se confirma, el profesor tendrá que renunciar. Y el pueblo que creyó en él, tendrá que ponerse a curar a la esperanza malherida. Escuché alguna vez decir a Barrantes que lograr un gobierno honrado ya era una revolución. Me pareció, en ese tiempo, una condición muy modesta para un gobierno revolucionario; pero no era tal, es el primer paso, condición ineludible para construir el cambio y la justicia.
ADDEMDUM
Releí mi comentario sobre Barrantes y Castillo y me detuve en la ilusión, sí, en la ilusión que, como un río bueno, inundó la ciudad cuando ganó el
frijolito la Alcaldía de Lima. Y los que pudimos aportamos con latas de Leche Gloria, y vino la Paloma San Basilio a cantar y a ayudarnos a recaudar fondos para el vaso de leche que dio origen a una enorme y hermosa organización popular. Y aparecieron los libros editados por la municipalidad y a precio “huevo” y, como hongos nutricios, aparecieron también los grupos de teatro, y la vida. Y disfrutamos de la esgrima verbal del cajamarquino, irónico y palomilla, arrinconando al periodista de derecha Alfonso Baella Tuesta y hasta a César Hildebrandt al que le decía, no sé si medio faltoso, ”sobrino”. Pero quiero detenerme en la ilusión solo para poner en relieve una frase del Gabo que rescata hoy muy oportunamente Alonso Cueto: “La ilusión no se come pero alimenta”. Un poco de ilusión, don Pedro. Un poco de ilusión.
Trujillo, 17 de diciembre del 2021