Danilo Sánchez Lihón
1. Un hombre
luz
Dice
el primero de los oradores después de la elección de la junta directiva
de la flamante organización, entre otros conceptos que se van
vertiendo:
–
Hoy 17 de marzo de 1921 es un día histórico en el Valle de Chicama y en
el devenir social de nuestro país, por haber tomado la decisión de
fundar el primer sindicato de trabajadores de la hacienda Roma, que
lleva por nombre Sociedad Obrera de Beneficencia, Auxilios Mutuos y Caja
de Ahorros.
Y otro advierte:
–
Felicitaciones al compañero Artemio Zavala elegido para el cargo de
presidente, en mérito a que su vida es un ejemplo de virtudes. A que
tiene capacidad de organización y jamás lo hemos visto en francachelas,
en juegos ni en fiestas, y sí más bien consagrado al estudio y al
trabajo sindical. –Dice el primer orador.
–
Él es un Chuco, un hombre luz. Es un hombre con honestidad y con
temple, con coraje para afrontar las situaciones arduas como él sabe
afrontarlas.
Eso han dicho los tres trabajadores que han hecho uso de la palabra. Y ahora interviene otro asambleísta, para decir:
2. Conducir
los destinos
–
Bien compañeros. Solo con la voz de nuestro aliento, para que no
escuchen los delatores que siempre andan cerca, digamos tres vivas
plenos de coraje:
– ¡Vivan los compañeros trabajadores!
– ¡Viva!
– ¡Viva el sindicato!
– ¡Viva!
– ¡Viva el Perú!
– ¡Viva!
– ¡Que hable el compañero presidente, recién electo!
–
Bien, compañeros: Yo agradezco a todos ustedes que hayan depositado en
mí su confianza para conducir los destinos de nuestra organización, la
misma que acabamos de fundar. Voy a pedir al compañero Efraín Díaz,
nominado vicepresidente, para que mañana mismo se apersone a una notaría
de Trujillo para hacer el registro correspondiente de nuestro
sindicato. Si alguien quisiera acompañarlo, lo agradeceríamos
sinceramente.
3. Conciencia
clara y lúcida
– Yo puedo ir con él.
–
Gracias. Pero esta vez quiero nuevamente agradecerles y decirles que
los siguientes días serán de prueba muy grande para nuestro movimiento,
en cuanto a visión, prudencia y fortaleza. No olvidemos que las
haciendas azucareras son feudos o señoríos, pero que en verdad son
reinos medioevales. Donde sus propietarios se sienten dueños no solo de
la tierra sino del destino de la gente, de hombres, mujeres y niños.
¿Los hemos de permitir?
– ¡No! ¡Los trabajadores también tenemos derechos!
–
Ellos son los barones del azúcar una casta de reyezuelos que desde Lima
ponen y sacan al poder ejecutivo, al poder legislativo, al poder
judicial y tienen la prensa a su arbitrio. Ellos mandan en el ejército y
en la policía. Las torturas están a su servicio en sus múltiples
formas, sea “la gota de agua”, “la barra”, “el grillete”, son recursos
aplicados con sutil sofisticación para amedrentarnos. ¿Acaso le tenemos
miedo?
– ¡No! ¡Defender nuestros derechos es defender la vida!
– Es sobresaliente tener una conciencia clara y lúcida; y una capacidad honda y grande de compromiso y organización.
4. No tengo
asientos
–
De mi parte mañana pediré una cita en la gerencia de la hacienda para
hacerles conocer la decisión que hemos tomado. Quiero agradecer
nuevamente su confianza. ¡Claridad y valor en la lucha! Muchas gracias,
compañeros.
–
Señorita, hemos solicitado con la debida anticipación y mediante oficio
una entrevista para hoy con el señor Gonzalo Palacios, gerente de la
hacienda Roma. Queremos hablar con él.
– Nuevamente, ¿de parte de quiénes le digo que vienen a buscarlo?
– De un grupo de trabajadores de la hacienda.
–
Esperen un momento. Está muy ocupado, atendiendo una llamada de Lima,
pero voy a consultarlo. ¿Hace cuánto tiempo pidieron la entrevista?
– Exactamente hace dos semanas. Aquí está el cargo.
– El señor Palacios va a recibirlos. Adelante, pasen.
– Gracias.
– Bueno, no tengo asientos para todos, así que brevemente los atenderé de pie. ¿Qué se les ofrece?
5. ¡Esto
es inaudito!
–
Señor Palacios, hemos venido a entregarle el acta de fundación, visada
ya por el notario de Trujillo, de la “Sociedad Obrera de Beneficencia,
Auxilios Mutuos y Caja de Ahorros”, que entre otros fines tendrá la
defensa de los intereses de los trabajadores de la hacienda Roma, en la
cual venimos laborando.
–
¿Así? ¡Algo me habían avisado! Pero no sospechaba que del todo fuera
cierto: ¿un sindicato en la Hacienda Roma?, no es algo que se deba
permitir.
– También es nuestro objetivo la defensa de los derechos de los trabajadores.
–
Aquí, la verdad señores, no se necesita sindicato. Esta no es una
empresa. Este es un protectorado. O, mejor dicho, la hacienda Roma es un
patriarcado.
– Cualquiera sea la manera de que usted la llame, señor, hay derechos de los trabajadores que están siendo vulnerados.
–
¡Oír decir esto es inaudito! ¡Es una insolencia, en ustedes, a quienes
les hemos hecho el favor de darles trabajo, y puedan siquiera comer y
dormir bajo techo!
6. Obra
¿de quién?
Palacios se toca la cabeza, ¿está soñando? Este es un acto subversivo que no lo puede creer.
–
Comunicaré de estos hechos al doctor Víctor Larco Herrera., con quien
hace un momento estaba hablando y permanece en Lima. En los próximos
días les tendré una respuesta. ¡Hasta luego!
– ¿Qué? –Dice, al otro lado del teléfono, Víctor Larco Herrera
–
Sí, doctor. ¡Es increíble! Aquí tengo el papel, que dice tal y como le
estoy leyendo: “Sociedad Obrera de Beneficencia, Auxilios Mutuos y Caja
de Ahorros”. Pero eso es una fachada, en el fondo es un sindicato,
porque acaban de decirme que defenderán los derechos de los
trabajadores.
–
Se ve que son gente avezada. Y dígame: ¿quiénes están en todo esto?
¿Son individuos recientes que se han infiltrado? ¡Porque la gente
siempre ha sido humilde y sumisa! Dígame, ¿obra de quién es todo esto?
–
Hay varios cabecillas, doctor, pero el primero es quien aparece
indudablemente como presidente. Y luego toda la directiva que lo
acompaña.
7. Ni asustados
ni suplicantes
–
Fíchelos a todos ellos. Y desde este momento me los vigila. Voy a
llamar a Seguridad del Estado, para pedir su intervención. Oiga usted: a
mí quien me lo hace me lo paga.
– Sí, doctor, eso lo sé. Así lo entiendo y esto no lo permitiremos jamás. Confíe en mí, doctor.
–
Debemos demoler, triturar y hacer desaparecer todo ese pus. Y recién
después sanar, haciendo que las cosas vuelvan a cómo eran antes.
– ¿Y cómo los reprimo?
–
Provóquelos, rételos. Saque un comunicado que por la crisis mundial se
disminuye el 33 por ciento del salario de todos los trabajadores, a ver
si aguantan.
– Sí, doctor, me parece una idea genial y la aplicaré de inmediato.
Y
así se hace. Como respuesta la “Sociedad Obrera...” y su dirigencia
solicitan una entrevista a Palacios, en donde sin acatar este
dispositivo de la disminución de salarios, y en vez de estar ni
asustados ni suplicantes, presentan más bien un pliego de reclamos de 40
puntos y dan un plazo razonable de 48 horas para discutirlo.
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