viernes, 8 de marzo de 2013

HOMENAJE A LA MUJER EN SU DÍA - POR RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO


       
  POR ESO TE QUIERO
Rodolfo Ascencio Barillas
 
Por eso, te quiero mujer de todos  mis ensueños
y la dulce melodía de mis oídos,
y el agua fresca de los manantiales.
eres el amanecer donde nace la aurora de tus ojos
y la límpida verdad de tus palabras,
eres la fragancia que expelen tus pétalos de rosas
y la brisa que reposa en tus montañas,
y el rocío que desciende de tus cielos.
Eres el alba que dibujan las acuarelas de tus manos
y el crepúsculo que se asoma en la cima del mundo
y la luz que destellan los bosques solitarios.
por eso te quiero  mujer de todos mis desvelos,
eres como  el arco iris de tus ojos, y  como dos luceros
que atraviesan mis ínfimos universos.
Eres el estuoso pesar de mi pecho
y los estragos que inundan mis pantanos,
y el estruendo de tus rayos relucientes
y làbil en tu boca, cuales exquisitas fresas.
Te quiero por que te quiero;
y no puedo negar tus tiernas caricias
y la felicidad que produce dolores,
en la ausencia de tus atávicos embelesos.
eres la nebulosa colina de mis tristezas
y el silencio extraviado de mis rubores.
Eres el denuesto de todas mis angustias
y el redil que aprisiona mis caprichos
y la sed ardiente de tu pecho.
Eres la palabra de los mórbidos vientos
y el cometa que vigila mi camino
y el roció que hermosea tu encanto.
Eres la dulce paloma de los olivos
que despierta temprano en mis alboradas,
eres mujer que vives en el brillo de mi pecho
y en los fulgores azules de la luna
eres la primavera de mis primeros sueños
mis primeras ilusiones que ayer nacieron
y que hoy fenecen en la luz de mis otoños.
Tu boca son las flores de mi jardín
tu voz el bello canto de la calandria.
Eres la pena de mis trepídenles pesares
tú le das luz a mis tinieblas
y alegría ha mi corazón destrozado.
  eres la eterna voz de mi silencio
y el dulce sueño de mis despertares
en un mundo de dolores.
Te quiero, por que te quiero
te quiero, como el fondo azul de las estrellas
te quiero como los nevados montes de los andes 
  y en el sello de tus palabras rotas
Y la magia que derrama el paraíso de tus amores
te quiero como los hielos fríos
Y las frías noches de inhóspitos inviernos
te quiero como las burbujas de un manantial
te quiero como las praderas de tus suspiros
te quiero como los valles de tu fragancia
y los bellos amaneceres de  días claros.
por eso te quiero mujer que corre
tras las sombras desiertas de mis ansiedades.
Te quiero como el lacticinio de los oasis desérticos
y en el sufrimiento de mis anhelos
y en la soledad de mis tristezas
y en las añoranzas de mis sueños
y en las promesas de los años pasados.
Te quiero en las dicotomías de la vida
y en las parafernalias comprometidas
y en el farniente de mis tesoros
y el  órdago de mis amores
y hasta en los impluvios de mis dolores
te quiero en la sibila de la noche fría
y en las alambricas verdades de tus labios
y en las catànbricas espumas del mar
te quiero en las ambivalentes tristezas de mis plegarias
y en la mórbidas voces del viento
te quiero en el incólume pasión de tu cuerpo
y en el cobrizo destello de los horizontes
y en el equinoccio, de salamandras estelares
por eso te quiero, y más te quiero 
con la majestuosa belleza de tu existencia,
y en impele relucir de tu bella silueta.
Te quiero en el eviterno sueño de mi alma
del todo y de la nada
de la palabra hasta el infinito
de la sombra hasta la luz,
de lo distante hasta lo inesperado,
de lo acróstico hasta lo simple.
Te quiero porque te quiero,
Y quererte me encadena  eternamente.
Te quiero en las hojas
y en los altos árboles
y en las aguas cristalinas
y en las brisas matutinas
y en las orillas de las playas
y en la soledad de mi corazón.
Por eso te quiero, y más te quiero
mujer preciosa, y de belleza graciosa
mi amada, mi eterna enamorada
Y el deseo ardiente de tus sueños relucientes.
Por eso, te quiero en tus torrentes ilusiones
y en la inmensidad de los océanos
y en las elegía de tus versos soñadores
y en los estertores de tu pecho.
Te quiero por tus labios de azucena
y por tu mirada macarena
y por las pléyades de tu aliento,
Y de tu infinito firmamento
y por las constelaciones de los cielos
y en las brújulas del tiempo
y en el estoico afán de mis lamentos.
Te quiero porque te quiero
porque eres la verdad adyacente
y la acuciosa alondra de mis sueños.
El eterno amor de mis empeños
y el agreste amago incierto de mis tormentos
y el ufano devenir de mi adusta suerte
y la ineluctable pasión de mis anhelos.
Por eso te quiero, poblada de emociones
porque sabes amar con ternura
y sabes esperar con dulzura
en la exótica raíz de mis pensamientos
y me cautivas con tus conceptos
y me eximes con tus lamentos.
Bella beldad de mis ojos que solo me causas felicidad,
te quiero porque te quiero, amor de todos mis tiempos
Por eso siempre te quiero…


¡OH! BELLA MUJER

Por Rodolfo Ascencio Barillas

¿Quien eres majestuoso resplandor de la belleza?
acaso eres  la fibra sensible de la divina realeza,
luz invisible del bello lucero,
soledad de  las lejanas colinas,
espejos que dibujan acuarelas del cielo.
¡Oh1 bella mujer de mis amores
Y dulce atardecer que se asoma por el mundo
Y yo me pregunto, ¡cuanta Belleza!
¡Oh! Bella criatura de mis ensueños,
y que viertes tu paz en mi dolor melancólico
 un exquisito vaso de néctar,
de fresas y melocotones.
Pero la magia de tú ominada  arquitectura
 que inspira  a poetas y a soñadores
viajar en las tranvías de colores,
eres la fuente misteriosa
de mis frágiles ilusiones,
y de mis  desvelos.
Eres entre mis grandes tribulaciones
la causa de mis nobles sensaciones;
¡Ho! bella mujer de tu divina pureza,
y el alma que siempre te ha exaltado
con tú perfecta devoción.
Yo he soñado en la delicia de tus paraísos
junto a mis desoladas cuitas,
y los placeres que me causa gran fascinación.
¡Oh! Bella mujer de mis encantos,
eres la cuajada de rocío que  desprende el ocaso,
el olor que expelen las verdes hojas,
el  encanto de una hermosa melodía, el río,
el camino, y el torrente desvarío,
los dueros, las estepas, y las altas
copas de los árboles,  el fruto, y la delicia,
y la brisa vespertina del verano.
¡Ho! bella mujer de mi eterno existir;
allá a lo lejos, los horizontes dibujan
una alegre sonrisa con  su  leve viento,
y sinfonía de la majestuosa naturaleza,
y el zumbido de las cañadas solitarias.
¡Oh! mujer de pechos  de uvas, y de fresas,
eres delicia en la más hermosa  caricia,
tú escondido Rostro, tu voz, tu cuerpo,
y el aliento de tu alma, y que yace
en el amanecer de un nuevo día,
es el tranvía de tu osada Valentía,
tener en el resguardo de tu  ternura,
de tus brazos, y quien Te dio Toda
la potestad de poseer semejante
belleza, tu sonrisa que es una suave brisa,
tú voz el encanto de las flores,
tus ojos dos luceros en el firmamento.
Eres el agua de  lluvia  en la tarde
 y el helor en la fragancia de los pastizales,
 eres el aire suelto de la aurora
y la vid de los viñedos,
y de los pueblos soñadores, y el amor que nace
en las entrañas de lejanas mañanas,
y que pronto vendrán A saludar tu hermosura.
¡Oh! Bella mujer, son tus ojos como dos estrellas,
y  besan  en tus labios los dulces cerezos
¡Oh! Bella mujer de tierra, de cielo y de amor…



                                                          
                                                              

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