viernes, 8 de abril de 2011

EL APARTHEID EN EL PERÚ - POR JOSÉ NATONIO SALAZAR MEJÍA (HUARAZ, ANCASH)

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EL APARTHEID EN EL PERÚ

Por José Antonio Salazar Mejía


Mientras alguien padezca, la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire al pan con envidia, el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos, mi corazón no sonreirá.
(Manuel Scorza).


Cuando enseñaba a mis alumnos en la UNASAM el curso de Interculturalidad, estudiábamos el caso de Sudáfrica, un país que hasta no hace mucho vivía bajo un sistema injusto, el apartheid, mediante el cual, como bien sabemos, una inmensa cantidad de sudafricanos vivía excluida, sin acceso a las mínimas condiciones de alimentación, vivienda, empleo y participación de las riquezas de ese inmenso y rico país. Bueno, eso lo justificaban porque esos excluídos eran los negros. El problema era racial. La lucha del pueblo con Mandela a la cabeza, eliminó el apartheid.


Siempre me puse a pensar que en el Perú, las condiciones en que viven el 70% de los peruanos, es la misma o peor que la que vivían los sudafricanos de color. Y jugaba con las palabras: acá no tenemos apartheid, tenemos "apra-theid", o acá existe el "aparte-heid", etc.

Pero eso era para esconder mi desasosiego e impotencia ante la cruda realidad.

Desde que tengo uso de la razón, he vivido escuchando la misma cantaleta: estamos en crisis y hay que ajustarse los cinturones que pronto vendrá la bonanza. Eso pasaba en el primer gobierno de Belaúnde; luego le echaron a Velasco la culpa de haber jodido al país y despertado al "indio" y tuvo que volver Belaúnde a contarnos la misma historia. Al margen de la época en que nos debatíamos con el terrorismo, los sucesivos gobiernos nos trajeron y apuntalaron este modelo "democrático" de apertura a los capitales. "Ya llega el chorreo", nos decían y nos lo siguien diciendo. El padre Gustavo Gutiérrez (sí, el mismo, el de la Teología de la Liberación), soltó una frase redonda el año pasado: en el Perú se alteran las leyes de la física, pues el chorreo va para arriba.

Como tengo mi programa en la tele "un día como hoy", me pregunto ¿qué dirán de nosotros los peruanos del mañana? ¿Nos verán como un pueblo pusilánime que no supo defender sus riquezas? ¿Que no supimos imitar en algo la gloria de nuestros antepasados? ¿Que sucumbimos a la corrupción y al narcotráfico?

Ahora que estamos a un día de las elecciones, reflexiono sobre cómo el Perú del 2011 se parece a la Sudáfrica del siglo pasado: la riqueza es para unos pocos, muy pocos; la inmensa mayoría de peruanos vivimos tras un muro invisible, pero totalmente ajenos a la bonanza que se vive en el país.

No sé si les pasa, pero yo lo siento en carne viva. Soy docente cesante. Desde hace 11 años mi sueldo de 800 soles se congeló allí. Fujimori empezó y Toledó concluyó: nos quitaron la cédula viva, un derecho conquistado, es más, un contrato resuelto unilateralmente por el gobierno (pues consentí que por 30 años me quiten el 15% de mis haberes para que vaya a un fondo y de él se me pague mi jubilación reajustable). En términos reales, mis 800 valen hoy sólo como 350 de hace 11 años, porque todo ha subido y sigue subiendo, menos los sueldos y salarios.

Éticamente, no puedo votar por quienes ofrecen continuar con este modelo. No puedo dar mi voto al verdugo. No puedo consentir con mi voto que los ricos sigan haciéndose cada día más ricos y los pobres, cada día más pobres.

Encima nos engañan con su propaganda: "¡no hay que asustar al capital, se va, y volverá la pobreza!" ¿Pobreza para quién, si nunca salimos de ella? Para ellos será, para los ricos. Si fuera así, bien hecho; que sepan lo que es canela.

Pero no. No hay que ser tan creído. Ni ellos se la creen. Sino que pagan a la prensa para que nos hagan creer. Y dueños de periódicos, radios y televisoras que coimean de las grandes empresas se lucen asustando incautos. Los capitales no se van a ir: allí está el caso de Bolivia, les amenazaron con sacarlos del país si no renegociaban, y calladito aceptaron el nuevo trato, porque de todos modos ellos ganan y ganan mucho. (El oro estaba a 300 dólares la onza cuando llegó Pierina, ahora está 1,500 dólares; Antamina pensó recuperar en 15 años su inversión, y la recuperó en menos de tres.)

Diganme si no necesitamos urgentemente que cambie la cosa.

Pero los candidatos del gran capital no tienen ninguna verguenza en reafirmarlo: ¡no habrá ningún cambio! Así lo grita el cholo de corazón gringo y el gringo que se hace pasar por criollo; la cínica hija del japonés y el caradura que lleva a tres comandos como congresistas por Ancash.

Todos ellos nos juegan al susto, pues bien saben que ahora los capitales no huyen, porque sencillamente no les conviene. Mientras China esté construyendo, siempre venderemos nuestro cobre y nuestro hierro. Sino que quieren seguir con la ganga: al Perú lo puso Fujimori en oferta antes del boom de los minerales, e increiblemente sigue la oferta casi 20 años después.

Somos el único país que no renegocia sus contratos: Canadá y Australia los grandes productores lo han hecho y ningún capital huyó. Ese es un engañamuchachos con el que nos quieren asustar.

Somos el único país del mundo que regala con tanto entusiasmo su futuro, a precio huevo; con perdón del huevo, que bien merece su precio.

El mismo Chile, nuestro "modelo", que tiene como mayor (y única) riqueza su cobre, hoy, en el 2001, tiene su empresa estatal del cobre. El cobre es de todos los chilenos, está estatizado, por más que quieran acallar esta verdad nuestros oligarcas, sus políticos y sus periódicos de pacotilla.

Brasil, el gigante que ha dado el gran salto al eliminar realmente la pobreza y reducirla al 5% en solo 8 años (siendo equitativo en la distribución de lo que genera ese país, nada más), es dueño de su petróleo; su empresa Petrobras, si bien es mixta, cuenta con 51% de capital a manos del estado. ¿Los minerales no pueden ser del Perú y de todos los peruanos...? Pregunto yo.

Sólo acá regalamos nuestra riqueza, riqueza que se va acabar. ¿Y el futuro qué? ¿Y nuestros hijos qué? Cocineritos de éxito como Acurio. ¿Ese es el mañana que les espera...?

Estos gobiernos corruptos siguen la tradición: primero fue el guano, luego el salitre, ahora el gas y los minerales. Cada vez que el país ha tenido recursos, se lo repartieron entre ellos. Y el pueblo, en un eterno apartheid: excluído de la participación de la riqueza.
Por eso mi voto no irá a ningún candidato de los ricos. Por ninguno de esos cuatro vendepatrias.

Yo voto por el cambioooooooo! Apuesto por un equitativo reparto de la riqueza.

Porque no me creo el otro cuco que sacan de que Chávez y Evo Morales. El Perú es el Perú, y Venezuela y Bolivia son otros países. Y punto.

Y luego de votar, les aseguro que el domingo dormiré tranquilo con mi conciencia, soñando que en mi querido país, acabe algún día el apartheid.

¡Y Dios quiera que ese sueño se haga realidad!

No pretendo que me sigan, amigos. Sólo soy honesto al exponerles mi punto de vista. Si en algo ayuda, en buena hora.

Un abrazo. Y que el Señor nos ilumine a los peruanos en estos días trascendentales.


Fuente:






José Antonio Salazar Mejía


Uno de los más grandes escritores ancashinos de todos los tiempos

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