domingo, 10 de mayo de 2009

FELIZ DÍA DE LA MADRE

Por: Agustín Zúñiga Gamarra
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La madre es eterna, su presencia es permanente,
renacen constantemente en los hijos en los nietos, bisnietos.
A ellas las queremos y amamos todos los días, todos los años, ...
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Las madres, por su don especial de traer hijos al mundo, se ven obligadas a defender su retoño con todas sus fuerzas. En un país como el Perú, ellas se convierten en el ser más importante para el desarrollo de la persona y del futuro ciudadano, prácticamente de ella dependerá si el niño se nutrió bien, si recibió amor, si aprendió a ser disciplinado, tolerante, emprendedor, estudioso, honrado,...

Su mayor dolor es no poder darle lo mejor que quisiera. Le falta educación, porque se hizo madre muy temprano, le falta oportunidades de trabajo, zurce las ropitas para que duren más, si se trata de ropas nuevas tienen que ser para sus hijos, busca los alimentos mas baratos yendo hasta los lugares de acopio, aunque queden muy distantes de su casa, sufre al ver que su niño no tiene espacios seguros para su entretenimiento. Si tiene suerte consigue trabajo, sea como lavandera o cocinera, pocas logran trabajar en una fábrica u hospital o escuela. Cada sol que ingresa lo utiliza de la mejor manera porque sabe de su importancia.

En un día como hoy todos quisiéramos dedicarle algo muy especial a nuestras madres. Pero si lo hacemos con nuestras palabras, con seguridad será el regalo mas apreciado, ella no diferencia si vino de un poeta o de su hijo, para ella es lo mejor. Por eso solo le basta una palabra, una flor, un gesto, un beso para ser la madre mas feliz.
Cuando recuerdo a mi madre, la memoria me lleva a las calles, escuela, desfiles, iglesia, procesiones, primera comunión, en mi pueblo natal, Chiquián. Por lo que hoy bastaría con relatarle a mi madre, cada uno de esos pasajes, dónde ella me acompañó, me enseñó, me aconsejó, me reprimió.

Ella en este día no espera ningún regalo material, ella aprendió a ver y valorar las profundidades de los actos, de los sentimientos y sabe que nuestra compañía, nuestro trabajo, nuestras familias, cómo vivimos, cómo nos comportamos en nuestros hogares, si allí hay felicidad ese es su mayor anhelo.
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Desea que en este día estemos juntos todos, y todos nos referimos a los hijos, las nueras, los yernos, los nietos y bisnietos. Ella quisiera cocinar, atendernos, acariciar a los más pequeños, y si hay que posar para unas fotos mejor, porque en su mente y corazón, sabe que cuando la edad avanza, los momentos de soledad aumentan y allí ella necesitan los retratos, porque todavía desea ver a sus hijos como eran de pequeños y compararlos con los nietos de ahora, ella sabe cuánto ha sacado el nieto del papá de la mamá o de los abuelos, no sólo en la parte física sino en su personalidad.
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Ahora que el tiempo pasó, sus alegrías las construye de la forma más simple, lee y relee las cartas, recorre su vida viendo los álbumes y si de tanto en tanto espera ansiosa la llamada de su hijo, hija o nietecito, su gastada memoria le pone dificultades para marcar el teléfono, ella vive pendiente por saber cómo van los hijos, está al tanto de los nombres y cumpleaños de toda la prole, y cómo no saberlo si todos los días las menciona en sus plegarias, seguramente que el Dios de sus ruegos se aprendió el nombre de cada uno de ellos de tanto repetirlos en sus oraciones y pedir por su salud, amor, trabajo y felicidad.

Ella sabe que la vida que le queda es corta, pero quiere que en el nicho que ya compró, con sus ahorros, estén también junto a ella los de sus hijos, como queriendo que cuando el polvo extinga sus huesos las almas de la familia sigan eternamente juntos.
En el laberinto de la vida y exigencias del trabajo, a veces postergamos una llamada, un saludo, un paseo para visitar museos, llevarla al mar a mirar juntos la puesta del Sol, pensamos que hay tiempo todavía pero cuando queremos darle aquel cariño guardado, la oportunidad parece desaparecer por ello:

Comparte con ella unos pocos minutos ahora que está viva...
Y no una noche entera cuando muera.
Estrecha suavemente su mano amorosa ahora que está viva ...
Y no que apoyes tu cuerpo sobre su cadáver cuando ella muera.
Haz una breve llamada ahora que está viva...
Y no que emprendas un largo e inesperado viaje cuando ella muera.

Regálale una, una sola rosa ahora que está viva...
Y no envíes un hermoso ramo cuando ella muera.
Eleva al cielo una corta oración ahora que está viva...
Y no una misa cantada y concelebrada cuando ella muera.
Dile unas cuantas palabras de aliento ahora que está viva ...
Y no un desgarrador poema cuando ella muera.
Déjale escuchar un solo acorde de guitarra ahora que está viva ..
Y no una conmovedora serenata cuando ella muera.
Disfruta con mamá de los más mínimos detalles ahora que está viva..
Y no de grandes manifestaciones cuando ella muera.
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Madre, en Chiquián me trajiste al mundo, la luz que sentí por vez primera fue junto a ti, las primeras sonrisas las aprendí de tus labios, tu me enseñaste a caminar, a levantarse sin temor ante las caídas, de tus manos ajadas por el frío vestía ropas limpias, tus dedos tejieron mis primeros gorritos para que el viento no deforme mis pensamientos, hasta tus reprimendas hoy sé que fueron bendiciones para enderezar mis pasos.

Madre también observé a escondidas tu dolor, tu llanto, y comprendí que preferías guardarlas para tí. Hoy que los años han transcurrido y tus cabellos blancos se confunden con las nubes del cielo, me duele no haberte abrazado mas veces, no haberte enviado mas flores, no haberte escrito mas cartas, no haber acompañado más tus penas.

La soberbia de la juventud me hizo creer que la vida es extensa y da tiempo, cuan equivocado estaba, porque la vida al fin y al cabo se alimenta de la sonrisa de la madre viva.
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Feliz día mama Luchi, feliz día hermanas Chole y Nili y madres Chiquianas y Bolognesinas.

Para finalizar y recordando a las madres que desde el más allá nos iluminan permítanme presentarles este conocido poema colombiano¡


Oh, cuan lejos están aquellos días

en que cantando alegre y placentera,

jugando con mi negra cabellera,

en tu blando regazo me dormías!


¡Con que grato embeleso recogías

la balbuciente frase pasajera

que, por ser de mis labios la primera

con maternal orgullo repetías!

Hoy, que de la vejez en el quebranto,

mi barba se desata en blanco armiño,

y contemplo la vida sin encanto,

al recordar tu celestial cariño,

de mis cansados ojos brota el llanto,

porque, pensando en ti, me siento niño.


Un golpe di con temblorosa manos

obre su tumba venerada y triste;

y nadie respondió... Llamé en vano

porque ¡la madre de mi amor no existe!

Volví a llamar, y del imperio frío

se alzo una voz que dijo: ¡Si existe!

Las madres, nunca mueren ... Hijo mío

desde la tumba te vigilo triste...¡

Las madres, nunca mueren!

Si dejan la envoltura terrenal,

suben a Díos, en espiral de nubes...

¡La madre, es inmortal!


Agustin Zúñiga GamarraLima, 14 de mayo del 2006

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