viernes, 3 de abril de 2009

CHIQUIÁN DE LOS SESENTAS: Separando becerros


Autor: Javier Cerrate Núñez (Puncupa Surín)
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Hace un rato estuve viendo unas fotos de Chiquián tomadas en el mes de marzo por Eduardo Martin, la verdad que no recordaba haber visto tan verdes sus cerros, fue para Semana Santa del año que termina, qué de reminiscencias me trae ese fuerte verdor: mis idas a nuestras chacras cercanas los días de lluvia, con el consiguiente "shulai" como enemigo mortal, ya que los pastos altos, de casi un metro de altura, llámese alfalfa, cebadilla, etc., recién el kikuyo estaba sentando sus reales, parecían preñados de agua, con nuestros ponchos, pantalones, calzoncillos y zapatos completamente anegados, los últimos amagando con salirse, mientras nos tratábamos de mover para no darles la oportunidad de volver con sus madres a los tímidos becerros, lo que hacía más insoportable el detalle de los zapatos, ya que al movernos los húmedos pies que parecían estar enjabonados nos hacían trastabillar, lo que potenciaba la desazón del momento, ansiando llegar a casa para cambiarnos, pero generalmente el trabajo a hacer no era tan sencillo, consistía en "separar" los becerros de sus madres, que contra nuestra voluntad, hacían fuerza por que sucediera lo contrario, ellos estaban en su elemento y parecían gozar del momento, cosa que hasta hoy dudo de que no fuera así, con sus grandes e inocentes ojos mirándonos, mientras aguzaban su ingenio para escabullirse al menor descuido, reiniciándose el trámite, con el consiguiente malhumor nuestro, que a veces llegaba hasta las lágrimas y que estallaba en una catarata de insultos, palabras soeces y como último recurso lluvia de piedras, contra los que nosotros sindicábamos como cabecillas de la supuesta rebelión, luego de esos amagues de indisciplina, también los becerritos aceptaban la ley aplicada, que iba contra su naturaleza, con sus berridos renegaban de esa imposición, algunos con una entonación lastimera que ablandaba nuestros corazones y apaciguaba nuestra cólera, luego de cansarnos todos, "hermanados" emprendíamos el camino a casa o al corral que teníamos en la chacra, envueltos en un clima de camaradería, tregua que era rota al día siguiente sin aviso previo y siempre como epílogo de un día agitado, como casi todos los días de nuestra niñez, en esa paradisíaca ciudad hoy llamada "Espejito del Cielo" creo que con justa razón, ¿no te parece?
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Comentario:
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¡Ay! Pucumpa Surin...
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Como llegan a mí los recuerdos de esas tardes lluviosas de invierno, en las que, como todos los días, teníamos que ir a los potreros a separar los becerros, para al día siguiente hacer la tarea del ordeño. Estoy viendo, sobre todo a los de quince días a dos meses de nacidos, pequeños animalitos, que en el deseo de mantenerse al lado de sus madres, al menor descuido se lanzaban en loca carrera, levantando la cola que bailoteaba al viento ante nuestra desesperación e impotencia. Estoy sintiendo esa "shogla" chicoteando nuestros mojados pantalones, mientras corremos tras el becerro escapador, dentro de unos zapatos, o zapatillas o llanques que se resbalan bajo nuestros pies. Veo cada vez más lejos al becerrito y más cerca las lágrimas a mis ojos... Hay que reiniciar la tarea.
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Hoy, pasados los años, agradezco a la vida la oportunidad que me dio de vivir esas experiencias. Hoy, finalizando el año, te agradezco por haberme refrescado imágenes tan gratas hoy, aunque en aquellos momentos fueran de llanto e impotencia.
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Eduardo Martín
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Respuesta:
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Eduardo:
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Me alegra saber que SEPARANDO BECERROS te permita un paréntesis y recuerdes nuestros hermosos días de Chiquianidad en los sesentas, fueron los días donde supimos beber de la fuente sabia de nuestros padres y sociedad toda, sus cosas buenas y de las otras, hoy el mundo nos cobija y solo queda de esas épocas el tierno sentimiento de nuestra fragilidad, de nuestras ansías (que nunca terminan) por ser mejores, cumpliendo con los mandatos de nuestros mayores y aferrándonos a nuestras raíces, mientras en el camino cosechamos las vivencias que proyectan nuestras vidas.
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Con cariño
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PUNCUPA SURIN
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Fuente:
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Página electrónica del Club Chiquián
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