martes, 26 de mayo de 2020

26 DE MAYO: DÍA DE LA INTEGRACIÓN ANDINA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 
Construcción y forja de la utopía andina
 
MAYO: MES DE LOS TRABAJADORES,
DEL CAPULÍ, DEL LEGADO DE LA PAPA DEL PERÚ
AL MUNDO, Y DEL MAESTRO ENCINAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
CAMPAÑA PERMANENTE
POR EL CUIDADO DEL CLIMA Y
DE NUESTRO MEDIO AMBIENTE


 
CAMPAÑA:
¡CONSERVEMOS EL TESORO
DE NUESTRO VALIOSO E INAPRECIABLE
PATRIMONIO CULTURAL!
 
*****
AQUEL SABOR A CAÑAS DE MAYO DEL LUGAR


 
En el poema “Idilio muerto” César Vallejo expresa de la niña aldeana que evoca:
Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
El sabor a cañas de mayo del lugar. ¿Qué imagen más honda es esta? Hay que haber vivido. Hay que haberse sentado a comer las cañas de mayo del lugar. Hay que haberse eternizado comiendo cañas, porque el comerlas es un acto casi religioso en el sentido de la hermandad.
¿Quién de nosotros no ha probado cañas de mayo del lugar? Se comen al borde de la chacra. En el corredor de la casa. En ruedo, en silencio, mirando los aleros, o la lejanía. Y ciertamente su sabor es dulce, dulcísimo.
Calman la sed. Se sacan al borde de la chacra. Y se tiran en la yerba. Y allí quitamos a la caña la raíz, las espigas y a pelarla con los dientes. son heladas. Nos sentamos en una piedra y a comerlas en silencio. ¡qué dulzor!
Para muchos es ver. Para nosotros es saborear.
Por eso también Capulí es en el mes de mayo.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


*****

26 DE MAYO



DÍA DE LA INTEGRACIÓN ANDINA
Y, ¿QUÉ ES EL MUNDO ANDINO?

PERO,
NO LLORE
SEÑORA



Danilo Sánchez Lihón

 
1. Frescor
de los manantiales

Tanta ilusión ha puesto la señora en vender sus granadillas que, como nadie las compra, y pasmadas se han asoleado en la canasta, ella ya está toda ojerosa por el cansancio y por la espera; porque es casi ya de noche en la esquina de la Plaza de Armas de mi pueblo, ¡y no ha vendido casi nada!
Las granadillas recogidas de su huerta son dulces, de un sabor que al probarlas parece que se sorbe todo el frescor de los manantiales, el dorado de la luz y el suspiro de la brisa que diáfana juguetea en la cumbrera de los muros. Pero estas granadillas tienen la cáscara demasiado apretada y negruzca.
Sin embargo, su mucosidad interior exprimida entre lengua y paladar, ya en la boca, estalla como si se reventara un lucero de ambrosía. Son estas las más ricas y sustanciosas frutas de nuestros valles y comarcas, que crece casi siempre enredada en lo alto de las cercas y tapiales.
Pero la apariencia de las granadillas que se producen aquí no ayuda para su venta, porque es pequeña y prieta; razón por la cual la gente no las adquiere como debiera, ni en el mercado, ni en la calle ni en la plaza.

2. Granadilla
serrana

Tampoco se la compra porque abundan cogidas a las ramas de los árboles en los senderos libres. Y hay algo más todavía en contra de su venta, cuál es que su cáscara es dura, imposible de romper solo con la fuerza de las manos. Y más aún: son nervudas por dentro. ¡Pero su interior, ah, es miel!
– Es como nosotras. –Escucho que dice una voz de mujer en el salón. Y todos ríen.
Pero, ¡está claro entonces!, que ante las otras granadillas que vienen importadas de la costa, éstas de doña Hermelinda –que así se llama la señora que las vende– tienen todas las de perder.
No pueden competir porque las otras son grandes, amarillas, con brillo y ostentosas. Y, sobre todo, de cáscara que se quiebra con una leve y sensual presión de los dedos.
¡Y ya está allí la gasa impoluta detrás de la cual flota esa masa tejida de semillas que es deliquio de dioses!
Pero la pulpa de aquellas que traen los camiones desde lejos, comparada con las de doña Hermelinda, no es que sea insípida o desabrida, sino que no tienen el valor nutritivo que tiene nuestra granadilla serrana.

3. Amarga
y sublime

Pese a que se la describe como agridulce, el sabor de la pulpa gelatinosa de nuestra granadilla en su interior acolchada por una felpa blanca, es como la imagen que nos dan esas flores leves que cimbrean sus tallos asomándose al borde de los abismos, mecidas por el viento de los caminos.
Sabor tenue a claro de luna. Sabor a violeta suave, a tejados recién llovidos mirados desde alguna puerta que da a una escalera cuando estamos solos. Sabor a escondrijos bajo cipreses y enredaderas. Sabor a niños dormidos, y a pañuelos en donde se ha llorado.
Porque la granadilla es fruta originaria del Perú, pero que ahora se consume en todo el globo terráqueo. Se la conoce también como Flor de la Pasión, porque así la reconocieron los misioneros jesuitas que incursionaron por nuestras tierras en el año 1610.
Y para su maravilla encontraron mirando entre su corola, estambres y pistilos, que allí estaban los símbolos religiosos de la Pasión de Jesús. Esto es: los tres clavos de la cruz, la corona de espinas y el látigo con que fue azotado y martirizado nuestro Señor. Y es por esta razón que ellos consideraron que su dulzura era tan honda, inefable y sublime.

4. Números
y cifras

¡Ah!, pero la gente ahora pasa, mira el fondo de la canasta de doña Hermelinda, escrutan la fruta con sus ojos que calculan. Y apenas rozan sus dedos con su cáscara los retiran por encontrarla poco apetecible, todo por su apariencia. Y, sin decir nada, prosiguen su camino.
– ¡Y es que las personas se dejan llevar por cómo lucen los seres y las cosas!
Hay otros transeúntes que las toman en sus manos, las levantan desde la cesta y sin decir ni preguntar su precio otra vez las dejan junto a las otras, pero diciendo:
– ¡Están muy chiquitas y duras! Y, además, ¡qué renegridas que son! ¡No tienen buen aspecto!
Al llegar la noche doña Hermelinda recoge sus atuendos. ¡Ha sumado, restado y multiplicado tanto imaginariamente! Pero nada de dinero hay en su bolso desvelado.
Y mientras la gente pasa de largo se han quedado algunos números y cifras ilusorias prendidas de sus sueños, sin apoyarse para nada en la dura, fría y cruel realidad.

5. Un poco
de pan

Números y cifras que poco a poco se van esfumando y disminuyendo en intensidad en su razonamiento, camino a su casa, como ocurre con todo en la vida.
Al llegar al lugar donde vive sus dos hijos salen corriendo a su encuentro. La toman de la mano y la acompañan hasta la cocina donde la hacen tomar asiento.
No le preguntan nada, pero están expectantes de que algo bueno les cuente. Con ojos cariñosos esperan que ella les diga quizá cuánto ha ganado.
Y tener así para comprar el lápiz que les hace falta. O el cuaderno de hojas nuevas. O la cartulina que han pedido para el trabajo manual en la escuela.
¡Para nada de eso hay ahora! Sin embargo, ella calla, para no entristecerlos. Comprenden ellos que si se demora en hablar es porque no consiguió lo suficiente para comprar las cosas pequeñas que necesitan.
Disimulará rebuscando las pocas monedas escondidas que apenas le alcanzan para un poco de pan. Y nada de merienda.

6. No sé,
niños

Pero hoy el Comité de Periodismo Escolar compuesto por alumnos del colegio: dos jovencitas y un varón, entrevista a doña Hermelinda.
Y es porque Juanita, su hija mayor, ha ganado el primer puesto en el concurso de matemáticas en el nivel de Educación Primaria de la Región La Libertad, dejando bien a nuestro pueblo.
Y es porque Pedro, el menor de sus hijos, ha ganado la competencia municipal en carrera de resistencia.
La casa es pobre, con paredes de adobe desnudo y sin terrajeo de ningún tipo.
La mesa donde sus pequeños hacen las tareas luce austera y sin libros.
– ¿Por qué cree señora que sus hijos triunfan?
– No sé, niños. Como ven somos pobres, pero ellos veo que en verdad mucho se esfuerzan.
– ¿Consumen algún alimento en especial?
– ¡Ninguno, niños! Salvo lo poco que da la huertita.

7. La vida
y su sentido

– ¿Y estas granadillas, señora?
– ¡Velay, niños! ¡Apenas eso comen mis hijos! ¡De eso se alimentan los pobres! ¡De eso sí están llenas las cercas! ¡De granadillas!
Y llora desconsolada.
No sabe la señora que la granadilla es una fruta prodigiosa. Contiene, en altas dosis, vitaminas A y C. Y la pocas veces encontrada en otros alimentos, como es la vitamina K. Pero, además contiene fósforo, hierro y calcio.
Es alimento con propiedades diuréticas y digestivas, como también es rica en calorías y altamente energizante.
– Pero no llore, señora. Debería estar feliz, por sus hijos. –Le decimos.
A veces, lo que parece pobreza contiene tesoros. Y una inmensa y extraordinaria riqueza, como es nuestra granadilla dura, pequeña y prieta que nadie compra en el mercado.
Pero que se ofrece sin reticencias en lo alto de nuestras cercas, muros y tapiales, como también la vida y su sentido absoluto y primigenio.

26 DE MAYO
 
DÍA
DE LA INTEGRACIÓN
ANDINA


 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
 
SOMOS
EL NUEVO
MUNDO


 Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Y es que
aquí
 
Lo que más impresionó a los cronistas de la conquista del Perú en su encuentro con las diversas manifestaciones culturales que veían a su paso, al ingresar al territorio del Imperio de los Incas, fueron los formidables monumentos y obras públicas que, según sus propias palabras, ni Roma las tenía tan espléndidas.
Como también otra constatación fundamental es que eran bienes y edificios de uso público y que tenían un fin social, es decir que era para todo el pueblo, y que no eran para adorno ni envanecimiento de una élite o un gobernante, sino para bien del pueblo, como son los tambos y los puentes, los canales de riego y los caminos; como también son los andenes y terrenos de cultivo y las obras de ingeniería dedicadas al bienestar de la población en su conjunto y que lucía como lo más sobresaliente.
Además, les admiró no encontrar aquí ni un solo mendigo, ni un solo desocupado, ni un solo vagabundo ni esclavo. El no encontrar en calles o paraderos, en bordes o rincones, o en cualquier lugar o sitio que fuera, ni una sola persona abandonada, desgajada del racimo de su ayllu o comunidad. Nadie aquí era un paria, desamparado en una calle y no se encontró a una sola meretriz en una esquina de ninguna ciudad ni poblado del reino.
No hallaron aquí a nadie que se quedara un día de hambre, o que se guareciera en cualquier recodo o bajo cualquier enramada por estar desprotegido o en soledad, en el sentido de abandono o desolación. Y es que aquí nadie era un desposeído, un marginal o un desheredado de la tierra.
 
2. Grado
de acción
 
Todo ello fue así gracias a una avanzada concepción doctrinaria, filosófica y práctica acerca de la vida en general. Pero a la vez era concepción religiosa, mística y sagrada acerca del mundo y del cosmos; gracias a un hondo trabajo de reflexión y gracias a una praxis social bien concebida y mejor llevada y conducida.
Porque, ¿cuánto costó a Europa, por ejemplo, la concepción y luego la instauración como principios en la sociedad de su época de los Derechos Humanos? Costaron ríos de sangre, pues de ese color se tiñó el río Sena en los días de la Revolución Francesa que intentó instaurar dichos fundamentos. Aquí se tuvieron Derechos Humanos a plenitud y en paz.
Aquí no ocurrieron tales desmanes y hecatombes, y se pudieron instaurar varios niveles avanzados de los Derechos Humanos, incluidos los Derechos Económicos que ni siquiera lo pudieron concebir, menos plasmar las sociedades más progresistas de aquella época. Pero sí aquí, como logro del pensamiento y la educación que ejercieron los amautas incaicos.
¿Qué características y claves secretas tenía entonces la educación en el incario para garantizar dicho orden? Valores como la solidaridad y el actuar organizadamente de manera colectiva, entre una y otra persona, entre uno y otro grupo social, entre una y otra región, era lo que se ponía de manifiesto y alcanzaba calidad y grado de acción.
 
3. Cobren
actualidad
 
Valores como el reconocerse y ser hermanos en todo, aquí se lo practicó de manera natural, efectiva y prístina, haciendo de ello el eje de la organización social.
Y por haberlo concretado así el resultado es un prodigio cultural sin ningún parangón en la cultura universal.
Surge entonces inatajable la inquietud, cuál es: ¿cómo hacer ahora para recuperar estos hechos tan significativos y sorprendentes, como es el colectivismo andino?
¿Cómo hacer para avanzar desde el más mínimo brote e ir expandiendo esa semilla, ese don y esa heredad nuestra y haciendo que dicha realidad cobre total y plena vigencia?
¿Cómo hacer para que contenidos de aquel orden social que constituyen nuestro legado cobren actualidad y nos sirvan en las circunstancias presentes y futuras de nuestras vidas?
En primer lugar, reconociendo que dichas huellas de la utopía están presentes en nuestra propia genética; que esos contenidos son inherentes a nuestro propio ser, que están en nosotros para hacer con esas semillas la proeza de hacerlas nuevamente germinar y darlas un nuevo esplendor.
 
4. Vibra
y es latente
 
He allí el reto para las generaciones actuales en nuestra sociedad, cual es hacer que esa cultura que se mantiene en una situación latente se reactive, considerando además la situación innegable de pobreza material y de riesgo incluso de supervivencia, en la cual nos debatimos, haciendo que todo aquello revierta y pudiéramos manejar la situación como para que alcancemos lo que se logró en época de los incas.
Es el reto de ser una alternativa original y viable en el marco de la globalización. Es ¿cómo hacer para que con los valores supremos que el mundo andino contiene, no siga este ámbito en una situación de postración, de marginalidad y atraso?
Y es, ¿cómo hacer para que las desventajas de dicho mundo, frente al sistema imperante, se tornen en algo que pudieran ser más bien fortalezas y corrientes promisorias?
No olvidando, de otro lado, que el mundo andino, además de ser cuna y ámbito de valores, es espacio y tiempo donde vibra y es latente la utopía, matriz esencial de nuestra cultura.
Utopía que aquí no es gratuita, que aquí no es delirio, ni éxtasis, ni alucinación evanescente o etérea, sino comunidad que la contiene, defiende y sustenta.
 
5. Un mundo
mejor
 
Utopía que aquí no es materia o sustancia que flote dislocada en el aire, sin ninguna relación con la realidad, sino al contrario. Utopía que aquí es consustancial al hombre mismo, que es de vida o muerte; materia telúrica, terrígena e inherente a las relaciones efectivas de trabajo, de conciencia y relaciones coherentes y cotidianas de hombre y naturaleza.
Diferente a las calamidades, persecuciones y pestes que era lo más frecuente que ocurriera en el viejo continente y que nos viniera después a nosotros.
Pero todo ello traído desde allá, incluyendo el oscurantismo, la nigromancia, la hechicería y la guerra fratricida que lo lograron inocular aquí desde que se apoderaron de estos territorios y de trasladarlo, incluso con la participación solapada en nuestros países de potencias extranjeras que hicieron enclaves en nuestro continente.
Porque el nuestro ha sido siempre un mundo fraterno y de alborada, de saludo matinal al sol; de ofrenda a los apus. Los nativos somos seres sin taras ni dobleces, tanto que al ver esto el europeo vuelve a soñar aquí en un mundo redimido de pecado. 
Y de los seres humanos reunidos e integrados, que se grafica en la metáfora del Nuevo Mundo, que nació aquí para fundar entre nosotros algo distinto. Nos toca entonces reivindicar la utopía y luchar porque sus valores sean vigentes y se forje con ella un mundo mejor.
 
6. Orla
en la frente
 
Como cultura estamos signados por el compromiso de idear siempre un orden distinto, elemento que está inserto en nuestra genética histórica y biológica; e implícito en nuestro ser cultural.
Así, somos un sueño de nosotros mismos que abarca a todos los demás seres humanos sobre la faz de la tierra, incluyendo a los europeos, escépticos y decepcionados de ellos mismos, que aquí volvieron a soñar en un mundo que los salvaría de sus propias culpas y remordimientos.
El nuestro es, por lo menos, el ámbito de la ilusión y tierra del anhelo, impulso y acción por forjar un mundo mejor.
Fuimos un suelo de promisión que ahora parece un sueño, pero las huellas han quedado y son tangibles, están en nosotros mismos, se trata de hacerlas evidentes, ostensibles y seguirlas.
Tenemos esa orla en la frente de lo que fuimos en el fondo y somos, en contraste a aquel mundo protervo que vino de afuera y que se ha instalado ahora pero que es un deber cambiarlo y ojalá que de raíz y de modo contundente, para volverlo a construir sobre otros cimientos y otros principios.
El nombre del Perú por lo menos eso significa: utopía, tierra prometida, ámbito de lo ideal y lo soñado.
 
7. Lúcida
y renovada
 
Por eso, es válido recordar aquella esencia, el de la utopía, como comparación y reto frente a ese orden material inicuo, nefasto e injusto. Sistema que ha instaurado el imperio de la usurpación, el despojo y la usura, representado en la corrupción generalizada que brota por doquier.
Emerge como un hongo o un pus, no de un país determinado, sino como característica general del sistema y del modelo de sociedad, economía y de vida capitalista.
¿Y desde la literatura, o más concretamente desde la poesía, qué podríamos hacer? En primer término, dejar constancia de lo que somos de manera primigenia, y lograr que nuestra voz sea coherente con la construcción de ese horizonte y esa perspectiva de la utopía por cumplir.
Muchas alternativas se podrían avizorar desde la poesía, o desde el trabajo literario, a fin de poder contribuir a la forja de una lúcida y renovada utopía andina, y de pueblos integrados.
Que, además de poder interpretar mejor esa realidad, se concrete en plasmar obras que se inspiren en ese contenido de que somos genéticamente portadores, que se plasme en obras que tengan buena y ojalá que excepcional calidad, porque las utopías no son sueños vagos ni desarticulados sino ahora ineludibles e inaplazables imperativos morales por cumplir.
 
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