viernes, 18 de febrero de 2011

SOLO CADA UNO PUEDE CAMBIAR AL PERÚ - POR ADDHEMAR SIERRALTA (MIAMI)

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SOLO CADA UNO PUEDE CAMBIAR AL PERÚ

Por Addhemar Sierralta

(Miami)

Muchas veces he escuchado la expresión: “creen, en el extranjero, que en el Perú aún usamos plumas y que somos unos subdesarrollados o casi salvajes”. Y de inmediato la réplica es la siguiente : “no se percatan que somos civilizados y estamos por entrar en el primer mundo”.

Algunos se solidarizarán con la segunda afirmación, lo contrario –dirían- sería antipatriota y desconocer nuestros antecedentes de una civilización de las mejores del orbe. Ahora bien, veamos algunos detalles que nos caracterizan –hoy- a diferencia de los llamados países civilizados o del primer mundo.

En nuestro “país de las maravillas” es común que ocurra lo siguiente:

- La gente orina o hace sus necesidades en las calles.

- Los “ciudadanos” arrojan la basura de sus casas a las vías públicas y también cualquier tipo de desperdicio mientras transitan (papeles, botellas, envolturas, etc.).

- Los “propietarios” de mascotas, sean perros o gatos, no los tienen registrados ni vacunados y los dejan deambular por calles y plazas.

- Los choferes de vehículos públicos y privados –muchos de ellos- manejan sin brevete y lo que es más grave cometiendo infracciones o beodos.

- Los “micros”, “combis”, “buses”,”taxis” y “mototaxis” se apoderan de las vías de tránsito cuadrándose en doble o triple fila; se la pasan haciendo carreras entre ellos para ganar pasajeros, se detienen para recibirlos o bajarlos en cualquier lugar intempestivamente y no respetan la vida de sus ocupantes y de los transeúntes, además de tener sus vehículos en pésimo estado.

- La autoridad de tránsito no sanciona ni exige adecuadamente, a los que manejan los vehículos de servicio público, los pagos de las ingentes papeletas, ya sea por su ineficacia o por las “coimas” de los malos policías. Lo cierto es que siguen choferes de servicio público manejando con decenas de papeletas o infracciones graves. Dan la impresión de tenerles miedo a los choferes.

- Los peatones cruzan las vías públicas por donde les viene en gana. Para ellos no cuentan los semáforos, policías o la señalización.

- En ciertos lugares, a vista y paciencia de las autoridades, los pobladores que “desesperados por la ‘injusticia’ e ineficacia de las mismas autoridades” toman, por cuenta propia, las sanciones a los delincuentes que van desde el darle latigazos, hacerlos correr desnudos, atarlos a postes y golpearlos y hasta quemarlos vivos. Como “Fuenteovejuna” terminan matando a los susodichos maleantes.

- Las autoridades judiciales permiten que los criminales y delincuentes entren y salgan de las prisiones como ratón por alacena. La mayoría reincidentes se ríen de sus delitos porque no existe una sanción para ello.

- Ni hablar de quienes abusan de mujeres y niños, ya sea con violencia familiar que imponen la ley de la selva en sus hogares y la policía y justicia se muestra incapaz de detener estos abusos.

- Los profesores que tienen que ser evaluados son los primeros en robar las pruebas que les van a tomar. Qué tal ejemplo para sus alumnos.


No quisiera seguir con una inmensa lista, que sería interminable, de lo que caracteriza al “vivo criollo”, al “serrano acriollado”, al “blanquito prepotente”, al “político con inmunidad”, etc. Todo ello, cada vez que estoy en el Perú, me permite reflexionar que la culpa no es de los políticos ni de ninguna autoridad sino de nosotros mismos. Si simplemente cada uno asumiera su rol de ciudadano, de padre o madre, de hijo, de vecino, de jefe, de empleado, de profesional, de ciudadano consciente de ellos mismos y de su familia, de su comunidad y de su país para hacer las cosas con corrección, respetar la ley y a los seres humanos, adoptar principios y valores positivos, estoy seguro que tendríamos un mejor lugar para vivir.

De nuestra actitud depende que “nos quitemos las plumas” y podamos tomar la ruta del desarrollo como seres humanos de un primer mundo que solo lo conquistaremos cada uno de nosotros.

Fuente:



Año 3 Nº 115 de 17 FEB 2011

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