domingo, 11 de agosto de 2019

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "LOS HERALDOS, ANUNCIAN QUE ALGUIEN VIENE", DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN, EN LA FERIA DEL LIBRO DE CAJAMARCA 2019, EL 23 DE AGOSTO, 5 PM


MIS PASOS EN LAS MISMAS PIEDRAS



 Danilo Sánchez Lihón


1. Amor entrañable

Siento que los poemas del libro Los heraldos negros están consustanciados con mi vida, con mi alientoincesante, con mi pulso cardíaco, con el torrente de mi sangre y con el acento de mis pasos.

Porque nací, me crie y crecí en Santiago de Chuco hasta los 16 años, en el mismo barrio en donde César Vallejo nació, se crio y creció; y en la misma calle donde él dio sus primeros vagidos ensayó sus primeros pasos e incursionó en sus iniciales exploraciones y aventuras.

Los dichos de la gente que pasasaludando por la calle, y habla al centro de los patios o al borde de los corredores de las casas,con su tono fragoso y cantarino, y que son voces nítidas al amanecer y van acomodándose a la luz del día, son las mismas brisas que yo escuché,en los mismos sitios y a las mimas horas, desde tierna edad, y que se quedan como música de fondo en el fondo del alma.

Son voces cargadas de hierbas, hechas de arcilla y de hálito que a ratos tienen giros, aromas, y se quiebran en alguna congoja o en la alegría solidaria por cualquier asunto que refieranacerca de esta vida dura y a la vez leve o indecisa. Son expresiones asombradas, llenas de misterio, de estoicismo y de indoblegable esperanza.

Voces de la gente sencilla, principalmente de la que viene del campo cargando sus quipes en donde traen verduras fragantes, algún chiclayito verde, huevos aún calientes puestos por gallinas compasivas, algún animalito vivo encogido por el vaivén de la caminata y que son de los que crían con cariño y nos entregan con igual o superior amor entrañable.

2. Los santos en sus tronos

Las bombardas y los cohetes que revientan en el cielo de Santiago de Chuco también a cualquier hora del día celebrando algún santo según la devoción de la gente, oalguna fiesta aldeana, sea en las colinas cercanas o en el manojo de casas del pueblo, sea en las mañanas resplandecientes, o en las tardes ensimismadas, o bien en los anocheceres indescifrables, son los mismos cohetes que yo escuché de niño reventar en el cielo inabarcable delpueblo que por llevarlo en el alma nos pertenece para siempre.Las bandas de músicos y sus sones desgarrados que nos llegan a retazos sobre las cercas, y los muros de adobe techados de rastrojos y cubiertos en su cima de malvas, clavelinas y mostazas, son los mismos jirones de música que despiertan en todas las personas, y más en los niños la impresión de lejanía y cercanía, como de todo lo que es arcano y misterio, de que estamos transidos hasta los huesos.

Las piedras que él pisó por las calles de nuestro pueblo, son las mismas que también yo he pisado, que lamentablemente las autoridades sin saber que guardan de él el temblor de sus pasos, cambian por lampazos de asfalto, de cemento o de incuria. El borde de los tejados de los aleros que se proyectan a las calles como alas de palomas, de mariposas y avemarías protectoras y maternales, son aún los mismos bordes que yo he mirado extasiado desde el ras del suelo.La plaza con su pileta heroica y altiva al centro, el edificio de la municipalidad y la torre del campanario con el reloj antiguo que marcaba horas inciertas, es la misma torre que yo he mirado, o bien compungido por alguna pena, opor las tempestades que aquí se desatan con rayos y truenos;o bien alborozadopor alguna alegría, o por los repiques de su campana que nos convoca para algún fasto.La iglesia, con sus altares y sus tronos. Y las efigies de los santos que a él sin duda lo han asustado, como a mí, estrujándonos el alma, son los mismos que a mí me han hecho estremecer de pavor y de miedo.

3. Fermento de sol

El primer poema que aprendí de él y que recité en el corredor de mi escuela, sin comprender totalmente lo que quería decir con él, y cuyos versos se ordenan así, es el siguiente:

HUACO

Yo soy el coraquenque ciego
que mira por la lente de una llaga,
y que atado está al Globo,
como a un huaco estupendo que girara.
Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza
la necedad hostil a trasquilar
volutas de clarín,
volutas de clarín brillantes de asco
y bronceadas de un viejo yaraví.
Soy el pichón de cóndor desplumado
por latino arcabuz;
y a flor de humanidad floto en los Andes,
como un perenne Lázaro de luz.
Yo soy la gracia incaica que se roe
en áureos coricanchas bautizados
de fosfatos de error y de cicuta.
A veces en mis piedras se encabritan
los nervios rotos de un extinto puma.
Un fermento de Sol;
¡levadura de sombra y corazón!

4. Su tañido dulce

Estudié, asimismo,la Educación Primaria en la misma escuela donde César Vallejo estudió ese nivel del sistema de la educación nacional. Y los muros de las casas que los niños palpamos con nuestras manos al ir y venir de las aulas de clases, aunque se nos introduzcan en las yemas de los dedos las pajillas del ichu con que está mezclado el barro de la cercha con que está enlucida la muralla de adobe, son las mismas paredes con sus puertas y ventanas que yo he seguido camino a la escuela, que en la época en que yo estudié en ella se la denominaba con el nombre de Centro Viejo.

Y es que en esa escuela donde él estudió años después, aun cuando él vivía en septiembre de 1934, para trabajar en ella se lo convocaa quien sería mi padre, a desempeñar labor docente, y a fin deenseñar en el primer grado de la educación primaria, es decir para enseñar a leer y a escribir a niños recién matriculados. Y mi padre trabajó allí como maestro,sin faltar un solo día durante 47 años, hasta el día 18 de mayo de 1981, fecha en que muereen pleno servicio y completamente consagrado a su misión de enseñar.

En las carpetas en donde yo me senté a estudiar, junto a muchos otros niños humildes, y que eran viejos y recios muebles de oloroso eucalipto cada uno para tres alumnos, sin ninguna duda en ellas también se sentó a escuchar las lecciones de nuestros maestrosel inmenso y grandioso poeta César Vallejo.La vieja campana que nos convocó, de las clases a los recreos y de los recreos a los salones, es la misma con su tañido dulce y maternal, que convocó también al poeta de Los heraldos negros, para las mismas lides que ahora a nosotros nos correspondía cumplir.

5. Entresacados de nosotros mismos

Pero no solo eso, sino que ya en la Educación Secundaria, estudié en el Colegio Nacional César Vallejo, en donde mis profesores eran vallejistas de alma, corazón y vida.

Allí entonces ya la devoción era total por el poeta de la solidaridad humana; y tratábamos de indagar cada rasgo de su personalidad. Y nos extasiaba cada palabra, giro y metáfora suya; y nos dejábamos perder en cada pliegue y profundidad de su sensibilidad, como nos sumergíamos en sus versos que nos abrían y cerraban su significación en cada uno de sus dobleces.

Junto a mis compañeros he recitado hasta desgañitarme por los caminos poemas de César Vallejo, principalmente aquellos del libro Los heraldos negros, por sentir que en ellos encontrábamos lo que en cada instante estábamos viviendo, y ya sea poemas enteros o un fragmento de ellos.

Eran poemas que hacíamos nuestros. Y los que más nos gustaban eran los pertenecientes al poemario Los heraldos negros, porque en su mayoría eran ellos poemas de amor.

Nos gustaban también porque los sentimientos eran alusiones que nosotros ya las entendíamos, y hasta nos parecía que eran entresacados del fondo de nosotros mismos.

6.Y ya no habrán reproches

Así:

EL POETA A SU AMADA

Amada, en esta noche tú te has sacrificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.
En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

7. Un golpe repentino

Nuestro entusiasmo por él era porque encontrábamos que las evocaciones que hacían algunos de sus poemas las teníamos al frente,delante de nuestros ojos los referentes a los cuales él aludía en su poesía, como, por ejemplo:

Así, cuando dice:

Vierte el humo doméstico en la aurora
su sabor a rastrojo;
y canta, haciendo leña, la pastora
un salvaje aleluya!
                                   Sepia y rojo.

O este otro ejemplo:

son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.

Y es que en Santiago de Chuco nos enamoramos con alguna muchacha recitándole versos de César Vallejo. Pero más, repitiéndonos solos, cuando estábamos a solas con nosotros mismos. Y la poesía era un bálsamo que caía bien en las heridas que el amor abría en nuestros corazones. Y que si bien eran amargas y dolorosas, con la poesía de César Vallejo se tornaban apasionantes y hasta trascendentales.

Ciertamente, hay poemas que no comprendemos su significado, pero en cualquier momento como un golpe repentino se nos iluminaba el entendimiento por alguna circunstancia, y ahí comprendíamos un verso, una frase y hasta un gesto, o un retazo de su hondo sentido, que también pretendo desentrañar en el presente libro.



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