Danilo Sánchez Lihón
1.
Nuestra gratitud
eterna es también para ti, ¿oh,
maestro de
escuela!, que con tus lecciones
y ejemplo
concibes vástagos tan insignes.
Que asumiste
ser tú padre y madre de la vida,
como en verdad
lo eres, porque con tu desvelo la
acoges
desde tierna y a pulso la elevas
esperanzada;
la cuidas cuando niño y modelas
acucioso,
abriéndole caminos. E igual que
a una cometa
le das aire. Y ya de adolescente
le das
altura, viento e hilo, a fin de que
luzcan
igual que ahora, cuando ya son
hombres
brillantes, justos e incorruptos,
ya en el mundo
2.
Por eso
orla, elogio y prez a ti educador
del mi terruño,
que albergaste aquel pámpano
de vid
de amor acrisolado, de bondad
y pundonor
en el alma, fruto solar de estos
campos, ya que
es con tu palabra, que ampara
y protege, es
con tus manos dignas y cálidas,
que nos atajan
de mil caídas, que ha madurado
un renuevo
que puedes ensalzarlo fundido
por ti, y tuyo;
quien salió ileso de toda prueba
libre y puro
de zarzas, ponzoñas y malezas.
Con la flama
de ser hombre que se ha hecho
responsable del
destino de todos y del universo
entero.
3.
Y vosotros,
caros trabajadores de la salud,
vestidos
de blanco: médicos, terapistas
y enfermeras,
¡ofrendo mi gratitud confiado. Y
engarzo
esta escarapela de excelencia
en el ojal de sus
mandiles albos, ¡más límpidos
hoy que nunca, ¡y
después de esta dura faena! Y
a ti quiero hablar
doctor, de quien todos refieren
solo alabanzas,
en quien confían, y guardan fe
ciega,
por el esmero puesto en dar con
el diagnóstico
en la clave del mal que padecen
y la receta
conveniente. Por ser así tenemos
parte
en la gloria y blasón del poeta, y
es
la razón que motiva este canto.
4.
Por ello,
hemos sido ungidos y somos
más dignos
que nunca ahora hermano. Tu
inclinación
al servicio abnegado ha hecho
posible
que crezca un árbol que está
dando
copioso y buen fruto para bien
de todos;
como sombra y fresco aroma.
Enhiesto y
con verdaderos mensajes aún
por descifrar;
con encanto sumo. Que ofrece
abrigo
y es grato al alma, y al paisaje.
Porque
en tu convicción de hacer bien
las cosas
nobles y ecuánimes, ayudabas
a que haya
un hombre del temple como es
éste
que nos distingue, representa y
orgullece.
5.
Y hasta ti
hoy me llego, policía honesto;
¡y sabiendo
en verdad quién eres! Nuestro
muchacho,
¡mira cómo resplandece cabal
en toda arena, y
en el ámbito sutil y complicado
de las letras.
De allí que todo sacrificio tuyo
esté
justificado, al darle protección
al débil,
amparo al desguarnecido, duro
al canalla. Y
al defender tenaz a la persona
honrada. Hasta
ti me acerco hombre abnegado
en caminar
tarde la noche, ¡padre de aquel
que cayera
herido de balas por combatir
el crimen
la delincuencia y el cohecho!
6.
¡No me tiembla
en absoluto la mano alabarte a
ti, gendarme;
me acerco ahora que estás solo
en la cuadra
cuidando que el malhechor no
se acerque.
Quiero brindar aunque mis ojos
ya se llenen
de lágrimas, por lo que somos,
mordiéndome
la manga de la chompa, tirando
la bufanda
con que me abrigo, en silencio,
conmovido
del inmenso amor que se alza;
de la piedad
y arrobamiento de cuanto se ha
dispuesto
a favor nuestro, para que surja
entre
nosotros un ser tan inmenso e
íntegro.
7.
Y a ti
me acerco digno juez, idéntico,
e igual.
Sin titubeos, sin que me arredre
tenderte
la mano. Porque en verdad, ¡se
duda tanto!
Pero a mí sí me consta que tú
rechazaste
el soborno, combatiste la coima,
y la cutra.
La mordida no halló jamás en ti
asidero.
Y nunca vacilaste en proceder de
modo correcto.
Contigo, yo sé, que acierto para
pedirte
que seas también de esta partida.
Aunque
fuiste infamado, sufriste la prueba
atroz
de entrar a la cárcel y el posterior
despido, pero
tú entras también en esta galería
de incólumes.
Epílogo.
¡Y es que
los inocentes siempre han sido
a su vez
víctimas! Pero en este foro íntimo
de la conciencia
que abrimos aquí, y a ello recurro,
estás
absuelto y prístino. ¡Un ejemplo!
Admirando
en ti a tantos jueces intachables
y a tantos
hombres probos; porque honor y
valentías
como la tuya hicieron que se nos
otorgue
un don tan precioso, una medalla
inusitada
que hoy lucimos en nuestro pecho.
Y esta
orla en la frente de ser legítimos
paisanos
del poeta universal César Vallejo.
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CONVOCATORIA