sábado, 10 de junio de 2017

¡BENDITOS MEDICAMENTOS! - POR EL DOCTOR ÁNGEL EDGARDO CHIRINOS LAVANDER





¡BENDITOS MEDICAMENTOS! 

Por: Dr. Ángel Edgardo Chirinos Lavander* 

Una institución vive y persiste en el tiempo, por los miembros de cuerpo y alma que la conforman; más aún, tratándose de una del orden castrense.  ¡Qué sería de una organización en que su personal, no contara con una seguridad básica como es, la Salud! 

Probablemente esa institución –como tutelar de la patria- que puede tener un gran papel en resguardar la intangibilidad del territorio, el desarrollo y crecimiento de un país, etc.; enferme, debido a que sus integrantes no han recibido la atención oportuna y debida, en ese aspecto; lo que demandaría mucho esfuerzo para resarcirla y mejorarla, con el riesgo que se produzca su deceso; porque sin nadie que la conduzca y sostenga eficientemente, aquella institución seguirá aquel camino, el de su destrucción y desaparición. 

Toda institución debe tener, además de sus fines específicos, aquel principio que se me viene a la mente y que siempre he tratado de difundirlo: “La salud es la primera de todas las libertades, es un deber ineludible preservarla”; porque como es obvio, sin ella uno se considera estar en la cárcel, en la que se ha perdido la libertad, en que nos lleva la enfermedad y ésta, finalmente, a la extinción. 

Entonces, no es posible y menos admisible, que cuando se va a la Farmacia del Hospital Central de la FAP (HCFAP), -en las de provincias debe ser peor- se nos diga: “regrese otro día o llame antes, porque estos medicamentos están agotados, no los tenemos ya en existencia…”; dando a entender que los ‘jerarcas’ que dirigen la institución o los encargados de administrarla, son insensibles o no le dan la debida importancia a la salud de los efectivos de su organización; esto, por no hablar con mayor crudeza, como correspondería hacerlo.  

No hay que olvidar aquel antiguo aforismo, siempre vigente: “mente sana en cuerpo sano”; salvo que ya tengan la mente enferma, por lo que se les deteriorará el cuerpo, en igual forma. 

El abastecimientos de medicamentos en el HCFAP, debe ser prioritario; para que así, los galenos también se enorgullezcan de haber sido los impulsores y eslabones en este complejo aspecto de la conservación del potencial humano de nuestra institución; porque de otra manera, sólo se constituirían en simples mensajeros de esperanzas de sanar con palabras y con recetas; que nunca serán efectivizadas por el ente responsable; que se tiene que hacer largas ‘colas’, para recibir como recompensa al tiempo que se ha perdido y el gasto que todo esto ha irrogado, sólo un: “no hay ese medicamento, se nos ha agotado y pueda ser que a fin de mes llegue; regrese otro día o llame previamente si ya llegó”. Mientras se ve que a los ‘privilegiados’, les consiguen de dónde y cómo sea o se los tienen reservado para cuando buenamente vayan o envíen a la gente a su servicio (ayudante, chofer o mayordomo); lo que crea odiosa discriminación. 

La verdad, no puedo decir que en el resto de entidades homólogas ocurre lo mismo, porque yo no he pertenecido a ellas íntegramente; pero conociendo la psicología y la mentalidad del castrense peruano, es posible que en los otros institutos armados y la policía, suceda algo muy similar. Nuestra Constitución del Estado, en sus Arts. 1º, 2º inc. 2 .-, como también en el 3º, concede a todo ciudadano peruano -en este caso también a los que visten uniforme- los derechos sutilmente aludidos ut supra.  

Siempre me he preguntado: ¿de qué servirían las naves aéreas de nuestra institución, si no contara con tripulaciones y personal de apoyo que las mantengan operativas y en buen estado, si no contaran con efectivos sanos física y mentalmente? ¿de qué servirían todos los sistemas de operatividad de la FAP, si no fuera su potencial humano que encontrándose bien, gracias a un óptimo estado de salud, los intervienen? La respuesta que me doy y pienso que los demás también, es: ¡Nada! No serviría para nada, porque estando enfermos los que la integran, no podn desarrollar eficientemente ni su intelecto ni emplear sus energías. 

Por eso sería muy conveniente y necesario, que los encargados de este aparente casero sistema de provisión de medicamentos para el personal FAP, tanto en actividad como en situación militar de retiro -alguna vez los encumbrados de hoy, estarán mañana en el retiro- se empeñen a ser eficientes y efectivos en sus funciones. 

Ahora, si he sido un tanto duro para llamar las cosas por su nombre y he afectado con ello a alguien, estoy dispuesto a hacerle llegar mis disculpas; siempre y cuando, me demuestre que estoy equivocado y he errado en la concepción de que se debe prevenir la salud del potencial humano institucional, para contar con personal sano y capaz. De ahí que, he titulado este escrito, como ¡Benditos Medicamentos! Porque éstos tendrán esa condición, cuando lleguen a nuestras manos oportunamente y en los momentos en son necesarios. ¡Vale! 

*Oficial Superior FAP (R) 
Legionario Canberrista 




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