Diáfano, límpido, transparente, es la primera
palabra
que llega a mi alma al mirar por la ventana de
mi habitación
el horizonte de Isla Negra que une la tierra,
el cielo y el mar.
Todo es diáfano en Isla Negra que es un alto
balcón
sin antepecho ni barandal hacia la eternidad
que el mar
subraya con su orla, encaje y filigrana de olas
blancas.
Diáfanas son las piedras, las nubes, el arenal.
Diáfanos
los saludos, los abrazos, las miradas, la voz
al encontrarnos,
los gestos, los cariños y hasta la soledad aquí
es diáfana.
El bullicio y el silencio, las flores y las frutas,
aquí
son diáfanas; el día, el atardecer, la noche con
o sin luceros.
Hermoso sería morir en Isla Negra porque el
primero
como el último minuto aquí son diáfanos. Y
hasta
la muerte y la oscuridad que la rodea siento
que aquí es
diáfana, como es diáfano el amor aquí donde
tanto te he querido.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
Danilo Sánchez Lihón
Las aguas
con su sorda antigüedad!
César Vallejo
1. Luchar
por la vida
Para el mundo andino el agua en su estado natural es la representación de Dios. A lo cual se suma algo conmovedor y extraordinario, esto es: es el Dios mujer.
Porque Dios es mujer en el agua. Mayor razón para defenderla. Es Dios mujer, o en forma de agua; o hecho, o hecha agua.
Por eso debemos aún más amarla y respetarla. Porque es la Pacha Mama amorosa, pero mujer. Por eso, habremos de desagraviarla.
Restituyendo nuestra primigenia cultura del agua. Y en una actitud coherente, con ella y ante ella, seamos seres morales, generosos y agradecidos.
Por todo ello, defendamos el agua de nuestras lagunas, ríos y nevados. Y hagamos del agua y para siempre un motivo más de nuestras luchas, gestas y esperanzas.
Porque luchar por el agua es luchar por la vida.
2. Oro, diamante
y esmeraldas
Sin embargo, el sistema social imperante, y el modelo económico vigente, rentista, usurero y deshumanizante, que se ha impuesto, gobierna y prevalece a sangre y fuego, a lo primero que envilece es al agua.
La contamina y la corrompe. De allí que es en el agua en donde más se evidencia los efectos del cambio climático y el fenómeno del calentamiento global, que se grafica en las avalanchas de los ríos, en la subida del nivel de los mares, en la desglaciación de los nevados, en la contaminación de lagunas, quebradas, arroyuelos y manantiales.
Y en su escasez que ya resulta pavorosa. Así en mi pueblo, Santiago de Chuco, ahora morimos de sed. No tenemos agua. Solo una hora al día llega por los caños ansiosos, famélicos y gorgoteantes.
Y se ve a las personas echar de mano a cualquier utensilio o recipiente, aunque sea un cacharro, una lata o una teja. Y juntar agua gota a gota, lo que ahora no solo parece, sino que ya es joya: oro, diamante y esmeraldas.
Llenan sus baldes, sus tinajas, sus jarras, sus lavatorios. Y todo lo que encuentren porque al instante desaparece.
3. Mi pueblo
muere de sed
Porque a partir de las 9 de la mañana ya, y durante todo el día, no gotea ni una sola lágrima, no importa si feliz o acongojada, de aquella sustancia ¡humilde como nosotros! Doliente y solidaria, pero a la cual se la envilece dándosela para las minas. O las compañías mineras robándola en nuestras narices.
Digo: ¿Se puede ahogar de sed a un pueblo para darle el agua a una compañía minera? ¿Qué iniquidad hay entre los seres humanos convertidos en autoridades nacionales? Aunque tampoco entre nosotros, ningún alcalde ha dedicado esfuerzos especiales y efectivos en solucionar este problema. Todos son disimulos, evasiones, apañamientos. Y apariencias de que se está haciendo algo. Solo rebrillan estos resultados que hablan por sí solos:
1. Las lagunas están cercadas por alambradas, como en los campos de concentración o guetos de prisioneros.
2. Se han ventilado documentos en el poder judicial por los cuales las lagunas de Callacuyán, lugar al cual se ha cambiado de nombre, para tratar de confundir, y ahora se llama Alto Chicama, y que resulta que ya son de propiedad privada.
3. Santiago de Chuco, tierra de Vallejo, muere de sed, inanición y desaliento.
4. Gente
sepultada
Quizá por eso sea que el último círculo del Infierno de Dante no lo traza ni lo concibe su autor pululando allí el fuego restallante. No. No está tampoco Lucifer, el capataz infernal, achicharrándose en candelas devoradoras. No.
Sino que en ese noveno círculo están condenados los traidores de todo tipo. Y habitando un lago contaminado de “aguas de minas”, para su mayor gusto. Pienso que ahí van a estar felices todos quienes se han coludido para privarle del agua a mi pueblo.
Chapoteando en los relaves de lo que ahora aquí, en nuestro querido país, se destila, se acumula y se esparce por todas partes en lo que antes eran tierras de cultivo y pastoreo, y en las cuencas de los ríos que ahora son relaves; sí: ¡relaves, señores!
El último círculo del infierno es precisamente de ese detritus que riegan y siembran aquí las minas con ayuda de las autoridades. Por eso:
¿No será esto un anuncio de lo que está por venir? Ver mucha gente sepultada en esos relaves.
5. Comarcas
y campiñas
La vinculación del agua que es vida y es bendita, con todo lo que es demoníaco, con todo la que la envilece y corrompe, está documentada.
Y acaso, ¿no la vemos con nuestros propios ojos? Porque, ¿cuáles son los resultados que estamos viendo? ¡Derrumbes! ¡Invasiones! ¡Asonadas!
Porque es infierno que el agua ahora sea para las minas antes que para calmar la sed del hombre. O, ¿no?
¡Es infierno que estén cercadas las fuentes con alambradas de púas! La mayoría de las alturas de cuencas en nuestro país, en donde el agua antes se sembraba, ahora son propiedad de las minas.
Y, ¡es infierno estar contaminando el medio ambiente, envenenando ríos, sembrando muerte, hambre y desnutrición por aquí, por allá y en todos los contornos!
Las minas están matando la vida natural de los pueblos, comarcas y campiñas.
6. Sed
de esas fuentes
Por eso, Dante caracterizó el último círculo del infierno no como llamas vivas, sino como un pozo de agua helada, que recoge el “agua de minas”.
Es el agua contaminada, dañada, putrefacta, hecha mala y perversa, lugar que denominó con un nombre procaz, cuál es: Cocito.
Lugar terrible cuyo aire se congela con el eco de las quejas de las almas que se duelen sin tener patria.
Porque allí están todos los apátridas y ladrones que ahora tanto pululan y ocupan los medios de prensa, y que irán a parar a esos lugares.
Ellos están enterrados en el hielo para significar que fueron duros, fríos e insensibles de corazón. Sin ninguna piedad para con sus hermanos.
Tal y como ocurre ahora, que se vende el agua del pueblo que antes aplacaba su sed de esas fuentes.
7. El muro
que protege
Que no se explica sino por la frialdad de sus corazones y sus mentes que quieren volver al gobierno y aprovechar los últimos minutos que les quedan para llenar aún más sus arcas y sus bolsas repletas de dinero.
En cambio, los andinos tenemos nuestras propias creencias respecto al agua, cuál es que la extraemos de la piedra.
Para lo cual horadamos la peña y surge el agua. Por ser así nunca apartamos de nuestros ojos que en el agua está contenida la roca que nos sirve de fortaleza.
Siendo el agua no solo mundo fluyente sino también mundo sólido en donde nos sentimos firmes, duros y permanentes.
Así como el agua es el devenir, en ella igual yace la piedra que es el estado inmóvil, y nos sirve para construir el muro que protege, fijo en la tierra en donde edificamos nuestra casa.
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