1. Sereno
y dichoso
Wiracocha, creador de todas las cosas, hizo el universo donde reinaba la dicha, florecían las plantas y verdecían los bosques.
Susurraba el agua en los arroyos y correteaban alegres y jubilosos los animales por el campo.
También habitaba el hombre, pero aún de manera silvestre.
Un día Inti, el sol le habló así a su padre Wiracocha:
–
Padre y señor mío, creador de todo lo creado y por crearse. Corazón
bienhechor y magnánimo. Éste tu hijo te suplica que no es bueno que los
seres humanos deambulen en la tierra montaraces, cual fieras
abandonadas.
– Dime, ¿cuál es tu deseo?
–
Permite que dos de mis hijos, en realidad lo mejor de mi progenie,
vayan hasta ellos y eduquen aquellos destinos humanos en quienes alumbra
la luz de la inteligencia.
2. Ha llegado
la hora
Wiracocha escuchó sereno y dichoso la voz de su hijo y así se expresó:
–
Inti, el más amado de mis hijos, desde hoy te llamarás "el generoso e
incomparable". Tus razones conmueven profundamente mi corazón. No en
vano eres mi predilecto y el más brillante de los seres que he creado.
– Gracias, padre.
–
Se cumplirán tus deseos. Que enrumben pues tus hijos a la tierra
desolada para adoctrinar a los hombres en el bien, en el trabajo y en la
sublime belleza.
Fue
entonces el Sol hasta la isla sagrada que flota al centro del lago
Titicaca, donde moraban purificados sus dos radiantes hijos.
Envuelto en llamaradas de luz, rayos y arcoíris, y tomándolos suavemente de las manos, les habló de este modo:
– Hijos míos: ha llegado la hora que emprendan la misión para la cual están destinados.
3. Ser amables
y diligentes
– Dinos, padre amado, lo que debemos hacer y estaremos listos a emprender la misión que tú nos señales. –Respondieron ambos.
–
Irán y reunirán a los hombres dispersos. Despertarán su conciencia
adormilada. Y les enseñarán a vivir en comunidades y a ser útiles y
dichosos en el trabajo. Y a admirar y emular todo lo que hay en el mundo
de bueno y hermoso.
Manco
Cápac y Mama Ocllo fueron y enseñaron a los seres a realizar todas las
labores útiles para la vida y su sustento: a trasquilar animales y
escarmenar su fibra. A hilar, tejer lana de vicuña, alpaca y algodón.
A
confeccionar sus vestidos para sus hijos y demás miembros de la
familia. A orientar a los muchachos a fortalecer su carácter. A ser
amables y diligentes.
También
les indicaron cómo debían aumentar los rebaños y pastorearlos en el
campo, cómo adornar con flores e hilos de colores las cabezas de llamas,
guanacos y allcos.
4. Forjaron
la grandeza
Ellos
mismos, Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del sol, sembraron una chacra
de maíz, otra de papa, otra de quinua y cañihua cuyas semillas
repartieron entre la gente para que las cultiven.
Pero, sobre todo, enseñaron el valor de las palabras las mismas que debían estar dotadas de verdad, de belleza y sabiduría.
Porque
son las palabras en donde se funda la construcción de todos los bienes
materiales y, sobre todo, la felicidad entre todos los hombres.
Aquellas
palabras que forjaron la grandeza del Imperio Incaico, en donde no hubo
un solo hombre que se quedara un día de hambre, ni una sola criatura
desprotegida, ni una sola persona que durmiera en la calle o se sintiera
abandonada.
Ni tampoco hubo una sola mujer que tuviera que vender su cuerpo para sostenerse en la vida.
Esas palabras fueron: Ama sua, ser honrado. Ama llulla, decir la verdad. Y Ama quella, que es ser laboriosos.
5. Ama sua,
ser honestos
Ama
sua, que es respetar lo que es del otro, y lo que es un bien colectivo.
Donde si algo no te pertenece no lo coges para ti; no es tuyo.
Respétalo, así sea que lo hayas encontrado en un espacio público, no por eso te pertenece, sino que tiene un dueño.
O, en todo caso, entrégalo donde aquel que lo ha perdido o extraviado momentáneamente pueda y deba encontrarlo.
Porque,
si no has ganado algo con tu esfuerzo otro sí lo hizo. Y eso lo ha
consagrado como pertenencia a él para compartirlo con los demás seres
queridos.
Si
depende de ti trata de devolverlo y la vida te premiará con su candor y
su ternura. Así, no coger ni una aguja ni un botón que no sea tuyo.
Siendo
honrados, siendo quienes cumplen lo que prometen, que no engañan a
nadie, que aman de a verdad, si cumples este precepto te pertenece lo
más grandioso, cual es poder abrazar a otra persona y sentirte de verdad
hermano.
6. Ama llulla,
ser veraces
Ama
llulla, que es ser hombres verdaderos y no encarnar mentiras. Es no
fascinarse por algo que no es nuestro objetivo en la vida.
Es tener una razón de ser y un destino a cumplir, sin hacer daño jamás a nadie sino forjando el bien colectivo.
Porque cuando uno miente nubla el cielo y cuando dice la verdad lo aclara y lo despeja.
Cuando uno miente siembra una sombra en el alma, mancha el aire de la ventana que da a su corazón.
Cuando
uno miente crea una nube negra que oscurece su cielo y este se torna
turbio, oscuro y cerrado. Cuando uno dice la verdad mientras más difícil
esta sea, crea un día radiante.
Nuestra
cultura pone la inocencia, el candor y la transparencia como uso y
costumbre, que canta en las nieves, en el rocío de las flores y en los
arroyos cristalinos del campo, que todos son transparentes.
Por eso hemos de ser hombres que dicen y actúan con la verdad siempre. Ama llulla es también callar cuando se debe callar.
7. Ama quella,
ser laboriosos
Ama
quella, que precisa que, si nuestras manos son puras, honradas y
defienden la verdad, son fuertes, transparentes y seguras. Y entones
pueden trabajar límpidamente.
Que
si nuestra mente es clara, luminosa y matinal nuestras manos lo serán, y
que al mismo tiempo la verdad de nuestras manos se trasmitirá hacia
nuestra mente.
Nuestras manos son tus manos para construir juntos el bien colectivo. Que sean como son, laboriosas y arriesgadas.
Que cogen la tierra, los duros terrones, las rocas abruptas para erigir una casa verdadera, primorosa y promisoria.
Que cuidan las aguas de los ríos, las lagunas y los mares, sin contaminarlas preservando el aire puro que respiramos.
Que construyen los andenes nuevos donde broten mil variedades de flores para hacer la dicha humana sobre la faz de la tierra.
Y que entonces podrán escribir sin engaños porque son fervorosas, hechas para donar, consolar y acariciar.
Epílogo, con
tinyas y pífanos
Esta es la moral del Perú eterno. Estos preceptos hicieron la grandeza del Tahuantinsuyo.
En base a estas palabras se fundó la ciudad del Cuzco en donde se construyeron grandes palacios, acueductos y fuentes.
Una población laboriosa se sentía feliz de constituir una extensa y rica nación.
La sabiduría de sus leyes hizo la prosperidad moral y material de sus habitantes.
La
clave de su grandeza fueron estos preceptos morales: Ama sua, ser
honrados; Ama llulla, ser verdaderos, y Ama quella, ser laboriosos.
Por todo eso somos luz; somos Quispe. Porque Quispe es luz. Es “Somos luz”.
¿Qué clase de luz? Luz del ama, la luz humana, luz protectora, tierna y cálida.
Luz
que hermana lo que es legítimo en la tierra. Sobre esas bases y con
estas palabras, dichas en días de fiesta en las plazas y en los caminos,
con tinyas y pífanos, se forjó el gran Imperio de los Incas.
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