viernes, 5 de diciembre de 2014

5 DE DICIEMBRE, RESOLUCIÓN DE LA ONU: DÍA DE LOS VOLUNTARIOS - FOLIOS DE LA UTOPÍA: Y ALIENTA A TODO PULMÓN - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
DICIEMBRE, MES DE LAS MONTAÑAS,
DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES;
DE LOS MIGRANTES, Y DEL NACIMIENTO
DEL DIOS NIÑO EN LA NAVIDAD
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
AULA CAPULÍ
VIERNES 5 DE DICIEMBRE
7 PM
 
MESA DE DEBATE:
“¿CAMBIO CLIMÁTICO O
CAMBIO DEL SISTEMA?”
 
PANEL DE EXPOSITORES
 
RAMÓN NORIEGA
ROGER RUMRRILL
WALTER VÁSQUEZ VEJARANO
JULIO YOVERA BALLONA
 
ACTUACIÓN ARTÍSTICA:
FREDERIK SOTOMAYOR
 
CONDUCCIÓN:
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
JR. MANCO CÁPAC 440 INT. B
MAGDALENA DEL MAR
CUADRA 29 AV. BRASIL
TOCAR TIMBRE DE LA DERECHA
DETRAS DE LA REJA, SOBRE CAJA
DE CORREOS DONDE DICE: "PUNKU"
 
Ingreso libre
Se agradece su gentil asistencia
 
*****
 
CAPULÍ SE ADHIERE
A LA GRAN MARCHA
POR EL CAMBIO
 
MIÉRCOLES
10 DE DICIEMBRE 10 AM.
 
CONCENTRACIÓN BRIGADA
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
CAMPO DE MARTE
PARA DESPLAZARNOS HASTA
LA PLAZA SAN MARTÍN
 
COORDINADORES GENERALES:
 
RAMÓN NORIEGA Y
MAGNA DE LA CRUZ
 
*****
 
5 DE DICIEMBRE
RESOLUCIÓN DE LA ONU
 
DÍA
DE LOS
VOLUNTARIOS
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
Y ALIENTA
A TODO
PULMÓN
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. El cielo
anubarrado
 
– ¡Traen presos!
 
– ¡Traen arrastrando a varios presos!
 
Es el aviso y la alarma que corre, saltando sobre las tapias humedecidas y los carámbanos helados de las tejas y rastrojos que dan a la calle, voces que llegan traspasando paredes hasta el fondo de nuestras casas.
 
– ¡Ahí vienen! ¡Miren!
 
– ¡Pobres!
 
Maniatados, apenas sosteniéndose en sus pies, trastrabillando, perdida la mirada, avanzan unos muchachos escuálidos, con el cabello hirsuto y la ropa desgreñada.
 
La soga se tiempla desde el anca de las mulas de los gendarmes que pasan montados en bestias que resoplan y ellos enfundados en sus pasamontañas, rígidos y uniformados bajo sus quepís y el agua deslizándose veloz por sus ponchos de jebe.
 
Sus figuras recogen el último resplandor de la tarde moribunda, quemados por el frío y destacando sobre sus hombros el fusil con la bayoneta encalada que hiere al cielo anubarrado.
2. Trastrabillando
en la calle empedrada
 
Desde un ojal de la montura se estira la cuerda hasta las manos amarradas en cruz de los infortunados.
 
Son tres.
 
Sin ojotas, con la mirada muy abierta por el espanto, trastrabillan en la calle empedrada, bajo una lluvia ligera, gélida e implacable.
 
¡Es esta una tarde amarga y aciaga!
 
– Y, ¿por qué los traen presos así, mamá?
 
– No son presos, hijo mío. Son conscriptos que han capturado para enviarlos a servir a la patria en el ejército.
 
Ya en la escuela el comentario es:
 
– También han cogido al Calurio, del Sexto Año de nuestra escuela.
 
– Y a uno de los Salinas de Calipuy, que cursa el Quinto Año. Y al Retamozo de Sangual. Dicen que están en la edad y son omisos. 
 
– ¡Entonces a ellos sí los llevan!
3. ¡Anda
y avísale!
 
Saliendo nos vamos directo a verlos al Puesto Policial. 
 
Tiene él por la calle del costado una puerta; y en ella hay un agujero hasta donde nos acercamos para mirar hacia adentro.
 
Allí están, esparcidos por el patio, los muchachos a quienes han levado el día de ayer y de hoy. Algunos son del campo y otros son del pueblo.
 
– ¡Cainito! –Suplica alguien desde adentro–. ¡Avísale a mi tío Encarnación que vaya y hable con el Comisario a fin de que me suelten! ¡Por favor te suplico anda directo antes que sepa mi mamita sino ahorita se muere!
 
– ¡Es el Sacramento! –Lo reconocemos por su voz y por el llanto que no puede contener.
Otro gime:
 
– ¡Oye Javiercito, hermano! ¡Anda y avísale a mi abuela! ¡Que vaya y le ruegue al prefecto para que me dejen libre!
 
– ¿Pero lo conoce?
 
– Sí, ella lo lava y le plancha sus camisas.
4. Este
azar
 
Pero estos son muchachos del pueblo. 
 
Los del campo permanecen a un lado, melancólicos. Sus seres queridos ya están afuera, sentados al filo de las veredas, otros recostados contra los muros con sus rostros entristecidos. 
 
Otros familiares ya estarán viniendo apurados por los caminos. De otros sus allegados quizá no sepan todavía ¡por qué de sus labores del campo hasta ahora no regresan a sus chozas humildes!
 
Día a día van llegando las noticias de otros a los cuales han detenido.
 
Y día a día también, al salir de la escuela, nos desviamos de nuestro sendero habitual para pasar por la comisaría donde hay aglomeración y bullicio de una multitud de gente que gime y que llora.
 
Esto ocurre siempre estos días antes de Navidad, cuando estamos dando los exámenes finales, cuando ya termina el año viejo y se avecina excitante, febril y misterioso el Año Nuevo. ¿Por qué este destino, este azar y esta fatalidad?
 
– ¡Juan Retamozo! 
 
– ¡Presente! –Responde una voz resquebrajada por el miedo y que corre a paso ligero por el pasadizo.
 
5. ¡Apto,
comandante!
 
– ¡Están desnudos! ¡Los tienen completamente desnudos! –Cunde la alarma. 
 
Este hecho nos perturba. Es inusitado. Es como si los estuvieran agrediendo por el frío serrano que se cuela.
 
– ¡Es que los están pesando! –Informa quien se ha adueñado de la ranura que hay en la puerta y por la que se mira hacia adentro­–. Debe ser también para que se apresuren.
 
– ¡Sigue pues contando, oye! ¡Qué más está ocurriendo! ¡Habla hombre! –Le insistimos dándole de coscorrones.
 
– ¡O si no sal de ahí para que otro narre mejor lo que está pasando!
 
– Le revisan los dientes, le hacen sacar la lengua Le están poniendo algo en el pecho.
 
– ¡Qué más! 
 
De repente se oye una voz rotunda:
 
– ¡Apto, comandante!
 
– ¡Pobrecito! –Decimos afuera–. ¡Este sí que va de todos modos! ¡Ya lo calificaron! ¡A este ahora no lo saca nadie! –Es la expresión general entre nosotros.
6. Hay
un voluntario
 
– ¡Dicen que hay un voluntario! –Comentamos ya caminando de regreso hacia nuestras casas.
 
– ¡Quién es! –preguntamos incrédulos.
 
– ¡Tendrá que ser un valiente! ¡Todavía hay valientes entre nosotros! –Se enorgullece Tito.
 
– ¿Quién será? 
 
– ¡No sabemos!
 
– Pero el año pasado no hubo ninguno. 
 
– Y el anteaño tampoco.
 
Ya en la mesa, a la hora de almorzar, repito:
 
– ¡Dicen que hay un voluntario que se ha presentado para ir a servir al ejército!
 
– Sí. Es Pedro Gastañuadí. –Comenta mi padre.
 
– ¿Lo conoces, papá?
 
– ¡Es mi alumno!
7. Portar
la bandera
 
– ¿Es tu alumno?
 
– Sí. Y lo he convencido para que se presente. He hablado con sus padres y ya le he entregado sus notas. 
 
– ¿Y, por qué has hecho eso?
 
– Porque es un alumno excelente, y es mejor que se abra campo. Es aplicado y puede llegar a ser un buen Oficial de nuestro ejército.
 
– ¡Es el único voluntario! –Digo.
 
– Será él quien lleve la bandera. E irá de pie en la caseta de adelante del primer camión.
 
– ¿Y eso es bueno? –Dice en tono de reproche mamá quien está en desacuerdo con la leva.
 
– Es un orgullo llevar adelante la bandera del Perú, flameando sobre el verde de las campiñas, destacando el rojo y blanco bajo el cielo azul sobre las rocas y los precipicios.
– ¿Y, después?
 
– Y después en el ejército se hacen hombres hechos y derechos.
 
Pero, mi madre calla compungida.
 
8. Empieza
a llover
 
Ahora todo es llanto y despedidas. Pero en el techo de la caseta del vehículo, que han reforzado con maderas a modo de una jaula a lo largo de la carrocería, encima de ella libre, pletórico, juicioso va Pedro Gastañuadí, el voluntario.
 
Siento un orgullo inusitado que sea así. Y lo saludamos agitando nuestras manos y diciéndole:
 
– ¡Pedro, viva el Perú!
 
Tiene el rostro endurecido y el pecho robusto, descubierto por el esfuerzo en hacer flamear la bandera. Él anima a sus compañeros que no comprenden esta voluntad a favor de algo que ellos sufren.
 
– ¡Vivan los conscriptos de Santiago de Chuco! –Grita.
 
– ¡Viva! –Se oye cada vez más fuerte.
 
Las mujeres lloran. Algunas se desmayan. Los techos y los balcones vetustos de las casas parecen torcidos hacia abajo y hacia lo lejos. Empieza a caer una lluvia pertinaz que a todos moja inclemente, como si el cielo también quisiera llorar.
 
Solo el voluntario alienta a todo pulmón en la tarde doliente y en el confín de los cerros cuando los camiones se alejan:
– ¡Viva el Perú!
 
 
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MARTES 19
 
TRUJILLO:
MIÉRCOLES 20
 
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JUEVES 21
 
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SÁBADO 23
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