domingo, 24 de abril de 2022

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL (MIAMI), DE ADDHEMAR H.M. SIERRALTA - AÑO 14 Nº 467, DEL 24 DE ABRIL DE 2022

 

 

TIEMPO NUEVO

Internacional

Por Addhemar Sierralta

Año 14 Nº 467

https://tiemponuevonews.wordpress.com/

Miami, 24 de abril de 2022


 

CUNDE EL PÁNICO.

Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).

 “Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”, Albert Camus.

Lamento, seriamente, haber acertado en mi pronóstico acerca de la presunta opción que tenía Alberto Fernández entre independizarse de Cristina Fernández o someterse en forma definitiva a su voluntad, que enuncié la semana pasada. El MemePresidente confirmó que es un cobarde pusilánime al negarse a despedir a los miembros de La Cámpora que manejan las principales cajas del Estado y, sobre todo, al encabezar el acto de lanzamiento (¡otra vez!) del futuro gasoducto “Néstor Kirchner” (¡otra vez!) rodeado por el Secretario y el Subsecretario de Energía, a quienes Martín Guzmán, el Ministro de Economía del que teóricamente ambos dependen, intentó en vano echar varias veces del Gobierno.

Si no fuera tan trágico, resultaría sólo ridículo que la ocasión sirviera para conmemorar un nuevo aniversario de la creación de YPF, también presidida por un camporista, la compañía utilizada por el kirchnerismo para saquear al país, sacrificando en el camino el autoabastecimiento energético, que tanto dinero costó con la expropiación de su 51% y que, ahora, permitirá a Cristina hacerse con varios miles de millones de dólares más cuando la Juez Loretta Preska, de Nueva York, falle contra la Argentina en el pleito que sus testaferros instauraron por los buscados defectos de ese proceso. Todo lo conté hace casi cuatro años, en la nota “Cristinita, ¿otros US$ 5000 millones?” (https://tinyurl.com/bdej2bs2).

La viuda de Kirchner, que podría haber sido musa de Camus, patéticamente sacó otro conejo de la galera pero se lo ve viejo y desdentado. La sorpresiva división del bloque del Frente de Todos en el Senado, que ejecutó para robarle a Juntos por el Cambio una silla en el Consejo de la Magistratura, dejó expuesto cuánto pánico siente la PresidenteVice. No es para menos, ya que cuanto intentó para lograr la impunidad para sus múltiples crímenes (“democratización” de la Justicia, reforma de la ley que regula la Procuración General, cobertura de juzgados claves con jueces militantes, etc.) y la absolución de la historia, terminaron en sonoros fracasos. Su propuesta de ampliar la Corte a nueve miembros tendrá igual final ya que, si bien puede imponerla en la Cámara alta, no obtendrá allí la mayoría especial necesaria para designar a quienes deban ocupar las nuevas sillas.

La política se ha inmiscuido en el Poder Judicial, socavando así uno de los tres pilares sobre los que está asentada la República. Ese pecado lo cometieron todos los gobiernos y partidos desde que el Consejo de la Magistratura fue creado en la reforma constitucional de 1994; basta recordar las recientes elecciones de consejeros de los cuatro estamentos (legisladores, jueces, abogados y académicos), en las cuales se expuso, como atracción e incentivo para los electores, la filiación de cada candidato. Las nefastas consecuencias que esto produce se ven, por ejemplo, en la permanencia del Juez Federal Walter Bento, de Mendoza, procesado por infinidad de delitos pero protegido por el kirchnerismo en el organismo.

Atribulada por el terrible deterioro de su situación personal y por la falta de futuro que ve en sus hijos, la sociedad no sabe qué es y qué función cumple ese Consejo, que, además de administrar al Poder Judicial, designa y remueve a los jueces; sin embargo ése es el campo donde se está librando la actual y crucial batalla entre la República y la dictadura, entendida ésta como la concentración del poder en manos del oficialismo, que la busca tanto para garantizar la impunidad de la emperatriz hotelera cuanto para imponer un modelo socio-económico similar al que padece Venezuela. Para comprobarlo basta con observar cómo se comporta el Gobierno en todos los foros internacionales en los cuales ampara, con su voto o su abstención, a los émulos regionales de Nicolás Maduro, como Daniel Ortega, en Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, en Cuba, o con el asesino Vladimir Putin; es más, ni siquiera ha tenido la elemental decencia de condenar la salvaje invasión de Rusia a Ucrania, donde éste comete terribles crímenes de lesa humanidad.

Por lo demás, las probabilidades del kirchnerismo de ganar las próximas elecciones disminuyen diariamente, al ritmo del crecimiento de la pobreza causado por la desatada inflación, originada en el descomunal gasto público, que se financia con la emisión descontrolada de papelitos de colores. Es una gran herramienta del Gobierno para reducir sus obligaciones, en especial las derivadas del sistema previsional, quebrado por la populista e irracional decisión de jubilar a millones de personas que no aportaron, pero la deuda de la Argentina (US$ 416,000 millones), especialmente en Leliq y en bonos atados a la inflación o al dólar, alcanza ya niveles estratosféricos.

Esta tarde de sábado, a las 1500 horas, llegará a la Plaza de Mayo la protesta de todo el universo agropecuario contra la inicua persecución que sufre, encarnada en la expoliación masiva de sus ingresos, que será acompañada –no lo dudo- por una enorme manifestación cívica; la ciudadanía concurrirá para gritar que está harta de la proliferación de impuestos confiscatorios, la dilapidación de los recursos públicos, la rampante corrupción en todos los niveles del Estado, la inseguridad, la falta de educación, la inicua pretensión de controlar a la Justicia y la impunidad que pretende Cristina Fernández. Es decir, hoy se vivirá en la capital de la República algo similar a lo que ocurrió cuando se intentó imponer la famosa Resolución 125, en plena guerra contra el campo.

Bs.As., 23 Abr 22

 

CONCURSO DE POESÍA Y NARRACIÓN DEL ICP DE MIAMI.

El  Instituto de Cultura Peruana de Miami, en celebración del 100º Aniversario del libro Trilce* de César Vallejo y en homenaje a la escritora Hilda Reátegui de Lawinski-Thiessen, convoca a su XXXI CONCURSO DE POESÍA Y NARRACIÓN, con las siguientes BASES:

 

 1. Participantes: Hispanohablantes de cualquier nacionalidad que no hayan obtenido el Primer Premio en nuestros concursos anteriores o en ningún otro; sin embargo, el premiado en un solo género puede participar en el otro (obras inéditas en ambos casos).  Participar en este evento no tiene ningún costo.

      

2. Tema: Libre. Verso: Libre.

 

3. Extensión: 5 páginas (A-4), en ambos géneros. Poesía: Uno o más poemas. Narración: un solo relato. Escrito en Word, Times New Román 12, a espacio y medio, márgenes: 2.5 cm. Ninguna ilustración.

 

4. Identificación: Los trabajos se identificarán por su título y un número que se les asignará al momento de su recepción. El nombre, dirección postal y email (no adjuntar Bio.) del concursante, deberán consignarse en la primera página del trabajo presentado. Estos datos los retendrá el organizador del evento y no se revelarán antes de la resolución del jurado

 

5. fecha y lugar de recepción: Los trabajos participantes se recibirán por este correo electrónico (email): rcalderongutierrez@yahoo.com, del 1 al 25 de junio, en un solo archivo. En el asunto del correo se especificará si es Poesía o Narración. Cuando la obra haya sido recibida se le notificará de ello al concursante y se evitará toda comunicación posterior hasta el día de la entrega de los premios.

 

6. Jurado: El ICP designará oportunamente al jurado cuyo fallo será inapelable.

 

7. Premios: Los premios se entregarán el 30 de julio: Diplomas para los triunfadores y finalistas, publicación y distribución de los trabajos del 1er, 2do y 3er lugar en nuestra antología Poetas y Narradores del 2022.

 

Participe y... ¡sea un triunfador!

 

 Ediciones anteriores de nuestras antologías pueden ser adquiridas ($10) sin costo postal en USA. Solicítelos a: rcalderongutierrez@yahoo.com.

 

*Trilce se encuentra en: https://www.literatura.us/vallejo/trilce.html.

 

Comentarios en: https://es.wikipedia.org/wiki/Trilce.

 

 

LA CASA DE FRANCISCA.

 

Por Eduardo González Viaña (Perú).

 

Compartimos con ustedes la publicación de EXITOSA, 13 Abril, 2022.- A los 46 años, la peruana Francisca Pizarro era la mujer más rica de España y estaba sola. Vivía en Trujillo de Extremadura. Era una típica beldad del siglo XVI…

 

Había visto el rostro y la casa de nuestra paisana, pero a ella no. El año pasado, en Trujillo de Extremadura conocí el palacio y la escultura de Francisca Pizarro que viviera largo tiempo en esa ciudad.

 

Hay que recordar que, en julio de 1534 nació Francisca, hija del gobernador Francisco Pizarro y de la princesa Quispe Sisa Guaylas. 

 

Al año siguiente, el gobernador dejó Jauja para fundar la capital a orillas del río Rímac. En esa Lima naciente, fue muy feliz la pequeña. Sin embargo, cuando contaba 4 años, sus padres se separaron. Don Francisco tomó por esposa a otra princesa llamada Cuxirimay Ocllo.

 

La mala fortuna comenzó a perseguir a Francisca el 26 de junio de 1541, cuando los almagristas invadieron palacio y asesinaron a su padre.

 

La heredera de los incas y del primer gobernador tendría que pasar algunos años para conocer a otro Pizarro.

 

Como sabemos, Gonzalo Pizarro pretendía hacer del país un reino independiente y lo intentó a las buenas y a las malas. A las buenas, pidió permiso al papa Paulo III para poder casarse con su sobrina y legitimar una monarquía independiente. Su lugarteniente Carbajal había hecho fabricar una corona de oro macizo para el.

 

A las malas, en la más cruenta guerra civil del naciente Perú.

Pero ni la boda ni la coronación llegaron a efectuarse. El 9 de abril de 1548, el más joven de los Pizarro fue derrotado en Jaquijahuana. A él y a Carvajal, su lugarteniente, les cortaron la cabeza. Ambos “trofeos” fueron llevaron a Lima, y encerrados cada uno dentro de una jaula bajo prohibición de que fueran enterrados.

 

A los 15 años, Francisca Pizarro se hallaba en la plenitud de su belleza. Sus ojos pardos, grandes y atormentados, y el rostro un poco alargado, la convertían en una clásica beldad de entonces. Sin embargo, la perseguía la muerte.

 

Viajó a España y se dirigió a Trujillo de Extremadura. Su tío Hernando, preso en el castillo de La Mota, le reclamó que fuera a verlo. Así lo hizo, y se casaron, pero el esposo murió poco después.

 

A los 46 años, Francisca era la mujer más rica de España y estaba sola. Su residencia es la que conocí el año pasado. Con Hernando de Orellana Pizarro y Eduardo Pérez del Solar la visitamos en Extremadura.

 

No obstante, tengo ahora una dirección para que podamos verla en Madrid. Es la calle Relatores 20. Quien la ha descubierto es Carmen Martín Rubio, una de las mayores historiadoras de este país y una apasionada del Perú. Si continúa explorando, de repente vamos a encontrar más de una sorpresa.

 

LOS SEÑORES DEL QOSQO.

Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).

De PERÚ: MUNDO DE LEYENDAS, colaboración de nuestra amiga Alfonsina.

Desde el fondo de la ausencia y venciendo problemas de salud escribo estas líneas, atendiendo una llamada telefónica de la nieta de don Martín Chambi el Amauta de la fotografía. Quería unas notas de la Semana Santa. Si tuviéramos un mapa de Cristos del Perú estaría lleno  por la cantidad de devociones. En cada provincia, distrito o anexo, hay más de una imagen  milagrosa amada por los fieles.  Líneas más adelante va  mi respuesta.

 

Querida Peruska: 

En esta Semana Santa, ambas lejos del Qosqo, tú en Mexico yo en Lima,  entremos en la memoria de nuestras células grises para recordar otras hermosamente vividas en la paz de nuestros hogares.

 

En el Lunes Santo el Taitacha de los Temblores es pura vida en la cruz, todo amor contra los odios. Se dice que Carlos V envió para la Capital Imperial la imagen de un Cristo, que se quedó en Mosoq Llakta, un pueblo que se encuentra en Limatambo, entrada de todas las remesas que se hacían desde la península. Al admirar la perfección de su rostro su Corregidor decidió quedárselo, está en un altar vitrina ,  y en su lugar mandó una efigie tallada por manos andinas, nadie se enteró del cambio hasta que en el siglo XX el equipo de restauración que tiene su sede en Tipon descubrió que el famoso Taitacha estaba hecho de maguey. Y llevaba en Su costado izquierdo un buzón donde ponían innumerables cartas a Dios que graficaban glamorosos pedidos. En el Viernes Santo fue el Señor Yacente el que apareció en la plazuela de la Merced, con la promesa de la resurrección. A su lado estaba la Madre Dolorosa, Amantísima, como siempre con un pedrusco diamantíno que hace florecer un gran rayo de luz. En el siglo pasado el cronista anónimo nos obsequió la historia de una joven feligresa a quien la Virgen de la Soledad veló sus fiebres en los tiempos del virreinato.

 

La favorecida guardó en silencio el secreto de las visitas taumaturgas. Refirió la ayuda celestial solamente antes de su fallecimiento. En las manos de la bendita señora colocaron a su ruego el pañuelo de encajes conque ella secó su frente calenturienta.

El Domingo Santo cierra la Semana de rezos, sahumerios y lágrimas.

Que Dios bendiga al mundo. Rosas blancas para todos. 

Peruska, recibe un abrazo cariñoso

 

 

 

CUANDO LA SANGRE NO ENTIBIA.

 

Por María Rosa Rzepka (Argentina).

 

Colaboración de nuestra amiga María Rosa.

 

CUANDO LA SANGRE NO ENTIBIA

 

Nadie ha pedido nacer,

es el milagro quien priva.

En un cuerpo de mujer

se engendra una nueva vida.

En nueve lunas de gesta

transformada la semilla

en el vientre de la madre

terminará la vigilia.

El parto al llegar será

boca del túnel. Salida.

Ya se escuchan los berridos,

ya el aire el niño respira.

Para la madre el descanso

y al mismo tiempo, fatiga

que pronto pasa al olvido

cuando a su sangre acaricia.

Nadie ha pedido nacer,

es el milagro quien prima.

Hay retoños que se aferran

soñando estrenar sonrisas;

mala suerte que acompaña,

pobre ilusión que palpita.

Y se van junto a un torrente

de sangre que ya no entibia.

Se ha borrado la vergüenza

de ser madre, estar encinta.

No habrá pañales ni teta,

ni andador ni calesita.

Un aborto es el final

de una historia aún no escrita.  

 

 

¿A VER QUEMAR A JUDAS NO VAS? 

TUN, TUN, TUN TAMPOCO DORMIRÁS.

 

Por Juan Guillermo Carpio Muñoz (Perú).

 

De Anécdotas Históricas de la escritora venezolana Maigualida Pérez.

 

En tiempos de la guerra con Chile ya se quemaba a Judas en la madrugada del Domingo de Resurrección, aunque los templos de la devoción de misa, procesión y quemazón eran los de San Francisco y La Merced para los arequipeños de entonces (como ahora son los de Yanahuara y Cayma). Lo curioso es que por el siglo XIX no sólo había la pirotécnica costumbre, sino aquélla que nuestros paisanos practicaban con energía: al ir y venir de la quema madrugadora los devotos pasaban golpeando las puertas de todas las casas existentes entre sus domicilios y el templo franciscano o mercedario. ¡Imagínese! El estruendo que  provocaba la costumbre y el susto que se pegaban los amigos de Morfeo, quienes seguramente, restregándose los ojos chogñis, decían: si a ver quemar a Judas vas…no jodás.

 

Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre.Tomo II. Pág. 175.

 

 

UNA VIUDA PELIGROSA (MICRORRELATO).

 

Por Andrés Fornells (España).

 

Antonio Lugano era publicista. Había nacido un 13 de mayo y solía celebrar todos sus cumpleaños dando una pequeña fiesta en su casa, fiesta a la que invitaba a sus mejores amigos entre los que me hallaba yo. La última de estas fiestas, a la que asistí, aceptando su amable invitación, me encontré un tanto solo, pues él se multiplicaba procurando atender a todos los allí reunidos y esto le dejaba escaso tiempo para mí. La mayoría de los asistentes eran compañeros suyos de profesión y, por ello, completos desconocidos para mí que pertenezco al gremio pastelero. Aparte de esto, eran casi todos parejas y terminé con un whisky on de rocks en mi mano sentado en un rincón de la amplia estancia.

Llevaba allí un rato distrayéndome con la visión de las figuras femeninas que, por la armoniosa distribución de sus voluptuosas formas despertaron mi imaginación sensual, cuando apareció junto a mí una mujer vestida totalmente de negro. No era una belleza, pero en su conjunto poseía unas facciones atractivas que despertaban agrado y sobre todo era dueña de un cuerpo, que no exagero si tildo de extraordinariamente escultural.

Me dedicó una seductora sonrisa y ofreciéndome su mano dijo muy amistosa:

—Aurelia Gómez.

Estreché su mano, blanda y cálida, y le dije mi nombre. A ella debió gustarle mi nombre porque a partir de aquel momento lo estuvo usando todo el tiempo.

—Bonita fiesta, ¿verdad, Leandro?

—Acogedora —acepté, prudente, pues hasta entonces me había estado aburriendo.

—Soy viuda desde hace un año —me soltó con notoria naturalidad.

—¡Vaya! Pues lo siento.

—No lo sientas, Leandro —tuteándome desde el principio—. Conseguí la viudedad por decisión propia.

Una maliciosa sonrisa curvó su boca de labios gruesos y sensuales. Le devolví una sonrisa torpe, pues no había entendido la intencionalidad de su explicación. Ella llevaba un bolso, también negro, colgado del hombro y en su mano derecha un vaso que, por el color y los cubitos de hielo dentro podía tratarse del mismo brebaje espirituoso que estaba tomando yo.

—¿Trabajas también en publicidad? —le pregunté después de un breve silencio que habíamos mantenido.

—No, Leandro, no trabajo. Vivo del dinero que, al morir, me dejó mi marido. Era muy rácano. Vamos no te puedes figurar lo tacaño que era. Lo tuve que matar para poder heredarle.

Siempre me han funcionado excelentemente bien los dos oídos, pero esta vez quise cerciorarme de que seguía siendo así.

—¿Mataste a tu marido para poder heredarle? —dije escrutando su rostro, buscando alguna señal que me confirmara la posibilidad de que estuviera bromeando.

—Sí, Leandro. No me quedó otra salida. El muy imbécil seguía enamorado de mí y no quiso dejarme su fortuna por las buenas.

Yo empecé a creerla. La seriedad de su confesión era absoluta, convincente.

—¿Y cómo le mataste? —empezando a preocuparme.

—Le pegué seis tiros con una pistola que llevo dentro de mi bolso. ¿Quieres verla, Leandro?

—No, no, soy alérgico a las armas —me apresuré a decirle, temeroso ya.

—Oye, Leandro, acabo de darme cuenta de que te pareces mucho a mi difunto marido. Pero mucho, mucho. ¡Es curioso!

—Ay, seguro que estás confundida. Yo no me parezco a nadie —me apresuré a contradecirla—. Perdona, pero tengo que ir a un sitio urgentemente.

Marché directo hacia la salida. Por el camino dejé mi vaso en lo alto de una mesa y gané la calle. Mirando todo el tiempo hacia atrás, entré en mi coche y me alejé de allí pisando el acelerador a fondo. Reconozco que poseo un sentido de la prudencia que muchos interpretan como enfermiza cobardía. Entre aquellos que lo interpretaban así se contaba mi imprudente amigo Antonio Lugano.

Justo en este momento me estoy vistiendo de oscuro para asistir a su sepelio. Mi valiente amigo Antonio Lugano cometió la temeridad de casarse con Aurelia Gómez, cinco meses atrás. Según el informe que ella dio a la policía, entraron ladrones en la casa, su intrépido esposo ofreció resistencia y los ladrones le pegaron seis tiros dejándole para ser enterrado.

Por pura cobardía yo me mantuve al margen de este asunto. No se encontró el arma homicida, lo cual significa que ésta continúa en poder de su dueña y ya lo dijo el sabio Salomón: “Los cementerios están llenos de valientes que murieron prematuramente”.

 

DEL MISTI CON ARDOR (Cuento).

 

Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).

 

Publicado en lunes, 24 de agosto de 2009 por AP.Net.

 

AP.Net//Esta narración, de Addhemar H.M. Sierralta, nos permite conocer las aventuras  de una juvenil pareja, que se conoce por casualidad, y sus diferentes destinos años después.  

 

En posición fetal, de costado, y sobre el espacio destinado para las maletas que siempre hay en la parte alta de los closets de los hoteles, entre madera y techo me encontraba escondido y asustado. Supe como se sentirían las sardinas enlatadas. Unas frazadas me servían de parapeto y camuflaje. Rogaba no ser descubierto.

 

Tres golpes en la puerta y una voz seria fue el detonante que me impulsó a buscar con rapidez dicho refugio en el closet de la habitación de Enith.

-Señorita, por favor abra la puerta. Me han dicho que un hombre se ha metido en su pieza y queremos verificarlo.

-¿Verificar ?- respondió Enith con tono indignado mientras me hacía señas para que me escondiera en el closet.

-Si, el señor que vino con usted dice que podría ser peligroso.

-Acabo de regresar de la piscina y no he visto a nadie- contestaba como ganando tiempo para que pudiera ocultarme.

Una vez ubicado en mi compacto  escondite y a puerta cerrada ella dijo :

-Si desea pase y verifique- indicó resuelta y retadora  la bella arequipeña.

Abrió, con molestia fingida, e ingresó el empleado del hotel, e hizo lo mismo con la puerta del baño... y la del closet.

-Mire donde quiera y verá que no hay nadie ni en el baño ni en el closet o cree que estará bajo mi cama- espetó con energía y gesto adusto. Mientras yo maldecía sin dejar de pensar en la astucia de aquella pequeña mujercita que me estaba demostrando con su habilidad que tenía  para mucho más en la vida.

El botones del hotel, sorprendido y confundido, solo atinó a mirar ligeramente y a pedir disculpas. Se marchó azorado tras un portazo de Enith que parecía estar con la "nevada" mistiana. Ella puso llave a la puerta y estallando en una carcajada me indicó:

-Ya puedes salir de allí.

Desenmadejándome de la incómoda posición salí de mi refugio y solamente atinamos a abrazarnos y reír. Aún estábamos en ropa de baño y todavía pasaríamos más sustos.

Solo el recuerdo de los abrazos y besos en la piscina nos incitaban a seguir juntos en la noche de aventura.

-Mejor cámbiate. Puedes saltar por la ventana que da al jardín, así no te verán salir de mi habitación.

Y tenía razón. Ella, antes de que yo saliera, abrió la puerta de su cuarto y miró hacia el pasadizo. Allí permanecía  como guardia suizo, vigilante, su jefe Abel.

Saltando como canguro llegué al jardín y me deslicé hacia una de las hamacas alrededor de la piscina. Me recosté en una de ellas y dejé pasar unos minutos. Para mi felicidad no había bañistas. Tan solo un mozo recogía  unos vasos de las mesas. El  frío de la noche dejaba sentir su visita con un ligero viento. Me puse a hacer ejercicios como para demostrar tranquilidad. Saltaba y luego me secaba el cuerpo con la toalla. Terminado este acto, más de temor que artístico,  crucé el comedor del jardín  e ingresé a los salones del hotel. Al pasar rumbo a la escalera -mi habitación estaba en el segundo piso- vi a Abel que seguía vigilando. Me miró con alguna sorpresa y yo seguí con parsimonia fingiendo no verlo. Llegué a mi cuarto y con un gran suspiro de alivio me recosté en la cama.  Instantes después el agua de la ducha contribuyó a retomar mi tranquilidad.

Poco después, y ya repuesto de los sustos del closet, bajé al comedor. Divisé en la sala a Enith conversando con Abel, los pilotos y asistentes de vuelo del avión de LANSA. El encuentro amoroso con la inquietante characatita  quedaría  postergado. Recordé,  al saborear un suculento lomo saltado, que todo había comenzado el día anterior.

Almorzaba frente a la piscina con mi jefe. En una hora saldríamos de  Tacna a Arequipa luego de terminar nuestra labor con éxito. Era cerca de mediodía y el avión debía salir a la 1 y 30 p.m. Había cierto apuro pero no como para dejar de deleitarnos con las hermosas bañistas. Entre ellas destacaba una muy bien fabricada. Coqueta y sabiendo que la mirábamos pasó frente a nosotros y nos obsequió con una cautivante sonrisa.

-Ingeniero, mire que buena que está. Usted debería  abordarla -dijo mi jefe.

-Claro que me gustaría pero estamos contra el reloj -contesté mientras me ponía de pie- voy a preparar mis maletas y bajo enseguida. Petacas en mano, y en plena escalera, me topé cara a cara Enith. Yo bajaba y ella subía apresurada. Fue un instante que tuvimos. Intercambiamos nombres y teléfonos. Me enteré que era de Arequipa y viajaría  a esa ciudad en el mismo vuelo que nosotros. Nuestras miradas dijeron mucho más de lo que deseábamos.

Rumbo al aeropuerto la imagen de Enith ocupaba mis pensamientos. Luego en el avión ella estaba sentada sola. Su acompañante la dejó para irse a la cabina. El ingeniero Carpio, mi jefe, volvió a insistir:

-Vaya a sentarse junto a ella, ingeniero. Esta es su oportunidad -me dijo con cierta picardía. El no sabía de nuestro encuentro en la escalera del hotel y en menos de lo que canta un gallo estaba sentado al lado de Enith.

-¿ Se puede?

-Por supuesto.

-¿ No tendrás problemas con tu cancerbero?

-Viajará en la cabina. Está molesto conmigo.

-Bueno si es así... estemos juntos -y sin más tomé asiento a su lado y empezamos a conversar. Yo, ante la eventualidad de un posible retorno de su acompañante,  busque concertar lo más pronto una cita para esa noche. Lo logré y con una sonrisa de satisfacción le pregunté, luego, sobre su viaje a Tacna.

Me contó que su acompañante era el gerente de LANSA en Arequipa y que ofreció ponerla como asistente de vuelo si aceptaba "una prueba" viniendo con él a Tacna. Pero con lo sucedido la noche anterior Abel se había disgustado con ella. El destino determinó  que se molestaría  más.

Ya cerca del aeropuerto una comunicación del capitán de la nave detuvo nuestra amena conversación.

Estimados pasajeros les habla el capitán para anunciarles que, por razones de mal tiempo en el aeropuerto de la ciudad de Arequipa, nos vemos obligados a retornar a la ciudad de Tacna. Allí permaneceremos hasta el día siguiente y al llegar estaremos anunciándoles la hora del nuevo vuelo. Muchas gracias por su comprensión y lamentamos este involuntario incidente.

Este anuncio, a través de los altoparlantes del avión nos determinó cambiar de planes. Nos comunicaríamos por teléfono más tarde para coordinar y vernos. Me gustó la idea y a ella también. Me imaginaba un magnífico encuentro. Decidí regresar a mi lugar al lado del ingeniero Carpio y en buena hora tomé dicha decisión porque en unos instantes más regresó Abel, de la cabina de la nave, y fue directo a sentarse al costado de Enith.

De nuevo en Tacna.  La noche prometía  ser interesante. A eso de las seis de la tarde encontré a  Enith en el   "lobby" del hotel. Estaba sola y me invitó a darnos un chapuzón en la piscina. No tengo ropa de baño, le contesté. Pero eso no es problema, aún están abiertas las tiendas y puedes comprar una... te acompaño si quieres, me dijo con una sonrisa que obligaba decir si. A los pocos minutos recorríamos el centro en busca de la ropa. Regresamos ya entrada la noche.

Aquel baño en la piscina, que a esa hora quedó casi exclusiva para los dos, fue algo delicioso. Disfrutamos nadando, abrazándonos, besándonos y haciendo otras cosas más, sensual preámbulo para lo que intuíamos sería una real noche de inmenso placer.  Decidimos emprender la marcha a su habitación. El resto es conocido. Mi escondrijo en la parte alta del closet permitió  reírme de mi mismo cuando degustaba el café al finalizar mi cena. Del susto pasé a un jocoso recuerdo. Regresé a mi habitación.

Unos minutos después Enith me llamó por teléfono:

-¿ Qué haces ?

-Pensando en ti.

-Yo también. Ah ... te cuento que me han invitado para ir a Arica. A jugar en el casino.

-Me parece muy bien, seguro te divertirás.

-Ay tontito... por supuesto que les dije que no. Que prefería dormir porque estoy cansada.-Entonces,  dulces sueños.

-Eres bobo o te haces... claro que quiero ir a la camita... pero contigo.

-¿En tu habitación o en la mía?

-¡Estás loco! Tenemos que ir a otro sitio.

-Me parece bien.

-Yo te aviso cuando se vayan para Arica y nos encontramos en el  "lobby".

-Espero tu llamada.

-Si... un beso.

-Lo mismo chiquita.

Para hacer algo de tiempo empecé a leer el periódico local. Imaginaba que sería una maravillosa noche de placer. Enith era una chica cuya belleza se plasmaba en su forma de mirar y caminar. Era muy cariñosa además de estar bien dotada por la madre naturaleza, al poseer un cuerpo excepcional. Cuando estaba por acabar mi lectura recibí la llamada de mi bella y en pocos minutos estuvimos rumbo en busca de otro hotel donde pasar los momentos  ansiados.

A unas cinco cuadras de la calle principal nos ubicamos en un hotelito pequeño. Nos identificamos a la entrada como Juan Aguayo y señora, obviamente nombres falsos.

Pedimos no ser molestados. Al fin solos y sin problema alguno. Podíamos dar rienda suelta a nuestros deseos contenidos por tantas horas, desde el día anterior. Por lo menos eso pensamos. Desnudos en la cama. Caricias van y besos vienen. De pronto sentimos voces, gritos, pitos ... silencio ... nos sobresaltamos ... tocan la puerta de la habitación ... quién es, pregunto ... la policía señor ... si, qué desean ... sus papeles por favor ... qué ocurre ... estamos haciendo una redada persiguiendo a unos maleantes, por favor su identificación ... ya nos registramos en el hotel ... está bien pero díganos su nombre y número de libreta electoral ... Juan Aguayo y mi esposa, el número es 0662435 y ... está bien señor, y usted señora está bien ... si, muy bien, contestó  Enith algo asustada y mortificada ... gracias sigan, buenas noches .

Esta interrupción trajo por tierra nuestro entusiasmo. Nos vestimos y salimos del hotel. Caminamos, esa noche, como nunca. Abrazados hicimos turismo silencioso. Amanecimos contándonos nuestras vidas,  aprendimos mucho uno del otro. Con las primeras luces de la mañana retornamos al punto de partida de la noche anterior. Segunda oportunidad frustrada.

Con bastante sueño llegamos al aeropuerto esa mañana. El viaje lo hicimos tratando de dormir un poco. Concertamos una cita para las 7 de la noche en casa de ella. Al final de tanta peripecia tacneña llegamos a la ciudad blanca, Arequipa. Mi jefe preguntaba si había hecho algo con ella. Cuando le conté lo ocurrido casi le da un ataque de risa. "A la tercera será la vencida,  muchacho",  me dijo mientras me palmeaba la espalda.

La casa de Enith, ubicada cerca del antiguo convento de Santa Catalina, también tenía sus buenos años, aunque no tantos como aquel. Llegué puntual y me recibió en la sala una linda chiquilla de unos 15 años. Era Carmen la hermana menor de la bella characatita. "Mi hermana está bañándose y ya viene. Tome asiento por favor "y su encantadora sonrisa denotaba una coquetería  muy excitante.

De inmediato Carmencita se sentó a mi lado y me preguntó:

-¿Qué le viste a mi hermana?

-Ella es muy hermosa y...

-Muy puta también.

Sorprendido por el juicio que hizo de su hermana no podía entender  que ella dijese tal cosa de Enith. Definitivamente no me parecía  una prostituta. Conmigo había  actuado  normalmente.

-No debes decir eso de tu hermana. Ella es una buena chica.

-Buena soy yo... acaso no te das cuenta al verme,  ¿te gusto?

-En verdad estás muy bonita y...

No me dejó terminar y me estampó un beso en la boca como la mejor de las expertas.

-Deja a mi hermana y quédate conmigo ... ella no te conviene ... además tiene un hijo ... seguro que no te contó nada.Otra sorpresa para mi. En efecto, Enith no me dijo que tenía un hijo. Pero en esos instantes apareció en la sala y en brazos traía  a un niño, que supuse sería su hijo.

-Ay, discúlpame por la demora. Estaba tomando una ducha y vistiendo a mi hijo. Quería que lo conocieras lo mismo que a mi hermanita.-Si, si ya la conozco. ¿Qué edad tiene tu hijo?

-Dos años recién cumplidos. Veo que ya conoces a Carmencita, sabrás que ella es mi adoración,  ¿acaso no es linda?

Algo confundido al darme cuenta que el aprecio entre las hermanas era muy diferente. Enith quería a su hermana y Carmen parecía  que la detestaba. Unos minutos después, pretextando dar de comer a su sobrino, se marchó Carmencita llevando al bebé en sus brazos.

Enith preguntó si saldríamos a algún lugar en especial. Le dije que iríamos a cenar y luego a dar una vuelta.

-Me parece bien, pero sabes una cosa, quiero quedarme contigo hasta mañana.

-Buena idea, así que adelante.

Y salimos después que se despidió de su hijo y de su hermana.  Jamás volví a ver a Carmencita. Supe luego de mucho tiempo que se metió de monja. Para mi fue una sorpresa.

Un hospedaje cerca al río nos sirvió para pasar la noche. Hicimos el amor por fin. No fue un encuentro destacable pero si muy cariñoso. Además un frío  tremendo  atentó contra nuestro entusiasmo. Para felicidad nuestra, al día siguiente, repetimos el encuentro pero, a mi sugerencia, en un hotel en la Plaza de Armas. Allí pudimos desquitarnos de las ansias guardadas y dar rienda suelta a instantes de éxtasis maravillosos. La characatita valía su peso en oro. Era una magnífica amante.

Pasarían cerca de tres años antes que volviera ver a Enith. Ella había llegado a Lima y previamente me escribió para encontrarnos en un hotelito de medio pelo ubicado en la Avenida Petit Thouars. En esa ocasión me contó lo de su hermanita y me obsequió una foto de ella y otra en la que estaba con su hijito. Pasamos una noche de maravillas y al final, poco antes de irme, me dijo :

-Estoy contenta de verte, pero siento también pena.

-¿Por qué?

-Porque no se si te vuelva a ver. Tú eres muy bueno y me hubiera encantado ser tu pareja. Pero tienes un porvenir por delante y algún día te casarás. Serás feliz. Sólo quisiera que siempre tengas un buen recuerdo mío.

-¿Y por qué dices eso?

-Mañana en la noche me voy de viaje a Panamá.

-¿Por cuánto tiempo ?

-Ya no regresaré... tal vez en muchos años... pero podré enviar plata a mi casa para que mantengan a mi hijo.-¿ Y su padre?

-No me recuerdes a ese hijo de puta... me pegaba y me abandonó... destrozó mi vida.-Pero qué ocurrió.

-Me obligó a trabajar como puta para él.

Esa noche Enith lloró. Vinieron a mi mente las palabras de su hermana.  Me abrazó y me dijo que me  acordara de ella como la mujer enamorada de mí.

-Yo te quiero pero es un amor imposible. Nunca aceptarías  a una mujer como yo.

-Tú eres buena.

-Eso es lo que crees. Por favor vete antes que no pueda más.

Y entre sus llantos y mi sorpresa dejé a Enith en compañía de sus recuerdos. Pensé que su hermana tuvo razón. Pero no llegaba a entender muchas cosas. Sólo quedaba como cordón umbilical de esos encuentros la señora  Petra. Ella era la dueña del hotelucho que la conocía desde Arequipa, según me explicó luego.

La vida me llevó a alejarme de Lima por mucho tiempo. En realidad como dijo Enith alcancé una buena posición, me casé, tuve mis hijos, una familia normal. La curiosidad hizo que una noche, al pasar frente al hotelucho de nuestro último encuentro, me detuviera a preguntar por la señora Petra.

-Por favor,  ¿está la señora Petra?

-Si, de parte de quién- preguntó una escuálida chica.

-De un antiguo amigo, de Arequipa dígale.

Salió la veterana Petra. Me hizo pasar a una salita en penumbras. Le recordé mi amistad con Enith y le dije que quería saber qué había sido de su vida ... se fue hace mucho a  Panamá ... viajó para ser bailarina ... mejor dicho copetinera ... y recayó en la mala vida ... prostituyéndose ... al principio enviaba dinero para su hijito... después dejó de hacerlo ... supe que estaba muy enferma ... luego nada ... ¿ algo le pasó ?, inquirí angustiado ante el relato de la vieja ... en su última carta puso unas líneas para usted ...déjeme ir a buscarla.

Al rato regresó Petra con un trozo de papel. Encendió una lámpara y me pidió leerlo porque ella estaba corta de vista.

"... mi querida tía,  no se si esta sea mi última carta. Estoy muy enferma, por favor cuida de mi hijo y ve por mi hermanita que aunque está en el convento siempre necesitará de alguien. También quiero pedirte un favor. Algún día, si vieras al muchacho de los ojos verdes,  aquel que te conté que quise tanto y que también te gustaba,  ese que estuvo la noche antes de mi viaje  en tu casa, dile que siempre lo quise, que fue el amor más puro que tuve y que por lo mismo no quise nunca cargarle un peso grande, como éramos yo y mi hijo. Dile que siga su camino pero que me recuerde con cariño. Dale un beso de mi parte. A mi hijo dile que siempre lo llevo en mi corazón.

Cuéntale que su madre trató de hacer lo mejor para su educación. Se que está estudiando y deseo llegue a convertirse en un hombre de provecho. Me siento mal, los médicos no dan con mi enfermedad y cada día estoy más flaca. Cuídate y que Dios los bendiga. Tu sobrina que te quiere, Enith". Al concluir la carta estaba llorando. Petra se acercó y me dio un beso. Es el beso que te dejó mi sobrina hijo. Y llorando nos abrazamos. Regresé esa noche a casa pensando en aquella muchacha alegre y guapa que encandilaba de solo verla.

Pasó más tiempo. El hotelucho se convirtió en un lugar de citas de amor. Petra había  muerto de vieja. Su hijo, a cargo del local, me narró de la enfermedad de su madre. Falleció del corazón, dijo. En cuanto al hijo de Enith, me contó que llegó a terminar la carrera de abogacía y trabajaba en Arequipa. Su prima nunca más se comunicó con ellos. Se enteró por noticias de una amiga de ella, una prostituta charapa que retornó de Panamá,  que fue encontrada muerta en un hotel de la forma más misteriosa. Nunca se resolvió el caso. Para unos fue suicidio, para otros homicidio, pero pudo ser también una intoxicación por medicamentos porque Enith estaba muy enferma. Cerré los ojos y dije una oración por el alma de la bella Enith. Sus fotos y su ardor son mis recuerdos...  casi medio siglo después.

 

 

NO QUIERO SER EL MISMO.

 

Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).

 

 

NO QUIERO SER EL MISMO

 

¡ Déjame !. No quiero comenzar de nuevo.

 

Está la tarde salpicada de plata

con fondo de nácar y esperanza.

 

Un canto de infantes de papel

suena duro en piedras y metales.

 

¡ Déjame !. Quiero perdonarme yo

y colgar la vida en algo

hundido en las mazmorras.


 

 
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Addhemar Sierralta
 
Año 14 Nº 467 del 24 de abril de 2022