domingo, 15 de agosto de 2021

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL (MIAMI), DE ADDHEMAR H.M. SIERRALTA - AÑO 13 Nº 434, DEL 15 DE AGOSTO DE 2021

        

 
TIEMPO NUEVO 

Internacional 

  Por Addhemar Sierralta 
 
Año 13 Nº 434
 

  Miami, 15 de agosto de 2021 

 

 LOS AMERICANOS FEOS DEL SIGLO XXI.

 

Por Steve McCann (U.S.A).

 

Nota cortesía de nuestro amigo Julio Suárez Lorca.

 

En 1958, una novela política, El americano feo, de Eugene Burdick y William Lederer, no sólo se convirtió en un best-seller internacional, sino que incorporó permanentemente la frase "americano feo" al léxico mundial.  El libro se hizo célebre por su mordaz crítica de cómo se comportaban los privilegiados estadounidenses en el extranjero y cómo los supuestos mejores y más brillantes, en su condescendencia e ineptitud, eran vistos con sorna por la población nativa por sus fracasos y su arrogancia.   

 

Esta imagen de las élites estadounidenses no ha disminuido en los últimos 60 años.  Es más pronunciada que nunca y no sólo por su continua arrogancia y fatuidad.  Hoy en día, el resto del mundo está viendo, con alarma, una clase de élite estadounidense que ha perdido la cabeza y el autocontrol, ya que son las élites gobernantes estadounidenses las únicas responsables de desatar el izquierdismo descontrolado y la cultura de la cancelación sobre la nación y el mundo.

 

La actual clase dirigente estadounidense es el hazmerreír del planeta.  Esta camarilla incluye, entre otros, al partido demócrata, al complejo mediático/de entretenimiento, a Wall Street, a los oligarcas de la tecnología, a los corporativistas y al profesorado.  Esta pandilla de bufones es quizás la más inepta, egocéntrica y olvidadiza de todas las clases dirigentes de las naciones democráticas y libres de todo el mundo.

 

Este descenso al absurdo comenzó hace muchas décadas, pero se aceleró precipitadamente en los últimos cinco años.  El principal catalizador: la campaña y la elección de Donald Trump como 45º presidente de los Estados Unidos.

 

La conmoción que supuso la victoria de Trump en la presidencia confirmó que las élites contemporáneas nunca aceptaron realmente la creencia común de que la sociedad estadounidense estaba esencialmente desprovista de clases rígidas e inmutables.  Su reacción casi histérica y su determinación irrestricta de expulsar al presidente Trump de su cargo por cualquier medio posible se basaban únicamente en su creencia de que no sólo era un réprobo, sino algo mucho peor: un habitante de las deplorables clases bajas a las que tenía un gran atractivo.  Las élites gobernantes sabían que si la chusma del país de las nubes se unía bajo el estandarte del populismo de Trump, podrían expulsarlos permanentemente de los pasillos del poder.  Había que cortar de raíz esta posible consecuencia nefasta.

 

Por lo tanto, la búsqueda de aliados en la cruzada para aplastar el populismo de Trump adquirió urgencia, ya que las élites gobernantes ya no podían contar con su engaño de décadas a las clases trabajadoras.  El principal criterio en esta campaña de reclutamiento fue el odio mutuo hacia Donald Trump y lo que representaba; cualquier otra inclinación filosófica era irrelevante. 

 

Así, grupos marginales a los que nunca se les habría dado un asiento en la mesa fueron aceptados en la gran coalición.  Los autodenominados socialistas democráticos, los activistas racistas, los marxistas radicales, los ecologistas extremos y los anarquistas dedicados, así como sus organizaciones afiliadas, como Black Lives Matter, Antifa, By Any Means Necessary (BAMN) y Color of Change, fueron incorporados.  El objetivo primordial de todos estos grupos de izquierda radical: la transformación de la sociedad estadounidense y la reconstitución de la nación en un estado socialista/marxista de partido único. 

 

Una vez en la mesa, las demandas de estas facciones antes marginadas ya no podían ser desestimadas o criticadas.  Las élites gobernantes, con su silencio, dieron a estos extremistas su imprimátur tácito y luz verde para atropellar la Constitución y el país.

 

A cambio de su apoyo, las demandas políticas de la izquierda radical, como la apertura de las fronteras, la derogación de la Primera y la Segunda Enmienda, la desfinanciación de la policía y la ciudadanía para los extranjeros ilegales, tuvieron que ser validadas implícitamente por las mismas élites gobernantes que durante años se habían opuesto a estas medidas.  Además, cuestiones falsas como el "racismo sistémico", la "supremacía blanca", la "teoría crítica de la raza" y las "identidades de género no binarias" fueron aprobadas tácitamente y dominaron el debate nacional.  Esto dio lugar a una nueva Inquisición -la cultura de la cancelación- que se desató en todo Estados Unidos y que ahora está invadiendo Europa. 

 

Las élites gobernantes y el presidente supernumerario que eligieron díplicitamente no quieren y son incapaces de enfrentarse a sus ahora inseparables aliados.  Estos confederados han enmarcado todas sus demandas sociales y políticas de izquierda en la penumbra del mítico racismo sistémico estadounidense.  Saben que la clase de la élite es demasiado cobarde y se intimida con facilidad para ofrecer cualquier resistencia, ya que su tenue dominio del poder es más importante que el futuro del país.

 

La profundidad de la credulidad y el olvido de los mejores y más brillantes de Estados Unidos se revela en su incapacidad y falta de voluntad para contrarrestar un argumento fácil sobre la cura del "racismo sistémico".  Han permanecido mudos mientras sus asociados han propagado el siguiente escenario kafkiano que condena permanentemente al país y a la población blanca:

 

Si alguien está de acuerdo con la proposición de que Estados Unidos es una nación racista irredenta, entonces está concediendo la necesidad absoluta de reeducación, censura y transformación social.  Si alguien no está de acuerdo con que Estados Unidos es una nación racista irredenta, entonces los defensores de la "cultura de la cancelación" se abalanzarán sobre esa afirmación como prueba de que esos malhechores son más racistas de lo que creen, y por tanto, de la necesidad absoluta de más reeducación, censura y transformación de la sociedad. 

 

La irresponsabilidad de la clase dirigente estadounidense y lo que han desencadenado no pasa desapercibido para el resto del mundo.  Francia, que también tiene una clase gobernante egocéntrica y es un favorito de las élites estadounidenses desde hace mucho tiempo, expresó recientemente una gran preocupación por lo que está sucediendo en Estados Unidos. 

 

Políticos, intelectuales prominentes y académicos de Francia han expresado su preocupación por el hecho de que "el izquierdismo descontrolado y la cultura cancel" de Estados Unidos estén amenazando la identidad francesa.

 

Argumentan que las ideas estadounidenses sobre raza, género y poscolonialismo -especialmente las que provienen de las universidades de Estados Unidos- están socavando la sociedad francesa y son un ataque a la herencia francesa.

 

En la loca carrera por eliminar a Donald Trump y su supuesta amenaza populista, esta camarilla de insensatos eligió meterse en la cama con facciones decididas a marginarlos permanentemente.  En menos de cuatro años, el éxito de la izquierda radical en la marginación de una élite gobernante despreciable es impresionante.

 

El partido demócrata está ahora efectivamente controlado por la izquierda radical.  Los extremistas, tanto fuera como dentro de las empresas de medios sociales, han intimidado a esas entidades para que censuren a los adversarios políticos de la izquierda y, finalmente, a sus antiguos aliados.  En lo que será un intento inútil de apaciguar a la chusma izquierdista, los editores y distribuidores de libros se niegan ahora a publicar o vender libros no aprobados por la extrema izquierda.  Los profesores universitarios, independientemente de sus inclinaciones políticas, están siendo condenados al ostracismo por sus escritos de hace décadas o años y obligados a ajustarse a la ortodoxia izquierdista si quieren seguir trabajando.  Las grandes empresas sucumben dócilmente a las amenazas y al chantaje para que apoyen financieramente a los militantes y, a instancias de éstos, abandonen una gran parte de su clientela, asegurando así su desaparición definitiva.

 

Por lo tanto, lo que las élites gobernantes temían de Trump y su movimiento populista -su expulsión permanente de los corredores del poder- está en marcha.  Excepto que aquellos que se hagan cargo de los corredores del poder supervisarán la caída y la destrucción del país.  Los estadounidenses deben dejar de mostrar una deferencia ciega hacia las élites gobernantes que les han traicionado, ya que ha llegado el momento de que el pueblo declare una guerra política incondicional contra la izquierda radical.

 

Esto empieza por reconocer que un estatus social más alto, debido a circunstancias de nacimiento o económicas, no confiere una credibilidad inherente y que el conjunto de credenciales suele estar equivocado y casi siempre se sirve a sí mismo.  En consecuencia, hay que ignorar a las élites dirigentes y no concederles ninguna credibilidad.  El siguiente paso es comprender el armamento y las tácticas de la izquierda.  Son pequeños en número con un gran megáfono proporcionado por el brazo mediático de la clase dominante y, por lo tanto, también deben ser ignorados.  Al hacerlo, el arma principal de la izquierda quedará anulada.  Además, su otra arma es la intimidación, que sólo tiene éxito si los objetivos lo permiten. 

 

Para que Estados Unidos sobreviva tal y como fue fundado, el daño causado por la versión del siglo XXI de "Los americanos feos" debe ser superado con determinación y con poca o ninguna ayuda de esta cábala engreída.

 

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

 

 

 ESTREMECIMIENTO.

 

Por Leonardo Padrón (Venezuela).

 

Colaboración de nuestro amigo Julio Carlos Suarez Lorca.

 

En estos días se me atascaron de nuevo las palabras. Se quedaron inmovilizadas en el teclado. Se hicieron nudo. Me quedé en silencio. Arrinconado donde no había alfabeto posible. Y no pude entregar mi artículo semanal. Ni siquiera logré excusarme. Seguí durante días enteros con los ojos pegados a la viscosa realidad de mi país. Permanecí, encandilado de horror, viendo los testimonios de hambre y padecimiento que se amplifican en cada rincón de mi pobre país petrolero. Es demasiado. Sobrepasa. Es algo que ofusca la capacidad de análisis. Uno ve a hombres hechos y derechos, remangados de tanto vivir, con los ojos en súplica, con la voz hecha puro sollozo, porque tienen tanta hambre que están aterrados, porque les da vergüenza no poder alimentar con un mínimo de pan y decencia a sus hijos. Eso aniquila. Estremece.

 

Las historias son excesivas. Como sacadas de un país en guerra. Parecemos un territorio bombardeado, con la comida convertida en humo  y sin la más simple medicina. ¿Cuántas veces hay que decirlo?

 

Asombra la historia de María del Carmen, una niña de 6 años que reside en Maracaibo y su cota de desnutrición es tal que a la familia le asusta cargarla porque sienten que se les va a quebrar en los brazos. Aturde la cantidad de niños que siguen muriendo por comer yuca amarga, porque no hay más nada, solo ese borde que es la desesperación de sus padres. Conmueve la historia de José, el humilde autobusero que se desvaneció llevando a su pequeño hijo al colegio, porque tenía ya dos días masticando solo aire. Y a mi se me quedó la mirada en su hijo, que le abrazaba una rodilla como consuelo, que no sabe de ideologías, que tiene tan poco tiempo en el mundo y quizás ya supone que así es la vida: un padre sollozando a ras del suelo. Estremece la historia del hombre que va a pie a Colombia para comprarle una urna a su sobrina, porque la inflación decreta que no hay dinero que pague el entierro de los pobres en nuestro pobre país petrolero. Son demasiadas historias.  Demasiadas.

 

Ahora quienes protestan no son las organizaciones políticas, ni los estudiantes, ni la clase media, ni los sindicatos, choferes, profesores o la abrumadora sociedad civil. Ahora protesta la capa más frágil de la sociedad: los enfermos. Los que padecen cáncer, los trasplantados de órganos, los que tienen VIH, paludismo, difteria, tuberculosis, lupus, los enfermos renales y los miles y miles que dependen de una minúscula pastilla para tener a raya la peligrosa hipertensión. Son más de 300 mil personas con el susto de la muerte en la esquina más cercana. Se les ve clamando por sus remedios, braceando por ayuda en una cuenta regresiva letal, exasperados, colapsando frente a las cámaras. La escandalosa cifra dice que la desnutrición afecta ya a 1.3 millones de personas. El país se está volviendo un costillar. Y nada, nada de ese hilo agónico de tantos seres humanos conmueve a los líderes de la revolución. Muchos de esos enfermos votaron por Chávez, creyeron en su promesa de redención social y su estribillo de salvador de los desposeídos. Pero la dictadura solo les ha devuelto su indiferencia. Lo que está pasando es moralmente inhumano. Inaceptable. Es una suerte de homicidio culposo masivo.

 

Y a eso se suman las historias, ya multitudinarias, inacabables, de venezolanos diseminados en las calles de los países vecinos, convertidos en vendedores ambulantes de cualquier cosa, agredidos y humillados por el dardo de la xenofobia. ¡Son tantos los testimonios! Están en todas partes. Es imposible no verlos. Confieso que nunca había visto a tanta gente triste. A desconocidos, amigos, vecinos, gente de cualquier edad. A mi propio rostro.  Se nos ha vuelto una epidemia la tristeza. Hoy somos un rudo coctel de crisis, abatimiento, desesperanza, bochorno, duelo, hambre, exilio y pena. No ha quedado piedra sana. A todo el mundo se le desbarató la vida.

 

Y yo no entiendo. No entiendo una ideología que contenga tanta indolencia en su premisa. No entiendo, incluso si convenimos en que a Venezuela la gobierna una mafia criminal. Hasta el mayor de los delincuentes se conmueve ante un niño agonizando. ¿No hay en esos “camaradas” del poder ni un síntoma de humanidad? ¿No observa  -por ejemplo- la llamada primera combatiente, lo que está pasando en el país que gobierna su marido? ¿No le muestra, luego de refocilarse con la televisión española que tanto disfrutan, alguno de los cientos de videos que pueblan las redes? ¿No ha visto el terror de los enfermos renales rogando por la urgencia de una diálisis que les salve la vida? ¿No han advertido a la gente escapando en estampida por las fronteras?¿No hay un mínimo estremecimiento en su alma femenina? ¿Tampoco lo han notado las esposas, madres o hijas de los otros paladines de la dictadura?  ¿No lo conversan en sus habitaciones? ¿No se les ocurre pensar que quizás no lo están haciendo bien? ¿No vale la pena claudicar en algo para salvar tantas vidas? ¿Dirán que a fin de cuentas cada persona que muere o huye es otro escuálido menos? ¿De qué tamaño es la venda que los ciega? ¿Así de sórdido es su linaje? ¿Es tan cruel la fascinación por el poder?

 

Muchos dirán que ninguno de los seres humanos que hoy conforman el círculo de poder en Venezuela posee sensibilidad alguna. Que esta hambruna y esta mortandad es por diseño. Que la estrategia es justamente la sumisión colectiva. A veces quisiera pensar que en algún recóndito lugar de sus emociones debe sacudirse algo. Pero el curso de los hechos nos hace desalojar cualquier esperanza en ese sentido. Estamos ante un régimen desalmado. Es decir, sin alma. Su victoria es la tristeza de millones de almas. Se han convertido en los dueños de una tierra arrasada. No importa la sangre vertida. Ni cuántas cruces hay ya en los cementerios. No importa tanta oscuridad. Ni esa larga pena que somos.

 

Patria o muerte, dijeron.  Y perdió la patria.

 

 

¿SE PERDONARÁ?

 

Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).

 

“El error en política es perdonable, lo que no es perdonable es la estupidez”. 

Felipe González.

 

No es lo peor que ha hecho, pero seguramente esto fue lo más trascendente; me refiero a las fotografías del cumpleaños de la pareja de Alberto Fernández en la residencia presidencial, en julio de 2020 y en plena “cuareterna”. Ya sabíamos que estábamos ante un caracol inútil manejado por la titiritera patagónica, pero ahora también que es un “pelo-tonto” que documenta sus trapisondas. Más allá de su desprecio a las draconianas normas dictadas por él mismo, que permitieron que la policía nos persiguiera,  encarcelara y hasta matara por violarlas, ratifica que carece de todo principio moral, que es un caradura y un mentiroso serial que hasta hoy, cuando todo ha trascendido y está probado, insiste en que sólo recibió visitas vinculadas a la gestión y que la culpa de esta violación flagrante corresponde atribuirla a su mujer. Mientras a todos se nos impedía el contacto con nuestros hijos y nietos, trabajar para subsistir, y acompañar y enterrar a nuestros muertos, este “señor” hacía fiestas multitudinarias y lograba que su perro tuviera muchas más clases presenciales que los chicos.

 

En países serios, el Presidente Clown ya habría renunciado pero aquí los pedidos de juicio político ya presentados en el Poder Legislativo no prosperarán, porque para aprobarlos se necesitan los dos tercios de los votos, imposibles de reunir para la oposición. El oficialismo, como siempre hizo el peronismo con todos los delincuentes que conviven bajo su protector escudito, usará sus mayorías para reiterar su inveterado accionar de convertir al Congreso en un aguantadero de todo tipo de criminales, desde ladrones de guante blanco hasta violadores seriales, como José Alperovich.

 

En general, tanto el periodismo cuanto algunos opositores centraron originalmente las críticas en las eventuales connotaciones non sanctas de esas fiestas. Quien no lo hizo, y realizó así un magnífico trabajo, fue Nacho Montes de Oca que, en su cuenta de Twitter, comparó la fecha de cada una de esas reuniones con hechos dramáticos que ocurrieron en el país ese mismo día; por ejemplo, qué hacían Alberto Fernández y su raro entorno cuando un padre tuvo que ingresar a Córdoba caminando con su hija moribunda en brazos porque se le impidió hacerlo en auto, cuando un joven se ahogó en un río formoseño porque no le permitieron entrar al feudo de Gildo Insfrán por vías normales, cuando una joven moría en un pasillo de hospital por falta de camas o cuando la policía mató a quienes, por necesidad de trabajar, resistieron el aislamiento. 

Las lacerantes y catastróficas heridas que este gobierno produjo en el ya arrasado tejido social (traducidas en casi 109.000 muertos, miles de empresas quebradas, emigración de la mejor juventud, millones de pobres, hambre generalizado, deserción escolar, violencia infrafamiliar, narcotráfico rampante), en razón de la ideologización, la corrupción y los negociados en la compra de insumos, la sideral demora del proceso de compra y aplicación de las vacunas, y la lista de personajes VIP (Sergio Massa, Jorge Taiana, Eduardo Duhalde, Hugo Moyano, Horacio Verbitsky, por nombrar sólo algunos) que saltaron la aterradora lista de espera para recibir de inmediato las inoculaciones, son todas hitos de la larga decadencia nacional y no debieran ser olvidadas ni perdonadas por la ciudadanía a la hora de votar.

 

En una sociedad medianamente normal, la catástrofe humanitaria, social y económica que ha producido el Gobierno (que se percibirá en toda su crudeza al día siguiente de las elecciones, cuando se corra la alfombra de controles, congelamientos, prohibiciones y cepos bajo la cual esconde sus pecados) haría que sus gestores comparecieran ante fiscales y jueces independientes. Pero esto es la Argentina, que ya registra índices de pauperización y falta de instrucción pavorosos los cuales hacen que sus principales víctimas –los habitantes de los más sumergidos conurbanos- sigan ciegamente banderas oxidadas para intentar sobrevivir en esos infiernos a los que se los ha conducido y se los mantiene intencionalmente, para reproducir aquí un escenario de generalizada pobreza y obligar a los ciudadanos a la dependencia total del Estado.

 

La clase política en todo el país se ha transformado, salvo contadas excepciones, en una casta privilegiada que pesa enormemente sobre las espaldas de un Estado fallido y, además de actuar en muchos casos como señores feudales, se considera exceptuada de respetar las reglas que rigen la vida del resto de los ciudadanos. Y para eternizar ese dislate que implica mantener sus privilegios, sólo atina a proponer la creación de nuevos impuestos y a mantener eternos aquéllos que debían durar un período, como el que inventaron Máximo Kirchner y Carlos Heller para gravar los patrimonios en razón de la emergencia sanitaria. 

 

Aún estamos a tiempo –poco, por cierto- de salvar a la República y a su Constitución, enviando al kirchnerismo al relleno sanitario. Para lograrlo, es absolutamente imperioso que dejemos de lado el miedo que nos han inducido y vayamos masivamente a votar en las PASO y en las legislativas, y que fiscalicemos de verdad las elecciones, para evitar el monumental fraude que el kirchnerismo necesita concretar. Quien dude de esa afirmación no tiene más que ponerse en la piel de Cristina Fernández y pensar qué sabe ella que le sucederá si no consigue alcanzar los dos tercios del Senado y el quórum propio en Diputados: quedará a tiro, sin fueros, de las volubles veletas que coronan el edificio de los tribunales federales, la historia la condenará y su proyecto hereditario de perpetuación desaparecerá para siempre.

 

Bs.As., 14 Ago 21

 

 

EL JET CON PLUMAS.

 

Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).

 

No sé qué pasa pero siento que el tiempo apremia a veces. Este blog que me encanta no llegará siempre a sus correos. Deseo que sepan que algo estoy  ‘cocinando’ y se puede quemar. Hace unos años quise publicar un cuento y se me está quedando. Quiero que se publique y por eso me retraso con las cosas actuales. El argumento gira alrededor de la preocupación de una niña que contempla como el río Rímac se lleva su casa en un día de gran avalancha. Su interlocutor es un personaje increíble. Ante su tragedia se queja para sí en voz alta y encuentra que alguien está en el mismo trance.    ¿ Por qué se llegó a ese extremo? No hay nada que hacer todos tenemos la culpa. Pero ella trata de averiguarlo y nada mejor que volando en un jet con plumas. Un cóndor con quien lleva a cabo la aventura de indagar por qué el río la dejó sin techo. No es nada extraordinario pero recibe la respuesta de testigos que le aclaran el problema. ¿Quiénes? Pues, los elementos de la propia naturaleza. ¿Los culpables? Los intereses de los humanos que por llenarse los bolsillos cometen contra ella tales atropellos que el resultado es implacable. A esa altura las lágrimas no tienen efecto. Hay que actuar. Detrás de muchas cosas, lamentablemente, está siempre la corrupción. ¿Se podrá contener? Depende de nosotros. Que valga la esperanza.

 

Hasta la próxima semana.

 

 

 

AL PIE DE LA LETRA.

 

Por Jaime Díaz Jerez  “Vandango” (Chile).

                                             

La costumbre de seguir las indicaciones al pie de la letra puede ser la causante de interpretar las leyes por lo que dice de manera textual y no considerar la interpretación de quien la aplica. Algunos son felices castigando y otros perdonando. Para algunos el sentido común es un sentido aplicable de manera permanente, para otros es claudicar ante la ley que se debe obedecer al pie de la letra. Hay policías que usan el parte como un desahogo a su carácter, para otros es un aliciente para advertir un posible accidente o enmendar errores que una vez cometidos en lugar de ser sancionados son advertidos para su corrección. En todo orden de cosas está la alternativa de considerar “al pie de la letra” o la manera rigurosa para aplicar la sanción y el sentido común para corregir el error. 

 

Los procesos de formación en sociedad los da el sentido común y la experiencia adquirida. A nadie se le ocurriría sancionar a alguien, por no usar el servicio que corresponde en una comida, sin embargo, al no usar el tenedor o cuchillo que corresponde, la sanción social es tácita y se aplica con aparente indiferencia por no seguir “al pie de la letra” la normativa del manual para comer en sociedad.

 

La cultura gastronómica en sociedad se complica más aún con la abundancia de platos exóticos proveniente de países cuyas costumbres permiten comer con la mano y compartir una misma vasija todos en la mesa. La cultura etílica también tiene márgenes de obediencia en el sentido común que son consideradas por la sociedad, que cuando traspasa lo chispeante a la embriaguez mas de alguna carcajada contenida puede provocar.

 

Al pie de la letra o la manera rigurosa, debe ser aplicado ante situaciones gravitantes, como conducir a contra mano, pasar con luz roja o en los niños meter los dedos al enchufe. Aunque las leyes y órdenes a aplicar estén dispuestas para todos, depende de la rigidez estricta que se considere para su aplicación, esto, sin la necesidad de amenazar con sanciones o castigos la falta de rigurosidad en seguir al pie de la letra su procedimiento, es indudable, que se ha relajado el término que antiguamente se aplicaba a “la letra con sangre entra" frase atribuida a Domingo Faustino Sarmiento.  

 

Al pie de la letra confunde a muchos abogados o leguleyos que interpretan la ley sin sentido común porque no consideran la razón que justifica la elaboración de una ley, el objetivo final que beneficia la humanidad, la aproximación al sentido común para sentir un acercamiento entre el castigo de la sanción y la justificación del error. Por eso es fundamental considerar el sentido común en la justicia, dejar que funcione la ética y la moral mas allá de la rigurosidad de las leyes. Aquellos Jueces  que actúan al filo de la ley ven que siguiéndola al pie de la letra es factible castigar un robo menor con años de cárcel y una colusión o estafa o robo mayor  perdonarlo con un simple arresto domiciliario.  

 

 

ANÉCDOTAS HISTÓRICAS: 

 

EL CINE MEXICANO Y LA IDENTIDAD AREQUIPEÑA.

 

Por Juan Guillermo Carpio Muñoz (Perú).

 

Enviado por nuestra amiga, la escritora venezolana Maigualida Pérez (En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales).

 

Tito Guizar pasó hoy por esta ciudad. Con dirección a Lima. Estuvo de paso por Arequipa el celebrado artista cinematográfico y cantante Tito Guizar protagonista de la cinta “Allá en el Rancho Grande”, acompañado de su señora esposa Nanette de Guizar, también conocida por el público como artista cinematográfica, incorporada últimamente en México. (El  Pueblo 8 Oct. 1937). JGCM: A propósito de don Tito Guizar y “Allá en el Rancho Grande”, les cuento que, si me alcanzara el tiempo y la vida, me gustaría escribir un ensayo sobre el cine mexicano y la identidad arequipeña, mientras, permítanme algunas pinceladas. El mexicano tradicional, el charro típico, y el cholololoarequipeño típico, montonero, loncco o hijo o nieto de lonccos y querendón “como ninguno”, parecen personajes cortados por la misma tijera de la historia. Mestizos los dos. De un mestizaje equilibrado entre moros occidentales y oriundos americanos los dos. Chacareros y jinetes consagrados,  los dos. Más machos, altivos y orgullosos que´l carajo, los dos. Románticos y enamoradizos, los dos. Machistas hasta la paré´de´n´frente, los dos. Pelincos y rebeldes por quítame´stas pajas, los dos. Redomados católicos, devotos marianos como el que más, el uno de su Virgencita de Guadalupe y el otro de su Mamita de Chapi. Aficionados al trago juerte, ese que quema el tonccori, el uno al tequila y el otro al resaca´o de Nájar o al pisco de Vítor o Majes, el uno toma su tequila y chupa su limón para entonarlo, el otro toma su re´ y lo rebaja con chicha en el prende y apaga. En fin, no sigo, porque no termino nunca. 

 

Si a lo anterior agregamos, que por el desarrollo industrial que tuvieron los mexicanos lograron, mucho antes que los peruanos y con mayor éxito, producir películas y tener un potente faro exportador de su cultura e identidad popular a través del importantísimo cine mexicano de la primera mitad del siglo XX. Situación que se vio favorecida porque producían películas en castellano y, como siempre es más cómodo ver una película en el idioma que uno maneja, en todos los países hispanohablantes el éxito de las películas mexicanas estaba garantizado y, muchísimo más, entre los espectadores analfabetos o lectores a duras y lentas penas que no alcanzaban a leer los subtítulos y, lógico, no entendían bien la película. 

 

Eso también sucedió con los arequipeños que multitudinariamente preferían ver las pelis mexicanas, para no tener que leer y, sobre todo, porque en las historias que contaban esas pelis, ellos miraban reflejarse su vida y en gran parte sus costumbres, ocurrencias y modos de ser. Son incontables los actores de películas mexicanas que gozaban de una popularidad muy grande en nuestra blanca y cinemera ciudad de los años ´30, ´40 y mediados del siglo XX: Jorge Negrete hacía suspirar a las mistianas como un fuelle de herrería que encendía la lava de sus corazones (no se nace en vano al pie de un volcán), su voz varonil y bien timbrada, su pinta, sus galanteos, en fin, todo las enloquecía. Los mistianos de ese tiempo ¡que no hacían para parecerse a Negrete! Y así, como Negrete, Pedro Infante, los Aguilar, Libertad Lamarque, Gloria Marín, Sara García, Fernando Soler “El Limón Exprimido”, María Félix, María Elena Márquez, Jorge Mistral, Arturo de Córdova y, por supuesto el ingenuamente genial Cantinflas (Mario Moreno). Los arequipensis, del bello y del sexo feo, hacían colas interminables en las puertas de los cines para asistir a las avant premier, a los martes femenil, etc. Muchos y muchas miraban una misma película varias veces, hasta aprenderse las rancheras que cantaban Negrete y compañía, o los diálogos y dichos de Cantinflas.

 

Y, de tanto ver películas mexicanas, las gentes de Arequipa vivían a la mexicana, enamoraban a la mexicana, se trompeaban a la mexicana, daban serenatas a la mexicana, soñaban a la mexicana, cantaban a la mexicana, vestían a la mexicana, etc. En Arequipa se cantaban más rancheras que en Guadalajara. No podré olvidar que en una excursión que hice en Madrid en 1986, con varios mexicanos de mi edad y comenzamos a cantar largo y tendido, resultó que yo sabía más rancheras que ellos que eran del mero, mero México, porque las había aprendido de niño inculcadas por mi madrecita. Tampoco podré olvidar que aproximadamente en 1956, en que yo tenía 11 años de edad, el camayo del Papá Humberto, que se llamaba Julián y que habiendo nacido en un pueblito de Puno desde muy niño vivió en Arequipa, regaba las chacras con su pantalón raído y remangado, su camisa descolorida y con su enorme y lujoso sombrero de ranchero mexicano, forrado con terciopelo y adornado con pedrería y bordados dorados. El mismo camayo Julián, cuando disminuía el agua con que regaba, montaba a caballo, me hacía subir a la grupa y a galope tendido íbamos a ver quién nos robó el agua. En el galopar él se sujetaba el lujoso sombrero charro y me pedía le cantase la ranchera La Feria de las Flores y, estoy seguro, se sentía viviendo una película mexicana.

 

En fin, para terminar esta anécdota, les recordaré que no es descabellado y gratuito que ahora, sí en estos días del bien avanzado siglo XXI, sean tan populares los conjuntos de mariachis en Arequipa (creo que es más fácil contratar mariachis aquí al pie del Misti, que en la Plaza Garibaldi del DF mexicano). Si hasta en los entierros más sonados de mis patotas lonccos ya no se cantan yaravíes, ni el muy apropiado: Ya me voy a una tierra lejana, porque se prefiere que un grupo de mariachis lonccos (o lonccos mariachis, como usté prefiera) canten el Amor Eterno de Juan Gabriel.

 

Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre Tomo VII. Págs. 163 – 165

 

 

ELLA SE LE QUEDÓ ENCERRADA EN EL ESPEJO 

 

(MICRORRELATO).

 

Por Andrés Fornells (España).

 

Rómulo era un joven romántico, sentimental y soñador. Durante una semana no se presentó al trabajo. En la empresa donde prestaba sus servicios quisieron averiguar las causas de su absentismo laboral y lo llamaron repetidas veces por teléfono, inútilmente. Los vecinos, extrañados por esta circunstancia y porque habían dejado de verle, llamaron a su madre.

 

—No queremos alarmarla, señora; pero su hijo ha dejado de ir a trabajar y hace días que no le vemos. Le avisamos por si existe la posibilidad de que le hubiese ocurrido alguna desgracia dentro de su apartamento. Desde que lo abandonó su mujer estaba muy raro. No nos devolvía el saludo, andaba como sonámbulo y parecía no estar más en este mundo.

—Ay, Señor, marcho a la estación de autobuses inmediatamente. Y no permita  Dios haya cometido este hijo mío alguna barbaridad –temió aquella angustiada madre–. Estaba tan locamente enamorado de la insensata de su mujer, que se le ha hecho insoportable su abandono.

 

Tras dos horas de viaje, la preocupada madre llegó a la vivienda de su hijo y entró allí con la llave que ella tenía. Lo primero que vio nada más entrar, fue lo sucio y abandonado que estaba todo. El miedo a una posible tragedia invadió su corazón. ¿Encontraría a su hijo muerto?

 

Abrió la puerta de su dormitorio y allí estaba él, delgadísimo (llevaba más de una semana sin comer) sentado en una silla delante del gran espejo del armario ropero, inexpresivo su rostro y con los ojos extraviados, fijos en la brillante superficie azogada.

 

—¿Qué te ocurre, hijo de mi alma? —le  preguntó profundamente asustada  por su depauperado aspecto.

—Nada. No me ocurre nada, mamá. Estoy aquí con Alba. La tengo encerrada en el espejo y no quiero separarme un instante de él para que ella no pueda cumplir su amenaza de marcharse y dejarme solo. La quiero tanto que, si la perdiera, me moriría de tristeza.

 

La pobre mujer, rompiendo en sollozos, se puso a buscar en su móvil el número de un psiquiátrico.

 

 

EL POETA Y SU PUEBLO.

 

Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).

 

Poema dedicado a los hermanos cubanos que luchan por su libertad…

 

EL POETA Y SU PUEBLO

 

Sabor extraño hay en mis nostalgias

encontradas durante los días

austeros y fríos de mi pasado.

 

Vigilia triste nos mira y ofrece

regalos finos a las mentes

de los bohemios de aquellos tiempos.

 

Hay versos locos que escribo

sin coherencia ni lógica rima

cuando aparece la luz serena.

 

Hay silencios eternos que formamos

al ir andando sobre las musas

que nos trasladan a nuestro reino.

 

Es en las noches donde brilla

el pensamiento que impulsa al hombre

para crear la poesía.

 

Hay temas cortos que desarrollo

volviendo ojos a los años idos

mientras se mece el viento frío.

 

Siguen las horas corriendo

ya atrás está lo oscuro

y así llegamos a ser poetas con claridad

la bohemia engendró al verso

acurrucó la mente

y formó el mensaje

para vivir y no ser pasado

la noche fue compañera

fría y severa

contagiando su verdad fiera

que se hizo un himno bravo

en las manos del poeta, al estar

cantando

enseñando

a tener justicia

a otorgar derechos

y libertar ahora

al pueblo mío.

 

Seamos poetas de la victoria

del derecho y la libertad

que aún esperan nuestros hermanos.

 

Hagamos que llegue pronto

y no haya nunca más

un solo día con frío

para mi pueblo cubano.



 
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Fuente: 
TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL

 
Addhemar Sierralta
 
Año 13 Nº 434  del 15 de agosto de 2021