domingo, 15 de agosto de 2021

TERCER DOMINGO DE AGOSTO: DÍA DEL NIÑO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
TERCER DOMINGO DE AGOSTO
 
 
DÍA DEL NIÑO
 
 
FOLIOS DE LA UTOPÍA
 
 
EL BIEN DE SER NIÑOS
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Hondos
misterios
 
No hay edad en el ser humano tan honda, densa y llena de abismos como la infancia.
Ninguna época más cósmica, enfrentada a los misterios y a los absolutos, confrontada con los arcanos y enigmas.
 
Como también es cierto que no hay edad más imbuida de encanto, de magia e ilusión.
Y esto por la capacidad que tiene el niño de crear mundos, animar presencias inertes, vivificar lo yerto, suelto, abandonado o disperso.
 
Pero, de igual forma es el período en donde tras unas figuras inadvertidas el niño se da de bruces con espantos y horrores que estremecen la vida.
 
En ellos se anuncian y previenen los hondos misterios de que está compuesto el mundo.
 
2. Ámbito
o morada
 
Ninguna edad cuestiona tanto al destino indescifrable como la infancia, que es la edad del mundo y de la vida.
 
En donde cabe todo lo esencial, lo más duro y fuerte que sea capaz de soportar e imaginar el ser humano más consistente e integral.
 
De allí que la posibilidad de encontrar algo mayor o supremo en la vida cada vez es menos y se aleja irreparablemente si es que no lo alcanzamos, vivimos y tenemos en la infancia.
 
La misma dimensión, ámbito o morada que debemos convertirla en un estado de alma, en un espíritu y en una manera de vivir.
 
Con las cualidades y características que la definen y la hacen permanentemente renovada.
 
3. Les hizo
una seña
 
El genio y la creatividad tienen que ver mucho con ella, siendo que estas facultades en gran medida se dan en quienes tienen el don de la vuelta la mirada y el ser a la infancia.
Se cuenta que en la nochebuena de 1933, primer año en que Albert Einstein llegó para permanecer en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, en Nueva Jersey, ocurrió lo siguiente:
 
Mientras nevaba varios niños salieron a la calle siguiendo la costumbre de cantar villancicos frente a las puertas de las casa en un acto de solidaridad.
 
Lo hicieron frente a la casa del nuevo vecino. Al finalizar tocaron al timbre y le explicaron al vecino recién instalado que estaban reuniendo dinero para comprar regalos de Navidad para quienes no podían adquirirlos. Einstein los escuchó, entregó su aporte y les hizo una seña de que iba a salir con ellos.
 
4. Raíz
de lo que es ser
 
– Espérenme un momento. –Oyeron que les decía.
 
Fue, se puso su abrigo, enrolló su bufanda al cuello, sacó su violín que estaba en su estuche y uniéndose a ellos los acompañó con su instrumento a cantar Noche de Paz y Noche de Amor.
 
Lo hizo enrolado con ellos por las calles y delante de las casas, de la manera más natural, ingenua y candorosa, como si fuera uno de ellos y los niños lo trataban así. En realidad era un niño más.
 
Algunos vecinos que conocían ya la gloria mundial que era su nuevo vecino se sorprendían y asombraban y no atinaban a qué pensar de esa actitud, de reír o llorar.
 
Y es que ser niño no es solo conservar y cultivar el asombro como cualidades que hacen de un ser como Einstein un descubridor de absolutos, sino algo que está mucho más atrás y en la raíz de lo que es ser niño, cual es la capacidad de asumir la vida con total y plena identificación.
 
5. Latido
tras latido
 
Y porque ser niño no se reduce ni limita a una edad o a unos años en el desarrollo del hombre, ni queda confinada en una etapa de la vida.
 
La infancia incluso es un mundo por construir de modo sincero y continuo. Es un universo por conquistar y una utopía por aproximar a nuestras vidas.
 
Este es el sentido hondo y trascendente de una visión de la infancia para estos tiempos en que hemos perdido, y cada día perdemos más aún, una relación auténtica y natural con todo lo que es vital.
 
Este es el sentido que se trataría de obtener y conquistar paso tras paso, latido tras latido, verso tras verso.
 
Para alcanzar a escribir el poema que lograría en la vida forjar hombres con ideales y sueños, que le den a la realidad el sostén imperecedero que ella debe tener.
 
6. Hilos
de esa textura
 
Porque eliminemos definitivamente de nuestras mentes la idea de que la infancia se da de manera llana, espontánea y hasta inconsciente, y que se vive de modo inevitable. Por lo contrario: la infancia es una larga travesía, una ardua tarea, un punto de llegada. 
 
Y no se trata a la infancia de mirarla al frente, de sentirse desprendidos de ella, de su gajo, rama o raíz. Se trata de ser constantemente niños y de tener el alma candorosa y transparente. Y heroica como ellos lo son.
 
Esto se comprueba en quienes luego de haber vivido mucho, llegan a esa edad culminante, y que de modo incierto se lo llama vejez. ¿No se ve en ellos al niño, acaso? ¿En aquellos fatigados por haber depurado todo lo vano? 
 
¿No se lo encuentra evidente en aquellos que después de tramontar todo no arriban a otro puerto que no sea la infancia? Proas, jarcias y vientos propicios de esa larga travesía que son hilos de esa textura de la sabiduría que es saber ser niños.
 
7. Hasta
el infinito
 
Postulemos como un valor supremo no solo volver a la infancia en lo personal sino en lo comunitario, colectivo y social. Que como sociedad asumamos y adquiramos los valores de la infancia.
 
La infancia, me corrijo, ni siquiera es un punto de llegada sino una constante e inacabable aspiración; un mundo elevado y una decantación suprema del alma y del espíritu.
 
A la cual nunca se llega, sino que sólo se aspira y se anhela llegar, como es difícil, sino imposible, arribar a la plena inocencia, candor y total adoración.
 
Jesús lo dejó esto definido en el Evangelio al explicarles a sus apóstoles que “¡Quienes no se hagan como los niños no entrarán al reino de los cielos!” 
 
Con lo cual deja dicho que la infancia es una ascensión, un ideal, una estrella titilando en el horizonte; un mundo que nos costará trabajo edificar porque es inagotable hasta el infinito.
  
 
 

LA INFANCIA RECUPERADA

 


Danilo Sánchez Lihón

 

1. Delante

del corazón

 

Posiblemente la infancia se la pierde, pero el verdadero prodigio de la vida sea volverla a encontrar.

Y a toda auténtica infancia no hay que buscarla en el pasado sino en el futuro.

Todo camino de la sabiduría es la infancia recuperada. Y toda utopía es la infancia que parecía perdida.

Y toda valentía sea creer y luchar porque la vivimos, para ser la verdad en la cual creemos.

Toda la vida es tiempo disponible para forjarnos una bella y hermosa infancia.

En donde el niño de dos años está aprendiendo a hablar, y el niño de ochenta años es quien musicaliza sus recuerdos.

Posiblemente la fórmula de la sabiduría sea hacernos niños, poetas y maestros.

Niño es tener muchos años de vida, pero no llevarlos en la espalda ni a cuestas, sino en el pecho y delante del corazón.

 

2. ¿Cuál es

camino?

 

¿Cuál es el camino? ¿Cuál la senda que nos lleva a la infancia como sabiduría de la vida?

Es una senda simple, asequible, llana. Y felizmente al alcance de todos.

Es un destino que no nos costará mucho trabajo edificar. Que más bien es desprenderse de prejuicios, de lastres y excrecencias. Es despojarse de escepticismos y desengaños.

Basta desprendernos de algunas costras con las cuales se revisten desgarros y lastimaduras, y hallaremos esa ruta llana y tendida.

Y a la cual se llega con la escala de la vida bien vivida, con el bastón del camino, si bien lleno de magulladuras, florecido. Con el corazón lleno de heridas, y quizá con los vestidos raídos y hechos girones, pero otra vez seres verdaderos.

¿Cuál es el camino? ¿Cuál el derrotero? Dicho con simpleza: El amor bondadoso.

 

3. El amor

bondadoso

 

El amor bondadoso es el camino propicio para alcanzar a realizarla. Y aproximar la infancia a nuestras vidas.

Es toda predilección por lo noble, lo afable, y lo que protege y defiende.

Es predilección por la bondad, la verdad y la belleza. Amor bondadoso que es una mano cogida de otra mano. Y sonrisa que acoge.

Que está en dos miradas que se juntan y sonríen. Que es cuando la vida canta su romanza y melodía profunda.

Que son dos palabras que nos levanta cuando el cielo se despeja y amanece.

Que es todo lo que remplaza al mal, al caos y a la nada.

Amor bondadoso es lo que hace que aparezca el sol, que la naturaleza florezca. E irradie magnificente a cada instante la creación.

Que es lo que constituye la esencia de la infancia del universo. Que lo ampara y sustenta. Y le da sentido. Infancia que contiene al bien, la verdad y la belleza, y todo lo auténtico.