miércoles, 4 de agosto de 2021

EL MAGUEY Y LAS PENCAS DE LOS CAMINOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 

AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
DE LA JUVENTUD, LAS COMETAS,
EL DEPORTE, EL FOLCLORE Y
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
*****

 

 
EL MAGUEY
Y LAS PENCAS
DE LOS CAMINOS
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1.  Y el cielo
impredecible
 
De la planta del agave, noble, augusta y admirable, en el mundo andino llamamos maguey al árbol que se erige desde el centro de su roseta.
Y llamamos penca al conjunto de hojas gruesas, carnosas y maternales que se ubican a ambos flancos de los senderos.
Son plantas originarias de nuestro suelo y cumplen, magueyes y pencas, la alta misión de ser vigías, centinelas y guardianes adustos y compasivos en nuestros caminos en la serranía:
El maguey custodia hacia el horizonte para lo cual se eleva hacia lo alto del cielo y en lontananza. Y hacia el interior del sendero velan las pencas.
Del maguey su mirada es hacia arriba, vasta y planetaria; bien apoyado como está en su tallo y en su tronco que emerge de la entraña de la penca
Y ya en lo alto abre sus brazos implorantes como pidiendo auxilio, piedad y clemencia. Y no lo hace solo bajo el cielo anubarrado y las tempestades sino en pleno cielo despejado y cristalino.
Es el sacerdote que levanta sus brazos implorantes al cielo impredecible.
 
2. Signo
de interrogación
 
Pero, ¿por qué? ¡Cuándo todo es tan bello, tan límpido y diáfano en el firmamento!
¿Por qué él sufre tanto, cuando el paisaje es tan puro, calmo y apacible? ¿Qué lo agobia y atormenta?
Y, ¿por qué ese desgarro en sus ramas, ese retorcerse de su tallo como presintiendo inadvertidos presagios? ¡Y ese rictus de dolor en su semblante!
¿Por qué en él todo es tan tembloroso y aparentemente sufrido? ¡Esto nos turba!
¡Por eso lo adoramos y alrededor de él hacemos sonar nuestras tinyas, pincullos, cascabeles y sonajas!
¿Será porque el maguey es testigo de lo que acontece lejos, más allá, en las estrellas? ¿Y hasta quizá por eso su corteza se hace hilachas y su médula termine siendo suave yesca?
Será por eso también que el maguey se tuerce en su tallo haciendo un signo de interrogación con su propio cuerpo,
 
3. El maguey
es tótem
 
Y con su propia sangre, que es la savia que lo recorre por dentro y luego golpea en sus sienes.
Pero luego se endereza al cielo y crece lo más alto que puede
Se hace esbelto y sus flores son escarlatas del color de las grandes emociones y hasta de la pasión.
¡Pero en su cáscara sus fibras se comportan como lanzas! y en cualquier momento penetran horadando nuestra piel e introduciéndose en nuestro cuerpo.
Pero el maguey es el que antes y después nos acompaña en todo. Es el amigo más cercano que tenemos.
Está en la tarima en donde nacemos y en el estrado donde morimos. Y en el techo que nos cobija y defiende de las tormentas y tempestades. Y es por eso que lo adoramos.
Y es que el maguey es tótem, es divinidad. Y encarna un prodigio, porque en todo y para todo se comunica con Dios.
 
4. Qué
no habrán visto
 
En cambio las pencas son más simples, horizontales y confidentes.
No se elevan y están más a ras de tierra. Más bien se extienden hacia adentro con los brazos abiertos dispuesta a escucharnos.
¿Qué porqué sus hojas terminan en punta, y esta punta sea una espina?
Un penacho es legítima defensa de alguien o de algo por lo mucho que acontece en los caminos.
Como todas las madres defienden su hogar, el centro inalienable de lo que han creado. Y en ello se parecen todas las madres del mundo.
Que por querer y amar, y porque es sagrado lo mucho que atesoran, lucen en sus bordes púas y aguijones.
Y es que: ¡qué no habrán visto y escuchado las pobres al borde de estos senderos!
Principalmente de boca de las mujeres como ellas que pasan llorando y son las que más cuentan sus quebrantos, sus caídas y sus penas.
 
5. En algún
recodo
 
Y lo hacen con lágrimas que ruedan por sus mejillas y los barrancos. ¡Y sus secretos que son dolores que los hacen suspirar tanto!
¿Quiénes son? Y, ¿será que los engañan o será que se dejan engañar porque esa es su naturaleza y es su esencia?
¿No será que se predisponen a ser cazadas como perdices en la enramada? ¡Y después proseguir con el rito de quejarse! Y justo, ¿ante quién? ¡Ante las pencas!
Porque las pencas son madres que lloran junto a ellas, las mujeres, que sufren por un hijo que se va y por otro que hasta ahora nunca ha vuelto.
Otras que pasan y dejan sus lloros son adolescentes embarazadas por algún azar del destino en algún recodo subrepticio.
O lloran por el maltrato de algún marido celoso, intolerante o simplemente despiadado.
El maguey y la penca son padre y madre juntos, que noche y día conversan de lo que nos pasa en nuestras vidas afligidas. Y su puesto es de vigías, y ser guardianes de los caminos.
 
6. Padres
que oran
 
Quizá, para quienes deambulamos a su vera, sintiendo que pasamos de un agobio a otro agobio, de una pena a otra pena.
De allí que en los primeros amores venimos y grabamos en la hoja de la penca el nombre mío y el nombre de la amada. ¡Yo así lo he hecho!
Tal y cómo es nuestra madre real la primera que presiente que nos hemos enamorado. O es la primera a quien la contamos. ¡Yo así lo he hecho!
Pero es a las pencas empenachadas a quienes también cortamos y nos sirven de cerco en los corrales. O de tejas canales en las techumbres. Y hasta en eso son madres.
Aun estando allí viejas y resecas, juntan un poco de agua de lluvia. Y se deleitan en ofrecérsela a zorzales y picaflores.
¡Y a toda criatura que se acerque! A donde vienen hasta musarañas y las lagartijas asustadizas buscando calmar su sed en sus entrañas compasivas.
Maguey y penca son padres que oran, que suplican en representación nuestra y de todo el mundo, mostrando como testimonio sus espinas por lo mucho que han sufrido.
 
7. Solos
en esta vida
 
Los magueyes al implorar con sus brazos hacia lo alto, se hunden en el cielo azulino o anubarrado.
Y las pencas acumulando el agua en sus copas para que en ellos los picaflores abreven su sed y renueven sus vuelos y sus cantos.
¡Ah! Es en los caminos donde se han hecho sabios; y por eso son divinidades que adoramos los andinos.
Porque leen el alma de la gente, que registran cada paso nuestro, ¡sea nuestro dolor o sea nuestra alegría!
Y en ellos el maguey y la penca son nobles y persuasivos. Por eso son agave.
Porque ¿a quién de nosotros que hemos pasado llorando no nos han arrullado con una palabra de consuelo y de cariño?
Que es bueno que existan, porque lo peor es no tener  a nadie que siquiera nos escuche. Y estar solos en esta vida.
 
 
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