jueves, 8 de julio de 2021

HOY INCORPORAMOS COMO MIEMBRO DE NÚMERO DE LA ACADEMIA PERUANA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL AL PROFESOR JUAN CARLOS CÁRDENAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

8 DE JULIO, 2021


 HOY INCORPORAMOS COMO MIEMBRO DE NÚMERO

DE LA ACADEMIA PERUANA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

AL PROFESOR JUAN CARLOS CÁRDENAS

 

DOCENCIA

Y LITERATURA

INFANTIL

 


Danilo Sánchez Lihón

 

Educad a los niños

y no será necesario

castigar a los hombres.

Pitágoras

 

 1. Hacia

la vida heroica

 

La literatura infantil y juvenil se hace y se anima a cada instante, a cada hora y a cada minuto en que esta se la recrea, compartiendo la vida con un niño o niña, o con un grupo de ellos, o con un conjunto de personas en un auditorio.

Y se hace por la gracia y el encanto que conlleva y, creo yo, para mejorar y hasta cambiar el mundo, a veces poco y a ratos al parecer nada. Pero, a veces también de manera ostensible y radical, lo cual es mucho y bastante.

Y más logra y consigue cuando reivindica lo humilde, se absorbe en lo aparentemente feo, vano e inútil. Y hasta en lo deforme y monstruoso.

Y es que cuando un niño escucha un cuento modifica a tal punto su visión de la realidad que cambia siempre hacia el bien, hacia los valores, hacia la vida auténtica y hasta heroica.

Y este oculto, y aparentemente olvidado propósito, no es que sea una ilusión, sino que en verdad se cumple y efectiviza de ese modo la verdadera utopía.

 

2. El docente

en su rol de mediador

 

La literatura infantil recreada mediante el acto lector que realiza cada niño establece un vínculo directo con la obra y mediante ésta con la vida más palpitante.

¿Cuál es entonces el rol del maestro en este vínculo? Convocado a esta fiesta, él es un animador, quien incita, entusiasma y alienta a la lectura. Y en muchos casos él lee de manera vivaz y magistralmente.

Porque el niño necesita a alguien que lo aproxime y lo conduzca por ese ámbito intrincado y, muchas veces enrarecido, que tupe y tiñe a la literatura infantil con los colores más sombríos y las presencias más espeluznantes.

El profesor es el mediador y hará que el niño reconozca la asombrosa literatura existente y disponible para él como una fiesta, como un goce supremo y un banquete espiritual; que como seres humanos no podemos desperdiciar ni desconocer por ser un rico acervo para descubrir y agotar en nuestra breve existencia.

 

3. Soñar

 libremente

 

Para lograr estos propósitos:

1. Leerá mucho para seleccionar lo que es más contundente para captar de sus niños la atención y devoción hacia la literatura.

2. Recomendará textos de autores pertinentes para cada situación por la que atraviesa el niño.

3. Será un gran motivador comprometido por el destino de cada niño en particular, al cual proveerá de los textos que, según la intuición del profesor, operará el despertar, las potencialidades del niño, en el sentido que el profesor ha previsto.

4. Mediante su orientación magistral logrará que los niños se dejen atrapar por la lectura, siendo sus recursos el utilizar la fantasía, haciendo que los niños sueñen libremente impulsados por las emociones que se desprenden de los textos, evitando que las lecturas sean objetos de evaluación y motivo de tareas que el niño no asume con entusiasmo, aspectos que hay que evitar de un modo tajante.

 

4. Rol

del docente

 

Mucho del prestigio y desprestigio de la literatura infantil se debe a este punto de conexión externo y ajeno a lo que es el nervio vital del arte.

Y es cuando se usa la literatura infantil para dar lecciones, las menos aparentemente dañinas: las de gramática o de preceptiva literaria, descuartizando sobre la mesa algún bello fragmento de un texto literario.

Se cae también en la tentación de incentivar con ella a fines que se proponen como superiores o altruistas, hechos que han dado como resultado una actitud de recelo y hasta de rechazo del niño a esta manifestación del arte.

Respecto a este punto hay que concluir que nada es más valioso que el goce de la literatura misma, dejando que ella fluya sin interferencias, de tal modo que no anule lo supremo e infinito.

Al respecto y como buen ejemplo recordaré aquí que había un maestro que después de leerle a los niños un buen cuento. con todo el arte de la lectura vivaz, al terminar con ella y viendo los rostros emocionados y vibrantes de sus alumnos les decía: “ahora crucen los brazos, hundan sus cabezas en ellos y sueñen. Sueñen hondo y en grande. ¡Sueñen!”

 

5. Reto

y desafío

 

Porque siendo así, ante la buena y mala literatura con que pueda tropezarse el niño, es importante confiar en el propio niño quien ha de saber discernir y seleccionar. Es su propia madurez lo que va a ayudarle a ser cada vez más selectivo.

Teniendo en cuenta que la literatura permite al niño confrontarse con muchas experiencias, ideas y mensajes valiosos para el encuentro con su ser más auténtico.

De esa manera ellos saben entonces que se produce el encuentro, el hallazgo de sentido que va adquiriendo para proyectar su vida, el horizonte en lontananza hacia el cual dirigirse.

Aparece el sentido dinámico, propositivo, creador; no pasivo, ni apático ni indolente, sino enormemente comprometido, como reto y desafío para con la propia vida del niño.

Este tema es crucial valorarlo, porque debemos tratar siempre lograr la identificación del estudiante con la literatura infantil a fin de que se cultive visión, proyección y trascendencia.

 

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