sábado, 4 de julio de 2020

MARCO YAURI MONTRO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO; Y FIESTAS PATRIAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
3 DE JULIO
 
 
NACE
MARCO
YAURI
 
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
VOLVIÓ
DE
LA TIERRA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
1.
 
Marco Yauri Montero es un resucitado, puesto que en el terremoto en Huaraz del año 1970 quedó enterrado varios metros bajo tierra entre piedras, magueyes, carrizos y tejas rotas. 
 
Su esposa que era profesora se quedó allí donde vio que él y sus hijos se esfumaban en el centro del patio bajo los montículos de escombros, diciendo:
 
– Aquí he visto que desaparecían. Aquí todavía deben estar.
 
Aquella tarde fatídica en que habían asistido a una actuación en la Escuela de Santa Elena donde tenían que participar sus hijos era domingo y marcaba el día 31 de mayo de aquel año.
 
Y donde nada podía hacer presentir que en el patio alumbrado por el sol radiante y luminoso a esa hora pronto todo quedaría sumido en sombras y entenebrecido por el polvo y los gritos desgarradores de los pocos sobrevivientes de aquella catástrofe.
 
2.
 
Cuando de repente se produjo el terremoto que en unos instantes convirtió la escuela, el barrio, la ciudad y casi todo el norte del Perú en derrumbes y despojos, en quejumbres y gemidos lastimeros y miradas estupefactas. 
 
Donde el sol momentos antes apacible y esplendente se oscureció con el humo y el polvo de la tierra removida y sepultada. Junto con Marco Yauri quedaron enterrados sus hijos Ramón Boris y Carlota Walewska.
 
La última vez que él recuerda haberlos visto vivos fue segundos antes que se produjera el sismo y quedaran sumidos y aprisionados entre adobes y techumbres derrumbadas. Y él también.
 
Solo su esposa inexplicablemente resultó encima de todo el estropicio de tierra y polvo. Y no se movió de allí en donde habían desaparecido junto con decenas de otros niños y personas mayores.
 
3.
 
30 mil personas murieron en unos segundos en Huaraz y entre 80 a 120 mil personas sumando uno y otro lugar, mientras la tierra fue sacudida por el movimiento sísmico.
 
De noche pasaron unos jóvenes que saludaron a la señora, en quienes ella reconoció a dos que eran alumnos de su esposo. Y les rogó que la ayudaran a escarbar para encontrar los cuerpos de aquellos miembros de su familia.
 
Le prometieron volver porque ellos buscaban a sus madres y a otros seres queridos, seguramente enterrados en lo que antes eran sus casas.
 
Y que ahora apenas mostraban rumas de desmonte que manoteaban porque todo era oscuro y el polvo los enceguecía.
 
Pasada la medianoche volvieron y escarbaron junto con la señora hasta el amanecer.
 
Y así extrajeron el cuerpo de Marco Yauri abrazado al cadáver de su hijo Ramón Boris.
 
4.
 
Pero él aún tenía débiles latidos y pulsaciones. Y ahí lo dejaron ya rescatado encima de los deshechos, porque no había sitio llano ni lugar alguno adonde poder llevarlo.
 
De aquella noche Marco tiene vagos recuerdos de alaridos de algunos pocos sobrevivientes que aún quedaban. De personas deambulando que no encontraban a nadie conocido.
 
Y ni siquiera sabían quiénes eran ellos mismos ni dónde habían quedado antes sus casas. Sin orientación ni noción del espacio y del tiempo vagaban en una locura inexpresiva.
 
Recuerda Marco que hacia el amanecer ardían cerca y lejos fogatas que él contemplaba apenas pestañando sin poder moverse ni articular músculo alguno. No olvida que la tierra seguía temblando sacudón tras sacudón. 
 
Y que seguían cayendo restos de vigas y techumbres que habían quedado oscilando, de magueyes que se rompían con algún chasquido, de piedras y cascajo que parecía que aún flotaban en el aire enrarecido.
 
5.
 
Y yo cuento todo esto porque tiene relación con el trabajo que más admiro de Marco, aparte de sus célebres novelas como son: La sal amarga de la tierra, En otoño después de mil años, María Colón, Mañana volveré, Así pasen los años, y No preguntes quién ha muerto, y que han merecido premios nacionales e internacionales.
 
Decía que contaba los hechos que he referido porque se vinculan a la obra que es trascendental dentro de la cosmovisión andina y que tiene su clave en el hecho de resucitar y volver a nacer habiendo estado dentro de la tierra.
 
La obra donde Marco expone tal concepción se titula Plantas alimenticias y literatura oral andina, en donde sostiene, basado en la mitología andina, que las plantas que nos sustentan son hombres o dioses que han descendido a tierra y que han vuelto en forma de alimentos en el proceso de creación del mundo y la vida.
 
6.
 
Marco Yauri basa principalmente su trabajo en el Mito de Pachacámac, recogido por el cronista Antonio de la Calancha en su Crónica Moralizada; y en el Mito de Mama Raiguana, ubicado en el Archivo Arzobispal de Lima de los años 1656 y 1662, pero en realidad son muchísimas y abundantes las alusiones en el folclore oral de que las plantas tienen origen divino y en ellas hay una humanidad escondida.
 
Así el maíz tiene los dientes y los cabellos de un niño; las papas, las yucas y las frutas son distintas partes del cuerpo humano como costillas, brazos, manos y pies, de seres que sufrieron aquel rito de ser enterrados donde se reconoce en las plantas un carácter divino y humano basado en los mitos andinos.
 
Pero lo curioso es que en la vida de Marco Yauri Montero se produce esa misma acción legendaria de haber sido enterrado para luego ser desenterrado y venir a sostener lo que nos afirma. Igual que los hijos de los dioses que cayeron a tierra y se convirtieron en plantas, tanto las de clima frío como las del temple o de clima cálido. Y más aún las plantas curativas.
 
7.
 
Pero además, otro valioso trabajo de Marco Yauri es su labor de recolección de la literatura oral de su región de origen, en su libro: Leyendas ancashinas, que abarca mitos, leyendas, cuentos populares y apólogos de aquella región dulce y estremecida.
 
La colección de relatos orales, recogidos y llevados a la literatura en código de palabra escrita con exactitud y belleza relatan la creación del mundo, del ser humano, y de la fundación de las sociedades andinas a las cuales pertenecen. 
 
Los relatos dan una amplia visión sobre la fantasía popular, además de acercarnos a la sensibilidad del hombre andino.
 
Tenemos así en esta obra la Biblia de esa región, el termómetro anímico y vivencial del inconsciente colectivo, y en esto Marco cumple con una misión sacrosanta.
 
Porque como lo dice y reconoce en el prólogo de esta obra, estos relatos cumplen con una labor importante cual es la de mantener la cohesión social y de la comunidad, y más aún si es que esos textos orales se los vierte al código de la escritura.
 
8.
 
Él nació el 3 de julio del año 1930 en un paraje rural del departamento de Ancash denominado Tukupayok, cerca de Huaraz. 
 
Es Licenciado en Historia, Profesor de la Universidad Ricardo Palma y profesor honorario de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo en el Perú.
 
Ha escrito narración, poesía y ensayo, así como es compilador de relatos orales quechuas. 
 
Ha recibido el Premio Nacional de Novela del Instituto Nacional de Cultura el año 1968. 
En 1969, obtiene el Premio de Fomento a la Cultura Peruana Ricardo Palma. 
 
También gana el premio Casa de las Américas de Cuba el año 1975. 
 
En 1977 le es otorgado el Premio José Gálvez Barrenechea de Poesía y en 1983, el Premio Extraordinario Gaviota Roja.
 
9.
 
Marcos Yauri Montero dedica parte importante de su obra a la valoración de la tradición oral andina, reconociendo que estas expresiones artísticas y culturales están en íntimo contacto con la formación de la conciencia de la persona humana, con la fascinación del mundo que ellas descubren, perfilando la sensibilidad del niño y del joven por el bien, la verdad y la belleza, quienes a través de ellas concretan un constante aprendizaje de su sociedad y de su entorno.
 
Pero este aprendizaje no es enciclopédico o informativo sino sobre todo anímico y vivencial. A través de estos relatos el niño y el joven se acercan al alma y los valores de sus antecesores andinos, los mismos que no han caducado con el acoso y asedio que ejerce el mundo moderno sino que son más vigentes y necesarios ahora para la configuración de nuestra identidad, la cual tiende a difuminarse con el fenómeno de la globalización. 
 
Marco Yauri así ha hundido sus raíces en el mundo andino, se ha subsumido al fondo de la tierra: en su humus, su roca, su greda; en aquella tierra que le ha quitado todo lo que tenía, que lo dejó sin nada, deambulando sin casa, sin hijos y sin tierra prometida desde donde él ha sido devuelto a este mundo para alumbrarlo con la luz que rescata de las profundidades a las cuales pudo llegar y salir a darnos nuevas esperanzas.
 
 
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