viernes, 13 de diciembre de 2019

NUESTRA FILOSOFIA ESPIRITUAL DE ESCRITORES - POR EL DOCTOR SAMUEL CAVERO GALIMIDI

 
NUESTRA FILOSOFIA ESPIRITUAL DE ESCRITORES

Por: Samuel Cavero Galimidi *

¡Me hablan de ganancias, como si el escritor fuese un banquero o mercachifle! La ganancia del escritor más que monetaria es espiritual. En mi caso el dinero casi siempre sale de mi bolsillo para editar, viajar, asistir a Congresos, Encuentros, Festivales y Fieras (perdón, Ferias del Libro, quise decir). Bueno, por los toldos, por los espectáculos, y por el riesgo que asimismo los escritores cada Feria es también simbólicamente un circo. ¡Aunque no me creo un payaso ni trapecista!

En familia piensan que como escritor capaz ya estoy loco. ¡En efecto!  ¡Quizá ya lo estoy! Pues gasto mucho dinero en ediciones que las regalo de a pocos, así en viajes nacionales e internacionales transcontinentales, en eventos literarios y culturales de envergadura. Todo lo hago con amor, con pasión, con desprendimiento, sin esperar ganancia económica que casi nunca la hay. Pero créanme uno es feliz así, dando de sí lo que tiene, publicando, educando, enseñando, motivando al lector, en especial al niño y joven lector, leyendo poemas a todos los públicos, dando conferencias, dictando talleres incluso en el arenal o la puna, conociendo a otros artistas, escritores y poetas que se hallan en remotos lugares del mundo que hacen también exactamente lo mismo.

Ser escritor es una forma de amar, de amarse, de perennizarse en la Eternidad. Ser escritor es tener fe en los demás y en uno mismo. Ser escritor es ser pescador de sueños, de esperanzas e ilusiones.

Ser escritor es pintar el mundo con una paleta de colores el pensamiento, en esencia es pintar con las palabras el alma de los demás.
 
Ser escritor es sentirse un perrito para dar amor a todo el mundo. Ser escritor en sentirse una araña buscando tejer siempre la más hermosa telaraña y atrapar al gran público y a la crítica. Ser escritor es sentirse un conejo o un colibrí antes de una jirafa o un avestruz. 

Ser escritor es buscar la paz, la conservación de nuestro Planeta, apostar por la NO VIOLENCIA. Somos en un mundo tan violento y políticamente convulsionado: Embajadores de Paz. Pues promovemos la paz mundial.

Ser escritor es una forma de servir a la sociedad, de redimirse desde el calvario de la ignorancia, de la intolerancia, de la vanidad, de la violencia e indiferencia, consagrándonos a este noble oficio (el de escritor que debe subir de a poco muchas escaleras que imaginamos conducen hacia el Cielo… al Infierno… o a ninguna parte). En ese camino muchas veces uno es insultado, vapuleado, ninguneado e incomprendido.

La literatura es sacerdocio sin relicario ni sotanas. Nuestra cruz es invisible pero está allí con nosotros.  Hacer literatura es magisterio sin sueldo, sin gratificación ni dádivas que nos lleguen desde el Ministerio de Educación, del Ministerio de Cultura, de Ministerio de Trabajo o de Salud, en nuestros países del Mundo.

Hacer literatura   es permanente sacrificio frente al altar del libro y la ignorancia, es devoción, desprendimiento fraterno, espiritualidad sin límites.  Hacer literatura   es entrega plena, es el coraje de enfrentarse a diario hasta altas horas de la noche (y en las horas más aciagas, cuando el hambre, los cuchillos, las balas y el miedo agarrota las gargantas, para enseñar que hoy más que nunca hay que perdonar, hay que saber perdonarse y cargar otras mochilas, antes que las de uno)

Hacer literatura   es devoción con las palabras frente al público o a una computadora (escribiendo, corrigiendo, reinventado el lenguaje, y -¡quién diría!- reinventándose uno mismo). 

Hacer literatura es dejar crecer nuestras alas de la imaginación pero no es creerse sabios ni famosos. Los escritores en el mundo vamos, todos juntos, aprendiendo a diario de nuestras sociedades. El lenguaje es nuestra arma de comunicación de paz y fraternidad, que siempre reclama ante las injusticias, que siempre llora y se duele.

Hacer literatura es hacer de las palabras, del lenguaje en filigrana, soberbias obras de arte en poesía, cuento, ensayo, novela, dramaturgia, crónica, literatura infantil, memoria, crítica literaria, buscando una mejor sociedad y un mundo más espiritual y fraterno.
 
(*)  Presidente y Fundador de la Asociación Mundial de Escritores y Artistas AEADO; Gerente Mundial de Recursos Humanos de la Unión Hispano Mundial de Escritores, UHE; Presidente de la APLIJ, Filial Ayacucho. 
 
 
 

CELIA FLORES

Por Samuel Cavero Galimidi

Precúnea voz del lóbulo parietal
Mujer de hierro,  Celia Flores
 declamadora de estentórea voz
Amazona de temple guerrero:
¡Qué tendrá tu hirsuta cabellera!

 Precúnea voz de mi lóbulo parietal
Hombre esponja,
Hombre que bebe de tu voz
Hombre que bebe de tu infinito amor
soy el aeda interrogando silencios
siempre preguntándome
si el tiempo no pasa en vano:
¿Qué embrujo de amor adornará
su hirsuta cabellera?

Precúnea voz de nuestro lóbulo parietal, hermana
Precúnea voz de tu lóbulo parietal, hermano
Celia Cruz como sonera fue grande
Celia Flores, igual, declamando.
Ambas son un ramillete de rosas
 para quien quiera escuchar
armonías del viento.