lunes, 8 de octubre de 2018

8 DE OCTUBRE: EPOPEYA DE ANGAMOS - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LA MIRADA EN EL HORIZONTE - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
 
 
 

Construcción y forja de la utopía andina
 
2018 AÑO
DE LA IDENTIDAD Y DEL PATRIMONIO
INALIENABLE DE NUESTROS PUEBLOS
 
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
*****
 
                     MI GUÍA Y TRADUCTORA EN TAIPÉI


Me pongo de pie, rodeo la sala y voy un momento a la parte
        posterior del público.
Y ya está ella a mi lado, bella, de no más de veinte años; aún
        estudiante del último año
En el Departamento de Lenguas Extranjeras de la Universidad
        de Tamkang.
Como una sombra, como un reflejo del sol y ya como parte
        de mi pulso y de mi sangre.
 
¿Necesitas pluma pala esclibil? / – Sí. –Le digo yo. Y solícita
        busca
Una pluma en su bolso y me la da, con sus ojos límpidos y
        sinceros.
Pero, ¿cómo es que adivina el momento en que yo quiero
        escribir?
Y así, poco a poco, trascurridos los días, se va haciendo inherente
        a mí.
 
¿Vas a hablal en el salón? / – Sí. –Le afirmo. / – Y, ¿lo tienes
        esclito?
– No. Voy a decir algo improvisado. / – ¿Implovisado? ¿Puedes
        decilo ahola
Pala yo anotalo? / – Sí. Voy a expresar que en mayo del año 2017...
        Despacio
Pol favol. No te apules que etoy anotando y eso es muy impoltante
        pala mí.
 
Cuando no sabe una palabra me hace repetirla varias veces.
        La deletrea en silencio,
Extrae su celular que está siempre encendido, y como si lo tuviera
        bajo la manga
Y mientras busca el vocablo inclinado su rostro delante de mí,
        tiemblan sus labios
Rojos y núbiles como fresas. Levanta los ojos radiantes y afirma
        asombrada que sí, de que el vocablo encaja.
 
– Peldóname pol no hablal bien el español. –Se disculpa, antes
        de que yo me ponga
De pie e intervenga diciendo algo, que ella luego traduce en chino
        mandarín.
– Etoy nelviosa. –Se confiesa repasando en su cuaderno de notas.
        Al entregarme alguna cosa
Deja todo lo que tiene demás y lo hace con las dos manos juntas
        e inclinando la cabeza.
 
Cuando al entrar en un salón me saco los zapatos ella se inclina
        reverente,
Los coge, los acerca a su regazo y los conduce hasta un estante.
        Y me los trae con unción a la salida.
– Eles bueno y guapo. – Me dice un día en que llueve y me quedo
        trabajando.
Bajo un árbol. ¡Increíble! No sé cómo me trajo café caliente desde
        algún centro comercial
 
 
El día de la clausura del certamen se acerca por detrás de mí
        y me dice al oído:
– ¿Quieles una copa de vino? –Le digo que sí, asintiendo con
        la cabeza. Al traerla
La bebo de un solo sorbo. Se asombra y me pregunta si quiero otra.
        – ¿Dónde hay vino? –Le pregunto.
– No te pleocupes. Yo te tlaigo. / – Es que quiero más de una copa.
        Quiero emborracharme.
 
– ¡Pol qué! –Y me mira asustada, pero sonriente, con su traje de gala
        que cae hasta sus pies.
– Pol qué quieles tomal mucho vino? / – Siento mucha pena. –Digo
        mirándola. ¡Pero qué bella es! Y le pregunto:
– Tú, ¿quieres servirte una copa? / – No. Nosotlas estamos plohibidas
        de tomal. Pelo,
¿Pol qué sientes pena? / – Pena de que todo termine y se acabe. /
        – ¡Yo siento igual! –Dice, y se humedecen sus ojos.
 
Al despedirnos y yo abordar el bus que nos lleva al aeropuerto me mira
        con sus ojos
Que son de todo un continente, de toda una cultura y de una inmensidad
        de mundo.
Algo balbuce en su lengua. Y me entrega furtiva una carta que, entre           
        otras cosas, me dice:
– “Peldóname por no habelte cuidado mejol” Y, “No me olvides nunca”.
        Y yo mirando la orilla del mar
Que rompe a mis pies sus olas musito: – Jamás de los jamases podré
        olvidarte.
                                 DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
 
*****
8 DE OCTUBRE


 
EPOPEYA
DE
ANGAMOS



FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
LA MIRADA
EN EL
HORIZONTE
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Más vale una derrota
honrosa
que una victoria vergonzosa.
Abraham Lincoln
 
Permíteme buscar en el campo
de batalla
no aliados sino mi propia fortaleza.
R. Tagore
 
1. La gloria
de ser
 
Hay en la vida de los seres humanos y en el decurso de la historia momentos decisivos, supremos y absolutos.
Para la genética de una sociedad como la nuestra uno de esos mementos culminantes y decisivos es el ocurrido en Punta Angamos en el amanecer del 8 de octubre del año 1879.
Es la inmolación del Almirante Miguel Grau y gran parte de la tripulación del Huáscar, el barco insignia de la Armada del Perú en la Guerra del Pacífico, uno de esos momentos sumos, absolutos y totales.
Porque fue un combate de uno contra siete acorazados, siendo el Monitor Huáscar la nave más pequeña y menos dotada en armamento y recursos que cualquiera de las otras siete.
Sin embargo, su comandante no dijo jamás: es conveniente rendirnos. O: es lógico negociar.
No se le ocurrió jamás considerar este razonamiento: es comprensible que seamos realistas. O: no vamos a sacrificar en vano nuestras vidas y la de nuestros subordinados.
 
2. Al rayar
el alba
 
Dado que, ¿qué indicaba el sentido común? Rendirse, entrar en negociación, transar. Porque inspirados en los negocios venía el otro contendor, rival fiduciario de esta guerra, enemigo codicioso y venal.
Pero el Perú jamás se rindió. Ni adopta el sentido común y corriente jamás. Porque es una cultura sublime.
Somos un país infinito para tener esos dobleces en esos momentos cardinales.
Al contrario: nos alistamos a luchar, y fuimos quienes hicimos los primeros disparos de cañón al rayar el alba.
Sin embargo, nuestro armamento no podía hacer mella al cerco de hierro, acero e iniquidad. Solo teníamos honor. ¡Y eso es bastante! ¡Más que suficiente! Y con él luchamos y, pese a la adversidad, vencimos.
No estando dispuestos para obtener una victoria en la guerra, ¡vencimos!, porque todos, absolutamente todos siguieron el sendero de la inmolación y el sacrificio.
No hubo uno solo que se sublevara, nadie que al ver la escena se revelara. E incluso iban cayendo uno a uno los oficiales del comando, y se sucedían sin cortapisas en la dirección de la nave.
 
3. El fragor
del combate
 
El Huáscar es desde entonces un símbolo, una bandera tremolante, un blasón y un baluarte.
Es una nave izada en el horizonte de todo aquello que es ideal, virtud y paradigma.
Y tú Grau un mástil perpetuo, un paladín de fábula. Quien nos legaste una estirpe de heroicidad, un linaje de gloria y al árbol generoso de tu sangre para mejor ser cada día, cada mañana, cada tarde y cada noche.
Tú estarás siempre en la proa de la nave que es nuestro país con la mirada puesta en lontananza, sin titubear y sin ningún aspaviento.
Desde entonces Grau lo resumes todo, sin embargarte ninguna soberbia, ni canonjía ni pitanza.
Bien lo dijiste, de manera simple y con eso basta. Que eras: nada más que “un marinero que trata de servir a su patria”.
Digno frente a los mezquinos. ¡Con qué hidalguía! Basta para muestra esta carta escrita en el fragor del combate.
Te imagino después de escribirla saliendo a la borda del barco a contemplar el horizonte y la mar inmensa:
 
4. De
usted
 
                                                                             Monitor Huáscar
Al ancla, Pisagua, junio 2 de 1879.
Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla.
En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorará ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria.
Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta.
Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
                                  Miguel Grau
 
5.
lo justificas todo
 
A partir de entonces todos navegamos en esas aguas sempiternas del coraje y del deber. Y todos estamos de pie contigo, ¡oh Grau!, en el Huáscar.
¡Porque tú lo justificas todo! ¡Oh, Almirante!
Yo he llegado hasta este punto por ti. Y desde aquí otearé las constelaciones del firmamento.
Estoy aquí devoto, creyente, ungido, ante esta eternidad que lleva tu insignia.
Soy heredero tuyo.
E invocando tu nombre he llegado al punto más alto de esta montaña.
En ti encuentro la fortaleza, la visión, el temple; como también el sueño y la utopía.
Encontrando que contigo no hay tema ni problema que deba ni pueda soslayarse.
 
6. El alma
en todo
 
Porque en tu corazón, ¡oh, Almirante!, ahora cabemos todos. Todos cabemos en tu corazón vasto e ínclito como el mismo océano que ahora lleva tu nombre.
Y es que Grau ya no es un individuo, somos todos nosotros. Y Grau ahora somos todos.
Y para nosotros el Monitor Huáscar siempre surcará los mares firme e inhiesto porque así tú lo dejaste.
Como el Monitor coraje de cara al infinito, de cara a la eternidad donde ahora moras.
Porque Grau es base, pilón, columna. Coraje en toda torre de mando. Es temple y serenidad en medio de la borrasca.
Es luz que se adivina en la noche cerrada. Luz de bengala.
Grau es mar inconmensurable, es pundonor y es mirada. Es base de un puente, en donde apoyar una torre. Es lo que prevalecerá. Es poner el alma en todo
 
7. Y
en ti
 
Dejar ejemplos de generosidad al enemigo era lo más difícil de la guerra, más todavía por la iniquidad de sus actos.
Dejarnos ejemplos era y es mucho más arduo que vencer. ¡Y tú lograste esa proeza, que nos engrandece mucho más que haber vencido!
Porque, ¿quién lo hace? Y Angamos desde ti entonces es faro, atalaya y prominencia.
Desde donde se avizora, se promete y se jura.
Y, para todos nosotros, insignia y medalla en nuestras frentes, e incrustada en el fondo del alma.
¡Oh, Almirante! Desde entonces guiar un barco es un lema, una misión y un destino. Y meternos en lo hondo en el fragor de una batalla es la consigna.
Y engrandecer tu Perú que cuidamos y lo hacemos cada vez más puro y valeroso.
En medio de las aguas de ese mar proceloso, confío que tú estás conmigo en la nave.
¡Y en ti, padre amado, toda esperanza!
 
 
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