miércoles, 8 de noviembre de 2017

8 DE NOVIEMBRE: DÍA MUNDIAL DEL URBANISMO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LAS TEJAS SON MADRES - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN-


 

Construcción y forja de la utopía andina
 
2017 AÑO
DE LA IDENTIDAD Y DEL PATRIMONIO
INALIENABLE DE NUESTROS PUEBLOS
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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HOMENAJE MUNDIAL
PROMOVIDO POR ALFRED ASÍS
DESDE ISLA NEGRA, EN CHILE


MI PRIMER Y DEFINITIVO ENCUENTRO
CON DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


Surgía los años de 1975 a 1985 en Santiago de Chuco, cuando cursaba los estudios de primaria y secundaria, los años más gloriosos de mi vida de estudiante. En dicha época tuve los primeros contactos con los escritos de Danilo Sánchez Lihón, tal como recuerdo con sus libros: “La piedra bruja “ y “Camino a Santiago”: Su lectura a esa edad fue de lo más satisfactoria, porque son relatos de vivencias en el lar natal, acontecimientos que vive todo oriundo de ese lugar, y que Danilo con su genialidad lo escribe porque ama a su tierra y porque no quiere que pase el tiempo y esos recuerdos no se olviden, quiere que sigan latiendo en los pobladores de Santiago de Chuco.
Desde esas primeras lecturas surgió mi admiración a Danilo. Así pasaron mis estudios primarios, secundarios y universitarios, y nunca tuve la ocasión de conocerlo personalmente. En un inicio me confundía con su padre que tenía el mismo nombre, quien era profesor de la escuelita elemental Nº 271, llamado “Centro Viejo”, donde estudió César Vallejo y la mayor parte de personas ilustres de Santiago de Chuco. Averiguando a mi padre me comentó que era el hijo quien es escritor y poeta y que radicaba en Lima.
Así pasaron los años, en que dejé mi tierra por continuar mis estudios de Ingeniería Química y Educación. Dedicados por completo a ello, visitaba mi tierra natal en vacaciones de fin de ciclo, o en la fiesta de julio en honor al Apóstol Santiago. Pronto incursioné en la docencia en educación superior nivel en el cual, hasta ahora trabajo, siempre escuchando su nombre, leyendo algunos artículos salidos de su pluma y que se publicaban en revistas, periódicos y que eran comentados por algún intelectual.
Por el año 2006, finalizando el último ciclo de mis estudios doctorales en Lima, dado mi interés en realizar un trabajo de investigación sobre César Vallejo, al cual admiraba desde escolar, realicé una investigación a fin de llenar un vacío y para que conozcan más al poeta universal, abarcando su etapa de estudiante y docente, que muy poco comentaban sus biógrafos, inquietud que la cristalice en un libro titulado “César Vallejo, estudiante y docente”.
Era mi primer trabajo intelectual, quería publicarlo, pero no conocía cómo era el proceso ni nada del mundo editorial. En esas circunstancias, me acordé de Danilo Sánchez Lihón, en un principio para que me haga el prólogo, y me pregunté: ¿Y ahora cómo logro comunicarme con él? No tenía su dirección ni menos su teléfono. Para ello, comencé a revisar sus libros que había leído en Santiago de Chuco y que me acompañaban siempre para releerlos y con su lectura recordar a mi tierra mientras y así calmar el dolor de estar ausente. Revisé detenidamente las primeras y últimas páginas para ver si por ahí encontraba su dirección y teléfono, datos que felizmente encontré en el copyright. Fue el momento en que lo llamé. Era un día viernes, justamente en la noche viajaba a Lima para el día sábado asistir a mis clases de la sección doctoral. Lo llamé aproximadamente las 9 de la noche y me contestó un señor:
– ¿Se encuentra el Doctor Danilo Sánchez Lihón?
– Sí, con él habla.
– Yo soy Javier Delgado Benites. Le llamo desde Nuevo Chimbote. Soy de Santiago de Chuco, paisano de Ud. Me gustaría conocerlo personalmente, admiro sus obras. He realizado un trabajo de investigación sobre el poeta César Vallejo y me gustaría que Ud. me haga el prólogo. ¿Podrá ser factible Doctor?
– Sí, por supuesto.
– Gracias Doctor, mañana estoy en Lima, porque estudio doctorado en Educación. ¿En dónde lo puedo ubicar, para conversar? Mis clases terminan a las 2:30 de la tarde y de ahí me encuentro libre.
– Yo en la tarde tengo una consultoría en la editorial Bruño, y estoy terminando de esta labor a las 3:30, no sé si puedes ir a dicho local, ubicado en Breña, anota la dirección. Yo estoy saliendo esa hora, ahí nos encontramos, vas llevando el impreso.
– Excelente, Doctor; estaré a esa hora con el machote.
– Ahí nos vemos entonces. Un abrazo.
Así fue mi primer contacto telefónico con Danilo Sánchez Lihón.
Viajé esa noche a Lima, llegué a las primeras horas del sábado, asistí a mis clases en la universidad, salí media hora antes de finalizar la clase, me fui a almorzar, y luego tomé un taxi con dirección a la editorial Bruño. No lo conocía personalmente. ¿Cómo sabré que es él? Me preguntaba. Él tampoco me conoce. Y me hacía muchas más interrogantes en el trayecto. Llegué a la editorial 20 minutos antes de la hora indicada. Entré al local y lo que hice fue sentarme en una de las sillas que había ahí, para la espera de los clientes. Ya faltaban pocos minutos para que sea la hora indicada. Esperé, y a la hora exacta baja del segundo piso y logro ver a un señor de estatura mediana que vestía un polo rojo de pantalón azul de vestir. Cargaba un maletín de cuero marrón en el hombro. Por algunos rasgos característicos de los naturales de Santiago de Chuco me dirigí al él y de frente lo saludé y le di la mano, como si nos hubiéramos conocido de muchos años.
– Doctor Danilo, ¡buenas tardes!
– Buenas tardes. ¿Javier Delgado Benites?
– Si Doctor, mucho gusto en conocerlo.
– ¿Haz traído el trabajo impreso?
– Sí, aquí lo tengo.
– Está bien.
Salimos del local de la editorial, paró un taxi, subimos y nos fuimos con dirección al jirón Callao, donde él tenía que hacer varias diligencias, en el centro de Lima. Bajamos y entramos a un restaurante,
– ¿Vamos sirviéndonos algo?
– Doctor pida Ud. Yo ya he almorzado.
Entonces pidió una sopa propia de nuestra tierra, el famoso cashallurto llamado en Trujillo shambar. Saqué el machote y lo entregué. Lo revisó detenidamente. Está interesante. Como me lo has solicitado escribiré el prólogo, me dijo.
Nos pusimos a conversar mientras almorzaba, me preguntó por dónde vivía en Santiago de Chuco. Le indiqué que vivía en el mismo barrio donde queda su casa. Terminó de almorzar, pagó la cuenta y guardó el impreso en su maletín y nos salimos conversando.
– ¿Vas a publicar pronto el libro?
– Sí, Doctor. Por eso es mi interés que haga el prólogo.
– Te pregunto porque muchos me solicitan que haga el prólogo de sus libros, pero que después no publican sus trabajos.
– No Doctor. Usted está hablando con un Ingeniero. Si me comprometo en hacer algo tengo que concretarlo. (Tomaba como referencia que todo trabajo de investigación debe ser publicado). Sin embargo, quiero consultarle: ¿cómo puedo hacer para publicarlo? Ud. Doctor conoce estos menesteres, por tantos libros que ya ha publicado.
– Podemos publicarlo en una coedición, si te parece. Es la fórmula viable de cómo yo te puedo apoyar.
– ¿Cómo es eso, Doctor?
– La editorial te va cobrar tanto. Tú pones el 50% y yo el 50% del costo. Y al entregarnos los libros nos repartimos mitad y mitad.
– De acuerdo, Doctor. Entonces yo lo llamaría para avisarle.
– De acuerdo, y con mucho gusto.
Así quedamos, cruzamos la avenida Tacna, nos despedimos. De ese modo llegó a concretarse la edición de mi primer trabajo académico sobre el poeta universal César Vallejo, y a la vez conocí a Danilo Sánchez Lihón, a quien admiraba y admiro.
Se editó el libro, me llamó para ir a recogerlo a Lima, sentía una gran emoción de haber publicado mi primer libro. Fue mi sueño desde niño escribir algún día. Se había concretado este hecho, como también entablar una amistad con Danilo, un paisano que deja bien en alto el nombre de Santiago de Chuco y del Perú, siguiendo las huellas de Vallejo.
Me invitó a presentar el libro en mayo de ese año en Santiago de Chuco, me comentó que viene haciendo desde el año 2000 encuentros internacionales con el movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, cruzada cultural que él preside, certámenes al cual asisten escritores del Perú y del extranjero, y que era una fecha propicia para que yo presente el libro.
Acepté su invitación, llegándose a concretar la presentación en mi tierra natal, Santiago de Chuco, en el salón de actos de la Municipalidad, en donde diserté sobre el libro publicado, otorgándome posteriormente el laurel “Piedra negra sobre una piedra blanca”. Desde esa época hasta ahora soy miembro activo de dicho movimiento cultural que cada día crece y es incontenible su avance.
Actualmente me une una amistad sincera y fecunda con Danilo Sánchez Lihón, y la vez de mi parte una fervorosa admiración por la prolífica publicación intelectual que él posee. Estamos enrumbados en un solo objetivo cuál es fortalecer el Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra que él preside, a fin de que contribuya a construir la utopía andina avizorada y propuesta por el poeta César Vallejo, forjando una sociedad con identidad y solidaridad humana, acopiando los valores ancestrales de nuestros pueblos conscientes de nuestra alta responsabilidad histórica y social.
Así, Danilo Sánchez Lihón, se expresa de mi persona en el prólogo de mi libro “Chuquismos en la obra y en la tierra de César Vallejo”: “Javier Delgado Benites viene sorprendiendo a sus lectores desde hace algún tiempo, con una y otra obra de investigación literaria, pero también etnológica, folclórica, filológica y siempre referidas a ese espacio sagrado como es Santiago de Chuco”.
JAVIER DELGADO BENITES


Doctor en Educación, Ingeniero Químico, docente universitario,
Investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades.
Miembro directivo del movimiento cultural Capulí, Vallejo y su Tierra.
 
*****
 
8 DE NOVIEMBRE


 
DÍA MUNDIAL
DEL
URBANISMO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


LAS TEJAS
SON
MADRES


 
Danilo Sánchez Lihón
 
1. Después
que graniza
 
Estamos a inicios del mes de noviembre y ya comenzaron las lluvias en la serranía del mundo andino, gigantesco, ciclópeo y abismal.
Donde tiene que llover duro, parejo y fuerte. Donde se descargan por eso tempestades implacables con descarga de relámpagos y truenos sucesivos desde el cielo.
Y así tiene que ser, porque si no el año agrícola que adviene después del invierno inclemente sería un mal año para las cosechas.
Y si no lloviera imposible que se podría sembrar en esta ocasión porque la tierra estaría dura y hosca, como piedra o roca.
Donde después que graniza en los techos de teja y hasta de paja, recogiendo lo más blanco del hielo caído en esferas.
Con ello nos preparamos helados, mezclándolo con la médula de algunas frutas, sean guayabas, saúcos o granadillas.
 
2. Entrecortado
por los rayos
 
Yo ahora estoy lejos, en un país extranjero, de ahí mi nostalgia; caminando por urbes en donde mis ojos se empañan, o por la pena o por el smog de estas ciudades.
Que fuman a través de sus fábricas que elevan hacia los cielos sus chimeneas o mástiles en donde cuelgan sus banderas de humo.
Y entonces llamo por la añoranza a un pariente de mi pueblo. Y lo hago a través de una emisora radial cuyo número porto.
– ¡Sí, aquí, le contesta Radio Cordillera! –Me responden, pero la voz se oye lejana, como si llegara desde fuera de este planeta.
¿Será porque está lloviendo en las alturas del pueblo y en los cielos de Santiago de chuco?
– ¿Aló? ¡No le escucho!
– ¿Ahora sí?
– Sí. Un poco.
– Y, ¿ahora?
– Mejor. ¿Aló?
¡Aunque entrecortado por los rayos y truenos que están cayendo!
– Pero, ¡hable! ¿Aló?
 
3. Siento
la lluvia
 
– No se escucha nada. –Oigo que comentan decepcionados.
– ¡Es que está cayendo fuerte la tempestad la que está cayendo! ¡Sube hijo pronto a poner un balde en esa gotera!
– ¿Aló? ¿Aló?
Yo guardo silencio. ¡Una emoción profunda me invade y me transporta a los días de mi infancia! Estiro un brazo por el ventanal de este café cosmopolita y siento la lluvia mojarme el dorso de la mano y la manga de mi abrigo, como cuando niño.
¡La lluvia, y nosotros protegidos bajo la techumbre tenaz de los tejados! Y me sumerjo en aquella evocación de la teja que me protege aún de lejos.
– ¿Aló? ¿Aló? ¡Se cortó la comunicación! –Escucho que dicen, y cuelgan.
Yo también corto la comunicación en el teléfono, pero despacio y extasiado, ¡cuando aquí sufro bajo el calor calcinante! ¡Cuando es invierno en mi tierra! ¡Y en toda la extensión de la serranía del mundo andino!
 
4. ¿Quién
las ve?
 
Es por eso que, en este tiempo de adhesiones a una y otra causa, a uno y otro personaje, en este período de denominaciones acerca de cómo debe llamarse una y otra cosa, yo propongo también junto a todas las otras propuestas, siquiera por este breve período: ¡defender los tejados!
En este período de reconocimientos y honores a este y al otro tótem, nombro yo por lo menos en esta página solitaria y estremecida a mi personaje de este tiempo, a ¡la teja!
¿Por qué? Porque resiste heroica el embate del agua, del viento, y del fuego que se descarga a través de los relámpagos.
Y eso sencillamente es heroico, es un sacrificio callado, sin que nadie lo vea, como el de las madres cuando nos acunan y se acuestan a nuestro lado en las noches desveladas.
Y se quedan hasta que amanece para librarnos de los miedos tanto de los hechos reales como de los fantasmas. ¿Quién las ve? ¿Quién las reconoce? ¡Nadie!
 
5. Subir
al terrado
 
¡Y ni siquiera ellas mismas saben qué es abnegación, qué es renuncia y que todo eso es sacrificio! Solo sirven y se consagran.
Para ellas no hay renuncias ni privaciones, simplemente lo hacen; así las tejas. Al contrario, todo lo hacen contentas, ¡y serían desdichadas si no lo hicieran!
¡Y, ¡soportar los relámpagos y truenos que se descargan, que en mi lar nativo es espeluznante!
¡Y supone un valor muy arduo y supremo interponerse entre nosotros que dormimos apacibles y los cielos que se rompen y se desploman horrendos y enfurecidos!
Claro, hay que ayudarlas subiendo al terrado como en estos momentos hace el niño obedeciendo a su padre y que yo he escuchado que le encargaba subir al terrado.
Mientras yo me calcino en un continente extraño, lejos de mi querencia y del fogón de mi casa humilde.
 
6. Defienden
la vida
 
El niño, ¡yo mismo he sido ese chiquillo!, ha ido a poner baldes donde se ha producido un resquicio, por donde el agua se cuela debido a que la teja se han movido unos dedos destrenzándose de la hermana de al lado, de arriba o de abajo.
Para que cuando escampe y sea de día acomoden esa abertura, o a veces rajadura, con un pedazo más grande o con una teja entera, quizá nueva si hemos sido previsores de que las lluvias no iban a ser tal sino tempestades enloquecidas y fuera de todo tino este año.
Pero, ¿qué sería si no hubiéramos tenido las tejas ni siquiera a pedazos que han esperado calmadas en algún recodo para que ocurra este momento de subir y enfrentarse a las horas aciagas que se desatan?
De allí que los tejados no solo son bellos, ¡argumento que al parecer no conmueve ni convence a nadie!, sino que son valerosos y defienden la vida.
 
7. Mil
batallas
 
Las tejas nos llenan de consuelo. Quizá porque dentro de ellas estamos nosotros, bajo su capa compasiva. No permiten que ni la lluvia perturbe nuestro sueño. Pese a que ha llovido toda la noche, no protestan, ni chirrían ni gritan, ni tamborilean como hacen las calaminas.
Soportan la lluvia en silencio, la atenúan y la derraman en lágrimas hacia sus bordes y costados. La teja la subsume en su entraña, se empapa de lluvia, y se torna vieja con ella. Hasta florecer por dentro, haciendo un jardín hacia afuera. La teja es tan madre que hace crecer desde sus rendijas a las achupallas y a los shayapes, hasta hacer que los tejados sean floridos.
Por eso insisto ahora que la teja es madre. O es hermana mayor, que nos acuna y protege. Que nos defiende, y alivia nuestras penas. Porque vigila que los duendes no bajen hasta nuestras cunas. Porque exorciza los males que nos acosan y amenazan. Ellas los espantan, imbuidas de valor y de coraje. No permiten que se nos acerquen. Resguardan nuestra casa con su talante de guerreras que han afrontado y siguen afrontando mil batallas.
 
 
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CONVOCATORIA


XIX ENCUENTRO
INTERNACIONAL ITINERANTE
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2018
LIMA:
VIERNES 25
TRUJILLO:
SÁBADO 26
GUADALUPE
DOMINGO 27
CHEPÉN
DOMINGO 27
CAJAMARCA
LUNES 28
CAJABAMBA
MARTES 29
HUAMACHUCO
MIÉRCOLES 30
QUIRUVILCA
JUEVES 31
SANTIAGO DE CHUCO
JUEVES 31
VIERNES 1 (JUNIO)
CALIPUY
SÁBADO 2
SANTIAGO DE CHUCO
SÁBADO 2 (JUNIO)
DOMINGO 3 (JUNIO)
EL XIX CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
ABARCA DEL 26 DE MAYO AL 3 DE JUNIO
DEL AÑO 2018
 
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