domingo, 1 de mayo de 2016

"MUJERES CÉLEBRES DEL IMPERIO INCAICO", EL LIBRO DE LUZ SAMANEZ PAZ - POR ROBERTO GORANZON



"MUJERES CÉLEBRES DEL IMPERIO INCAICO", EL LIBRO DE LUZ SAMANEZ PAZ
 
ROBERTO GORANZON (Profesor de Historia Latinoamericana de Stanford EE. UU.)
 
Hace aproximadamente 4 meses, estuve por enésima vez, en el Cusco la legendaria capital del Tawantinsuyo. Lo hice en cumplimiento de mis obligaciones de Profesor de Historia de la Universidad de Stanford de los Estados Unidos, que en reiteradas oportunidades me encomendó que investigara sobre el pasado histórico de culturas trascendentales de América, como la de los Mayas, Aztecas, Quechuas, Aymaras, etc.

Siempre tuve interés por saber por qué los conductores de esas civilizaciones mostraban gran apego a la tierra, inclusive en los momentos más feroces de las batallas lucían un espíritu especial, como si algo los ligara al suelo, a la Pachamama como dicen los cusqueños. En momentos en que meditaba sobre ese tema, un grupo selecto de poetas, todos aficionados a la historia, me presentaron a una encantadora joven, ex-Reina de Belleza, pero que muestra en su dulce faz, todo el encanto de las mujeres andinas, cuya hermosura se mezcla con el cielo siempre azul, idílico de las altas cumbres y la estremecedora atracción de las grandes como fructíferas quebradas. Se trataba de LUZ SAMANEZ PAZ, que acababa de Presidir una Cita Latinoamericana de Versificadores.

En esos momentos me obsequió el último de sus más de 60  creaciones, intitulado "Aroma de Mujer". La verdad que ese tipo de literatura no es precisamente de mi predilección, pero advertí que estaba pergeñando en un estilo alturado y educador. En esos momentos por curiosidad le pregunté de qué se trataba, de unos originales que a uno de sus acompañantes dijo, que llevara a la Imprenta. Me quedé impresionado. Constituía una lección de Historia, escrita en una forma amena, sencilla y además altamente literaria. Le pedí, que me dejara leer sus notas. Mi admiración se acrecentó. En esas páginas encontré las respuestas a mis preocupaciones, puesto que me di cuenta que si los guerreros Incas, mostraban ternura inclusive en los combates más arduos, eran porque estaban inspirados por una raza de mujeres extraordinarias.

En ese libro intitulado "Mujeres Célebres del Imperio Incaico", da a conocer la historia de las esposas de los soberanos quechuas, que alentaban a sus consortes a que fueran tenaces en la lucha y bondadosos en las victorias, sin humillar a los vencidos. Solo así, se explica cómo después de los triunfos acogían a los valientes y a los cultos, y los integraban al Tawantinsuyo.

Asimismo, con alegría y admiración, pude apreciar el temple de las jóvenes Ñustas, que unían a su belleza, la personalidad espartana unida a la dignidad y al orgullo. Este valioso libro, obtuvo el Premio Internacional "FLORA TRISTÁN". 

El capítulo sobre Qori Oqllo, hermana del Inca que prefirió la muerte y el martirio al deshonor, relata de por sí, a esas doncellas y finalmente encontré una serie de leyendas como la Princesa de la Floresta o Sacha Mama, que vengó la muerte de su padre y amigos, asesinados por avaros e inhumanos españoles, que no se detenían en cometer cualquier atrocidad, ante su insaciable afán por conseguir oro.  Tenemos sobre la Ñusta Encantada, la Princesa que traicionó al dios Inti, la Princesa Chaska, el guerrero y la inmolación de la doncella, el refugio de las Vírgenes del Sol, Erwa, la primera mujer de la creación andina,  la Malinche Peruana y las últimas Princesas del Imperio Incaico. 

En esa forma el libro, se desarrolla con amenidad e historia y debe convertirse en un verdadero símbolo de la entereza de la mujer pre-colombina, que superaron cualquiera de las inventadas hazañas de las denominadas "amazonas de la selva", para convertirse en ejemplos de dulzura, hermosura y sobre todo gallardía y valentía.

Con admiración, escribo estas líneas sobre este maravilloso libro, que se convertirá en manual obligado de consulta para mis alumnos, para los historiadores y el público lector.
 
 
"MUJERES CÉLEBRES DEL IMPERIO INCAICO" (Premio "FLORA TRISTÁN")
 
LUZ SAMANEZ PAZ, Presidenta de la Organización de Periodistas de Latinoamérica (OPL)

En este libro trato de revalorar la actuación de las Mujeres Célebres del Imperio Incaico. Este trabajo de investigación, que les iré entregando por capítulos, espero que sirva para que renovemos nuestro orgullo de ser peruanos, de ser herederos de una gran civilización, aún no superada, para que con los ejemplos de un pasado de esplendor, miremos con confianza al futuro, para lograr una Patria mejor.
 
 
LAS ESPOSAS DE LOS INCAS
 
LUZ SAMANEZ PAZ
 
"No... imposible", así de rotunda i seca fue la respuesta de Mama Runtu a su hijo Manco, cuando éste, le pidió su autorización para casarse con su propia hermana menor Calchimira Caypa. El hijo de Huáscar al efectuar esa solicitud no solo lo hacía por estar enamorado de la adolescente Princesa, sino que obedecía a una costumbre, casi Ley, que disponía que a partir de Túpaq Inca Yupanqui, hijo de Pachacuteq, los nobles debían contraer nupcias entre hermanos o en último caso entre primos hermanos. Su propia madre había seguido ese rito.

"He decidido que Calchimira, sea dedicada al Culto del dios Inti. No pertenecerá a nadie más, ni aún a ti. mi hijo i pronto conductor del Imperio", agregó la hija de Wayna Capaq. El futuro primer monarca de Vilcabamba, escuchó atónico i entristecido, las palabras de su madre. Había dado por descontado su asentimiento. La Ñusta que había escogido para su compañera legitima tenía todos los atributos para compartir el Trono del Tawantinsuyo. Era hermosa i casta. En el Aqllawasi había aprendido a tejer, pintar i descifrar los Kipus. era bondadosa i sabia. Indudablemente sería una buena intermediaria entre el Inca i su pueblo.

Manco que amaba a su hermana, había hecho pintar en su Estandarte de Guerra el rostro de la gentil Princesa. Ese emblema debía encabezar las legiones a su mando  en la campaña del Collasuyo, que le había sido encomendada por Huáscar. Su partida era inminente, pero quería casarse antes. Confiaba que así serían más tolerables las privaciones de las jornadas bélicas. Además estaba seguro que el recuerdo de su joven esposa redoblaría su valor. Buscaría así, con mayor rapidez la victoria para volver lo más pronto posible para gozar de la compañía de la Coya.

Protestó, inclusive las lágrimas rodaron por su mejillas, abriendo surcos de desilusión  en su ya curtido rostro de guerrero. Inclusive amenazó con no emprender la misión que le había confiado el Emperador, que le ordenó aplasta una rebelión surgida en lo que ahora se llama Santa Cruz de la Sierra. Sabía que de persistir en su negativa recibiría como respuesta la humillación i la muerte. Nadie podía rechazar las órdenes del Soberano de los Cuatro Suyos, con mayor razón si se trataba de su propio hijo.

Súplicas i amenazas, recibieron un silencio compasivo. El impetuoso Manco, aconsejado por su desesperación, cambió de táctica. Se dirigió donde sus tías, para pedirles comprensión i que intercedieran  por él, ante la caprichosa Mama Runto. Ante esa presión, dio finalmente su consentimiento.

La boda se realizó con gran boato. Fue precedida de ayunos  i luego de fiestas. El recio novio i su prometida se dirigieron al Qorikancha, presididos por sus padres, los sacerdotes i orejones. Lo seguían veinte mil guerreros entre capitanes i soldados. era el ejército que acompañaría al Príncipe en su dura campaña por las regiones del altipampa para sojuzgar a las tribus rebeldes.

Manco, partió inmediatamente después de su matrimonio. Lo hizo con un grito de júbilo en los labios, con el dulce recuerdo de su tierna esposa i con la certeza de ofrecerle muchos triunfos que tenía la seguridad de conseguir en el campo de batalla. La recién casada, aceptó resignada la separación aunque lo hizo con el alma destrozada. Valiente i altiva, como toda mujer de estirpe quechua, ocultó su dolor. Guardaba su alegría para desbordarla al retorno del joven Príncipe. Manco, regresó al enterarse de la derrota de su padre i su ajusticiamiento, por órdenes de su tío Atahuallpa. Su vuelta coincidió también con la marcha de los españoles hacia el Cusco. En principio pactó con los peninsulares, pero poco después se levantaría en armas protagonizando una de las más heroicas epopeyas americanas.

Episodios como el que relatamos, han sugerido a algunos historiadores a que las mujeres quechuas tenían poder de decisión para ungir a los nuevos Monarcas e inclusive dictar las Leyes Imperiales. Eso no es así. En primer lugar en América, a excepción de parte de lo que son hoy, los Estados Unidos, no existía el matriarcado. Ese sistema tenía vigencia entre los pieles rojas irokeses, cuyas tribus estaban asentadas en el actual Estado de New York. En ese lugar se reunían las esposas de los "bravos" para elegir a sus caudillos.

Los Incas juiciosos i cuerdos, respetaban a sus mujeres. Las consideraban más moderadas i menos impulsivas que los hombres. Frecuentemente recurrían a su consejos, como lo señala la escritora puneña, María de Diez Canseco, quien editó un libro sobre ese particular. Su opinión tenia mucha fuerza cunado se trataba de elegir a las cónyuges de los futuros Monarcas. Esa decisión adquirió mayor importancia, cuando a partir de Túpaq Inca Yupanqui, los matrimonios debían efectuarse entre hermanos o parientes muy cercanos, para mantener la estirpe. En esos casos, las madres se sentían orgullosas porque conocían la importancia de su selección i aprobación. Cumplían esa tarea con dignidad i tacto.

El matrimonio entre parejas del mismo linaje, no se debía solamente a la preservación de una raza especial, como frecuentemente se afirma. El Dr. Manuel Chávez Ballón, asegura que las razones también eran de índole económico. El poder i la riqueza estaban distribuidas en pocas manos, o sea entre los nobles o los más allegados a la Corte del incario. En consecuencia, ese tipo de desposorios aseguraba que las condiciones mencionadas no se disgregaran. Los Incas, podían casarse con varias de sus familiares, si era necesario para la salud del Imperio. Por ejemplo Huayna Cápaq, se casó en primeras i segundas nupcias, con sus hermanas Cusi Rimay i Rahuar Odio, respectivamente. De ésta última nació Huáscar. También fue esposo de su prima hermana, hija de su tío Auqui Amaru Túpaq, unión de la que nació Manco.

El primer Rey de Vilcabamba, contrajo enlace primero con su hermana Caychime Caype i luego con su prima Sihui Chimpu, en quien tuvo dos hijos, Sayri Túpaq i Túpaq Amaru I. Esos enlaces eran legales i los vástagos concebidos eran considerados como legítimos, no así, los que nacían como producto de la unión del Inca con sus concubinas. La historia señala que las esposas de los Monarcas convivían sin problemas, en perfecta armonía.

En cambio los del pueblo solo podían tener una esposa i por supuesto, ninguna concubina. Esto último, era patrimonio exclusivo del Inca, que cuantas más mujeres poseía, mostraba más poder. Por ejemplo Huayna Cápaq, tuvo 600 concubinas. En el resto de los moradores, el adulterio era severamente castigado, hasta con la muerte. No hay nada que hacer, en el Tawantinsuyo, había que ser Inca o nada.   
 
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